jueves, 12 de julio de 2012

SÍNTESIS DE LA FILOSOFÍA DE ORTEGA Y GASSET


SÍNTESIS DE LA FILOSOFÍA DE ORTEGA Y GASSET

A.- PERIODIZACIÓN DE LA OBRA:

             Los analistas de la obra de Ortega distinguen tres periodos en su producción filosófica:

                1.- Periodo objetivista (1910-1914), caracterizado por la influencia de la filosofía neokantiana, en el que Ortega pretende integrar la auténtica tradición española con la cultura científica europea. Nuestro autor sostiene que mientras que “España es el problema, Europa es la solución” y que mientras que “ Europa es la ciencia, España es la inconsciencia”. Influido por Husserl, Ortega recomienda “ir a las cosas mismas”, propugnando la objetividad.

                2.- Periodo perspectivista (1920-1923), donde desarrolla la teoría de la interdependencia entre el yo y sus circunstancias “Yo soy yo y mis circunstancias”, definiendo el conocimiento como perspectiva.

                3.- Periodo raciovitalista, desde 1923 en adelante, en el que Ortega concibe la vida como realidad radical, síntesis de las verdades unilaterales del realismo antiguo y el idealismo moderno, a cuyo servicio ha de estar la razón.

     B.- DEFINICIÓN ORTEGUIANA DE FILOSOFÍA

           En “¿Qué es filosofía?”(1929), define Ortega la filosofía como el afán por conocer la totalidad de la realidad, pretensión heroica que distinguiría a la filosofía de las ciencias particulares, como la matemática o la física, que acotan una parte de la realidad, la extensión o las cosas físicas respectivamente,  para someterla a investigación, asumiendo una serie de presupuestos sobre ella y adoptando un método específico. A diferencia de las ciencias particulares, a las que les es dado su objeto, la filosofía, como decía Aristóteles, ha de buscarlo. Por ello, la filosofía es la ciencia que se busca
           La filosofía, por pretender conocer todo cuanto hay, se caracteriza por la suficiencia, completitud y ultimidad, a diferencia de las ciencias particulares, que, aunque exactas, como las matemáticas, no son suficientes ni completas, por estudiar una parte de lo real y no todo cuanto hay.
La filosofía se define, pues, por las notas de pantonomía, pretensión de conocer todo cuanto hay, y autonomía, por no asumir supuestos previos acerca de la naturaleza de lo que hay.

          La filosofía se distinguiría de la mística, que pretendene conocer lo Absoluto, porque aquélla es teoría, conocimiento conceptual y enunciable de la totalidad de lo real, mientras que ésta, renuncia a la teoría, al concepto y al lenguaje para expresar el supuesto conocimiento de Dios. Por ello, mientras que la filosofía dice el ser (ontología), la mística calla sobre el conocimiento unitivo de Dios. A diferencia de la mística, pues, “la filosofía quisiera ser un secreto a voces.”    

    C.- CRÍTICA Y SUPERACIÓN ORTEGUIANA DEL REALISMO Y DEL IDEALISMO: LA VIDA COMO REALIDAD RADICAL.

          Ortega critica tanto el realismo característico de la filosofía antigua y medieval, cuanto el idealismo de la edad moderna, inaugurado por Descartes, considerándolos como posiciones metafísicas unilaterales e insuficientes.

          El realismo (Platón, Aristóteles, Sto Tomás) se caracterizaba por los siguientes supuestos ontológicos: 1) la realidad es externa al sujeto que la conoce y trascendente a él, 2) la realidad es independiente del sujeto, es decir, existe aunque el sujeto no la perciba, 3) la realidad puede ser conocida por el sujeto, sensorial y/o intelectualmente, consistiendo la verdad en la adecuación entre el pensamiento y la cosa.

         El idealismo, que inaugura Descartes, a su vez, se basa en los siguientes supuestos: 1) la realidad cuya existencia es indudable es el pensamiento, el sujeto pensante (“pienso, luego existo"), 2) la realidad “formaldepende, es dependiente del sujeto que la percibe, 3) en principio no sabemos a ciencia cierta si las ideas que tenemos de las cosas (“la realidad objetiva”) se corresponden adecuadamente a lo que las cosas son en sí mismas (“realidad formal”), 4) para Berkeley y el idealismo, la realidad se reduce a idea, a pensamiento del sujeto.

       Ortega analiza y critica los supuestos ontológicos del realismo y del idealismo, considerándolos unilaterales, sólo parcialmente verdaderos. Está de acuerdo con el realismo en la tesis que sostiene que la realidad es externa al sujeto que la percibe, pero discrepa de él cuando el realista  sostiene que la realidad es independiente del sujeto. Está de acuerdo con el idealismo cuando éste afirma la  existencia indubitable del sujeto pensante, pero discrepa de él, cuando afirma que la realidad se reduce a idea, pues mientras que,v.g. el gato real puede arañarnos, la idea de gato no araña. Por tanto, frente al idealismo, Ortega defiende que las ideas que tenemos de las cosas, lo que Descartes llamaba “realidad objetiva” son distintas de las cosas mismas “realidad formal” cartesiana.

      Nuestro autor concluye, pues, que no hay que reducir el sujeto a mera cosa entre las cosas del mundo, como hacía el realismo filosófico, ni los objetos a ideas del sujeto, como hacía el idealismo. No existen sólo los objetos o cosas (realismo), tampoco existe sólo el sujeto y las ideas de éste (idealismo), lo que realmente existe, la realidad radical, es la coexistencia y la interdependencia del sujeto con el objeto, del yo y del mundo. El mundo de las cosas  es y está ante el yo que los ve, el yo, el sujeto, está en y ante los objetos que constituyen su mundo, rodeado por las cosas del mundo. Yo veo  los objetos del mundo, sin ellos no existiría mi ver, no existiría el yo que los ve, pero sin sujeto no existiría el mundo.

      Ortega llama vida a la realidad radical, a la coexistencia e interdependencia entre el yo y el mundo, entre el yo y sus circunstancias y considera que la filosofía ha de basarse en la realidad radical que es la vida y no meramente en las cosas del mundo (realismo) o en el pensamiento o el yo (idealismo).       

D.- ATRIBUTOS O CARACTERÍSTICAS DE LA VIDA

            La vida es, pues, la realidad radical. La vida es más evidente que el pensamiento (idealismo), que no es más que una función de la vida, que sirve al viviente para orientarse en el mundo, para "saber a qué atenerse en él" y es más evidente que el mundo (realismo), pues sin mi yo, las cosas no estarían ahí. Por ello, la vida es el fundamento de la realidad y de la filosofía.

        Pero la vida no es una realidad abstracta y descarnada, sino concreta, personal e intransferible, es la vida de cada cual. Por ello, la vida no puede ser conocida por las ciencias particulares, como la biología, la psicología o la sociología, sino sólo por la filosofía, que aportaría una perspectiva no reduccionista de la vida, la realidad radical.

       En “¿Qué es filosofía?”, el autor madrileño atribuye a la vida las siguientes características:
       1.- La vida es lo que somos y hacemos
            Influído por el historicismo de Dilthey, Ortega considera que el hombre no tiene naturaleza, sino historia, considerando, de forma parecida a Marx, que el hombre es el producto de su propia actividad práctico-productiva (praxis). Anticipándose a Sartre, quien sostuvo que la existencia precede a la esencia, nuestro autor considera que lo que llegamos a ser es el resultado de lo que hacemos y de lo que dejamos de hacer.
       2.- La vida tiene un carácter evidencial
             La vida es autoconciencia, conciencia de sí, como decían Hegel, quien definía al hombre como un “ser para sí” y Sartre, quien lo definió como “être pour soi”. La autoconciencia es lo que distingue al hombre de la piedra, que no es consciente de sí misma. Aunque Ortega considera que la autoconciencia se alcanza gracias a los otros.

       3.- Vivir es encontrarse en el mundo
             “Vivir, es, en suma, dice Ortega, encontrarse  a sí mismo en el mundo, ocupado con las cosas y los seres del mundo”, como también mantuvo Heidegger, quien definió al existente  humano (“Dasein”= “estar ahí”) por su “estar en el mundo” (in der Welt sein), mundo al que somos arrojados sin nuestra previa anuencia.
       4.- La vida es posibilidad: fatalidad en la libertad y libertad en la fatalidad.
             Una vez arrojados al mundo (la Geworfenheit heidegeriana),  se abren ante nosotros varias posibilidades, podemos hacer varias cosas, pues la vida  humana no está predeterminada como la trayectoria de una bala una vez disparada por el fusil, sino que es posibilidad, libertad condicionada por las circunstancias que nos ha tocado vivir, pero no determinada por ellas, de modo que también la acción de las personas puede modificar las circunstancias: “La vida es libertad en la fatalidad y fatalidad en la libertad.”   
       5.- La vida es decisión
            Precisamente porque el hombre no tiene una naturaleza o esencia fija e inmutable, sino que como decía Hegel “es lo que no es y no es lo que es”, porque la vida humana es posibilidad, es también decisión, tenemos que decidir lo que vamos a hacer con nuestra vida y, en consecuencia, lo que vamos a ser.
       6.- La vida es futurición y proyecto
            Porque podemos y debemos decidir qué queremos ser, nuestra vida consiste en anticipar y proyectar qué queremos hacer y ser en el futuro, por lo que vivimos el presente anticipando nuestro futuro.
      7.- La vida es preocupación
            Debido a que queremos ser algo y a que en cada instante tenemos que decidir qué hacer para conseguir el fin que nos hemos propuesto, nuestra vida no es sólo ocupación sino preocupación:”En cada instante tenemos que decidir lo que vamos a hacer en el siguiente, lo que va a ocupar nuestra vida, es pues, ocuparse por anticipado, es preocuparse”.

       E.- EL RACIOVITALISMO DE ORTEGA: LA RAZÓN VITAL

              La teoría de las generaciones y el cambio histórico
            La vida, la realidad radical, puede ser la vida de un individuo, de un pueblo o de una generación. Por generación, el concepto más importante de la historia, entiende Ortega: “una variedad humana en el sentido riguroso que al concepto de variedad dan los naturalistas. Los miembros de ella vienen dotados al mundo de ciertos caracteres típicos, disposiciones, preferencias que les prestan una fisonomía común, diferenciándolos de la generación anterior” Ortega. ¿Qué es filosofía?.

           En cada momento histórico conviven tres generaciones: la generación joven, la adulta y la vieja: En todo presente”…coexisten tres generaciones: los jóvenes, los hombres maduros, los viejos. Porque esto significa que toda actualidad histórica, todo “hoy” envuelva en rigor tres tiempos distintos, tres “hoy” diferentes, o dicho de otra manera, que el presente es rico de tres grandes dimensiones vitales, las cuales conviven alojándose en él, quieran o no”. O. ¿Qué es filosofía” Estas tres generaciones sustentan sus perspectivas diferentes de la realidad, que por ser diferentes se encuentran en “esencial hostilidad”. Si Marx concebía el cambio social e histórico como resultado de la lucha de clases, Ortega interpretará  el cambio histórico como efecto del conflicto intergeneracional: “”Hoy”es para unos veinte años, para otros cuarenta y para otros sesenta y esto, que siendo tres modos de vida tan distintos, tengan que ser el mismo” hoy”, declara sobradamente el dinámico dramatismo, el conflicto y la colisión que constituye el fondo de la materia histórica de la convivencia actual” Ibidem. A lo anterior se añade que en cada una de las tres generaciones que conviven en cada momento hay una diversidad y oposición interna entre la élite y las masas. Así, cada generación:” no es un puñado de hombres egregios, ni simplemente una masa: es como un nuevo cuerpo social íntegro, con su minoría selecta y su muchedumbre, que ha sido lanzado sobre el ámbito de la existencia con una trayectoria determinada”Ortega. El tema de nuestro tiempo.

            Las generaciones, que se suceden cada quince años, contienen tanta identidad como diferencia, distinguiéndose en ellas el grupo de los pro y el de los contra, los selectos y los vulgares. En función de la actitud que cada generación adopta ante la circunstancia que le ha tocado vivir y ante la tradición, surgen dos tipos de épocas: las cumulativas, caracterizadas por la continuidad y las eliminatorias o polémicas, marcadas por la ruptura, la heterogeneidad y la innovación generacional.

          Ideas y creencias
          Para vivir el sujeto viviente, sea un individuo, una generación, un pueblo, tiene que interpretar la realidad, tiene que pensar para saber a qué atenerse en relación al mundo y a la circunstancia que le ha tocado vivir. Del pensar las circunstancias surgen las diversas interpretaciones del mundo, el conjunto de ideas y creencias que configuran el “horizonte vital o mundo”. Pero Ortega distingue entre ideas y creencias. Las ideas son los pensamientos que se nos ocurren, ocurrencias más o menos verdaderas que podemos analizar, adoptar o imitar. Las creencias están en nosotros dando forma a nuestros pensamientos. Más que tenerlas nosotros, nos tienen ellas a nosotros. Hasta cierto punto, dominamos nuestras ideas, pero somos dominados por nuestras creencias, que son compartidas por los miembros del grupo social. Constituyen el "sentido común" compartido por la comunidad de una determinada época. Creamos ideas cuando vacilan las creencias y aquéllas pueden convertirse en éstas cuando llegan a ser aceptadas por la comunidad.

              La razón vital
          Inspirándose en Nietzsche (1844-1900), G.Simmel (1858-1918) y el pragmatismo, influido a su vez por el evolucionismo darwinista, concibe Ortega a la razón como una función de la vida, como un instrumento al servicio de la vida: ”No es, pues, la vida para la inteligencia, la ciencia, la cultura, sino al revés: la inteligencia, la ciencia, la cultura no tienen más realidad que la que les corresponda como utensilios de la vida”. La razón es la que ha creado la cultura (religión, arte, filosofía, ciencia etc)  como un instrumento al servicio de la vida, pero en el curso de la historia de occidente, como consecuencia del racionalismo de Sócrates, la cultura acabó por oponerse a la vida, controlándola y dominándola. Para enmendar este error, Ortega propone crear una nueva cultura biológica que, en lugar de oponerse a la vida, se ponga a su servicio. Por ello, nuestro autor critica al racionalismo, que redujo la razón a razón pura, al margen de la vida y propone una razón vital que esté al servicio de la vida, una razón afirmativa de la vida y no negativa como en el budismo, que considera la vida como un mal del  que hay que sustraerse mediante el nirvana, o el cristianismo, que devalúa la vida terrenal, o el progresismo, que reduce el presente a mero tránsito hacía un futuro radiante.
       Esta razón vital no es una realidad abstracta, es la razón de un sujeto viviente que ha de interpretar su circunstancia para saber a que atenerse con ella. Por ello, la razón vital es una razón histórica, que ha de interpretar mediante esquemas conceptuales las circunstancias en las que se desenvuelven la vida de las personas, generaciones y pueblos, pero no es una razón extrahistórica que, como la hegeliana se cumpla inexorablemente, de forma independiente a la voluntad de los individuos. La razón vital orteguiana es, por ello, una razón a posteriori., dependiente de la interacción, como decía Marx, entre los hombres y las circunstancias.     

        F.- RACIOVITALISMO Y PERSPECTIVISMO: LA TEORÍA DEL CONOCIMIENTO

      El perspectivismo, la teoría del conocimiento de Ortega, se basa en su raciovitalismo, para el cual, la realidad radical es la vida, en la que confluyen el yo y la circunstancia, el sujeto y el objeto. El conocimiento es, pues una relación entre el sujeto que conoce, el yo, y el objeto conocido, el mundo, la circunstancia. Si falta uno de los polos no hay conocimiento. Pero como la vida no es una realidad abstracta y ahistórica, sino que es la vida de un sujeto real, histórico, que vive en un lugar y en una época histórica determinada, el conocimiento que dicho sujeto tenga del mundo será sólo una perspectiva que le mostrará ciertas facetas del mundo, pero no toda la realidad. El conocimiento del objeto por el sujeto dependerá de la perspectiva desde la que aquél se muestre a éste.

      En “El tema de nuestro tiempo”, presenta Ortega el perspectivismo como una síntesis integradora y superadora de las verdades unilaterales del racionalismo y del relativismo. El relativismo sostiene que no hay verdades absolutas, sino sólo relativas a las perspectivas subjetivas, posición que se autorrefuta, pues si toda verdad es relativa, también será relativa dicha afirmación. El racionalismo sostiene que hay una verdad absoluta e invariable, cosa que sólo sería posible si existiese un sujeto absoluto, abstracto y ahistórico, pero tal sujeto absoluto no existe. El perspectivismo orteguiano sostiene que  no existe la perspectiva absoluta, la verdad absoluta, desde la que pudiera juzgarse como ilusorias y falsas las perspectivas de los individuos particulares y concretos, pues no existe tal sujeto racional abstracto, ahistórico y absoluto que pudiera acceder a ella. Ortega entiende, pues, que, si no existe dicha perspectiva absoluta de la realidad, el conocimiento de la realidad circunstancial exigirá la integración de las diversas y divergentes perspectivas que los diversos sujetos tengan de la realidad:
“Todo conocimiento lo es desde un punto de vista determinado. La species aeternitatis de Spinoza, el punto de vista absoluto, no existe propiamente: es un punto de vista ficticio y abstracto” Ortega. El tema de nuestro tiempo

“Cada vida es un punto de vista sobre el universo. En rigor, lo que ella ve no puede verlo otra. Cada individuo –persona, pueblo, época- es un órgano insustituible para la conquista de la verdad. He aquí como ésta, que  por sí misma es ajena a las variaciones históricas, adquiere una dimensión vital. Sin el desarrollo, el cambio perpetuo y la inagotable aventura que constituye la vida, el universo, la omnímoda verdad, quedaría ignorada. El error inveterado consistía en suponer que la realidad tenía por sí misma, e independientemente del punto de vista que sobre ella se tomara, una fisonomía propia. Pensando así, claro está, toda visión de ella desde un punto de vista determinado no coincidiría con ese su aspecto absoluto y, por tal razón, sería falsa. Pero es el caso que la realidad, como un paisaje, tiene infinitas perspectivas, todas ellas igualmente verídicas y auténticas. La sola perspectiva falsa es la que pretende ser la única” Ortega. El tema de nuestro tiempo.

    F)SOCIEDAD Y POLÍTICA

    Interpretación aristocrática y elitista de la sociedad y de la historia

    Ortega desarrolló una teoría elitista de la sociedad y de la historia en la línea de Pareto, Michels y Mosca, al distinguir en toda sociedad dos elementos heterogéneos: la minoría selecta, caracterizada por la calidad y las masas,caracterizadas por la cantidad:"La sociedad es siempre una unidad dinámica de dos factores: minorías y masas. Las minorías son individuos o grupos de individuos especialmente cualificados. La masa es el conjunto de personas no especialmente cualificadas. No se entiende, pues, por masa, sólo ni principalmente las "masas obreras". Masa es el "hombre medio"..."De este modo se convierte lo que era meramente cantidad-la muchedumbre- en una determinación cualitativa: es la cualidad común de lo mostrenco social, es el hombre en cuanto no se diferencia de los otros hombres, sino que repite un tipo genérico" Ortega. La rebelión de las masas.
    Como se ve, la interpretación de la  sociedad y de la historia orteguiana es radicalmente aristocrática, porque, no sólo dice que:"...la sociedad humana debe ser aristocrática", sino que afirma que:..."la sociedad humana es aristocrática siempre, lo quiera o no, por su esencia misma, hasta el punto de que es sociedad en la medida en que sea aristocrática y deja de serlo en la medida en que se desaristocratice". Ibidem.

    La rebelión de las masas
        En su célebre ensayo "La rebelión de las masas" (1927), Ortega considera que aunque las masas no deberían regir ni su propia vida, ni la sociedad, han llegado a la plenitud de su poderío social en el continente europeo con la "rebelión de las masas"".

    La rebelión de las masas, considerada por Ortega como un proceso social resultado de la expansión de la democracia liberal y del industrialismo, posibilitado, a su vez, por el desarrollo de la técnica, considerada por Ortega como síntesis del capitalismo y de la ciencia, es un fenómeno ambivalente, en el que nuestro autor ve una "subida del nivel histórico" y un "aumento de la altura de la vida", consecuencia de la mundialización y que puede ser tránsito hacia una nueva y sin par organización de la humanidad o hacia la catástrofe.

    Ortega caracteriza al hombre-masa y a la "vida vulgar" contraponiéndolos a la minoría selecta y a la "vida noble". La vida noble se caracteriza por el esfuerzo, por la disciplina, la autoexigencia, la obligación y la servidumbre a valores trascendentes, mientras que la vida vulgar del hombre masa se caracteriza por la autosatisfacción, por no exigirse nada a sí mismo, por la inercia, la comodidad y el conformismo. El hombre masa se caracteriza, además por los siguientes rasgos: es un hombre hecho de prisa, a base de unas cuantas abstracciones, por lo que es idéntico en las diferentes partes de Europa, carece de historia, está dominado por los "idola fori", los prejuicios de la plaza pública, carece de un yo íntimo, sólo tiene apetitos, cree que sólo tiene derechos, pero no obligaciones, padece el síndrome del niño mimado, es ingrato ante los que le han legado la herencia de confort de la que disfruta, sólo se interesa por los beneficios que le proporciona la ciencia, pero no por la ciencia en sí y considera fetichistamente, que la civilización es algo natural, olvidando el esfuerzo que ha costado crearla.
    La rebelión de las masas consiste en que las masas, pese a la evidente ley de la "física social" de que la misión de las masas es ser dirigida por las élite, no aceptan su destino subordinado y se inmiscuyen en todos los asuntos que antes dominaban las élite.

    Origen y naturaleza del Estado-Nación: nacionalismo y nacionalización.
    Se ocupa también el liberal Ortega del Estad, al que considera una máquina creada por la sociedad para vivir mejor, pero que ha acabado por separarse y oponerse a la sociedad, a la que ha acabado por poner a su servicio. Así, el Estado se ha convertido en el peor peligro para la espontaneidad y la creatividad individual, pues cuando coinciden Estado y hombre-masa, éste cree que el Estado es cosa suya, por lo que le pedirá al Estado que le resuelva todos los problemas que se le presenten.

    Aristotélicamente, describe Ortega el origen endógeno del Estado como resultado de la asociación de aldeas y comunidades naturales, pero lo define después como obra de la imaginación. "El Estado comienza por ser una obra de imaginación absoluta.La imaginación es elpoder liberador que el hombre tiene: Un pueblo es capaz de Estado en la medida en que es capaz de imaginar" Ibidem.
    Ortega de adhiere a la noción de nación de Renan, definida por el historiador francés como ""plebiscito cotidiano", definiéndola más como "programa común a realizar", que por la sangre, el idioma o las "fronteras naturales, como el nacionalismo étnico romántico:"El Estado no es consanguinidad, ni unidad lingüística, ni unidad territorial,ni contigüidad de habitación. No es nada material, inerte, dado, limitado. Es un puro dinamismo -la voluntad de hacer algo en común- y merced a ello, la idea estatal no está limitada por término físico alguno" Ibidem.
    Positivamente, Ortega define el Estado en los siguientes términos:"El Estado es siempre...la invitación que un grupo de hombres hace a otros grupos humanos para ejecutar juntos una empresa. Esta empresa...consiste a la postre en organizar un cierto tipo de vida en común. Estado y proyecto de vida, programa de qué hacer o conducta humana, son términos inseparables." Ibidem.

    El autor madrileño contrapone nacionalismo, al que considera exclusivista, nostálgico, conservador y reaccionario, a nacionalización, caracterizada por el carácter inclusivo y por la tarea de superarlos Estados nacionales europeos, considerados por Ortega como recintos que confinan y reprimen la mayor libertad vital actual, que conservaría la pluralidad y la riqueza de éstos. En  plena dictadura de Primo de Rivera y en un contexto histórico internacional caracterizado por la conquista del Estado italiano por el fascismo de Mussolini, en el que se está forjando el nazismo hitleriano en Alemania y el fascismo español (José Antonio Primo de Rivera fundo "El Fascio", la revista de Falange en 1933, y por el temor de la burguesía internacional a la extensión de la Revolución Comunista, Ortega manifiesta su fe en la idea de construir Europa como un Estado nacional, advirtiendo que sólo este proyecto puede oponerse al triunfo del comunismo de los planes quinquenales.  


LA FILOSOFÍA DE WITTGENSTEIN: DEL GIRO LINGÜÍSTICO AL GIRO PRAGMÁTICO
    1.- Una vida maravillosa
    Ludwig Wittgenstein nació en Viena el 26 de abril de 1889 y murió en Cambridge, Inglaterra, en 1951. Fue el más joven de los ocho hijos de Karl Wittgenstein, creador de la industria del hierro y del acero de la preguerra en Austria y gran mecenas de la cultura y de las artes. Entre los amigos de la familia Wittgenstein estaban Johannes Brahms y Gustav Mahler.  Ludwig era de ascendencia judía. Su abuelo  se convirtió al protestantismo, religión que también practicó su padre. Sin embargo, él fue bautizado en la fe católica, como su madre. Él mismo, durante su servicio militar en la Primera Guerra Mundial, se definió como católico. En sus últimos años, Wittgenstein decía que no pertenecía a ninguna organización religiosa, pero participó en ritos religiosos cuando se le presentó la ocasión y fue enterrado por el rito católico.
    De sus cuatro hermanos varones, tres se suicidaron y él estuvo también abrumado durante gran parte de su vida por la conciencia de culpa que le causaba  su homosexualidad, de modo que también él estuvo a punto de suicidarse.  No criticó ni a la Iglesia ni al clero. Tuvo buenos amigos sacerdotes y él mismo pensó en hacerse monje.
    Hasta los 14 años, Ludwig fue educado en casa, luego fue a la escuela de Linz, donde también estudió Adolf Hitler. Después estudió ingeniería en Berlín para emular a su padre. En 1908 se matriculó en la Universidad de Manchester e interesado por la aeronaútica, diseñó un motor a reacción y un propulsor para aeroplanos. Se interesó también por las matemáticas y por sus fundamentos. Frege, el lógico más importante desde Aristóteles, le aconsejó estudiar con Russell, por lo que se trasladó a Cambridge e ingresó en el Trinity College, donde permaneció entre 1912 y 1913 estudiando con Bertrand Russell. Allí leyó los “Principia Mathematica” de Bertrand Russell y Whitehead y se hizo amigo de Russell y de G.E. Moore, dejándolos deslumbrados con su  inteligencia. Pronto fue elegido para la más selecta de las sociedades secretas, ”Los Apóstoles”, a la que pertenecían Moore y Russel y la mayor parte de los miembros masculinos del grupo de Bloomsbury.
     Un año antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, Wittgenstein se recluyó en una cabaña construida por el mismo en Noruega, pero cuando comenzó la guerra, se alistó como voluntario en la artillería austriaca, en el que llegó a ser oficial. Hecho prisionero por los italianos, estuvo recluído en el monasterio de Montecassino en Italia. Durante la guerra escribió el “Tractatus Logico-Philosophicus”, publicado en alemán en 1921 y considerado como una de las obras filosóficas más importantes del siglo XX. 
       Cuando acabó la guerra y volvió a Viena, Wittgenstein era un hombre inmensamente rico, su padre Karl había muerto en 1913, pero influído por el lema evangélico “Si quieres ser perfecto, vete, vende lo que tienes y sígueme”  y por Tolstoi, Ludwig cedió su fortuna a su familia y, persuadido como estaba, de que el Tractatus había resuelto definitivamente los problemas de la filosofía,  se apartó de ella y trabajó como maestro durante seis años en pueblos de la baja Austria como Trattenbach, Otterhthal y Puchberg. En Otterthal, algunos vecinos, que le tenían por socialista, progresista y homosexual, aprovecharon una bofetada que Wittgenstein dio a un alumno para acusarle de crueldad. Así que, desengañado del mito tolstoiano de la inocencia y bondad campesina y hastiado de la actitud reaccionaria de los pueblerinos, se reavivó su interés por la filosofía gracias a su amistad con Moritz Schlick, quien le presentó a Rudolf Carnap y a Friedrich Waissman, fundadores del neopositivista Círculo de Viena y en 1929 volvió Cambridge, donde se le otorgó el doctorado por su obra  el “Tractatus”. Del tribunal que escuchó la defensa de su tesis formaban parte sus amigos Russell y Moore. También fue elegido Fellow del Trinity College.  Por esta época redactó las “Philosophische Grammatik”, las “Philosophische Bemerkungen” y se recogieron los apuntes de sus clases de 1935 y 1936 en dos libros titulados “The Blue Book” y “The Brown Book”, que aparecieron en inglés.
    De visita en la Rusia soviética, en 1935, Wittgenstein consideró seriamente la posibilidad de instalarse allí, atraído por la austeridad de la forma de vida dominante. En 1937, reanudó Wittgenstein su docencia en Cambridge y en 1939 sucedió a Moore allí como profesor de Filosofía, tarea que desempeñó  hasta 1947,  y que sólo interrumpió por el servicio civil durante la Segunda Guerra Mundial como técnico de laboratorio y ayudante de hospital. Regresó a Cambridge en 1944, pero en 1947 abandonó su plaza de profesor y se fue a vivir a Irlanda. En julio de 1949, visitó New York invitado por Malcolm. De regreso a Europa se le diagnosticó un cáncer de próstata. En 1950, pasó la primavera en Viena, donde escribió “Sobre la certeza”. Regresó a Cambridge en abril de 1950 y murió en la primavera de 1951. Al médico que le atendió en sus últimos momentos le dijo que transmitiese a sus amigos el siguiente mensaje: “Dígales que he tenido una vida maravillosa”.
    Aunque escribió mucho, sólo publicó en vida su Tractatus, escrito durante la Primera Guerra Mundial y publicado en 1922. Tras su muerte, se fueron publicando el resto de sus obras, entre las que destacan las “Investigaciones Filosóficas” (1953)
     2.-Lecturas de Wittgenstein
    Wittgenstein tenía pocas lecturas filosóficas. En su juventud leyó a Schopenhauer y fue profundamente influido por él. Su conocimiento de Kant fue indirecto, por mediación de Schopenhauer. Sin embargo, conoció bien la obra de Frege y de B. Russell, profundizó en Platón y leyó y admiró a S. Agustín y a Pascal. Según B. Magee, en la filosofía de Wittgenstein hay poco  propio,  lo  original en ella es la síntesis de elementos de diversa procedencia. El mismo Wittgenstein reconoció en su obra “Cultura y valor” que utilizó a Boltzman, Hetz, Schopenhauer, Frege, Russell, Kraus, Loos, Weininger, Spengler y Sraffa para su obra de clarificación.
    Según B. Magee, Wittgenstein asumió el marco conceptual de la filosofía schopenhaueriana, adoptando no sólo su epistemología y su ontología, sino también la moral, la estética y consideraciones religiosas. Aceptó la distinción kantiano-schopenhaueriana entre fenómeno y noúmeno, considerando, como dice Allan S. Janik, que las proposiciones significativas de la ciencia corresponden al mundo de los fenómenos, mientras que la significación última de la vida está en el ámbito de lo noumenal, inexpresable e inefable, constituyendo lo místico, es decir, que las cuestiones realmente importantes de la vida humana, como la naturaleza de la muerte, la existencia de otra vida, la naturaleza de la ética y del arte, no se pueden expresar mediante proposiciones significativas, pues no son hechos que se puedan figurar mediante ellas. Sólo el mundo fenoménico de los hechos puede ser figurado mediante proposiciones científicas significativas, el mundo nouménico de la voluntad es inefable, aunque sea lo más importante. El propio Wittgenstein, refiriéndose al Tractatus, escribió en una carta a Ficker:”Mi obra se compone de dos partes: la que presento y la que omito. Y la segunda es precisamente la más importante: Mi libro traza los límites de la esfera de lo ético desde dentro, por decirlo de alguna manera, y estoy seguro de que este es el único modo riguroso de trazar esos límites. En resumen, creo que aquello de lo que muchos otros parlotean, he conseguido, en mi libro, dejarlo en su sitio, guardando silencia acerca de ello”. Para von Wright, sin embargo, Wittgenstein abandonó el idealismo epistemológico kantiano por la influencia del realismo conceptual de Frege. Posteriormente, sin embargo, abandonó el realismo por una concepción constructivista que implica dejar de afirmar cualquier realidad empírica independientemente de las representaciones que creamos de ella.
     Estas dos teorías, la realista y la constructivista, tienen diferentes consecuencias lógicas. La realista postula que el significado consiste en una relación de referencia al y de correspondencia con el mundo, consistente en estados de cosas, existentes independientemente de que se hable o no de ellas.  La segunda, posterior al Tractatus, pragmatista y constructivista, abandona la teoría que sostiene que el significado de las palabras depende de su referencia a las cosas, es decir, rechaza la concepción denotativa del lenguaje y la idea consiguiente de que la tarea del lenguaje es describir la realidad. Con el referencialismo, que primaba la semántica y la sintaxis lógica, abandona también Wittgenstein la teoría representativista del lenguaje y del pensamiento y la metáfora de la mente  como “espejo de la naturaleza”, que, según R. Rorty, ha caracterizado a gran parte de la filosofía occidental. Ahora el vienés  explica el significado desde el punto de vista  pragmatista de las acciones, intenciones e intereses de los hombres. La primera postula la existencia de una realidad empírica en el sentido kantiano y la segunda no, por lo que la filosofía del segundo Wittgenstein estaría más cerca de Schopenhauer que de la de Kant. 
           Se ha convertido en un tópico de la historia de la filosofía moderna  la afirmación de que hubo dos Wittgenstein, es decir, que Wittgenstein elaboró dos filosofías no del todo compatibles a lo largo de su vida. El primer Wittgenstein sería el representado por el “Tractatus” y el segundo, por las “Investigaciones filosóficas”, obra en la que rompe con el representacionismo del Tractatus, para el que el lenguaje es una figura de la realidad y donde  asume una concepción pragmatista  y constructivista del lenguaje, según la cual el significado de términos y proposiciones se identifica con el uso.
        El Tractatus expone una teoría representativa del lenguaje relaciona el mundo (die Welt), el pensamiento (der Gedanke) y el lenguaje (die Sprache).  En primer lugar, expondremos  someramente la ontología,  o teoría del ser, la epistemología o teoría del conocimiento, donde se relacionan los conceptos de mundo, pensamiento y lenguaje, para acabar exponiendo el concepto de filosofía de Wittgenstein.
      3.-Ontología
     Wittgenstein inicia el Tractatus con las siguientes proposiciones:“El mundo es todo lo que acaece”, todo lo que es el caso, dice Wittgenstein en T. 1 “El mundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas”. T.1.1, “El mundo está determinado por los hechos y por ser todos los hechos”. T. 1.11, y “Cualquier cosa puede acaecer o no acaecer y todo el resto permanece igual” T.1.21  
    Ahora bien,  para Wittgenstein “Lo que acaece, el hecho (Tatsache), es la existencia de hechos atómicos” (Sachverhalten). T.2. La palabra alemana  “Sachverhalten”, que designa lo que ocurre, pasa o acaece, es decir, el o los hechos, ha sido traducida por Ogden como “atomics facts” o “hechos atómicos y por Pears y McGuinnes como “states of affairs” o “estados de cosas”.
     Los hechos atómicos o estados de cosas están compuestos de una combinación de objetos, entidades, cosas. “El hecho atómico es una combinación de objetos (entidades, cosas)”. T.2.01. Wittgenstein distingue entre hechos (Tatsachen) y cosas (Dinge). Las cosas no son hechos, pero forman parte de ellos. Un libro, una mesa son cosas, pero que el libro esté encima de la mesa constituye un hecho atómico. Los hechos atómicos o estados de cosas están, pues constituidos por combinaciones de cosas y son atómicos, es decir, indivisibles y simples porque no están compuestos de otros hechos.
     Los objetos (Gegenstände), constitutivos de los hechos atómicos o estados de cosas, son simples unidades irreductibles  que forman la sustancia del mundo. Por eso no pueden ser compuestos. “Sólo si hay objetos puede haber una forma fija del mundo”. T.2.026.  Los objetos son lo fijo y lo existente. Su configuración es lo cambiante y lo variable. La configuración de los objetos conforma los hechos atómicos, en los que los objetos están combinados de un modo determinado. Wittgenstein llama estructura del hecho atómico al modo en el que los objetos se relacionan en él.
    “Si el mundo no tuviese ninguna sustancia, dependería que una proposición tuviera sentido, de que otra proposición fuera verdadera”, nos dice Wittgenstein en T.2.0211 y, “En este caso sería imposible trazar una figura del mundo (verdadera o falsa).  T.2.0212. Sin embargo, los objetos simples no coinciden con los de la vida cotidiana como “mesas”, “platos”, pues estos son ya compuestos. Se accedería a ellos mediante el análisis. Pero Wittgenstein no tiene a bien ilustrarnos sobre la naturaleza  de tales objetos simples.    
    Ante la alternativa de la necesidad o contingencia del mundo, Wittgenstein opta por la contingencia. El mundo es y es lo que es independientemente de toda necesidad lógica. Es pues, un hecho contingente que el mundo sea como es. Este mundo contingente lo conocemos mediante la experiencia y no por la lógica. Por eso, dice Wittgenstein que “los hechos atómicos son independiente unos de otros”. T. 2.061 y que “De la existencia o no existencia de un hecho atómico, no se puede concluir la existencia y no-existencia de otro”. T.2.062. Ahora bien, si esto es así, entonces las proposiciones elementales correspondientes a los hechos atómicos, serán asimismo lógicamente independientes unas de otras, por lo que una proposición elemental que niegue otra proposición elemental, no puede ser considerada ella misma una proposición elemental.
    Si, en efecto, la realidad  es contingente, entonces: “De ningún modo es posible inferir de la existencia de un estado de cosas la existencia de otro estado de cosas enteramente diferente de aquel” T. 5.135. Esta tesis implica que:”No existe nexo causal que justifique tal inferencia” t. 5.16. Pero si no existe ningún vínculo causal que justifique tal inferencia, entonces: “No podemos inferir los acontecimientos futuros de los presentes. La fe en el nexo causal es superstición.” T.5.1361.
     Esta tesis wittgensteiniana tiene consecuencias epistemológicas y éticas. En relación con las primeras,  Wittgenstein  considera que la independencia de unos hechos atómicos de otros, tiene como consecuencia que no se puedan inferir o deducir unos de otros, es decir, que no se puedan deducir los efectos de las causas, pues el propio Wittgenstein llama supersticiosa a la creencia en el nexo causal, por eso dice Wittgenstein que “Toda inferencia es a priori” T. 5.133, es decir, independiente de la experiencia. Y que “La investigación lógica significa la investigación de la regularidad. Y fuera de la lógica todo es casual´”. T. 6.3. Otra forma de decir lo mismo es decir que “La llamada ley de inducción no puede ser en ningún caso ser una ley lógica, pues es, visiblemente, una proposición con significado. Por consiguiente, no puede ser una ley a priori. La ley de causalidad no es una ley sino la forma de una ley” T. 6.2. Así, de la misma forma que, como no hay una relación interna, universal y necesaria, por ser a priori, entre causa y efecto, no se puede deducir necesariamente éste de aquélla, tampoco el proceso de inducción, que permite inferir proposiciones universales de las particulares, tiene una fundamentación lógica y a priori: “El proceso de inducción consiste en admitir la ley más simple que pueda armonizarse con nuestra experiencia” T.6.363 y ”Este proceso, pues, no tiene fundamentación lógica, sino psicológica. Es claro que no hay ningún fundamento para creer que realmente acontezca el acontecimiento más simple” T. 6.3631. Por eso, concluye Wittgenstein, como antes lo hizo Hume en su “Investigación sobre el entendimiento humano”, que:”Que el sol salga mañana es una hipótesis: y esto significa que no sabemos si amanecerá” T. 6.36311, pues:”No existe la necesidad de que una cosa deba acontecer porque otra haya acontecido; hay sólo una necesidad lógica” T.6.37
    En lo que respecta a las consecuencias éticas, de la negación del nexo causal que  permita inferir la existencia de un estado de cosas de la existencia de otro y  de la consideración de que la fe en el nexo causal es superstición, creencia que Hume diría que está basada en la costumbre, se deducen  la contingencia del mundo, la negación del determinismo y  la libertad de la voluntad. “La libertad de la voluntad consiste en que no podemos conocer ahora las acciones futuras. Sólo podríamos conocerlas si la causalidad fuese una necesidad interna, la necesidad de la conclusión lógica. (“A conoce que p acaece” no tiene sentido si p es una tautología” T. 5.1362.
         De lo anterior se deduce que todas las proposiciones fácticas de las ciencias naturales son para Wittgenstein, como quería Hume y los neopositivistas, meramente probables, hipótesis empíricas.
     Wittgenstein adopta en el Tractatus una posición solipsista, posición metafísica que sostiene que sólo puede tenerse por cierta la existencia del sujeto pensante, por lo  que no sólo es dudosa la existencia real de las cosas y personas de las que el sujeto tiene ideas, sino también que las ideas que las demás personas tienen de las cosas se correspondan objetivamente con las que nosotros tenemos de ellas.
      La posición metafísica solipsista es idealista y constituye el presupuesto filosófico compartido por las dos ramas del árbol de la filosofía moderna: el racionalismo, con Descartes a la cabeza y el empirismo, que coinciden en que la mente humana sólo conoce inmediata y directamente sus propios contenidos mentales, es decir, las ideas que tiene de las cosas, pero no las cosas como son en sí mismas. La posición solipsista del Wittgenstein del Tractatus, se suscita cuando se concibe que las proposiciones elementales, los “enunciados protocolarios” de Carnap, son registros de las experiencias sensoriales, de lo que Russell y Moore llamaban “sense-data” y  que sus configuraciones constituyen la estructura de los campos sensoriales, “sense fields”, como hicieron los primeros seguidores  neopositivistas de Wittgenstein y posiblemente él mismo. Pero si las proposiciones elementales registrasen las experiencias sensoriales del sujeto pensante y parlante, más que referirse de forma realista a los cosas y objetos reales y a los hechos y estados de cosas, entonces se plantearía el problema de cómo comunicar a otras personas las experiencias subjetivas, es decir, el de saber si los significados de los términos de los enunciados protocolarios son intersubjetivos, comunes a todos los miembros de la comunidad lingüística, o lo que es lo mismo, el de conocer si  las experiencias de los demás coinciden con  las propias, cuestión que difícilmente puede decidirse basándose en la mera observación de su conducta.
      Influido por la lectura de Schopenhauer, por el empirismo humeano y el neopositivismo, Wittgenstein formula su posición solipsista  en el Tractatus en los siguientes términos: “Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo”. T.5.6 y “Lo que no podemos pensar no podemos pensarlo. Tampoco, pues podemos decir lo que no podemos pensar” T.5.61.  Wittgenstein sostiene que:”En realidad, lo que el solipsismo significa es realmente correcto; sólo que no puede decirse, sino mostrarse. Que el mundo es mi mundo, se muestra en que los límites del lenguaje (el lenguaje que sólo yo entiendo) significan los límites de mi mundo” T. 5.62. Sin embargo, ocurre con el solipsismo, según lo valora Wittgenstein en el Tractatus, lo que ocurre con el isomorfismo del lenguaje y la realidad, que comparten su forma lógica,  que no se puede decir, puesto que no es un hecho, pero se puede mostrar.
     Pero el  segundo Wittgenstein, tras el giro prágmático de su pensamiento, abandonó el solipsismo, junto con la teoría referencialista del lenguaje,  al proponer la teoría de los juegos de lenguaje, teoría que asume que todo juego de lenguaje presupone una forma de vida compartida por una comunidad, por lo que no puede haber definiciones privadas hechas en un lenguaje privado, “el lenguaje que sólo yo entiendo”,  pues no puede haber un lenguaje que no sea compartido por una comunidad y cuyas palabras se refieran a lo que sólo puede conocer un hablante individual del lenguaje. El yo que habla presupone un nosotros que comparte una forma de vida y un lenguaje común.       
    4.-Epistemología
    Los humanos conocemos el mundo, la totalidad de los hechos, pensándolo. Los hombres pensamos el mundo, nos representamos y nos figuramos los hechos: “Nosotros nos hacemos figuras de los hechos”. T.2.1. Wittgenstein concibe el pensamiento como una figura lógica de los hechos. La figura (Bild, picture) que nos hacemos de los hechos es un modelo de la realidad. Añade también que:  “La figura es un hecho” .T.2.141.
    Los hechos que constituyen el mundo están compuestos de objetos. Las figuras de los hechos están también formados por elementos, que suplen o suponen los objetos de los hechos y  se combinan entre sí imitando el modo en que están combinados en los hechos. La combinación de los elementos de la figura es su estructura y su posibilidad es su forma de figuración. La forma de figuración es la posibilidad de que las cosas se combinen unas respecto de otras como los elementos de la figura. La figura está así ligada a la realidad; llega hasta ella. También pertenece a la figura la relación figurativa que hace de ella una figura. La relación figurativa consiste en la coordinación de los elementos de la figura y de las cosas. Si la figura fuera un pulpo, la coordinación de los elementos de la figura y  de los objetos serían los tentáculos con los que los elementos de la figura tocarían los elementos de la realidad.   
     Wittgenstein sostiene que hay un isomorfismo entre la figura y lo figurado,  el pensamiento y la proposición que lo expresa y los hechos, que deben compartir algo idéntico para que aquélla figure a lo figurado completamente. Lo que la figura debe tener en común con la realidad para poder figurarla, justa o falsamente es su forma de figuración. Pero “La figura, sin embargo, no puede figurar su forma de figuración; la muestra” T.2.172. Lo que cada figura debe tener en común con la realidad para poder figurarla, verdadera o falsamente es la forma lógica, es decir, la forma de la realidad. Si la forma de figuración es la forma lógica, entonces a la figura se la llama lógica. La figura tiene en común con lo figurado la forma lógica de figuración. La figura figura la realidad representando una posibilidad de existencia o de no existencia de los hechos atómicos. La figura representa un estado de cosas posible en el espacio lógico y contiene la posibilidad del estado de cosas que representa. “La figura concuerda con la realidad o no; es justa o equivocada, verdadera o falsa”. T. 2.221. La figura representa lo que representa, independientemente de si es verdadera o falsa, mediante la forma de figuración. “Lo que la figura representa es su sentido”.  T.2.221.
    La verdad o falsedad de una figura consiste en el acuerdo o desacuerdo de su sentido, de lo que representa la figura, con la realidad. Wittgenstein propone, pues, un criterio de verdad cercano al principio de verificación neopositivista del Circulo de Viena. Para saber si una figura o proposición es verdadera, hay que compararla con la realidad, con los hechos. Por la sola figura no se puede conocer si es verdadera o falsa, es decir, no hay figuras o proposiciones relativas a cuestiones de hecho verdaderas a priori, pues las verdades a priori, son  analíticas y no son figuras de los hechos.
    “La figura lógica de los hechos es el pensamiento”. T.3. Que “un hecho atómico es pensable significa: Nosotros podemos figurárnoslo. T.3.001., que podemos hacer una figura de él. “La totalidad de los pensamientos verdaderos es una figura del mundo”. T. 3.01
     El Wittgenstein del Tractatus defiende una teoría referencialista y representativista del lenguaje que sostiene que el lenguaje (Sprache) es una figura de la realidad. Según esta concepción: “La totalidad de las proposiciones es el lenguaje.” T. 4.001, idea reduccionista del lenguaje contra la que reaccionó el segundo Wittgenstein. La proposición (der Satz)  expresa perceptiblemente el pensamiento. “Llamo signo proposicional el signo mediante el cual expresamos el pensamiento. Y la proposición es el signo proposicional en su relación proyectiva con el mundo” T.3.12. Por otra parte, “El signo proposicional es un hecho”. T.3.14. El signo proposicional está compuesto de una serie de elementos articulados, las palabras.
     Se puede identificar la proposición y el pensamiento, pues las proposiciones expresan el pensamiento, de modo que a los objetos del pensamiento les correspondan los elementos del signo proposicional. Estos elementos de la proposición son los signos simples de la proposición o nombres. “El nombre significa el objeto. El objeto es su significado”. T. 3.21. Por otra parte, “A la configuración de los signos simples en el signo proposicional corresponde la configuración de los objetos en el estado de cosas”. T. 3.21. El nombre designa, se refiere y representa en la proposición al objeto. Sólo puedo nombrar objetos. Los signos  representan a los objetos en la proposición. Una proposición sólo puede decir cómo es una cosa, no qué es una cosa. Las proposiciones se pueden analizar. Sólo hay un análisis completo de la proposición. Los nombres son signos primitivos, no pueden ser analizados por una definición. Sólo las proposiciones tienen sentido y sólo en el contexto de la proposición tiene el nombre significado.
    Las proposiciones son figuras de los hechos atómicos porque entre ellos hay una similitud o semejanza, como la que hay entre un retrato y el original. Las proposiciones son semejantes a los hechos atómicos por la similitud estructural entre ambos, pues un hecho atómico es una combinación de objetos y la proposición que lo figura es una combinación de nombres que los designan. Hay una correspondencia biunívoca entre los objetos del hecho atómico y los nombres articulados en la proposición pues : “Que los elementos de la figura guarden entre sí una relación determinada representa que las cosas guardan entre sí esa misma relación.”  T.2.15.
    La proposición elemental y el hecho atómico figurado por ella tienen idéntica forma lógica. La forma lógica de una proposición por la que esta es una figura, verdadera o falsa, queda definida por la composición de los nombres en y de la proposición. Según Wittgenstein, a los diferentes tipos de objetos les corresponden tipos diferentes de hechos, de modo que la naturaleza de los objetos determina los hechos atómicos en los que pueden entrar: “Conociendo el objeto conozco todas sus posibilidades de ocurrencia en los hechos atómicos. A la naturaleza del objeto corresponde cada una de estas posibilidades. No cabe encontrar una nueva posibilidad a posteriori”. T.2.0123. Pero esto no implica que conociendo la naturaleza del objeto se sepa lo que es el caso, es decir, qué proposiciones elementales son verdaderas. La naturaleza del objeto permite conocer qué hechos atómicos son posibles, no cuales son fácticamente verdaderos, pues para saber si las figuras proposicionales son verdaderas o falsas hay que contrastarlas con la realidad. “El gato tiene cuatro patas” es una figura  de un hecho actualmente existente.”El gato tiene cinco patas” es una figura de un hecho posible, actualmente falso. Ahora bien, conocer la naturaleza de los objetos es conocer sus propiedades internas, es decir, las propiedades que resulta imposible que el objeto no posea. Por ejemplo, en un lápiz, sus propiedades internas serían la dimensión, el reposo, el movimiento, el lugar etc…, es decir, sus cualidades objetivas.
    “El signo proposicional aplicado, pensado, es el pensamiento”. T.3.5. “El pensamiento es la proposición con significado.”. T.4. “La totalidad de las proposiciones es el lenguaje”. T.4.001.
    Como figura de los hechos que es “La proposición puede ser verdadera o falsa sólo en cuanto es una figura de la realidad” T. 4.06. “Una proposición representa  la existencia de los hechos atómicos.” T.4.1. “La totalidad de las proposiciones verdaderas es la ciencia natural total (o la totalidad de las ciencias naturales” T 4.11.
     Ahora bien, Wittgenstein, contra Russell, sostiene que la proposición, que es una figura de la realidad, no puede representar la forma en la que representa dicha realidad, es decir, que la forma lógica no se puede decir, sino sólo mostrar:”La proposición no puede representar la forma lógica; se refleja en ella .Lo que en el lenguaje se refleja, el lenguaje no puede representarlo. Lo que en el lenguaje se expresa, nosotros no podemos expresarlo en el lenguaje. La proposición muestra la forma lógica de la realidad. La exhibe”. T.4121. Ocurriría con la relación entre la forma lógica compartida por la proposición y por los hechos lo que ocurre con un gráfico, que figura los cambios de temperatura de un paciente o con un mapa, que representa un territorio, que no podrían figurar simultáneamente el método de figurar la temperatura o el modo en que los distintos signos convencionales representan los diversos accidentes del territorio.  En palabras de Wittgenstein: “La proposición puede representar toda la realidad, pero no puede representar lo que debe tener en común con la realidad para poder representar la forma lógica. Para poder representar la forma lógica debemos poder colocarnos con la proposición fuera de la lógica; es decir, fuera del mundo” T. 4.12.
     Pero, comenta J. Hartnack, la tesis de Wittgenstein de que una determinada proposición “p” no pueda decir nada sobre la forma lógica de “p”, es decir, que nada puede ser dicho acerca de la forma lógica de una proposición, pues aunque pueda mostrarse, no puede decirse, no sólo es cuestionable, sino que condena al sinsentido gran parte de las proposiciones del Tractatus, pues, cómo se explica que una proposición no pueda decir nada acerca de la forma lógica de otra?, ¿Hace Russell algo imposible cuando encuentra que la verdadera forma lógica subyacente a la proposición ”El cuadrado redondo no existe”, es que no hay ningún sujeto, ninguna cosa que sea cuadrada y redonda simultáneamente?, ¿Carece de sentido el Tractatus, libro en el que se habla de la forma lógica de las proposiciones?. ¿No da Russell en el clavo cuando dice en la Introducción al Tractatus que Wittgenstein, después de todo, encuentra el modo de decir una buena cantidad de cosas sobre aquello  de lo que, según él, nada se puede decir?.
        Wittgenstein contribuyó a desarrollar la lógica matemática y la teoría de las tablas de verdad.  Distinguió, además de las proposiciones elementales o atómicas, unidades lógicas del lenguaje que figuran los hechos atómicos, las proposiciones complejas o moleculares, que son combinaciones de proposiciones elementales. Se construyen conectando las proposiciones atómicas, simbolizadas por las variables, ( p, q, r, etc) con las constantes lógicas: conjunción   , disyunción    , implicación    ,    equivalencia,    etc… Wittgenstein llama a las proposiciones complejas funciones veritativas, porque su valor de verdad depende sólo del valor de verdad de las proposiciones elementales que las integran. “La luna es un satélite de la tierra” es un ejemplo de proposición elemental. “La luna es un satélite de la tierra y la tierra es un planeta del sistema solar” es un ejemplo de proposición compleja. No se puede saber a priori si las proposiciones elementales son verdaderas o falsas. En la medida en que son figuras de los hechos atómicos, para saber si son verdaderas o falsas, hay que compararlas con la realidad. Pese a que podría deducirse que, si el valor de verdad de las proposiciones elementales depende de la experiencia y el valor de verdad de las funciones veritativas, que son las proposiciones complejas o moleculares, depende del valor de verdad de las proposiciones elementales, entonces el valor de verdad de las funciones  veritativas estaría empíricamente determinado,  no es así. El valor de verdad de las proposiciones complejas depende de las combinaciones de los valores de verdad de cada proposición elemental para las distintas clases de proposiciones complejas u operaciones lógicas: conjunciones, disyunciones, implicaciones, equivalencias etc..    
    Entre los posibles grupos de condiciones de verdad hay dos casos extremos: la tautología y la contradicción y un caso intermedio, las proposiciones consistentes. Las proposiciones consistentes muestran aquello que dicen, pueden ser verdaderas o falsas, es decir, sus tablas de verdad arrojan valores de verdad de verdadero y falso. Las tautologías y las contradicciones no son figuras de la realidad. No representan ningún posible estado de cosas. Las primeras permiten todos los posibles estados de cosas, las segundas ninguno. La verdad de la tautología es cierta, es siempre verdadera, porque no se refiere a la realidad, sino a las condiciones que ha de cumplir el lenguaje que describe la realidad. La de las proposiciones consistentes es posible y la de las contradicciones imposible. Un ejemplo de tautología es “O llueve o no llueve”, un ejemplo de contradicción es “Llueve y no llueve”, un ejemplo de proposición consistente es “si llueve, iremos al cine”.     
    Todas las proposiciones de la lógica son tautologías. Pero inferir una proposición de otra no es un método adecuado para investigar y descubrir la realidad. Necesidad e imposibilidad lógicas no pueden considerarse determinaciones concernientes a la realidad, a lo figurado, sino a las proposiciones y a las relaciones lógicas entre las figuras proposicionales: “Que una cosa tenga que ocurrir porque otra haya ocurrido, ya no es algo que resulte forzosamente necesario. No existe otra necesidad que la necesidad lógica”. T.6.37 y “Al igual que no hay sino una necesidad lógica, no hay sino una imposibilidad lógica” T.6.375.
    Si todas las proposiciones de la lógica son tautologías, Wittgenstein, que pese a su respeto por Frege y Russell, no acepta la reducción de las matemáticas a la lógica, considera que las proposiciones de las matemáticas son ecuaciones. Estas no se diferencian de las tautologías de la lógica en ningún sentido importante y sirven, como aquellas, para obtener inferencias deductivas  sin decir tampoco nada sobre el mundo, cosa característica de las proposiciones de las ciencias naturales
  5.-La tarea de la filosofía
Ahora bien, no se puede captar inmediatamente la lógica del lenguaje, porque el lenguaje disfraza el pensamiento y por la forma del primero no se puede reconocer al segundo. Wittgenstein atribuye a Russell  el mérito de haber mostrado que la forma lógica aparente de una proposición no tiene por qué ser su forma real mediante la práctica del análisis filosófico.
    Partiendo de esta teoría del lenguaje, según la cual la proposición es una figura de la realidad de los hechos atómicos, Wittgenstein, como los neopositivistas del Círculo de Viena, distingue dos clases de proposiciones o enunciados: los sintéticos a posteriori de las ciencias naturales y los analíticos de la lógica y las matemáticas, por lo que descalifica, como ellos, los enunciados filosóficos o metafísicos, a los que acusa no de falsos, sino de carentes de sentido, lo cual no quiere decir que no sean importantes para la vida y, por tanto superfluos, y perjudiciales, como pensaban algunos neopositivistas como Carnap y Neurath. Así, pues, para nuestro autor  las preguntas filosóficas no se pueden responder, ni resolver, sino que hay que disolverlas, poniendo de manifiesto que proceden de la incomprensión de la lógica de nuestro lenguaje. Los problemas filosóficos, dice Wittgenstein irónicamente, son del tipo de si lo bueno es más o menos idéntico de lo bello. Por ello, lo que la tradición filosófica ha tomado por profundos problemas filosóficos no son propiamente problemas, sino pseudoproblemas. La incomprensión de la lógica del lenguaje deja al filósofo, como dijo Nietzsche, “atrapado en las redes del lenguaje”. Por ello “Toda filosofía es “crítica del lenguaje”, (pero no, en absoluto, en el sentido de Mauthner”. T.4.0031, sino en el sentido de Russell, que ha demostrado que la forma lógica aparente del lenguaje no es necesariamente su forma real.
      Antimetafísico, Wittgenstein considera que la Filosofía no es ninguna  de las ciencias naturales, es decir, no consta de proposiciones que representen hechos atómicos, por ello, debe significar algo que esté sobre o bajo las ciencias naturales. La filosofía no es una teoría, sino una actividad que consiste en la aclaración lógica del pensamiento y del lenguaje. Su tarea es elucidarlos mediante el análisis de las proposiciones. El resultado de la filosofía no son “proposiciones filosóficas” sino el esclarecimiento  de las proposiciones. La teoría del conocimiento es la psicología de la filosofía. La filosofía delimita el campo disputable de las ciencias naturales.
Con este planteamiento del conocimiento, Wittgenstein describe el método de la filosofía de la manera siguiente: ”El verdadero método de la filosofía sería propiamente este: no decir nada, sino aquello que se puede decir; es decir, las proposiciones de la ciencia natural –algo, pues que no tiene nada que ver con la filosofía-; y siempre que alguien quisiera decir algo de carácter metafísico, demostrarle que no ha dado significado a ciertos signos en sus proposiciones. . Este método dejaría descontentos a los demás –pues no tendrían el sentimiento de que les estamos enseñando filosofía- pero sería el único estrictamente correcto” T.6.53
    Como la filosofía trascendental de Kant, que se proponía distinguir lo que se puede conocer, el fenómeno, de lo incognoscible, el noúmeno, meramente pensable, la filosofía del lenguaje de Wittgenstein, con su “giro lingüístico”,  considera que la filosofía:”Debe delimitar lo impensable desde dentro de lo pensable. Debe delimitar lo impensable desde dentro de lo pensable”. T.4.114 , “Significará lo indecible presentando claramente lo decible”.  T.4.115, pues,: “Todo aquello que puede ser pensado, puede ser pensado claramente. Todo aquello que puede ser expresado, puede ser expresado claramente” T. 4.116.
    El viejo problema de encontrar las condiciones y el límite del pensamiento y del conocimiento se convierte en el problema de encontrar  los límites del lenguaje, de lo que puede decirse: La investigación de la estructura lógica del pensamiento y del conocimiento se identificará con la estructura lógica del lenguaje. Los límites del lenguaje y los límites del mundo coinciden. El lenguaje puede figurar los hechos, puede decirlos, pero análogamente a como para Kant la pretensión de conocer el mundo, la totalidad de la realidad conducía a la razón a contradicciones y antinomias que la paralizaban, el lenguaje no puede decir nada acerca del mundo como un todo, acerca de la totalidad de los hechos, pues no podría afirmarse sin incurrir en paradojas que la totalidad de los hechos es un hecho. Por ello, no puede haber ni un pensamiento ni una proposición sobre el mundo como un todo. El diagnóstico kantiano y wittgensteiniano sobre la metafísica coincide: es ilusorio pretender conocer el mundo como un todo.
    6.-Lo místico: religión y ética
    Sin embargo, Wittgenstein sostiene que  existe lo inexpresable: “Hay, ciertamente, lo inexpresable, lo que se muestra a sí mismo; esto es, lo místico. T.6.522. Wittgenstein relaciona lo místico con la religión, el sentido último del mundo, con los valores éticos  y estéticos absolutos  y, a diferencia de los neopositivistas como Otto Neurath, que basándose en sus posiciones positivistas descalificaron la religión  y la teología como pseudociencias, alegando que no hay nada que decir sobre aquello de lo que no tenemos experiencia y, en consecuencia no sabemos si existe, Wittgenstein  considera que lo místico, no sólo existe, sino que es lo más importante y valioso, aunque de ello no pueda decirse nada:”De lo que no se puede hablar, mejor es callarse”.T.7
    Lo místico (das Mystische) no es un hecho del que podamos tener experiencia en el mundo, que es la totalidad de los hechos posibles y cuyo estudio corresponde a las ciencias naturales, lo místico, que Wittgenstein identifica con Dios, es objeto de una experiencia mística, que no es cognoscitiva, sino emotiva, es un sentimiento: “Sentir el mundo como un todo limitado es lo místico” T.6.45. Pero el sentimiento en que consiste la experiencia mística de sentir el mundo como un todo limitado es inefable, no se puede expresar, pues “Sólo podríamos decir cosas sobre el mundo como un todo, si pudiéramos salir fuera del mundo, es decir, si dejase de ser para nosotros el mundo”.  Por eso, para Wittgenstein. “No es lo místico como sea el mundo, sino que sea el mundo”  T. 6.44, afirmación que evoca la pregunta de Leibniz y de Heidegger ¿Por qué existe el ser más bien que la nada?.
    En su Conferencia sobre ética (1930), dice Wittgenstein en relación con la experiencia mística que “Creo que la mejor forma de describirla es decir que cuando la tengo me asombro de la existencia del mundo. Me siento entonces inclinado a usar frases como “Que extraordinario que las cosas existan”. Añade también que: ”Se trata de lo que podríamos llamar la vivencia de sentirse absolutamente seguro”.  Wittgenstein. Conferencia sobre ética.
    La actitud de Wittgenstein hacia lo místico y lo religioso aparece nítidamente en su Diario Filosófico: “¿Qué sé sobre Dios y la finalidad de la vida?. Sé que el mundo existe. Que estoy situado en él como mi ojo en su campo visual. Que hay en él algo problemático que llamamos su sentido. Que ese sentido no radica en él, sino fuera de él. Que la vida es el mundo. Que mi voluntad penetra el mundo. Que mi voluntad es buena o mal. Que bueno y malo dependen, por tanto de algún modo del sentido de la vida. Que podemos llamar Dios al sentido de la vida, esto es, al sentido del mundo. Y conectar con ello la comparación de Dios con un padre. Pensar en el sentido de la vida es orar” y también que: ” Creer en Dios quiere decir comprender el sentido de la vida. Creer en Dios quiere decir ver que con los hechos del mundo no basta. Creer en Dios quiere decir ver que la vida tiene sentido”.         
    Pero como Dios, el sentido de la vida, no es un hecho, no puede ser figurado o representado mediante una proposición y, por tanto, es inefable. Por eso, los hombres que han comprendido el sentido de la vida optan por guardar silencio: ”¿No es esta la razón de que los hombres que han llegado a ver claro el sentido de la vida, después de mucho dudar, no sepan decir en qué consiste este sentido” T. 6.521.
    Estas declaraciones sobre lo místico, lo inefable han conducido a Umberto Eco a  considerar a Wittgenstein un místico perteneciente a la larga tradición alemana de los que celebran el éxtasis, al abismo y el silencia desde Eckhart, Suso y Ruysbroek
   De lo místico forma también parte la ética, que también es inefable, pese a lo cual, como el propio Wittgenstein reconoce en su célebre carta a Ficker: El objetivo central del libro-del Tractatus-es ético”. En el Tractatus, dice Wittgenstein que: “Es claro que la ética no se puede expresar. La ética es trascendental (Ética y estética son lo mismo).” T. 6.43. La ética, como la lógica (“La lógica es trascendental”. T.6.13) y el sujeto o yo metafísico (“El sujeto no pertenece al mundo, sino que es un límite del mundo” T. T. 5.61), son trascendentales.
     En sus Diarios, dice Wittgenstein:”Cabría decir (con acento schopenhaueriano) que el mundo de la representación no es ni bueno ni malo, sino que sólo lo es el sujeto volitivo”. Pese a su definición como neopositivista, como dice Brian Magee, Wittgenstein es un filósofo influido por la filosofía trascendental kantiana a través de Schopenhauer. Como éste, Wittgenstein parece distinguir entre el mundo de los fenómenos, el mundo de la representación, y el mundo nouménico de la voluntad, en el que se sitúa la ética de la mano del sujeto de la voluntad. El mundo de la representación o fenoménico es el mundo de los hechos y es ajeno a lo bueno y a lo malo, a los valores, mientras que sólo es bueno o malo el sujeto de la voluntad. “De no existir la voluntad, no habría tampoco ese centro del mundo que llamamos el yo y que es el portador de la ética” y añade:”En lo esencial, bueno y malo lo es sólo el yo, no el mundo”. Este sujeto volitivo o sujeto de la voluntad no es una cosa más del mundo, no es un objeto físico o psíquico, sino el sujeto moral, capaz de ser bueno o malo y feliz o infeliz, cuestiones de las que se ocupa la ética. Ésta está emparentada con la religión, inefable también. Y ambas se ocupan del sentido de la vida (der Sinn des Lebens). El conocimiento del sentido de la vida es lo que distingue al feliz y al desgraciado:”…el mundo del feliz es otro que el mundo del desgraciado”. T.6.43
    Wittgenstein sostiene que: “El yo, el yo es lo más profundamente misterioso”. Distingue del sujeto de la voluntad el sujeto de la representación, que no está en el mundo, sino que es el límite delo mundo. El sujeto de la representación es trascendental en el sentido kantiano de condición de posibilidad necesaria del conocimiento. Tiene la misma relación con el conocimiento que la que guarda el ojo con el campo visual, hace posible verlo, sin formar parte de él. Aquél conoce el mundo, sin ser él mismo conocido, sino condición necesaria del conocimiento.    
    El mundo fenoménico, el mundo de los hechos, es ajeno a los valores. El mundo es la totalidad de los hechos posibles. “En el mundo todo es como es y sucede como sucede: en él no hay ningún valor, y aunque lo hubiese no tendría ningún valor. Si hay un valor que tenga valor, debe quedar fuera de todo lo que ocurre y de todo ser-así. Pues todo lo que ocurre y todo ser-así son casuales. Lo que lo hace no casual no puede quedar en el mundo, pues de otro modo sería a su vez casual. Debe quedar fuera del mundo” T. 6.41.
     Como Hume, Wittgenstein separa radicalmente hechos y valores. La razón humana tiene sólo dos objetos de investigación, según el autor escocés, cuestiones de hecho en el plano de las ciencias naturales y relaciones de ideas en las ciencias formales, por lo que es ajena a los valores y a las normas morales que, según el principio de Hume, no se pueden deducir de los hechos. La ética depende de los sentimientos más que de la razón. En el mundo, en el plano de los hechos, no hay, pues, ningún valor y si lo hubiera no tendría ningún valor, pues sería un hecho y debería medírsele, como a todos los demás hechos por el mismo patrón. Por eso dice el Tractatus que “Todas las proposiciones tienen igual valor” T. 6.4, pues se refieren a hechos contingentes. En su Conferencia sobre ética, Wittgenstein usó la metáfora de la taza de té para decir que de la misma forma que una taza de té no puede contener más té que el que permite su capacidad, así  en las proposiciones, formuladas como figuras de los hechos, no pueden caber los valores, que, como quería Hume, no son cualidades físicas de los objetos. Esa es la razón por la que “La ética no puede ser ciencia… no aumenta nuestros conocimientos en ningún sentido” Witttgenstein. Conferencia sobre ética.
    Casi parafraseando al Hume de Investigación sobre los principios de la moral dice Wittgenstein en su Conferencia sobre ética: ”La descripción de un asesinato con todos los detalles físicos y psicológicos, la mera descripción de estos hechos no encerrará nada que podamos denominar una proposición ética. El asesinato estará en el mismo nivel que cualquier otro acontecimiento, como, por ejemplo, la caída de una piedra. Ciertamente, la lectura de esta descripción puede causarnos dolor o rabia o cualquier otra emoción; también podríamos leer acerca del dolor o rabia que este asesinato ha suscitado entre otra gente que tuvo conocimiento de él, pero serían simplemente hechos, hechos y hechos y no ética”.  Los valores no son hechos. Estos se pueden describir y aquéllos sentir, como sostuvo Hume. La descripción de la muerte de César a manos de Bruto es la descripción de un hecho mediante una proposición fáctica y las proposiciones fácticas no pueden expresar nada que se halle fuera de los hechos del mundo,” No pueden expresar nada más alto”, por eso “tampoco puede haber proposiciones éticas”
     Wittgenstein condena la ética al silencio, pero en sus Diarios no olvida presentar la primera máxima de la moral: “¡Vive feliz!” y explicitar las condiciones para lograrlo. En primer lugar, hay que estar en concordancia con el mundo: “Para vivir feliz tengo que estar en concordancia con el mundo. Y a esto se llama “ser feliz”. Estoy entonces, por así decirlo, en concordancia con aquella voluntad ajena de la que parezco dependiente. Esto es: “cumplo la voluntad de Dios”. Wittgenstein. Diario filosófico. 1914-1916. En segundo lugar, hay que vivir el presente: “Sólo quien no vive en el tiempo, haciéndolo en el presente, es feliz. Para la vida en el presente no hay muerte. La muerte no es un acontecimiento de la vida. No es un hecho del mundo. Si como eternidad no se entiende una duración temporal infinita sino atemporalidad, entonces puede decirse que vive eternamente quien vive en el presente” Ibidem. Por ello, para Wittgenstein, “El temor a la muerte es el mejor signo de una vida falsa, esto es, mala” Ibidem. En tercer lugar, seguir los dictados de la conciencia, pero “Por supuesto que es correcto decir: la conciencia es la voz de Dios” Ibidem      
    7.- La posición de Wittgenstein y de los neopositivistas ante la metafísica
    La actitud wittgensteiniana ante  la metafísica y la ética podría parangonarse aparentemente con la de Hume, quien decía que los libros de metafísica y teología podrían arrojarse tranquilamente a las llamas porque no contienen más que sofistería e ilusión, a diferencia de los de ciencias naturales y los de matemáticas, relativos a cuestiones de hecho y a relaciones entre ideas, constitutivos de conocimientos probables y necesarios respectivamente y parece identificarse con la posición antimetafísica de los filósofos neopositivistas del Círculo de Viena que, como Rudolf Carnap, consideran que sólo existen dos tipos de proposiciones significativas: las analíticas de las ciencias formales, como la lógica y las matemáticas y las sintéticas a posteriori de las ciencias naturales, mientras que las proposiciones filosóficas son pseudoproposiciones, carentes de sentido, al referirse a realidades imperceptibles.  Pero la valoración de la metafísica de Wittgenstein es más ambivalente y matizada que la de  Hume y la de los positivistas, pues como Kant, que veía a la metafísica como una inclinación natural de la razón a trascender el dominio de los conocimientos posibles, también Wittgenstein veía a la metafísica y a la ética., como dice Adolfo Vásquez Rocca, como la tendencia del espíritu humano a “arremeter contra los límites del lenguaje”  Pero a diferencia de los neopositivistas , que consideraban que por ello,  lo inexpresable, lo místico, inexistente o en cualquier caso inefable, carecía de importancia, Wittgenstein considera lo místico, lo religioso, como lo más importante y valioso, pese a que no se pueda expresar lingüísticamente, es decir, no se pueda figurar mediante proposiciones, por no tratarse de ningún hecho. Por eso decía en T. 6.52 que :”Nosotros sentimos que incluso si todas las posibles cuestiones científicas pudieran responderse, el problema de nuestra vida no habría sido más penetrado. Desde luego que no queda ya ninguna pregunta, y precisamente esta es la respuesta.”
    Frente a esta posición reverente hacia lo “místico”, Otto Neurath, neopositivista del Círculo que formó parte del gobierno revolucionario espartaquista dijo: “El último paso del Tractatus –“Sobre lo que no cabe hablar hay que guardar silencio”- resulta cuanto menos, lingüísticamente engañoso; parece dar a entender que existe “algo” sobre lo que no cabe hablar. Nosotros preferiríamos decir, en cambio, que, para evitar cualquier posible actitud metafísica, “hay que callar”; ahora bien: no se trata de callar “sobre algo”.” Sociologia en el fisicalismo. Erkenntnis, 1931.
    Por lo demás, aunque es un malentendido considerar a Wittgenstein como un filósofo perteneciente al Círculo de Viena por sus contactos con Moritz Schlick , si que hay tesis que Wittgenstein compartía con los filósofos del Círculo.  A.J. Ayer, el introductor de la filosofía neopositivista del Círculo de Viena en las Universidades inglesas, las resume así:  la idea de que la filosofía no es un saber sustantivo, sino una actividad de análisis y de clarificación del lenguaje, la idea de que las proposiciones de la lógica y de las matemáticas son tautologías carentes de sentido empírico, la tesis de que las proposiciones empíricas no son necesariamente verdaderas y que su significado coincide con sus condiciones veritativas, la valoración  positiva de lo místico por Wittgenstein y su devaluación por los neopositivistas. Además, la tesis wittgensteiniana de que el lenguaje, que figura hechos, no puede figurar su propia forma de figuración de los hechos, es decir, su propia forma lógica, sino sólo mostrarla, se opone a la idea russelliana de la jerarquía de lenguajes y a la teoría de los tipos, adoptada también por los neopositivistas, según la cual se puede hablar de la forma lógica de un lenguaje determinado (Lo) usando un segundo lenguaje, un metalenguaje (L1), acerca de cuya lógica podríamos hablar utilizando un (L2). Se opone también al principio de tolerancia de Carnap, que establece que no existen condiciones que deban ser necesariamente satisfechas para que se pueda hablar de lenguaje, lo que implica la renuncia a la tesis wittgensteiniana del lenguaje figurativo de los hechos. 
    Parece, pues, que tiene razón Julius Ayer al decir que la filosofía del Tractatus contiene una contradicción: la de afirmar que sus expresiones son carentes de sentido e inexpugnablemente verdaderas.
      

INVESTIGACIONES FILOSÓFICAS
La filosofía del segundo Wittgenstein  comienza a perfilarse  a finales de la década de los años veinte. Algunos cambios en su pensamiento se produjeron tras sus conversaciones con  Schlick y Waisman, dos de los fundadores del Círculo de Viena en 1928, así como tras su encuentro con Ramsey y Piero Sraffa en Cambridge en 1929. Estos cambios se registran parcialmente en sus escritos entre 1929 y 1933, publicados póstumamente: las Philosophische Bemerkungen y Philosophische Grammatik y más cuidadosamente en sus The blue Book y The Brown Book, dictados entre 1933 y 1935, obras que constituyen el directo antecedente de las Philosophische Untersuchungen.
    En dicho cambio intelectual influyeron decisivamente, como dice William Warren Bartley III, las ideas fuerza psicopedagógicas procedentes de la psicología de Karl Bühler (1879-19639 y de la escuela de la Gestalt, fundamento de la reforma del sistema educativo austriaco liderada por Glöckel y en la que  Wittgenstein participó activa, pero críticamente durante su actividad como maestro en las localidades austriacas de Trattenbach,  Otterthal   y Puchberg am Sneeberg entre los años 1920 y 1926, que luego abandonó, decepcionado, para trabajar de jardinero en un monasterio cercano a Viena.
    La reforma educativa de Glöckel, de carácter progresista, asumía una concepción del niño como un ser social activo cuya mente era mucho más que un mero recipiente vacio predispuesto para llenarse con la información apropiada, como presuponía la psicología asociacionista que informaba el autoritario sistema educativo antiguo. La base psicopedagógica de la reforma de Glöckel estaba en la psicología de Bühler, quien en su obra Geistige Entwicklung des Kindes (1918), desarrolló, junto con Külpe, la idea de un pensamiento sin imágenes. Según ellos,  en el acto intencional de la representación, la imagen o modelo particular usado, en el caso de que se utilizara alguno, no necesitaba tener semejanza “de imagen” con lo representado. Las palabras abstractas se usaban, según ellos, convencionalmente y no pueden, ni tampoco necesitan, ser reducidas a ´´atomos” o elementos, incluyendo las impresiones de los sentidos. Como los gestaltistas, Bühler sostuvo que la mente es constructiva y organizadora y que no se limitaba a asociar las impresiones de los sentidos u otros átomos del pensamiento. Entre las ideas de Bühler, cuyas obras había leído Wittgenstein, y las teorías del segundo Wittgenstein se observa un cierto “parecido de familia”: en ambos hay una oposición al atomismo psicológico y lógico, en ambos se sostiene una posición contextualista o configuracionista frente al atomismo, en ambos vemos un convencionalismo lingüístico radical frente al esencialismo y ambos comparten la idea de un pensamiento sin imágenes. Como los gestaltistas, Wittgenstein concibe que las figuras se perciben contra un fondo, que condiciona su percepción y que la gente y sus ideas son semejante o diferentes con relación a un trasfondo.
       Su obra Investigaciones filosóficas, publicada póstumamente en 1953, es más bien un “álbum” de observaciones filosóficas que  un tratado sistemático como el Tractatus. En ella rompe con el representacionismo defendido en su primera obra, donde Wittgenstein sólo reconocía al lenguaje una función: la de representar o figurar el mundo, concibiendo la proposición como figura (Bild) de los hechos, cuya forma lógica figura o representa el lenguaje. Ahora  Wittgenstein reconoce en el Tractatus “graves errores” y polemiza con las ideas de su juventud,  como el atomismo lógico. A los argumentos tradicionales contra el atomismo, que sostenía  que una teoría legítima debía basarse en informes de la observación sensible (“enunciados protocolarios”), según los cuales no existen sensaciones puras, no impregnadas de teoría y  que los informes sensoriales serían insuficientes para elaborar una teoría legítima, nuestro autor añade que no ha podido encontrar ningún ejemplo de proposición elemental y que carece de sentido hablar de un análisis final hasta llegar a proposiciones elementales, además de que tales proposiciones atómicas son innecesarias para una comunicación con sentido.   
    Wittgenstein comienza sus Investigaciones analizando y criticando un texto de S. Agustín en el que se expone una teoría del lenguaje que el propio Wittgenstein aceptó en su Tractatus. Según dicha teoría agustiniana del lenguaje, calificada ahora de errónea, los significados de los términos del lenguaje son las cosas, que son los referentes de las palabras. Los significados de las palabras se aprenderían mediante definiciones ostensivas, pronunciando la palabra y mostrando con el dedo el objeto al que se refiere. Preguntar por el significado de una palabra sería preguntar por su referencia. Se habría aprendido y se dominaría un lenguaje cuando se conocieran los nombres de todos los objetos. Ahora esta concepción del lenguaje le parece a Wittgenstein errónea por insuficiente y parcial, pues toma la parte por el todo. Wittgenstein considera ahora que no se adquiere el dominio de un lenguaje sólo aprendiendo los nombres de los objetos, sino aprendiendo el uso de las palabras en dicho juego lingüístico, es decir, que  conocer los nombres de un lenguaje no equivale a hablarlo. Tan sólo cuando se dominan los diversos juegos lingüísticos que lo constituyen, cuando se sabe cómo deben ser usadas las palabras para plantear cuestiones, describir objetos y procesos, hacer encargos, ruegos, investigaciones, promesas y juicios, nombrar y resolver problemas morales etc… puede decirse que “se sabe hablar” un lenguaje.
    El lenguaje da mucho juego y los hablantes lo utilizan en sus vidas para muchas cosas diferentes, en los diferentes contextos. Por ello, hay muchos juegos de lenguaje (Sprachspiele) o  juegos lingüísticos, que están unidos a y forman parte de diferentes formas de vida (Lebensformen). Así, v.g. un lenguaje que constase sólo del juego lingüístico de dar órdenes formaría parte de una forma de vida más simple que otro en el que además de dar órdenes fuera posible rogar, describir, preguntar, expresar ignorancia etc.
    Todo juego lingüístico presupone una actividad que es parte de una forma de vida y aceptar las reglas de un lenguaje es ponerse de acuerdo con otras personas sobre una forma de vida, dice A. Kenni en su Breve historia de la filosofía occidental. El dato fundamental de la filosofía  no es la experiencia privada de un sujeto, sino las formas de vida con arreglo a las cuales realizamos nuestras actividades y tenemos nuestros pensamientos. Las formas de vida no pueden ser cuestionadas por la filosofía, pues toda indagación filosófica las da por supuesto. El paradigma de una diferencia de formas de vida es la diferencia entre la vida de dos especies animales diferentes, son “historias naturales” diferentes, como las correspondientes a los leones y a los hombres, La diferencia entre las dos formas de vida entre leones y hombres sería la causa por la que si los leones pudieran hablar, los hombres no les entenderían. La cuestión es si hay también formas de vida tan distintas entre los hombres como la que hay entre leones y hombres. Los seres humanos comparten una forma de vida si comparten un Weltbild, una representación del mundo.
     La representación del mundo no es ni verdadera ni falsa. Las disputas acerca de la verdad sólo son posibles dentro de una representación del mundo entre quienes comparten la misma forma de vida. Cuando alguien niega algo que forma parte de la representación del mundo de otra persona, ello puede parecer una locura o reflejar una profunda diferencia cultural.  De nuestra representación del mundo forman parte proposiciones que tienen la forma de proposiciones científicas, como “El agua hierve a 100 grados centígrados”, “Hay un cerebro dentro de mi cráneo” o “La tierra ha existido desde hace mucho tiempo”, proposiciones que no se aprenden por experiencia. Cuando se convence a alguien más primitivo para que acepte nuestra representación del mundo, no se logra dándole razones para probar la verdad de dichas proposiciones, sino que se intenta convertirlo a una nueva forma de ver el mundo, a una nueva Gestalt, como dice Kuhn que ocurre cuando se produce una revolución científica. El papel de estas proposiciones es muy diferente al que juegan los axiomas de un sistema: no es que primero se aprendan y luego se extraigan conclusiones a partir de ellas. Cuando empezamos a creer algo, no creemos una proposición suelta, sino un sistema completo y el sistema, más que los axiomas y las conclusiones derivadas de ellos es como la atmósfera en la que los argumentos cobran vida.
    Esta cuestión de las formas de vida Y la representación  del mundo y  el juego lingüístico vinculado a ellas, está relacionado con la naturaleza de las certezas religiosas. Wittgenstein consideraba, v.g: que la religión cristiana no es razonable, pues basa fuertes convicciones en débiles indicios, lo cual no quiere decir que sea irracional, sino que no debe tratarse la cuestión de la fe como una cuestión de racionalidad, lo que acerca a Wittgenstein a Kierkegaard. Wittgenstein discrepaba de que hubiese una rama de la filosofía que pretendiese, como la teología natural que pudiera probar lo razonable de la creencia en Dios. Creía que la filosofía no podía proporcionar ningún sentido a la vida y que la sabiduría era vacía ante el vigor de la fe. La fe es una pasión ardiente. La sabiduría es, a lo más, la fría ceniza que recubre las ascuas. Pero aunque la filosofía no pueda dar sentido a la filosofía, puede mostrar el sinsentido de las afirmaciones de la fe. El mismo filósofo que dijo que “De lo que no se puede hablar más vale callar” y “No tengáis miedo a decir cosas absurdas”, dijo también que “Debéis vigilar vuestros sinsentidos”. La filosofía debe vigilar el sinsentido. Debe señalar, en primer lugar, que el sinsentido es sinsentido: la fe no está más capacitada  que la filosofía para decir cuál es el sentido de la vida, lo que no excluye que, aunque no lo pueda decir, lo pueda mostrar y en segundo lugar, no importa saber si los evangelios  y las expresiones religiosas son verdaderos o falsos, pues no son dichos o enunciados, pero la filosofía tiene aún así una función crítica respecto de ellas, pues puede distinguir la fe de la superstición y para Wittgenstein pretender que la religión pareciera razonable era el colmo de la superstición.
     En el apartado 23 de las Investigaciones filosóficas dice Wittgenstein en relación a la multiplicidad de juegos lingüísticos que:”¿Pero cuántos géneros de oraciones hay?¿Acaso aserción, pregunta y orden?- Hay innumerables géneros: innumerables géneros diferentes de empleo de todo lo que llamamos “signos”, “palabras”, “oraciones”. Y esta multiplicidad no es algo fijo, dado de una vez por todas; sino que nuevos tipos de lenguaje, nuevos juegos de lenguaje , como podemos decir, nacen y otros envejecen y se olvidan. (Una figura aproximada de ello pueden dárnosla los cambios de la matemática).
    La expresión “juego de lenguaje” debe poner de relieve aquí que hablar el lenguaje forma parte de una actividad o de una nueva forma de vida.
Ten a la vista la multiplicidad de juegos de lenguaje estos ejemplos y en otros: Dar órdenes y actuar siguiendo órdenes, describir un objeto por su apariencia o por sus medidas, fabricar un objeto de acuerdo con una descripción (dibujo), relatar un suceso, hacer conjeturas sobre un suceso. Formar y comprobar una hipótesis, presentar los resultados de un experimento mediante tablas y diagramas, inventar una historia y leerla, actuar en el teatro, cantar a coro, adivinar acertijos, hacer un chiste y contarlo, resolver un problema de aritmética aplicada, traducir de un lenguaje a otro, suplicar , agradecer, maldecir, saludar, rezar.
    Es interesante comparar la multiplicidad de herramientas del lenguaje y de sus modos de empleo, la multiplicidad de géneros de palabras y oraciones, con lo que los lógicos han dicho sobre la estructura del lenguaje. (Incluyendo al autor del Tractatus lógico-philosophicus)”.
     Una vez que Wittgenstein abandona la teoría representativa del lenguaje y reconoce la multiplicidad de juegos lingüísticos, niega también, consecuentemente que el uso nominativo del lenguaje, consistente en dar y aprender nombres, sea la base lógica y el prerrequisito para aprender otros juegos lingüísticos o, en otros términos, niega que las definiciones ostensivas sean el comienzo necesario del aprendizaje del lenguaje, pues las definiciones y explicaciones ostensivas presuponen cierto conocimiento del lenguaje y de otros juegos lingüísticos. El uso del lenguaje no puede identificarse con el uso de los nombres, pues nombrar es ya usar el lenguaje. Pongamos un ejemplo: imaginemos que queremos enseñar a un niño el significado de la palabra “rojo” y para ello le señalamos con el dedo una bandera roja y decimos eso es el color rojo. Pese a que podamos creer que la pronunciación de la palabra “rojo” a la vez que se le muestra la bandera roja sería suficiente para que el niño aprendiera el significado de la palabra “rojo”, el niño sólo lo aprendería si supiera ya qué es el color y que nosotros nos estamos refiriendo a esa propiedad de la bandera y no a otras, como su tamaño, su forma, el ruido que produce al ser agitada por el viento etc. Para el segundo Wittgenstein, se aprende el significado de un término del lenguaje tomando nota de su uso:”En cuanto al término “significado”, este puede ser explicado- para muchos casos de su utilización, aunque no para todos- como sigue: El significado de un término es su uso en el lenguaje” Wittgenstein. Investigaciones filosóficas.$ 43. Esto equivale a decir que aquello a lo que un término se refiere no es su significado, es decir, que significado y referencia no coinciden. La persona llamada “Pedro” es el referente del nombre “Pedro”, pero el significado de la palabra “Pedro” es el nombre de una persona. Si Pedro muere, desaparece el referente del nombre “Pedro”, pero no su significado.
        Si hay muchos juegos lingüísticos, el juego lingüístico representativo o figurativo, es decir, científico, deja de ser el único y fundamental como se mantenía en el Tractatus y junto a él proliferan otros muchos juegos lingüísticos, como el poético, el religioso etc… Mientras en el Tractatus una palabra era significativa sólo si era un nombre que designaba a un referente, en las Investigaciones las palabras no se identifican con los nombres   y pueden ser usadas como tales de muchas formas, incluso la nominativa.
    El Wittgenstein de las Investigaciones, nominalistamente, renuncia a encontrar y a definir la característica esencial, común y compartida por todos los juegos lingüísticos, alegando que el lenguaje carece de propiedades definibles:”Te ahorras, pues, justamente la parte de la investigación que te ha dado en su tiempo los mayores quebraderos de cabeza, a saber, lo tocante a la forma general de la proposición  y del lenguaje. Y eso es verdad- En vez de indicar algo que sea común a todo lo que llamamos lenguaje, digo que no hay nada en absoluto común a estos fenómenos por lo cual empleamos la misma palabra para todos- sino que están emparentados entre sí de muchas maneras diferentes. Y a causa de este parentesco, o de estos parentescos, los llamamos a todos “lenguaje””. Wittgenstein. Investigaciones. $ 65.
    Aclara la ausencia de esencia común de los juegos lingüísticos comparándolos con los diferentes tipos de juegos: de tablero, de cartas, de pelota, de lucha etc... Se pregunta si pese a su variedad tienen algo en común y responde que no: “¿Qué hay de común a todos ellos?-No digas:”Tiene que haber algo común a ellos o no los llamaríamos “juegos”-sino mira si hay algo común a todos ellos- Pues si los miras no verás por cierto algo que sea común a todos, sino que verás semejanzas, parentescos y por cierto toda una serie de ellos”   W. Investigaciones $.66.
    Wittgenstein caracteriza dicho parecido entre los múltiples juegos lingüísticos diciendo que entre ellos hay un “parecido de familia” (“Familienähnlichkeiten), como el que percibimos en los miembros de una familia. Así, para el Wittgenstein de las Investigaciones la palabra “lenguaje” no designa un fenómeno unitario, sino el nombre de una clase de un  indeterminado  y fluctuante número de miembros, por lo que es erróneo hablar del lenguaje como de un fenómeno único y unívoco. Wittgenstein ya no habla del lenguaje como en el Tractatus, donde pensaba en un único lenguaje, compuesto de proposiciones atómicas y de funciones veritativas constituidas por proposiciones moleculares, cada una de las cuales era una figura de un hecho atómico, imagen posibilitada por la forma lógica compartida por la proposición y el hecho atómico, lenguaje que era necesario analizar para clarificar y penetrar analíticamente en la forma lógica del mundo. En las Investigaciones, rechaza la idea de que a los hechos les pueda corresponder una forma lógica y, consecuentemente, la idea de que los hechos atómicos sean una combinación de objetos designados cada uno de ellos por los nombres de los que se componen las proposiciones atómicas. Wittgenstein abandona también, junto a la idea de la forma lógica compartida por proposición atómica y hecho atómico, la idea de la existencia de hechos atómicos y la de la existencia  de objetos simples. El lenguaje deja de ser figura para convertirse en instrumento, susceptible de múltiples usos, al igual que pueden usarse para muchas cosas las herramientas de una caja de herramientas. La pragmática sustituye a la semántica en las consideraciones lingüísticas de Wittgenstein.
    En el Wittgenstein de las Investigaciones se consolida una concepción de la filosofía que se fue desarrollando en las obras de su periodo intermedio, en El Cuaderno azul, El cuaderno marrón y en Las Philosophische Bemerkungen, en la que puede observarse, como dice Adolfo Vasquez Rocca, continuidad  y diferencia con la concepción de la filosofía expuesta en el Tractatus.
    Tanto en el Tractatus como en las Investigaciones, Wittgenstein considera que los problemas filosóficos se producen como consecuencia del malentendimiento de la lógica del lenguaje, razón por la cual los problemas filosóficos no pueden ser resueltos, sino sólo disueltos. En el Tractatus, sostiene que la filosofía es una actividad de elucidación mediante la cual las proposiciones llegan a estar claras (T.4.112) y que la claridad a la que aspira la filosofía es total, lo que quiere decir que los problemas filosóficos deben desaparecer totalmente.( I.F 133). En su obra primeriza considera que el resultado de la filosofía no son proposiciones filosóficas, sino la clarificación de las proposiciones. Pero en las Investigaciones cambia el modo en que Wittgenstein concibe la lógica del lenguaje, al pasar de la concepción del lenguaje como representación de los hechos, al lenguaje como instrumento y al significado definido por el uso. Pasa, así, de concebir que los problemas filosóficos nacen cuando se usan términos sin referencia, como en el Tractatus, a sostener que las confusiones que producen los problemas filosóficos proceden de emplear las palabras fuera del juego de lenguaje que es su lugar natural. Del primer al segundo Wittgenstein  cambia la concepción del significado (Bedeutung) de los términos. De concebir el significado de los términos como referencia a los objetos, pasa a entender el significado como el uso de las expresiones de acuerdo con las reglas de un determinado juego de lenguaje. El significado no es la referencia, sino el uso de un determinado juego de lenguaje. La teoría del lenguaje “agustiniana” expresada en el Tractatus, según la cual las palabras tienen su referencia y las proposiciones su sentido, no queda invalidada, sino incluida en una concepción más amplia del lenguaje, en la que el lenguaje representativo de la ciencia sería sólo un elemento de la clase de los  juegos de lenguaje. Según esta nueva concepción, no tener significado es no tener un papel en un juego de lenguaje.
    La tarea de la filosofía sería disolver los embrollos ocasionados por el uso metafísico de los términos consistente en usar las palabras fuera de su juego lingüístico correspondiente, es decir, en reconducir las palabras de su uso metafísico a su empleo cotidiano:”Cuando los filósofos usan una palabra- “conocimiento”, ”ser”, “objeto”, ”yo”, “proposición” ,”nombre- y tratan de captar la esencia de la cosa, siempre se ha de preguntar: ¿Se usa efectivamente esta palabra de este modo en el lenguaje en el que tiene su tierra natal?. Nosotros reconducimos las palabras de su empleo metafísico a su empleo cotidiano” W. I.F. 116.
    “La característica de una pregunta metafísica, nos dice Wittgenstein en El Cuaderno Azul, es que expresamos una falta de claridad respecto a la gramática de las palabras bajo la forma de una pregunta científica”. Esa falta de claridad sobre la gramática de las palabras desvía al lenguaje de su uso común y le hace “marchar en el vacío”, dándole un engañoso carácter de profundidad, como si “pareciera que hay algo oculto”: La falta de claridad sobre la gramática da lugar a los problemas filosóficos, que son síntomas de una confusión mental. Su aclaración no resuelve el problema, sino que lo disuelve, lo hace desaparecer al mostrarlos como pseudoproblemas.
    “Los problemas filosóficos no son problemas empíricos” W. I.F. Su solución no exige la acumulación de nueva experiencia, ni el conocimiento de nuevos hechos: “Los problemas se resuelven no aduciendo nueva experiencia, sino compilando lo ya conocido” W. I.F. 109 y :”…se podría también llamar filosofía a lo que es posible antes de todos los descubrimientos e invenciones” W.I.F. 126, sino la adecuada disposición de los que ya se conocen: “Un problema filosófico es como un rompecabezas, todas las piezas (hechos) están allí, tan sólo que están mezclados” W. Cuaderno Azul p.46.
“La filosofía coloca únicamente una cosa delante de nosotros y ni explica ni deduce nada. Puesto que  todo está situado ante nuestros ojos, no hay nada que explicar. Porque lo que está oculto no nos interesa” W. I.F. 132.
    Wittgenstein nos advierte que considerar los problemas filosóficos como si fueran empírico conduce al filósofo a tratarlos de una forma que no tienen salida, aunque es un error comprensible dada la forma en que se plantean: “La característica de una pregunta metafísica está en que expresamos una falta de claridad acerca de la gramática de las palabras en la forma de una pregunta científica”. W. Cuaderno Azul. Por eso, la primera regla al proceder a investigar una proposición metafísica es “destruir la similitud externa entre ella y una proposición de la experiencia” W. Cuaderno Azul.
    Una declaración metafísica siempre obedece a una falta de claridad acerca de la “gramática profunda” de alguna oración, pues hace pasar por proposición empírica lo que es en realidad una proposición gramatical o conceptual. En realidad, “lo esencial de la metafísica es que destruye la distinción entre la investigación factual y la conceptual” W. Zettel p.458. Pero sólo el conocimiento de la gramática profunda de una proposición se puede saber si es factual o conceptual. Las proposiciones “ tengo un buen libro” y “tengo un terrible dolor de cabeza” son muy similares si se considera su gramática superficial, pero sus usos son totalmente distintos y su gramática profunda también, como se puede comprobar si comparamos “ es este es mi libro?” y “¿es este mi dolor de cabeza?”. La importancia de la gramática profunda radica en la diferenciación entre sentido y sin sentido. Las proposiciones “ todas las rosas tienen espinas” y “todas las varillas tienen longitud”  parecen ser, superficialmente, generalizaciones empíricas, pero mientras puede imaginarse una rosa sin espinas, no se podría imaginar una varilla sin longitud. La diferencia está en que la segunda proposición, pese a las apariencias, no es fáctica, sino lógica o “gramatical”, no nos proporciona información sobre las varillas. Otro ejemplo es la proposición “Ninguna persona puede sentir mi dolor”, que, pese a las apariencias no es una proposición empírica, no expresa una imposibilidad física, sino lógica.
    Las cuestiones filosóficas comienzan para el vienés por la perplejidad y son atormentadoras, son “molestias” o “aflicciones intelectuales, comparables a algún tipo de enfermedad mental. Los problemas filosóficos tienen la forma “No sé por dónde voy” W.I.F.123. Los problemas filosóficos son “calambres mentales” o “nudos en nuestro pensamiento que deben ser desatados. La función de la filosofía será desatar nudos:”La filosofía desata los nudos de nuestro pensamiento, los nudos que nosotros estúpidamente hemos hecho en él, pero para desatarlos debe hacer movimientos tan complicados como esos nudos. Aunque el resultado de la filosofía es simple, su método, si quiere llegar a ese resultado, no puede serlo. La complejidad de la filosofía no reside en su tema, sino en lo enredado de nuestra comprensión” W. Philosophische Bemerkungen. Y también:”La filosofía desata nudos en nuestro pensar, de ahí que su resultado debe ser simple, pero el filosofar es tan complicado como los nudos que desata” W. Zettel. Se comprende así el célebre aforismo de las Investigaciones: “La filosofía es una lucha contra el embrujo de nuestro entendimiento por medio del lenguaje” W.I.F. 109. Su objetivo es ayudar a la mosca a salir de la botella.

     La filosofía, entendida como terapeútica, debe eliminar las confusiones y los conflictos mentales y desenredar los nudos del pensamiento a través de una notación que acentúa la diferencia entre estructuras lingüísticas similares.. “El tratamiento filosófico de una cuestión es como el tratamiento de una enfermedad” W.!.F. 255. Pero entonces, Las Investigaciones son “…un libro de historia clínica de tratamientos filosóficos”.  Como el psicoanálisis, la terapia wittgensteiniana, “debe buscar la fuente del extrañamiento psicológico” e “investigar el origen del enredo”, aunque, a diferencia del psicoanálisis, “en filosofía no podemos eliminar una enfermedad de pensamiento. Debe seguir su curso natural y la cura lenta es de máxima importancia” W. I.F. 153.  Por eso, extraña terapia, “La filosofía deja todo como está” W.I.F. 124. Sin embargo, pese a comparar su filosofía con el psicoanálisis, consideró que ambos utilizaban “diferentes técnicas”. La filosofía actúa “…retrotrayendo las palabras de su uso metafísico a su uso cotidiano” W. I.F. 116        
    La caída de la teoría pictórico-figurativa del lenguaje arrastra consigo el presupuesto del isomorfismo, de la forma lógica compartida por la proposición y el hecho atómico y consecuentemente la necesidad, señalada por Bertrand Russell y el propio Wittgenstein del Tractatus, de construir un lenguaje perfecto e ideal que, superando las anfibología e imprecisiones del lenguaje natural, captase la forma lógica correcta de las proposiciones figurativas de los hechos atómico. Ahora, Wittgenstein sostendrá que las proposiciones están bien como están:”Está claro, por una parte, que cada frase de nuestro lenguaje está en orden como está”, es decir, que no necesitan un análisis clarificador, ni una traducción a ningún lenguaje ideal. El criterio que se adopta ahora es que donde hay sentido, hay orden.   




     
LA FILOSOFÍA DE WITTGENSTEIN: DEL GIRO LINGÜÍSTICO AL GIRO PRAGMÁTICO 

    Wittgenstein (1889-1951) participó en el giro lingüístico de la filosofía del siglo XX, que condujo a reformular los antiguos problemas filosóficos basados en la conciencia en términos lingüísticos.
   
    Se ha dicho que hay dos Wittgenstein: el escritor del “Tractatus lógico-philosophicus” y el de las “Investigaciones Filosóficas”. En ambas obras, reflexiona Wittgenstein sobre la relación entre  la realidad, el pensamiento y el lenguaje, aunque en el Tractatus, Wittgenstein desarrolla una teoría representacionista y referencialista del conocimiento y del lenguaje, según la cual las proposiciones lingüísticas figuran o representan los hechos, mientras que en las Investigaciones, da un giro pragmático a su pensamiento y considera que el significado de las proposiciones del lenguaje no son los hechos, sino el uso que hacen de ellas los hablantes en los distintos contextos comunicativos.

     a.-EL WITTGENSTEIN DEL TRACTATUS.

ONTOLOGÍA: EL SER 
    El Tractatus reflexiona sobre el ser, el pensamiento que lo representa y el lenguaje que figura o expresa el pensamiento. Comienza diciendo que el mundo es la totalidad de los hechos, todo lo que acaece u ocurre. El mundo está, pues, compuesto de hechos, no de cosas. Los hechos atómicos, cuya totalidad constituye el mundo, son estados de cosas, están compuestos por combinaciones de cosas. Mesa, libro, son cosas, sin embargo que el libro está encima de la mesa, es un hecho, compuesto por la cosa libro y la cosa mesa.

    Wittgenstein adopta una posición filosófica contingentista de los hechos, similar a la de Ockam, según la cual, lo que es es como es, pero podría ser de otro modo, es decir, que en el mundo de los hechos no hay necesidad lógica, por lo que no se puede deducir necesariamente  un estado de cosas a partir de otro, ya que no hay nexo causal entre diferentes estados de cosas. Wittgenstein, cercano a Hume en su concepción de la causalidad, considera que no podemos inferir los acontecimientos futuros a partir de los presentes, porque “la fe en el nexo causal es superstición”. W. T. 5.1361.

    Añade que la ley de inducción (lo que se dice de algunos se dice de todos) no es una ley lógica, y por tanto, no produce conocimientos necesarios y universales, sino meramente probables, de donde concluye, siguiendo a Hume, que: “Que el sol salga mañana es una hipótesis y esto significa que no sabemos si amanecerá” . W.T. 6.36311.

    Wittgenstein, en el Tractatus, adoptó una posición solipsista, sólo sé que existo yo, aunque reconoció que tal posición no puede decirse, sino mostrarse. En las Investigaciones, Wittgenstein abandonó el solipsismo al reconocer que no hay lenguaje privado, sino que todo lenguaje es común a un grupo social.

EPISTEMOLOGÍA: EL CONOCIMIENTO

    1.- LA PROPOSICIÓN
W. considera que los hombres pensamos los hechos que constituyen el mundo, es decir, nos los representamos o nos los figuramos. Nos hacemos figuras de los hechos. El pensamiento es la figura de los hechos.

    Las proposiciones del lenguaje expresan los pensamientos mediante los que nos representamos o figuramos los hechos del mundo. Las proposiciones expresan los pensamientos de forma perceptible a través de los sentidos.

    La proposición (Satz) es una figura (Bild) de los hechos atómicos. Entre las palabras que forman las proposiciones y las cosas que constituyen los hechos hay una correspondencia biunívoca. Hay, pues un isomorfismo entre las proposiciones y los hechos atómicos figurados por ellas. El lenguaje es la totalidad de las proposiciones.

    Wittgenstein distingue dos clases de proposiciones: las de las ciencias formales (lógica y matemáticas) y las de las ciencias empíricas. Las de las ciencias formales son analíticas y necesarias. Las proposiciones de la lógica son tautologías y las de las matemáticas son ecuaciones. Ambas son a priori y necesarias. Las de las ciencias empíricas son sintéticas, figuras de los hechos, y son contingentes y probables. El criterio de verdad de las proposiciones de la lógica y de las matemática es la coherencia o no contradicción. El criterio de verdad de las proposiciones de las ciencias empíricas, de las proposiciones fácticas es la verificación, su contrastación con los hechos que figuran, como sostenían los neopositivistas del Círculo de Viena.

    2.- LA TAREA DE LA FILOSOFIA
    Como los neopositivistas Rudolf Carnap y Maurice Schlick, su amigo, Wittgenstein se muestra hipercrítico con la metafísica, cuyas proposiciones no figuran hechos, no son sintéticas a posteriori, ni tampoco analíticas, sino que se refieren a realidades imperceptibles (alma, Dios, libertad etc), por lo que no son proposiciones verdaderas, sino pseudoproposiciones. Estas pseudoproposiciones de la metafísica, en la medida en que no pueden ser contrastadas con los hechos, no se puede saber si son verdaderas o falsas, por lo que carecen de sentido.

    Las proposiciones de la metafísica surgen del desconocimiento de la lógica del lenguaje. Dichas proposiciones suscitan problemas filosóficos, que son meros pseudoproblemas, que más que resolverse habrían de disolverse, mostrando que son producto de la incomprensión de la lógica del lenguaje por parte de los filósofos.

    La tarea de la filosofía es analizar el lenguaje para clarificarlo, descubriendo, mediante su análisis,  la forma lógica profunda que subyace bajo la forma gramatical superficial. De acuerdo con su maestro, el lógico y matemático Bertrand Russell, Wittgenstein considera que. “Toda  filosofía es “crítica del lenguaje”.  W.T. 4.0031.

    La filosofía no es una más de las ciencias naturales, es una actividad de clarificación de las proposiciones. Su objetivo es la clarificación  del pensamiento y del lenguaje que lo verbaliza.

    Análogamente a como Kant trató de determinar ¿qué podemos conocer?, Wittgenstein atribuye a la filosofía la tarea de:…delimitar lo pensable y con ello lo impensable. Debe delimitar lo impensable desde dentro de lo pensable. Significará lo indecible presentando claramente lo decible. Todo aquello que pueda ser pensado puede ser pensado claramente”. W. T. 4.116.  Esto presupone que los límites del conocimiento son los límites del lenguaje. Así como Kant descalificaba la pretensión de la metafísica racionalista de conocer la totalidad de la realidad (alma, Dios y Mundo), también Wittgenstein considera que las proposiciones del lenguaje, que figuran hechos atómicos, no pueden figurar el mundo como totalidad de los hechos, pues no está claro que el mundo, la totalidad de los hechos, sea a su vez un hecho.

    3.-LO MÍSTICO: LA RELIGIÓN Y LA ÉTICA

    3.1.-DIOS
    Wittgenstein comparte con los neopositivistas la crítica y la descalificación de la metafísica como pseudoconocimiento, pero eso no significa que la considere insignificante, sino que, por el contrario la considera muy importante. W. considera que lo místico  (Dios) existe, aunque es inexpresable, pues no es un hecho empírico que se pueda figurar lingüísticamente: “Hay, ciertamente lo inexpresable, lo que se muestra a sí mismo; esto es lo místico”. W. T. 6.522. Pero :”Dios no se revela en el mundo: Cómo sea el mundo es completamente indiferente para lo que está más alto.”. W. T. 6.432. Lo místico es, pues, objeto de una experiencia mística, y como tal, inefable, inexpresable, pues “Sólo podríamos decir cosas sobre el mundo como un todo, si pudiéramos salir fuera del mundo, es decir, si dejase de ser para nosotros mundo” W. T. 6.44. Por eso:”No es lo místico como sea el mundo, sino que sea el mundo”.W. T. 6.4.4

    En su Diario filosófico añade Wittgenstein que  sobre Dios y la finalidad de la vida sabe que el mundo existe, que en el mundo hay algo problemático que llama  su sentido, que el sentido del mundo no radica en él, sino fuera de él, que podemos llamar a Dios el sentido de la vida y compararlo con un padre, que pensar en el sentido de la vida es orar y que creer en Dios es comprender el sentido de la vida.

    Pero como lo místico, Dios, no se puede expresar, sobre él hay que guardar un reverente silencio:” ¿No es esta la razón de que los hombres que han llegado a ver claro el sentido de la vida, después de mucho dudar, no sepan decir en qué consiste su sentido?”. W.T.6.521.

    Remedando a Lao Tsé, el viejo sabio taoísta, que decía que “Los que saben no hablan y los que hablan no saben”, dice Wittgenstein que: “De lo que no se puede hablar, más vale callar”. W.T. 7.


    3.2.-LA ÉTICA
     En una carta a su amigo Ficker le dijo Wittgenstein que: “El objetivo central del “Tractatus” es ético”. En el Tractatus, añade que la ética, como lo místico, no se puede expresar: “Es claro que la ética no se puede expresar. La ética es trascendental (Ética y estética son lo mismo)”. W.T.6.42.

     De la contingencia del mundo y de la creencia en que “la fe en el nexo causal es superstición”, deduce el austriaco la negación del determinismo y la creencia en la libertad de la voluntad.  A ello añade en su Diario que el “mundo de la representación”, de los fenómenos y hechos no es ni bueno ni malo y que sólo la voluntad es buena o mala. Lo bueno y lo malo irrumpen gracias al sujeto, que no pertenece al mundo, sino que es un límite del mundo, su condición trascendental, pues el sujeto de la voluntad no es una cosa más del mundo, no es un objeto físico o psíquico, sino un sujeto moral.

    En el mundo, compuesto de hechos, no hay ningún valor. Lo bueno y malo surgen gracias al sujeto de la voluntad, que es trascendental. “De la voluntad como sujeto de la ética no se puede hablar. Y la voluntad como fenómeno sólo interesa a la psicología”.  W. T. 6.423.

    Como Hume y el neopositivismo, también Wittgenstein separa hechos y valores. Para el escocés lo bueno y lo malo no había que buscarlo en los hechos,  sino en el “corazón” del sujeto. Con esta posición se identifica Wittgenstein en la “Conferencia sobre ética” cuando dice que las proposiciones, que figuran hechos, no pueden ni expresar, ni contener valores, pues ni los hechos son valores ni los valores hechos. Por lo tanto, no puede haber proposiciones éticas. Por ello, “Es claro que la ética no se puede expresar. La ética es trascendental. Ética y estética son lo mismo”. W. T. 6.4.21.

    La ética no tiene que ver con premios y castigos en el sentido de las morales religiosas, sino  que, como decían los clásicos griegos, el premio radica en la propia acción virtuosa.

    W. medita también sobre la muerte. Con la muerte el mundo no cambia, sino cesa, dice schopenhauerianamente. Además, como decía Epicuro, muerte no es ningún acontecimiento de la vida. La muerte no se vive. Si por eternidad se entiende, no infinitud temporal, sino intemporalidad, “Vive eternamente quien vive el presente”.

    Respecto a la inmortalidad del alma dice W. que no está garantizada y que suponerla no consigue ni el deseo de calmar la ansiedad que supone la muerte, ni garantiza los supuestos premios y castigo transmundanos.

    En definitiva, las ciencias empíricas proporcionan conocimiento de los hechos, pero aunque pudieran responderse todas las cuestiones científicas el problema de nuestra vida no habría sido penetrado. Además de los hechos y de los problemas que suscitan existe algo más: “Hay ciertamente lo inexpresable, lo que se muestra a sí mismo; esto es lo místico”. Pero como lo místico no es un hecho, no se puede decir. Por eso “De lo que no se puede hablar, mejor es callar”. A esta proposición de Wittgenstein respondió O. Neuraht, miembro del Círculo de Viena y del gobierno revolucionario espartaquista, que “Nosotros preferiríamos decir, en cambio, que, para evitar cualquier posible actitud metafísica, “hay que callar; ahora bien, no se trata de callar “sobre algo”

    b.-EL SEGUNDO WITTGENSTEIN: EL LENGUAJE COMO CAJA DE HERRAMIENTAS.

    1.- EL SIGNIFICADO ES EL USO
    Con las “Investigaciones filosóficas” (1929), W. inicia el giro pragmático de su filosofía. Wittgenstein comienza criticando la teoría representaccionista y referencialista del lenguaje que adoptó en el Tractatus, según la cual el significado de los términos del lenguaje son las cosas que constituyen los hechos. Según esta teoría, los significados de las palabras se aprenderían  ostensivamente, es decir, pronunciando las palabras y mostrando  con el dedo las cosas designadas por ellas. Preguntar pos el significado. Sería preguntar por los referentes de los significantes de las proposiciones. Ahora, en las Investigaciones, el significado de los términos no son ya las cosas, sino el uso que  hacen de ellos los hablantes en la comunicación.

    Los hablantes de un lenguaje aprenden los significados de las palabras aprendiendo su uso en los distintos juegos lingüísticos (Sprachspiele) correspondientes a las diferentes formas de vida (Lebensformen) compartidas por los hombres de una sociedad: religiosa, castrense, académica etc…A cada una de las formas de vida le corresponde un juego de lenguaje diferente:”Dar órdenes y actuar siguiendo órdenes, describir un objeto por su apariencia o por sus medidas, fabricar un objeto de acuerdo con una descripción (dibujo), relatar un suceso, formar y comprobar una hipótesis, presentar los resultados de un experimento mediante tablas y diagramas, inventar una historia y leerla, actuar en el teatro, cantar a coro, adivinar acertijos, hacer un chiste y contarlo, resolver problemas de aritmética aplicada, traducir de un lenguaje a otro, suplicar, agradecer, maldecir, saludar, rezar”. W. I.F. $23

    El significado es el uso: “En cuanto al término “significado”, este puede ser explicado para muchos casos de su utilización, aunque no para todos- como sigue: El significado de un término es su uso en el lenguaje”. W, I.F. $4.
  Además, no hay una forma o esencia común compartida por los diversos juegos lingüísticos, como tampoco la hay en los diferentes tipos de juegos (de mesa, de pelota etc…), sino sólo un aire de familia entre ellos. Por extensión, tampoco existe, como piensan los realistas, una esencia común a las diferentes clases de cosas, (nominalismo wittgensteiniano) que pueda ser significada por los términos lingüísticos, por lo que el lenguaje deja de representar la esencia de la realidad. El lenguaje deja de ser una figura de la realidad que represente su esencia para convertirse en una herramienta que nos permite hacer cosas con palabras. El juego lingüístico científico (representativo), el único considerado en el Tractatus, pasa a ser uno más de los múltiples juegos de lenguaje. La pragmática sustituye a la semántica.

    Los hombres que comparten una forma de vida participan de una determinada representación del mundo (Weltbild). Hay, pues. Diversas representaciones del mundo, que son inconmensurables. Las disputas sobre la verdad o la falsedad de las proposiciones, no se pueden dirimir contrastándolas con la realidad, sino en el marco de las distintas representaciones del mundo, lo que abre paso al relativismo de los paradigmas kuhnianos.

    2.-LA NUEVA TAREA DE LA FILOSOFÍA
    El Tractatus y las Investigaciones comparten la tesis de que la filosofía debe elucidar el lenguaje y disolver los problemas filosóficos, pero se diferencian en que en el Tractatus, los problemas filosóficos surgían cuando se empleaban términos sin referencia, metafísicos, mientras en las Investigaciones, nacen cuando se emplean las palabras fuera del juego lingüístico al que pertenecen. Por tanto, la nueva tarea de la filosofía ha de ser disolver los problemas filosóficos reconduciendo las palabras desde su uso metafísico a su uso cotidiano:”Cuando los filósofos usan la palabra “conocimiento”, “ser”, “objeto”, “yo”. “proposición”, “nombre” y tratan de captar la esencia de la cosa, siempre se ha de preguntar: ¿Se usa efectivamente esta palabra de este modo en el lenguaje en el que tiene su tierra natal?. Nosotros reconducimos las palabras de su empleo metafísico a su empleo cotidiano”. W. I.F. $116.

    Los problemas metafísicos son síntomas de una confusión mental. Surgen de la incomprensión de la gramática del lenguaje. Son rompecabezas:” Un problema filosófico es como un rompecabezas, todas las piezas (hechos) están allí, tan sólo que están mezclados” W. Cuaderno azul.

    Wittgenstein expone una concepción terapeútica de la filosofía. Análogamente a como los conflictos y enfermedades mentales producen confusión y dolor, los problemas filosóficos producen molestias y aflicciones espirituales: “Un problema filosófico tiene la forma: No sé salir del atolladero”. W. I.F. $ 123. Los problemas filosóficos son, dice W. “calambres mentales”, “nudos en nuestro pensamiento

    La función liberadora de la filosofía consistirá, pues, en liberar a la mente de las cadenas que la inmovilizan. “La filosofía, dice W. nietzscheanamente, es una lucha contra el embrujo de nuestro entendimiento por medio del lenguaje”  W. I.F. $109.

    La tarea de la filosofía es terapeútica: “Mostrarle a la mosca la salida de la botella cazamoscas.” W. I.F.$ 309.  W. añade que “Los resultados de la filosofía son el descubrimiento de algún que otro simple sinsentido y de los chichones que el entendimiento se ha hecho al chocar con los límites del lenguaje. Estos chichones nos hacen reconocer el valor de ese descubrimiento”. W. I.F. $119.
   
     La filosofía terapeútica debe eliminar las confusiones y los conflictos mentales, al igual que el psicoanálisis de Freud:”El tratamiento filosófico de una cuestión es como el tratamiento de una enfermedad”. W. I.F. $ 255.


    El Wittgenstein del Tractatus influyó en la filosofía neopositivista del Círculo de Viena, el de las Investigaciones en la filosofía analítica del lenguaje: Wisdom, Waisman Ryle. El giro pragmático wittgensteiniano confluyó con el relativismo lingüístico de Von Humbold y Nietzsche, con el relativismo epistemológico de T. Kuhn, el anarquismo epistemológico de Feyerabend y eon el neopragmatismo de Richard Rorty.