miércoles, 12 de octubre de 2011

SOCIEDAD Y CULTURA EN LA GRACIA ANTIGUA


Sociedad y cultura en la Grecia antigua. 
Los historiadores de la cultura griega distinguen convencionalmente cuatro grandes períodos históricos en el mundo griego antiguo: La etapa primitiva o heroica, que se extendió entre el tercer y el segundo milenio a.C., la etapa arcaica(1100- 500 a. C.), la época clásica(500-323 a.C.) y la época helenística( 323-146 a.C.).
 Grecia está situada en el sur de la península balcánica. En el  mundo antiguo incluía las islas y archipiélagos del mar Egeo, así como las ciudades estado de la costa jónica. Desde un punto de vista geográfico, la Grecia continental se caracteriza por un suelo muy montañoso. Las montañas no son muy altas, ni infranqueables, pero abren múltiples valles entre los que es difícil la comunicación, máxime si se tiene en cuenta que los griegos carecían del equivalente de las vías romanas.
En la época heroica, entre el tercer y segundo milenio a. C., las comunidades autóctonas  de pastores y agricultores que poblaban estas tierras padecieron diversas oleadas de invasores indoeuropeos, invasiones que continuaron a principios de la edad arcaica, Entre estos invasores estaban los aqueos, destructores de la civilización cretense y fundadores de una sociedad guerrera, los jonios y, hacia el siglo XII, los dorios, que se impusieron a los anteriores. De la mezcla de estos grupos surgió el pueblo de la Hélade o el conjunto de todos los griegos.Sin embargo, el aislamiento de los núcleos poblacionales impuesto por la dificil comunicación entre los múltiples valles, unido a la autarquía y a la autonomía de las miles de pequeñas ciudades diseminadas por el territorio peninsular, por las islas del Egeo y por las costas jónicas, imposibilitaron la formación en el mundo  griego antiguo de una unidad política de tipo nacional, a pesar de  que los pueblos que la habitaban compartían una cultura común: la lengua, la religión e instituciones como los juegos olímpicos, píticos e ístmicos. Por el contrario, el espíritu de independencia de las pequeñas ciudades estado las condujo a unas relaciones marcadas por la rivalidad y por la guerra..
La Grecia arcaica era fundamentalmente agrícola. Los campesinos griegos cultivaban productos típicos de la agricultura mediterránea: cereales, vid, olivo y productos hortícolas y frutícolas, utilizando para ello una tecnología propia de la Edad del Hierro: arado de madera  de tipo dental, con o sin reja metálica, azadas etc. Los griegos se dedicaron también a las actividades productivas de la pesca y de la ganadería, ovina y caprina, y, en menor medida a la cría de caballos en Tesalia. Como el terreno no era muy fértil, el mundo griego fue siempre dependiente para su alimentación  de las importaciones de grano procedentes de Egipto, Cirenaica o del Ponto Euxino. Este hecho, unido a que el territorio griego es una península, situada en el mar Egeo y, por tanto, rodeada de costas, hizo de los griegos un pueblo de vocación marinera y comercial, relacionado con civilizaciones más antiguas y abierto a todo tipo de influencias culturales.   
 Este modo de producción, caracterizado por la economía campesina en pequeña escala y por la actividad artesanal de tipo familiar, se traducía en el plano social en la existencia de una amplia clase de pequeños propietarios de tierra, que se ganaban la vida con la  explotación de su pequeño terreno, viviendo en  aldeas rurales y un pequeño número de grandes familias terratenientes, los eupátridas, o nobles, que vivían en las ciudades, controlaban el Estado y asumían la función militar. Las grandes desigualdades de riqueza y de poder existentes entre ambos grupos sociales determinó una gran conflictividad social en la sociedad griega.
A comienzos del siglo VIII a de C. la falta de tierras obligó a una parte de los miembros de la comunidad urbana a buscar nuevas tierras. Comenzó así el fenómeno de la colonización. Los griegos fundaron colonias en el sur de Italia, en las costas de la Galia, en la Península Ibérica, en Siria y en el Ponto Euxino( Mar Negro). La colonización fomentó el desarrollo del comercio, pues los colonos siguieron manteniendo relaciones comerciales y culturales con sus metrópolis(ciudad-madre), exportando cereales e importando cerámica y productos manufacturados. La expansión del comercio creó la necesidad de facilitar los intercambios, para lo cual se inventó, como dijo Aristóteles en su Ética a Nicómaco, la moneda. La generalización del uso de la moneda en los intercambios mercantiles condujo, a su vez, al desarrollo de la economía monetaria.
El desarrollo del comercio y la expansión de la economía monetaria fueron la condición de un amplio conjunto de transformaciones económicas, sociales, políticas y culturales en la sociedad griega. Quizá la transformación fundamental fue la que disolvió gradualmente la economía agraria de tipo familiar, que constituyó la base de la polis como tal, basada en la producción para el consumo,  sustituyéndola por lo que Aristóteles llamó "crematística", que no producía ya para satisfacer las necesidades de la comunidad autárquica, sino para el mercado y para la acumulación ilimitada de riqueza. Este proceso socioeconómico de expansión del mercado y de la circulación monetaria, prolongado durante siglos, acabó por englobar a toda la cuenca mediterránea y, en la época helenística, hizo estallar el marco socioeconómico y político de la polis antigua, sustituyéndolo por el imperio, de Alejandro primero y después por el romano.
Grafotecnología y revolución cultural
En el siglo IX a. de C. se inventó una nueva técnica que contribuyó decisivamente a transformar la sociedad griega en un sentido democrático y a crear las condiciones culturales para el desarrollo del pensamiento racional y filosófico: la escritura alfabética.
El sistema de escritura alfabética de los griegos, procedía de los fenicios, de los que los griegos lo tomaron gracias a sus contactos comerciales.La escritura alfabética, más fácil de aprender que la ideográfica y la cuneiforme, posibilitó la democratización de la cultura, que antes era patrimonio exclusivo de una élite burocrática de escribas y de sacerdotes. La escritura alfabética promovió el cambio de las relaciones sociales entre los hombres, al posibilitar la comunicación entre las personas en ausencia del emisor o del receptor del mensaje, aumentó exponencialmente la memoria cultural o extrasomática de la comunidad, fijando con mayor precisión el conocimiento. Por otra parte, la permanencia del mensaje cifrado alfabéticamente permitió al receptor del mismo releerlo, analizarlo y meditarlo, distanciándose así de las emociones y sentimientos que acompañan el proceso de comunicación oral, más expresivo por su simultaneidad con el lenguaje corporal, con lo que se produjo una potenciación de la conciencia individual, que fue diferenciándose y emancipándose de la conciencia tribal. La revolución de la grafotecnología cambió las relaciones de las personas de la ciudad antigua con la cultura tradicional heredada, contribuyó a una revisión crítica, más racionalista de la misma y coadyuvó decisivamente a la democratización de las poleis griegas, al hacer posible la fijación por escrito de las leyes y su aplicación uniforme a todos los ciudadanos, lo que fue creando un clima favorable para el desarrollo de la igualdad jurídica y política.
 La puesta en común de la cultura que favoreció la escritura alfabética, paralela a la puesta en común del poder político, influyó decisivamente en el desarrollo del pensamiento filosófico, al estimular una mentalidad más en armonía con lo abstracto, lo conceptual y lo universal y aumentar el desarrollo de la capacidad de análisis del receptor del mensaje.
La aparición de la escritura alfabética en la Grecia arcaica supuso una revolución cultural comparable a la que produjo la invención de la imprenta por Gutenberg en los albores de la edad moderna.            
El surgimiento de la polis.
En el curso de las transformaciones socioeconómicas que sacuden la sociedad griega desde el siglo VIII a.C. y como producto de ellas, surgió la polis griega, la ciudad estado que constituyó la unidad sociopolítica del mundo clásico griego. Esta nueva polis no será ya la ciudad palacio de la Grecia micénica, ni la ciudad residencia de los aristócratas terratenientes de la Grecia arcaica, opuesta al campo poblado por campesinos obligados a alimentar a los nobles, sino una nueva ciudad democrática, que no se opone ya al campo porque la ciudad integra el territorio campesino que la rodea y a la población urbana. Entre los propietarios rurales y los habitantes de la ciudad no habrá diferencias políticas, pues los pequeños campesinos, poseedores de la tierra, que trabajan por sí mismos o por mediación de esclavos, componen el núcleo de la ciudadanía. De hecho, sólo los propietarios podían ser ciudadanos y sólo los ciudadanos podían poseer tierras. Estos pequeños propietarios rurales tendrán en la ciudad democrática los mismos derechos y obligaciones que los habitantes de la ciudad. Como ellos, participarán en las asambleas, en los tribunales populares y elegirán y serán elegidos como magistrados.
La polis es, pues, el espacio cívico, político y territorial que confiere unidad al grupo humano que vive en ella, convirtiéndolo en comunidad. Desde una perspectiva sociológica, "la polis consiste en una pluralidad de pequeñas unidades familiares relacionadas por medio de una reciprocidad generalizada (hospitalidad mutua, intercambio matrimonial bilateral generalizado, etc.); desde un pundo de vista económico es una sociedad basada en la propiedad privada, donde la riqueza está en manos de numerosos individuos, aunque sujeta a un impuesto sobre el capital en momentos de necesidad pública".(Redfied)
 Esparta y Atenas:Las reformas jurídicas.
De entre las miles de poleis griegas destacaron dos por su importancia política:  Esparta y Atenas, cuyas rivalidades marcaron la historia de la Grecia antigua.
 Esparta adoptó la forma de un estado militar basado en el dominio político de una minoría, 9000 espartanos de pleno derecho, sobre los ilotas, siervos del Estado a disposición de los particulares para el cultivo de la tierra, dispuestos siempre a la rebelión. Hostil a las democracias, ayudó a las facciones oligárquicas y aristocráticas de Atenas y de las poleis democráticas en contra de los grupos populares. La constitución de su Estado fue redactada por el mítico Licurgo. Esparta era una Diarquía, gobierno de dos reyes. En ella, la Gerusía, el consejo de los ancianos, podía vetar las decisiones de la Apella, asamblea de los ciudadanos de pleno derecho. Tras la reforma de la Gran Retra, producida tras la anexión de Amyclas, se creó el Consejo de los éforos, cinco ciudadanos elegidos por la Asamblea, que asumió la defensa de los privilegios de la nobleza frente al poder real y al de los ilotas. Esparta se convirtió en un estado inmovilista y conservador, modelo político a imitar por los aristócratas reaccionarios y antidemócratas de todas las ciudades.
Más conocida es la evolución constitucional de Atenas.Atenas fue, como otras muchas poleis, escenario de la lucha de clases que enfrentó a los aristócratas terratenientes con la clase de los pequeños campesinos y más tarde con los artesanos y comerciantes enriquecidos por el comercio. Esta "stasis" que enfrentó permanentemente en las poleis griegas a ricos y pobres, generó la necesidad de efectuar reformas jurídicas y políticas que mitigasen la violencia de las luchas y que reconociesen, al menos en parte, las aspiraciones de las clases ascendentes. Esas reformas jurídicas y políticas las llevaron a término en el curso del siglo VII y VI a.C. dos míticos legisladores: Drakón y Solón.
La reforma de Drakón, producida en el último cuarto del siglo VII a C., consistió en poner por escrito las leyes tradicionales, valiéndose para ello de la recién inventada escritura alfabética. Con ello, atendió a una vieja reclamación popular, pues la codificación  escrita de las leyes suponía de hecho la limitación de la arbitrariedad de los basileîs o reyes a la hora de  interpretar y aplicar las leyes. La reforma drakoniana aumentó el número de arcontes( magistrados elegidos por períodos anuales), abolió las venganzas de sangre, y sancionó la esclavitud por deudas.             
 Solón, aristócrata moderado elegido arconte con poderes dictatoriales, por su parte, dispuso la liberación de los campesinos y la prohibición de la esclavitud por deudas. Sus reformas sociales tendieron a limitar el poder de la nobleza. Para ello, distribuyó la población ateniense en cuatro clases censitarias, según sus ingresos y no ya según sus orígenes aristocráticos o plebeyos: los pentacosiomediomnos ( con quinientas medidas de trigo o más de renta), los hippeîs o caballeros, con más de 300, los zeugitas, poseedores de una yunta de bueyes y los thêtes, con menos de 200 medidas de grano.Reservó las altas magistraturas de la polis, el Areópago, para las dos primeras clases, mientras que los zeugitas y los thêtes, desde la Asamblea del dêmos (pueblo), la Ekklesía, contrapesaban su influencia en las grandes decisiones, atendiendo a las propuestas del Consejo de los 400. Solón procedió también a la reforma monetaria y a la codificación del derecho, reconociendo a todos los ciudadanos la capacidad de hacer demandas públicas.
Las reformas de Solón tendieron a la emancipación del individuo, que deja de ser considerado como miembro de una estirpe, para integrarse por sí mismo en el Estado, fomentaron el comercio y la industria y promovieron el equilibrio social entre las clases antagónicas: la aristocracia terrateniente y los pequeños campesinos y artesanos.
Entre los años 560 y 510 a.C. se sucedieron en Atenas las tiranías de Pisístrato y sus hijos Hipias e Hiparco. Estas tiranías favorecieron al campesinado, realizando una reforma agraria que confiscó las tierras de los nobles, a la vez que mantuvieron las leyes de Solón.
El proceso de reforma jurídico-política continuó con Clístenes. Este introdujo entre los años 510 y 507 a.C. una serie de disposiciones legales tendentes a unificar los grupos humanos, separados por estatutos sociales, familiares, territoriales y religiosos diferentes. Clístenes pretendió crear una ciudad democrática en la que se realizase el ideal de isonomía, igualdad ante la ley de todos los ciudadanos, en la que fuesen los mismos ciudadanos los llamados a resolver sus problemas políticos, apoyándose en el funcionamiento normal de las instituciones y en la defensa de la ley y el respeto a la misma.
Las reformas democráticas de Clístenes pueden resumirse en las siguientes medidas administrativas :
a) Sustitución de las cuatro tribus jónicas del Ática, que según Aristóteles correspondían a las cuatro estaciones del año, por diez tribus organizadas sobre criterios territoriales y no de sangre,  los distritos (tritia) de: llanura, montaña y costas, que integraban varios dêmos.
b) Transformación del espacio físico de la ciudad, del tiempo y de los sistemas de numeración.
La ciudad democrática se organiza según un esquema espacial geométrico, cuyo modelo urbanístico fue porporcionado por Hipodamos de Mileto, quien reconstruyó su ciudad natal con arreglo a un modelo racional y geométrico, trazandolas calles a cordel, perpendiculares las unas a las otras y centradas por el ágora, que constituye el centro geométrico del Ática, en la que cada una de las diez tribus está representada. En él se encuentra el Bouleterion, sede de la Boulê de los Quinientos, que alberga a los 50 representantes de cada una de las  diez tribus que, rotativamente, ejercen la pritanía, presidiendo las sesiones de la Eklessía y que disfrutan del privilegio de habitar durante ese tiempo en el Hogar Común de la polis.
Clístenes dividió también artificialmente el tiempo. Superpuso al calendario lunar, que continuó regulando la vida religiosa, el año administrativo, dividido en diez períodos de 36 y 37 días, en correspondencia con las diez tribus. El Consejo de los Cuatrocientos se elevó a 500, 50 por tribu, para que así cada una de las diez tribus, a través de sus representantes, pudiera ejercer la Pritanía durante 36 días. También sustituyó el sistema de numeración duodecimal por el decimal
Las guerras de la época clásica     
 La época clásica de la civilización griega se inaugura con las Guerras Médicas(500-479a. C.), que enfrentaron a una confederación de ciudades helénicas al imperio medo-persa, mandado sucesivamente por Darío, Jerjes y Artajerjes. Estas guerras proporcionaron un extraordinario impulso a la creciente influencia del dêmos y de la democracia, pues  el ejército que logró derrotar a las numerosas tropas persas estaba formado por los ciudadanos en armas, que organizados en falanges y combatiendo en línea, disciplinadamente, codo con codo con sus conciudadanos, realizaba los valores democráticos de igualdad y de solidaridad de la nueva ciudad democrática. La reforma militar que hizo de los hoplitas( guerreros de infantería armados con armas pesadas: escudo, coraza, lanza y espada)  la columna vertebral del ejército de la polis, fue solidaria de las transformaciones democráticas que experimentó la polis griega y supuso una transformación radical de la ética guerrera, al sustituir la hazaña individual del guerrero aristocrático, poseido por el "menos", el furor guerrero, por la disciplina colectiva de los hoplitas, que combaten codo con codo inspirados por la sophrosyne, la virtud del autodominio, y bajo el juramento de no abandonar nunca a sus compañeros de fila. Los hoplitas son ya los ciudadanos que pueden costearse la armadura y las armas.No combaten para conquistar la fama, sino para defender a su ciudad de la amenaza persa. Esos ciudadanos en armas harán valer, de vuelta  en la polis, sus derechos políticos en el ágora, y constituirán la base social de la democracia.
Además de aumentar la influencia política del dêmos, las guerras médicas crearon las condiciones para la formación de la Liga de Delos, confederación de poleis griegas fundada en el 477 a.C. a instancias de las ciudades jónicas para la defensa común ante la amenaza potencial de los persas.  Esta confederación fue pronto instrumentalizada por Atenas para convertirse en la tercera potencia  imperialista del Mediterráneo, junto con Persia y Cartago.
Las reformas democráticas culminaron, ya en la segunda mitad del siglo V a.C. con las reformas de Pericles y de Efialtes. Estos despojaron al Areópago( consejo de la aristocracia) de la mayoría de sus poderes, concedieron dietas a los miembros de la Bulê y del tribunal popular de los heliastas y  admitieron a los zeugitas en el Arcontado. Estas reformas, junto al desarrollo económico paralelo a la hegemonía política ateniense, crearon las condiciones materiales para el expléndido  florecimiento de las artes,  de las ciencias y de la filosofía en la Atenas de Pericles.
Las rivalidades comerciales entre Atenas, Corinto y Megara, unidas a la alarma que suscitó en Esparta el creciente poder de Atenas fueron las causas de las Guerras del Peloponeso (431-404 a.C.), que acabaron con la derrota de Atenas y de sus aliados por Esparta y los suyos y con la imposición de Esparta a Atenas de la efímera dictadura de los 30 tiranos. La victoria de las armas espartanas creó las condiciones para un período de hegemonía política de Esparta sobre la Hélade, que fue sucedido por otro breve período de predominio  de la ciudad de Tebas. A partir del año 338 a.C., tras la batalla de Queronea, Filipo de Macedonia, y después su hijo Alejandro el Magno impusieron la hegemonía macedonia sobre Grecia. La muerte de Alejandro, en al año 323, abrió el período helenístico, que se extendió hasta el año 146 a.C. , cuando Roma impone su poder  político en la Heláde.
      La democracia en la Atenas de Pericles
La democracia griega fue una democracia asamblearia directa, es decir, una forma de organización política en la que el pueblo, el conjunto de los ciudadanos de la polis, no todos sus habitantes, ejercían directamente el poder. Eso es lo que significaba la palabra griega "democratia" formada por los términos "dêmos", que significaba pueblo y "kratos", poder. La democracia griega se distingue de la democracia representativa moderna porque los griegos no conocían el concepto moderno de representación. Tenían magistrados, pero excepto aquéllos que poseían un saber técnico específico como los estrategos o generales y los tesoreros, que eran elegidos, el resto de los magistrados de la polis se cubría por sorteo, como ocurre actualmente con los jurados populares, o por rotación o por una combinación de ambas modalidades, pues los griegos consideraban que esos procedimientos, el sorteo o la rotación, eran los procedimientos más democráticos, pues, según ellos, la elección entrañaba un elemento aristocrático. Los atenienses demócratas consideraban que la política era el dominio de la "doxa", de la opinión, no de la "episteme" o ciencia, razón por la que se consideraban equivalentes las opiniones de los ciudadanos. Así parece reconocerlo Protágoras, sofista amigo de Pericles, cuando afirmaba:"El hombre es la medida de todas las cosas, por tanto, como a mí me parecen las cosas, así son para mí y como a tí te parecen, tales son para tí, pues tu eres hombre y yo también". Platón, enemigo jurado de la democracia, pretendió, por el contrario, que la política era una ciencia, por lo que sólo los expertos en ella, los filósofos, tenían derecho a ejercer el poder. 
Esta característica de la democracia griega dificultaba la tecnocracia, el poder de los técnicos, que acaparan el poder pretextando determinados saberes técnicos. Por ello, en la Atenas democrática, el poder político no estaba separado de la sociedad.
La democracia griega surgió en un caldo de cultivo cultural que abandonaba las creencias míticas y religiosas en el origen divino de las normas y de las leyes que habían predominado en la Grecia arcaica. La democracia, poder del pueblo, implica la  autonomía de la comunidad cívica. Ésta es soberana, se da a sí misma las normas y leyes que ha de obedecer. No las recibe de fuera, ni de los dioses, ni de la naturaleza, sino de la propia razón de la comunidad. Es otra vez Protágoras el que expresa la idea de la autonomía del grupo social para dotarse a sí mismo de las leyes que regirán las relaciones entre los miembros de la comunidad, cuando afirma que por naturaleza no existe ni lo bueno ni lo malo, ni lo justo ni lo injusto, sino que es el parecer de la colectividad el que determina convencionalmente qué es bueno y qué es malo, qué justo y qué injusto. Pero la conciencia de la ausencia de normas sagradas, de fronteras infranqueables característica de la autonomía democrática, convierte a la democracia en un régimen trágico, sometido a la posibilidad permanente de la "hybris", de la desmesura y del orgullo.
Para mantener al hombre dentro de su límites humanos, los griegos inventaron ciertas instituciones políticas como la "graphé paranómôn", que permitía que un ciudadano elevase contra otro una acusación por creer que éste había inducido a la Asamblea a adoptar una ley ilegítima. A ese fin colaboró también la tragedia griega, con sus advertencias permanentes de las consecuencias catastróficas y trágicas  que tiene para el hombre sobrepasar sus límites humanos. La filosofía colaborará  también en esa tarea de imponer la autolimitación, la moderación, la mesura y el autocontrol. Sócrates repetirá el lema délfico "Conócete a tí mismo" y Aristóteles, inspirado por el lema tradicional griego "De nada en demasía", hará consistir la virtud en un justo término medio, determinado por la razón entre dos acciones igualmente malas, la una por exceso y la otra por defecto.
La importancia de la palabra
"En la vida griega, sobre todo del ateniense acomodado, la ocupación más importante consistía en conversar. El griego no supo nunca estar sólo. Para él, vivir era formalmente convivir. La existencia de Atenas era una tertulia infinita. De ahí el triunfo de los sofistas, que eran los técnicos de la conversación. El clima dulce, la diafanidad de la atmósfera, la belleza turquí del cielo, invitaban a vivir y a convivir al aire libre. En la plaza pública, en los gimnasios, los varones se juntaban sin que las mujeres pudiesen cumplir su peremne misión de interrumpir las conversaciones. En esta faena coloquial hubo una figura superlativa, un héroe de la charla, un Hércules del parloteo: Sócrates." Ortega y Gasset. La idea de principio en Leibniz.
La autonomía del grupo social y del ciudadanos en la ciudad democrática, puso en primer plano la importancia del logos, de la palabra, de la razón y del discurso con el que los ciudadanos tenían que exponer sus opiniones y justificarlas racionalmente ante sus conciudadanos en la Asamblea. El logos, la razón, lo que es común a todos los hombres, Aristóteles definirá al hombre como una animal racional que posee logos porque es un zoon politikón, es también el instrumento de la lucha y de la oposición dialéctica. El instinto agonal de los griegos del que habló Burkhart, que les llevaba a combatir con otros pueblos, a que cada polis se enfrentase a las demás, que enfrentaba a clase contra clase en el interior de cada polis, a los hombres con las mujeres, a los atletas de las diferentes ciudades para competir por el triunfo en los juegos olímpicos, se expresa, sublimado, en los debates públicos en los que se combate con el arma afilada de la retórica y de la dialéctica. No en vano  vió Nietzsche en la dialéctica socrática una variedad de agon, de lucha sublimada que busca convencer al rival para así evitar tener que vencerlo por otros medios más contundentes. De ahí la gran importancia cultural que llegó a alcanzar la retórica y las artes oratorias que enseñaban los sofistas, esos maestros itinerantes de retórica, que se ganaban la vida enseñando a hablar a los jóvenes de las buenas familias y a promover en ellos la "areté politiké", la virtud política.
La democracia griega fue una democracia limitada, pues en ella sólo podían participar los ciudadanos, que no eran todos los habitantes de la polis, sino sólo los que tenían derechos políticos, esto es, los nacidos de padre y madre ateniense, que hubiesen alcanzado la mayoría de edad. Quedaban así excluidos y marginados de la ciudadanía y de la participación política democrática grandes grupos sociales como las mujeres, los metecos o extranjeros y los esclavos.
Las mujeres, en una cultura fuertemente patriarcalista y machista como la griega, quedaban excluidas de la vida pública y política y reducidas al de dueñas y señoras de la vida privada y familiar.
Los metecos o extranjeros, hombres libres dedicados al comercio y a otras actividades productivas, a pesar de la relevancia social o cultural que pudieran alcanzar, tampoco tenían derechos políticos.
Los esclavos, el grupo social más numeroso y más privado de derechos,(de los 500.000 habitantes de Atenas en el s.V a.C. 300.000 eran esclavos) constituyeron la fuerza de trabajo fundamental en una sociedad caracterizada por el modo de producción esclavista. Los esclavos,  procedentes de los prisioneros de guerra a los que se perdonaba la vida, de los niños abandonados y de la compraventa en los mercados de esclavos, desempeñaron diferentes trabajos. Unos eran esclavos domésticos, otros trabajaban en los campos, otros en las minas de plata de Laurion etc. Su diverso origen étnico, su diversidad lingüística y cultural, así como sus variados estatutos laborales, impidieron que los esclavos alcanzasen conciencia de clase y que se convirtieran en una fuerza política en la antigua Grecia.
Se ha calificado al régimen democrático ateniense de oligárquico. Dicha calificación es acertada, ¿pero cómo habría que calificar entonces a las democracias representativas modernas, en las que, si bien el derecho al voto es universal, sólo se ejerce cada cuatro o más años, precisamente para renunciar al derecho de participación política en beneficio de los perpetuos representantes del pueblo?
La división del trabajo y las artes.
Aristóteles distinguió tres clases de saberes: el saber productivo o episteme poíetiké, el saber práctico o episteme praktiké y el saber teórico o episteme theoretiké.
 El saber productivo se identifica con la técnica y el arte. Consiste en un saber hacer, producir o fabricar según principios y reglas. La retórica, la dialéctica, la medicina, la arquitectura o la zapatería son técnicas.
 El saber práctico se refiere a la acción humana y consiste en un saber actuar de modo óptimo en el dominio moral y social. El saber práctico no produce ninguna cosa útil, como el saber productivo o técnico, sino buenas acciones. Su fin es actuar bien para lograr la autorrealización personal.
 El saber teórico o contemplativo no pretende producir, ni actuar bien. Se identifica con la ciencia, la teoría, la contemplación y es desinteresado. Se practica por el placer que proporciona la contemplación de la verdad.
 A estas  formas de saber les correspondían  diferentes clases de actividades, que se encontraban distribuidas entre las distintas clases sociales de la sociedad griega, que era una sociedad esclavista y clasista, que separó las actividades productivas de las contemplativas, la mano del cerebro.Las actividades productivas eran realizadas por el grupo social constituido por campesinos artesanos, comerciantes y, sobre todo, por los esclavos, mientras que las actividades teóricas eran patrimonio de los ciudadanos que tenían suficiente tiempo de ocio para dedicarse a la teoría.
El grupo social que se dedicaba a las actividades productivas poseía un saber que se llamaba techné, término que se tradujo al latín como "ars" y del que procede nuestro término "técnica". La techné, el saber productivo, era un saber hacer cosas con arreglo a principios y normas.
Pero "arte" en la antigüedad clásica tenía un significado más amplio que en la actualidad, pues comprendía las "bellas artes" (poesía, música, pintura, escultura y arquitectura), pero también los oficios manuales, artesanales y técnicos, pues los antiguos griegos percibieron con mayor claridad lo que unía a las bellas artes con las técnicas, que lo que las separaba. Los griegos dividieron las artes con arreglo al criterio aristocrático de si su práctica exigía esfuerzo físico o mental, lo que produjo la clasificación de las artes en artes liberales, propias de hombres libres y artes mecánicas y valoraron más las primeras que las segundas, pues éstas exigían trabajo manual, actividad considerada servil e impropia de hombres libres. En este sentido, Aristóteles considerará que la autorrealización personal tiene como presupuesto la emancipación del trabajo manual, el ocio y el tiempo libre suficiente como  para poder dedicarse a las actividades de hombres libres:  la política y la teoría. El desprecio al trabajo y a las actividades manuales, propias de los artesanos, aparece en el Económico de Jenofonte en los siguientes términos:
"Los oficios llamados artesanales (bánausoi) están desacreditados y es muy natural que sean muy despreciados en las ciudades. Arruinan el cuerpo de los obreros que los ejercen y de los que los dirigen, obligándoles a llevar una vida casera, sentados a la sombra de su taller e incluso a pasar todo el día junto al fuego. Los cuerpos , de esta manera, se reblandecen, las almas se hacen también más flojas. Sobre todo, estos oficios, llamados artesanos, no les dejan ningún tiempo libre para ocuparse también de sus amigos y de la ciudad, de manera que estas gentes aparecen como individuos mezquinos, ya sea en relación con sus amigos, ya sea en lo que toca a la defensa de sus respectivas patrias. Por eso, en algunas ciudades, sobre todo en las que pasan por belicosas, se llega hasta a prohibir a los ciudadanos los oficios artesanos."    
Este desprecio por el trabajo manual condujo a los griegos a no incluir las "bellas artes" entre las artes liberales, pues la pintura, la escultura y la arquitectura exigían trabajo manual, considerado impropio de los hombres libres. Esa era la razón por la que los arquitectos ganaban sólo un poco más dinero que los obreros cualificados y por la que los escultores y pintores eran considerados como meros artesanos.
Aspectos de la vida cotidiana:
1.-La posición de la mujer en Grecia.
Este desprecio de los artesanos y de los que trabajan con las manos, propio de la clase dominante de agricultores propietarios de tierras y ciudadanos, se extendía también a las mujeres, que tejían e hilaban en el oîkos(casa), como Penélope, la mujer de Ulises,que estaban marginadas de la actividad política, como los artesanos antes de la llegada de la democracia, pues en el imaginario griego la mujer estaba relacionada con todos los elementos negativos de la tabla de los opuestos que elaboraron los pitagóricos en el siglos VI a.C. La mujer se asimilaba a lo ilimitado, a la pluralidad, a la izquierda, es decir, a la siniestra, al movimiento, a la curva, a la oscuridad y al mal, mientras que lo masculino se identificaba con lo limitado, la unidad, la derecha, es decir, la diestra, la quietud, la recta, la luz y el bien. En Grecia, como en Israel, fue también la mujer la responsable de la "caida"  y de la existencia del mal en el mundo. Según Hesíodo, fue la curiosidad de Pandora la que la indujo a abrir la tapa de la jarra en la que estaban encerrados todos los males,el hambre, la enfermedad, la muerte,  que desde entonces asuelan la vida de los mortales.
Este falocentrismo y androcentrismo aparece también en la metáfora que utiliza Aristóteles para referirse al desigual papel que desempeñan el macho y la hembra en la reproducción sexual: El macho es, según Aristóteles, el principio activo, el carpintero. La hembra, el principio pasivo que aporta la materia, la madera con la que el carpintero hace el mueble: el hijo:
"La hembra, en cuanto hembra, es el elemento pasivo y el macho, en cuanto macho, el elemento activo del que procede el principio del cambio... de tal modo que el producto único que se forma de ambos es como la cama que se origina a partir del carpintero y de la madera."
Estas categorías del imaginario griego se proyectan en las categorías filosóficas del pensamiento aristotélico. Hombre y mujer, principio activo y pasivo respectivamente, se transforman en causa eficiente y causa material. El primero como principio del movimiento y causa de las formas que va recibiendo la pasiva materia. La segunda como principio pasivo, mero receptáculo del esperma masculino, que contiene la forma y el plano de la criatura que se desarrollará en la materia de la madre.Esta oposición entre el principio activo y el pasivo, lo masculino y lo femenino sigue impregnando la cultura contemporánea, que todavía identifica la razón, el orden, y lo abstracto con lo masculino y las pasiones, la fantasía, la imaginación, el desorden y lo concreto con lo femenino. Otra metáfora con la que una sociedad agrícola como la griega se refería a la mujer en sus relaciones con el hombre es la del campo. La mujer es un campo que rotura el arado masculino, introduciendo en su interior la semilla que germinará y crecerá en el fértil suelo femenino, produciendo la cosecha del hijo/a.  
Las posiciones y funciones de hombres y mujeres estaban determinadas ya en el imaginario del mito. Mujer y hombre tienen sus deidades protectoras en Hestia y Hermes respectivamente. Hestia reina en el centro de la casa. Simboliza la estabilidad, la inmutabilidad y permanencia. Hermes, mensajero de los dioses, es un viajero. Representa el movimiento, el paso, el cambio de estado. Hestia domina en el espacio doméstico, en el ámbito de la vida privada. Hermes simboliza el exterior de la casa, la vida pública, la apertura, la movilidad y la relación con lo ajeno.Por ello, la casa, protegida por un techo y calentada por el hogar, tiene una connotación femenina y la calle y el ágora se relacionan por contra con lo masculino. La mujer es el elemento centrípeto y el hombre el centrífugo. Por ello podrá decir Menandro, el poeta cómico,anticipando el machista "La mujer en casa y con la pata quebrada", que"La mujer honrada debe permanecer en su casa; la calle es para la mujer casquivana".
Los roles sociales de hombres y mujeres están bien diferenciados en la sociedad griega:
"Es tarea del hombre ocuparse de los campos, del ágora, de los viajes a la ciudad; de la mujer el trabajo de la lana, del pan y las labores de la casa" dirá Jenofonte. La esposa ha de ser la guardiana del hogar del marido.Otras mujeres y otros jóvenes desarrollarán actividades que satisfagan otros deseos del ciudadano adulto:
"...las cortesanas las tenemos para el placer, las concubinas para que nos prodiguen los cuidados cotidianos; las esposas para tener hijos legítimos y una guardiana fiel de las cosas del interior de casa".
En definitiva, puede decirse, con Vernant, que dos fueron las funciones que desempeñó la mujer en la civilización patriarcalista de los griegos: objeto de intercambio comercial entre dos familias, que mediante ella sellaban una alianza entre familias y garantía de supervivencia  de una casa mediante la descendencia.   
2.-El amor a los muchachos
El "amor romántico" no se menciona como base de la relación matrimonial. El fin de ésta es tener herederos legítimos para transmitir la propiedad y el patrimonio. Los griegos preferían, al parecer, buscar el amor fuera del matrimonio y más allá del sexo femenino. Una práctica sexual reconocida socialmente en el mundo griego, sobre todo en los estados dorios, fue la pedofilia, el amor a los muchachos( signo evidente del reconocimiento y de la aceptación social y moral de dicha práctica es que Zeus, el padre de los dioses, no dudó en raptar al bello efebo Ganímedes para que le sirviera de copero divino en sus ágapes olímpicos. La homosexualidad masculina fue una práctica habitual en un mundo eminentemente masculino al que la mujer no podía acceder, que era el de la formación gimnástica y bélica de los jóvenes efebos en las palestras y gimnasios. Allí pasaban los jóvenes las tres cuartas partes del día haciendo ejercicios desnudos y allí es donde los ciudanos adultos iniciaban el cortejo de los jóvenes, que se encontraban en la edad de la adolescencia, entre los doce y los diecisiete años, cortejo evocado mediante metáforas cinegéticas. El adulto es el "lobo" ante el "cabritillo", o el "cazador" ante la "pieza". La relación homosexual entre el adulto y el joven, el amante y el amado, estaba cargada de valores educativos. El adulto actuaba como consejero, guardian y amigo que infundía en el alma del joven todas las virtudes varoniles, sobre todo las relacionadas con la guerra, pues la homosexualidad tenía un fuerte componente militar, al desenvolverse en el ambiente varonil de los ciudadanos guerreros que se ejercitaban en las palestras. Es célebre, a este respecto, el batallón sagrado de los tebanos, del que habla Plutarco, compuesto por trescientos amantes, que debía su invencibilidad al miedo de sus componentes a quedar mal ante los ojos de su amado. El papel del amante adulto era activo, en el sentido físico y espiritual  y el del  joven amado era el pasivo, sin que esa pasividad se transformase en esclavitud, lo cual no hubiera sido adecuado para un futuro ciudadano adulto.De este modo, se constituían modelos de conducta tendentes a la formación del futuro ciudadano libre en su capacidad de mandar y de ser mandado. Con el despuntar de la barba, el muchacho abandonaba el estatus de amado y convertido en adulto, podía asumir el de amante.. Así, para la mentalidad griega, la dimensión pedagógica de la relación homosexual contribuía a la formación moral e intelectual.  
La visión realista del Kósmos

"De todas estas facultades, de cara a las simples necesidades de la vida y en sí misma, la más importante es la vista, mientras que para la mente, y de manera indirecta, la más importante es el oido. La facultad de la vista, en efecto, nos hace conocedores de muchas diferencias de toda especie, ya que todos los cuerpos participan del color, de manera que es por este medio principalmente como percibimos los sensibles comunes. (Entiendo por estos la figura, la magnitud, el movimiento y el número.) El oido, en cambio, sólo comunica las diferencias de sonido, y respecto de unos pocos animales, las diferencias de la voz. Pero de manera indirecta, el oido es el que aporta la más amplia contribución a la sabiduría." (Aristóteles. Del sentido y lo sensible.)

Los griegos fueron un pueblo de espectadores que se dejaron fascinar por la belleza y por la luz radiante que iluminaba el kósmos. Por ello, Aristóteles, a pesar de considerar al oido como la base de la memoria y de la transmisión cultural, valoró más la vista que  cualquier otro sentido. La vista era para los griegos el instrumento del conocimiento de la verdad y la condición del disfrute de la belleza. Platón consideró también que el conocimiento es la visión y la ceguera ignorancia. Conocer es ver. Supone abandonar el oscuro mundo de la caverna y dirigir la mirada al luminoso mundo suprasensible situado fuera de ella. Las Ideas son el verdadero objeto de contemplación para los ojos del alma. Pero "Idea" y "Eidos", términos platónicos para designar el ser verdadero, eterno e inmutable, situado más allá de las cosas materiales del oscuro mundo sensible, significaban "forma",  "semblante" o "aspecto" que ofrecen las cosas. Las ideas son los verdaderos objetos de contemplación y de visión del alma humana. También los filósofos jónicos, desde Anaximandro hasta Demócrito, pasando por Anaxágoras, utilizaron los términos "theoreîn" y "theoría" para significar la acción de contemplar y la contemplación del orden del universo. La misma palabra verdad, "alétheia", alude al  desocultamiento, descubrimiento y desvelamiento de lo que  oculta el velo de las apariencias. Conocer la verdad es ver la realidad descubierta, desvelada  y experimentar el deseo de poseer la belleza de las formas desnudas de las cosas.
Pero el Kósmos  es entendido por artistas y filósofos griegos como algo externo a la mente del sujeto que lo contempla, que no es mas que una parte de él, un ser más de entre los muchos que componen el universo.
 Ese kósmos, cuya belleza fascina al hombre que lo mira y lo conoce, es concebido como independiente del sujeto que lo ve, es decir, que el griego no considera que la existencia del kósmos dependa del sujeto que lo mira. Nada es más ajeno a la experiencia del mundo de la filosofía y del arte griegos que el giro idealista que Descartes imprimió a la filosofía moderna, al dudar de la existencia de las cosas del mundo y convertir en indudable al sujeto que las percibe. Nada hubiera sido más chocante para un griego que el "solipsismo de mala sombra" del obispo anglicano Berkeley, quien llegó a negar la existencia de las cosas materiales, imaginando que toda la inmensidad el cosmos, con las cosas, animales y estrellas que lo pueblan, no son más que representaciones, e imágenes que Dios proyecta en la pantalla de nuestra conciencia.
 Ese Cosmos es, además, cognoscible, en cuanto objeto de la visión, excepto para los escépticos del período helenístico, seguidores del fenomenismo protagórico y gorgiano.
Ligada a la visión realista del Cosmos está la creencia en su eternidad. El Cosmos es eterno y en el curso de un tiempo circular todo retorna. La experiencia de los ciclos astronómicos y biológicos, como la sucesión del día de la noche, las fases cíclicas de la luna, la sucesión cíclica y regular de las estaciones, condujeron a los griegos, como a otras civilizaciones agrícolas, a una concepción cíclica del tiempo. Esta concepción pasó del mito a la filosofía. De Hesíodo, quien en el mito de las cuatro razas o edades del hombre, oro, plata, bronce y de los héroes, hace que éstas se sucedan en un tiempo cíclico, pasa a los filósofos naturales. Anaximandro, Heráclito, Empédocles verán al Universo sometido a un proceso circular de generaciones y destrucciones. El mismo Platón expondrá en el Político una concepción cíclica de la sucesión de las generaciones, concepción que se extendió también a la historia, desde Herodoto, quien expone la sucesión cíclica de los regímenes políticos: monarquía, tiranía, oligarquía, democracia, gobierno del populacho, hasta Polibio, pasando por Platón.
La concepción cíclica del tiempo y del devenir, basada en la eternidad del kósmos, arrastraba consigo, como se ve en Heráclito y en estoicos como Crisipo, la creencia en un eterno retorno de los mismos acontecimientos en un tiempo en el que el pasado prefigura el futuro y éste repite el presente. S.Agustín, el teólogo cristiano, vio la incompatibilidad entre la eternidad del Cosmos de los griegos y la eternidad de Dios, que según el dogma cristiano, creó el mundo de la nada, y entre la concepción cíclica del tiempo, el eterno retorno, y la esperanza cristiana en un futuro redentor, negó por impías las tesis de los fiósofos paganos, e inauguró la creencia en el carácter lineal del tiempo, que comenzó a existir simultáneamente con la creación.
Aunque no faltaron pensadores que como Anaximandro y Demócrito afirmaron la existencia de una infinidad de mundos y que como Zenón de Elea supusieran la infinita divisibilidad del espacio, los griegos concibieron el espacio del Cosmos como limitado y finito. Tanto los cosmólogos geocentristas como Platón, Eudoxo de Cnido, Aristóteles y Ptolomeo, cuanto los heliocentristas, como Aristarco de Samos, concibieron el Cosmos como una realidad finita y delimitada, representándoselo de manera antropomórfica mediante la metáfora del hogar. El cosmos es una casa en cuyo centro, iluminándola y calentándola, se encuentra el fuego del hogar. Esta imagen aparece en  el pitagórico Filolao de Crotona. El Cosmos, según él, se halla delimitado por la esfera de las estrellas fijas, que lo cierra y protege a modo de tejado, y en el centro arde el Gran Fuego Central. Alrededor de él giran, con movimientos circulares y uniformes, únicos convenientes a seres perfectos como los cuerpos celestes, que son dioses, los planetas entonces conocidos: la Tierra, la Luna, Mercurio, Venus, Saturno, Júpiter y Marte, a los que Filolao añadió la Antitierra, para completar la cifra de diez, número perfecto surgido de la suma de los  cuatro primeros números enteros, en la creencia de que el Cosmos, expresión de la máxima perfección, debía simbolizarse con un 10.
La finitud del Universo, en cuyo centro se situaba, fija e inmóvil, la Tierra fue consagrada por la cosmología de Aristóteles, y se conservó en la ciencia medieval hasta los albores de la modernidad, momento en el que  primero el cosmos se hinchó como un globo, con Cusa y Copérnico, para explotar después con Bruno y convertirse en infinito, como gráficamente dice Koiré, dejando al hombre perdido y espantado en un espacio ilimitado.     
Las artes y la belleza
 Esta percepción de la belleza de las formas se encarnó en las diversas artes.En el dominio del urbanismo y de la arquitectura, los griegos construyeron recintos urbanos que conjugaban tres funciones: la militar, la económica y la estética. Las ciudades tenían que ser fáciles de defender, por lo cual se solían construir en espacios elevados, como la Acrópolis de Atenas. Debían emplazarse en las encrucijadas de caminos o en las cercanías del mar, para facilitar el comercio y debían satisfacer  ideales de belleza.
 La pólis clásica estaba constituida por los siguientes elementos: el "agora", plaza pública y lugar de celebración de las asambleas, la "stoa", pórtico cubierto, sede de comercios y lugar protegido de las inclemencias meteorológicas, calles con columnas y soportales, gimnasios y palestras, espacios destinados para el ejercio gimnástico y militar, el teatro", cuyas gradas descendian por las colinas en las que se enclavaba, que se destinaba a los espectáculos teatrales financiados por el Estado.
 Las ciudades, que en la época arcaica crecían caóticamente, fueron sometidas a partir del siglo V a.C. a un proceso de planificación racional paralelo al que estaban experimentando otras instituciones sociales y culturales. En este sentido, Vernant formula la hipótesis de que la reorganización urbanística de la ciudad corrió en paralelo con la reorganización del espacio físico en las nuevas concepciones cosmológicas, como la de Anaximandro, quien concebía que la tierra, cuya forma era la de una columna truncada, se encontraba en el medio del cosmos, en equilibrio porque equidistaba de todos los puntos de la circunferencia celeste, razón por la que la tierra no estaba sometida a nadie, como tampoco lo estaba el ciudadano, que se reunía con sus iguales en el  ágora, centro de la ciudad, para discutir las leyes de las que se dotaba autónomamante.
Los urbanistas griegos construían las ciudades sin perder de vista su integración en la naturaleza.  Los monumentos se diseñaban también teniendo en cuenta su relación con el espacio urbano en que se enclavaban. Los espacios internos de los edificios estaban construidos a escala humana, siguiendo el lema de Protágoras del hombre como centro de la realidad. Las creaciones arquitectónicas más características  fueron el templo, que no era un espacio para la reunión de los fieles, sino para la residencia del dios, por lo que estaba construido para ser contemplado desde una perspectiva externa, el teatro, integrado en el paisaje, al apoyarse sus gradas, que descendían hasta la escena u orchestra, sobre las faldas de colinas y los santuarios, lugares de peregrinación, como el de Zeus en Olimpia. En la construcción de los monumentos se sucedieron tres estilos: dórico, jónico y corintio.
En la escultura griega se constata una evolución que va desde el orientalismo, rigidez, expresión hierática, ley de la frontalidad y el estatismo característicos de los kóuroi, atletas desnudos, y las kórai, mujeres vestidas, característicos del período arcaico, hasta el naturalismo, que imita el movimiento y capta la expresión de la cara, la sonrisa, el dolor o la alegría propio del período clásico. En la escultura clásica destacaron Mirón, que con su Discóbolo consiguió captar el momento de máxima tensión del cuerpo del lanzador del disco, comparado con Heráclito por su énfasis en la imitación del movimiento, Fidias, paradigma del clasicismo, en el que se concilian armónicamente equilibrio y vida, comparado con la perfección de las Ideas platónicas y Policleto, teórico del canon de belleza, en el que cifró en fórmulas matemáticas la proporción que han de guardar las partes constitutivas de un todo para que en él resplandezca la belleza.
 La evolución de la escultura hacia un "romanticismo" que refleja las pasiones,el hastío, la nostalgia y el deseo, continúa con Praxíteles, Scopas y Lisipo. Ya en la época helenística, marcada por la disolución de la polis, se abre paso un eclecticismo que mezcla los géneros y las artes,  introduce nuevos géneros como el retrato, y prefiere el desequilibrio de los cuerpos retorcidos y el dramatismo de la expresión, en la que la fealdad amenaza  ya a la mesura de la belleza clásica. En la pintura destacó Polignoto, quien en sus obras, perdidas, hizo buena la afirmación del poeta Simónides:"la pintura es poesía callada, la poesía, pintura que habla."  
En el curso de la evolución de la cultura griega, la poesía experimentó grandes transformaciones en lo que concierne a las motivaciones que la inspiraban y a los temas tratados. En la época heroica la poesía épica celebró las hazañas bélicas de los héroes pertenecientes a la clase aristocrática, reflejó su concepción del mundo y ensalzó sus valores. Con Hesíodo, la poesía, sin llegar a ser popular, dejó oir la voz de protesta del pueblo contra los "reyes devoradores de regalos" y contra la opresión de la que era objeto por la nobleza.  En "Los trabajos y los días" de Hesíodo los valores morales de la clase dominante, la aristocracia guerrera, la cuna, la tradición, el valor mostrado en el combate, la fama, el desprecio al trabajo, van cediendo paso a un nuevo tipo de hombre, que valora el trabajo, la equidad y la justicia, de la que Hesíodo hace garante a Zeus.
Los poetas líricos del siglo VI, como Teognis, Baquilides, Anacreonte y Píndaro se convierten en educadores y guías espirituales de la nobleza. Su misión, dice Hauser, es mantener despierta en la nobleza la conciencia del peligro que entraña para ella el nuevo espíritu plutocrático que se extiende con el nuevo orden económico,  espíritu crematístico que hace exclamar a Alceo:  " Su riqueza es el hombre".
En el período clásico sobresale por encima de todos los géneros literarios la tragedia, la creación más genuina de la democracia ateniense. Nacida de la síntesis de la poesía lírica, cantada con acompañamiento de lira y más tarde de flauta y del ritual del culto dionisiaco, que siempre conservó un estrecho vínculo con la religión, la tragedia se convirtió en Atenas en un fenómeno político, social y cultural de gran trascendencia.
La tragedia estuvo ligada al Estado democrático en Atenas. Los altos costes de las representaciones teatrales los financiaban las arcas del Estado y los ciudadanos de las clases adineradas. El jurado que premiaba las mejores obras estaba formado por cinco jueces elegidos por complicados procedimientos y a los anfiteatros, donde se representaban las tragedias, asistían miles de personas, pues la entrada era gratuita. La tragedia fue, por ello, el instrumento privilegiado de la propaganda política del Estado ateniense.
Los grandes trágicos que dominaron el escenario en el siglo V a.C. Esquilo, Sófocles y Eurípides, plantearon a la audiencia profundos problemas morales y políticos, como los peligros inherentes al ejercicio del poder, a la hybris, a la discordia, con objeto de producir en los espectadores la catarsis o purificación de las pasiones suscitadas por la trama de la tragedia.
 La tragedia creó un sentimiento de comunidad dentro del teatro y de la ciudad, al fomentar el sentimiento de la solidaridad de los ciudadanos, pese a sus diferencias. Desempeñó una función de educación moral de la ciudadanía, pues las tragedias planteaban a los ciudadanos, que luego formarían parte de los tribunales populares, complejos problemas morales en los que ambas partes invocaban la justicia y donde lo bueno y lo malo resultaba difícil de distinguir. La tragedia coincidió con la filosofía en su reflexión sobre la apariencia y la esencia de las cosas, tan difícil de descubrir en algunos casos.
Con Eurípides, según la interpretación nietzscheana de la tragedia, la síntesis del elemento dionisiaco y del apolíneo, que constituía la esencia de la tragedia ática y de todo el arte griego, se descompuso en beneficio del elemento apolíneo y racional: Con ello, el nuevo espíritu racionalista difundido por Sócrates, acabó con la tragedia griega.
 La comedia evolucionó también desde la "comedia antigua" de la segunda mitad del s.V a. C, cuyo máximo exponente fue Aristófanes, que trató críticamente la política del momento, así como las costumbres, vestidos, modas e ideas de última hora, desempeñando una función cívica de crítica política, hasta la "comedia nueva" de Menandro, en la que se abandonan los temas de relevancia política, sustituyéndose por un costumbrismo en el que aparecen ya individuos dedicados a su vida privada.
En el dominio de la Historia se asiste al mismo proceso de desmitificación que se observa en otros dominios de la vida social y cultural. Hecateo de Mileto expresa  en el siglo VI a. C. su voluntad de relatar los hechos ciertos prescindiendo de narraciones mitológicas y fabulosas. Herodoto de Halicarnaso (484- 425 a. C.), considerado como el padre de la historia por su obra "Los nueve libros de la Historia", en la que relata las guerras médicas una generación después de haber terminado, valiéndose para ello de los testimonios de supervivientes y contemporáneos, declara también pretender relatar los hechos tal cual ocurrieron y explicarlos causalmente, aunque no pudo desprenderse del todo de las concepciones mitológicas, que le condujeron a creer en la intervención de los dioses en los asuntos humanos y a respetar las predicciones del oráculo de Delfos.
Con el ateniense Tucídides (460-404 a. C.), autor de la "Historia de las guerras del Peloponeso", triunfa ya el espíritu racionalista de los nuevos tiempos. Tucídides construye su relato de las guerras basándose en notas de primera mano que él mismo redactó durante la guerra, pues participó directamente en los acontecimientos bélicos como estratego ateniense, muriendo en el exilio por dejarse arrebatar la ciudad de Anfípolis. Tucídides rechaza explícitamente toda explicación mitológica o sobrenatural. Es plenamente consciente de los problemas metodológicos de su investigación, planteándose el problema de la credibilidad de las fuentes. En busca de una difícl objetividad, distingue entre las causas aparentes de los acontecimientos invocados por los participantes y las causas reales de los hechos. Analiza las motivaciones psicológicas de los personajes, la estrategia de los estadistas y las reacciones de los pueblos, buscando explicaciones naturales, económicas y políticas de los acontecimientos.          
El arte y la estética
 En Grecia coexistieron dos teorías estéticas sobre la belleza, el arte y la relación existente entre el arte  y la verdad: la objetivista y la subjetivista. La primera fue más influyente. Estuvo  representada por Platón y Aristóteles y se convirtió en la teoría estética dominante en el mundo griego, medieval y renacentista en Occidente.
Platón y Aristóteles, inspirándose en Pitágoras y en la experiencia y la práctica de la mayoría de los artistas plásticos y líricos griegos, concebían la belleza  como una propiedad inherente a las cosas. Éstas  para ser bellas tenían que reunir las cualidades de proporción, armonía, simetría y orden.
El arte tenía como cometido la  "mímesis" o imitación de las formas bellas de las cosas, no la expresión de la subjetividad del artista, como en el Romanticismo o la creación de nuevas formas, como en nuestra época. La imitación  artística de las formas bellas, presuponía la pasividad de la mente humana, cuya actividad se limita a reflejar especularmente las formas del mundo de las cosas naturales, cosas que el "sentido común" griego concebía como externas a la mente humana, independientes de ella y conocibles por ella.
 Platón, además de optar por la teoría objetivista del arte, según la cual la belleza es una cualidad de los objetos, consideró que el auténtico artista debe imitar y reproducir las formas de belleza universales y esenciales de las cosas, eliminando de ellas los rasgos individuales, accidentales, idiosincrásicos, fortuitos y efímeros de las cosas imitadas. El arte debería imitar, en suma, las Ideas, los modelos perfectos, eternos e inmutables, cuyas bellas formas imitan imperfectamente las cosas perecederas del mundo sensible. El arte y la filosofía deberían caminar juntas en pos de la verdad. Sin embargo, como veremos más adelante, en el libro X de la República, Platón, adoptando una teoría naturalista del arte, descalificó a las artes plásticas porque se limitaban a ser una mera copia o imitación del mundo aparente, en lugar del mundo verdadero de las Ideas.
   La teoría subjetivista fue defendida por los sofistas del siglo V, quienes sostuvieron una teoría sensualista que identificaba la belleza con lo que agrada a la vista y al oido. Con Protágoras la estética se deslizó hacia el subjetivismo y el relativismo, pues el hombre no sólo es la medida de lo justo y de lo injusto, de lo bueno y de lo malo, sino también de lo bello y de lo feo. Esta teoría subjetivista de la belleza, dominada en el mundo clásico griego, pasó a convertirse en la modernidad en una de las teorías más influyente con Hutcheson y Hume, quienes caracterizaron la belleza como una "percepción de la mente".
En la época helenística volvió a exigirse la verdad en el arte. Por eso Epicuro, condenó el arte, porque no encontraba en él la verdad. Los estoicos descubrieron la verdad en la poesía, contradiciendo con ello a Aristóteles, para el que la poesía no es el lugar de la verdad, pues no construye proposiciones verificables.
  
Dioses y hombres
La religión olímpica fue, junto con la lengua y los juegos olímpicos, una de las instituciones culturales comunes a todos los griegos. La religión griega era politeista. Rendía culto a una multiplicidad de dioses a los que concebía más como potencias que como personas bien individualizadas. Así, Zeus, el dios supremo del panteón olímpico, es dios del cielo brillante, pero también del nocturno, encarna la regularidad de los movimientos de los astros, en cuanto reina en el "aither", el cielo  incorruptible, pero, en cuanto reina en el "aer", la zona celestial de los fenómenos atmosféricos, como vientos, nubes y tormentas, que son tanto benéficos como destructores, encarna también la (…el fragmento que sigue no pudo ser recuperado)imprevisibilidad y lo terrorífico. En la esfera social, Zeus está presente en la figura del rey, como Zeus Basileus, y allí donde se ejerce el poder, como cuando el rey conduce el ejército o ejerce justicia. De modo que el mismo poder que ejerce Zeus sobre la naturaleza, lo ejerce el rey sobre sus súbditos y el padre de familia en la casa. Zeus y los dioses son, pues, unos y múltiples, por la multiplicidad de funciones de las que son responsables.
Frente al Dios único del monoteismo cristiano, trascendente a la naturaleza y creador de la misma, que sin embargo es personal y habita en el interior de cada persona, los dioses olímpicos, que habitan en la montaña sagrada del Olimpo, son inmanentes al mundo, son parte integrante del Cosmos. No son creadores, no han creado ni al mundo, ni a los hombres. Ellos mismos han sido creados por potencias primordiales: Caos, Gaia, Eros, Nix, Ouranos etc.. Emergidos en el tiempo, no han existido siempre.Tampoco son omnipotentes, pues al ser muchos, su poder se limita recíprocamente. Tampoco son omniscientes, Helios, el Sol , el gran ojo celeste que todo lo ve, no puede ver el futuro. Tampoco son eternos. Sólo son inmortales, lo que los diferencia radicalmente de los humanos, que son mortales, efímeras criaturas del tiempo, que no pueden siquiera soñar con la inmortalidad de su alma individual.
Los dioses intervienen en los asuntos humanos. A veces los instrumentalizan para salir triunfantes en sus olímpicas trifulcas, suscitadas por sus envidias y recelos recíprocos. Por su parte, los hombres sienten a veces la presencia de los dioses en forma de súbitos impulsos que los poseen en forma de ardor guerrero( "menos"), de pánico, de amor, o de "ate", especie de locura pasajera producida en los hombres por Zeus o por otros daimones, que les conduce a realizar actos vergonzosos de los que no pueden responsabilizarse, ni sentirse culpables, al considerarlos como resultado de la posesión de un dios. Por ello, la cultura griega, "cultura de la vergüenza" y no de la "culpabilidad" como la judeocristiana, no conoció ni la culpa ni el pecado, pues el hombre griego tendía, como dice Dodds, a proyectar sobre la intervención divina la responsabilidad por el fracaso moral y por la pérdida del autodominio. Esto no quiere decir que Grecia no conociese la experiencia de la libertad. Ulises pudo resistir al fascinante canto de las sirenas atándose al mástil de su barco y, por otra parte, Aristóteles definió los actos voluntarios como aquéllos que se realizan en virtud de una elección libre, acompañados de razonamiento y de reflexión. Lo que ocurre es que la  "eleuthería" y la "parresía", términos traducidos por libertad, no son identificables con la libertad judeocristiana, entendida como libre albedrío, como voluntad libre, "la más desacreditada artimaña inventada por los teólogos", según Nietzsche, para hacer a los hombres responsables, culpables y susceptibles de castigo y, en cualquier caso, para hacerlos dependientes de los sacerdotes. Los griegos, que no conocieron esa "metafísica del verdugo", se consideraban inocentes y atribuían a los dioses, a la necesidad(Ananké), al tiempo (Cronos) ser los artífices de la trama de su destino, del que podían sentirse responsables, pero no culpables.
 La libertad griega estaba más relacionada con los vínculos políticos. El ciudadano era un "despotés"en relación con su mujer, sus hijos y sus esclavos en el seno del oîkos, y también en relación con sus pasiones, a las que debía dominar. Era, además, un "polités", miembro de la asamblea de iguales. La libertad del griego clásico no tenía aún nada que ver con la noción de libertad interior de la época helenística, cuando, destruida la autonomía de la polis por el poder imperial, los estoicos  como Epícteto pudieron llegar a decir que el hombre puede ser libre incluso cargado de cadenas. 
La religión olímpica fue una religión cívica y política cuya función social y política fue la de integrar socialmente a los ciudadanos, mediante su participación en los ritos y en el culto, en las instituciones y en los grupos sociales, reconciliándolos con sus funciones políticas como magistrados, padres de familia etc. Frente a esta religión oficial del Estado griego, que fue la religión de la clase dominante, la religión de unos hombres que, satisfechos con la vida terrenal, de la belleza y bondad del mundo, de la fuerza  y armonía de su propio cuerpo, no anhelaban otro mundo distinto y mejor que el terrenal, ni imaginaban un juicio "post mortem", en el que los buenos serían premiados y los malos castigados, se desarrollaron una serie de religiones místicas, como el culto a Dionisos, cuya función fue contraria a y complementaria de la religión oficial del Estado. El culto de estas religiones místicas se dirigía a dioses que no eran políticos, que no tenían templos, que arrastraban a su fieles lejos de la ciudad hasta la naturaleza salvaje. Estas religiones no buscaban la integración política de los fieles, sino la evasión de la realidad social, la emancipación de la misma mediante la provocación de estados extáticos, de locura o manía, tendentes a la salvación individual. Estos cultos místicos encontraron su base social preferentemente entre marginados sociales, mujeres y esclavos.
La religión órfica, fundada por el legendario Orfeo, surgió en el Ática, pero pronto se extendió por la Magna Grecia, el sur de Italia, y Sicilia. Los órficos creían en la transmigración de las almas y en la necesidad de que los fieles purificasen su alma para sustraerse así del ciclo de las reencarnaciones. El orfismo influyó en Pitágoras, Empédocles y Platón, quien también creyó en la teoría de la transmigración de las almas o metempsícosis.
La religión olímpica experimentó en el curso del siglo VI a.C. un radical ataque por parte de Jenófanes de Colofón, quien adoptando el nuevo espíritu racionalista, crítico y desmitificador de la incipiente filosofía jónica, sometió a la religión oficial a una despiadada crítica.. Jenófanes acusó a  la religión olímpica de antropomorfista,es decir,de hacer a los dioses "humanos, demasiado humanos", proyectando en ellos las características de los hombres " Si los bueyes, los caballos o los leones tuvieran manos y fueran capaces de pintar con ellas y de hacer figuras como los hombres, los caballos dibujarían las imágenes de los dioses semejantes a caballos y los bueyes semejantes a las de los bueyes y harían su cuerpo tal y como cada uno de ellos tiene el suyo".De etnocentrista, pues, ingenuamente, adornaba a los dioses con las características étnicas de los griegos: "Los etíopes dicen que sus dioses son chatos y negros, los tracios que tienen los ojos azules y el pelo rubio". Y anticipándose a Platón, Jenófanes la acusó también de ser inmoralista, pues atribuía a los dioses defectos y vicios humanos:" Homero y Hesíodo han atribuido a los dioses cuantas cosas constituyen vergüenza y reproche entre los hombres, el robo, el adulterio y el engaño mutuo".
La tendencia a la abstracción característica de la emergente filosofía jonia, manifiesta en la crítica al antropomorfismo y al etnocentrismo se evidencia en la crítica de Jenófanes al politeismo de la religión olímpica desde una perspectiva monoteista:"Existe un sólo dios, el mayor entre los dioses y los hombres, no semejante a los mortales ni por su cuerpo ni por su pensamiento".                             
  
Mito y logos: el nacimiento de la filosofía y de la ciencia.

" Antes de todo existió el Caos. Después Gea, la de amplio pecho, sede siempre segura de todos los Inmortales que habitan en las nevadas cumbres del Olimpo. (En el fondo de la tierra de anchos caminos existió el tenebroso Tártaro.) Por último, Eros -el más hermoso entre los dioses inmortales- que afloja los miembros y cautiva de todos los dioses y hombres el corazón y la sensata voluntad en sus pechos. Del Caos surgieron Erebo y la negra Noche.A su vez, de la Noche nacieron el Eter y el Día, a los que alumbró preñada por contacto amoroso con Erebo. Gea dio vida primero al estrellado Urano con sus mismas proporciones, para que la contuviera por todas partes y poder ser así sede siempre segura de los felices dioses." (Hesíodo. Teogonía.)

En el siglo VI a.C. se produjo en las dinámicas ciudades de la Costa jonia como Mileto un cambio de mentalidad que modificó sustancialmente la forma de pensar y de interpretar la realidad  de los griegos de la época arcaica y que dió a luz a la filosofía. Este cambio de mentalidad que engendró la filosofía y la ciencia, desplazando gradualmente a las anteriores explicaciones míticas no fue ningún "milagro griego", como etnocéntricamente pretendió Burnet, sino que fue solidario de, condicionándolas y siendo condicionado por ellas, un conjunto de transformaciones que afectaron a la sociedad griega arcaica, como la generalización de la economía monetaria, debida a la expansión del comercio, la extensión de la escritura alfabética y las transformaciones jurídico-políticas que condujeron al desarrollo de la democracia en muchas poleis griegas.
Consecuencia de dichos cambios fue el declive del mito, del pensamiento mítico, y la aurora del logos, del pensamiento racional. Este cambio de mentalidad, a diferencia de lo que ocurrió con la ciencia moderna, que tuvo que luchar contra la ortodoxia religiosa, católica y protestante, no exigió una lucha de la incipiente filosofía contra la religión oficial del Estado griego, pues ésta no se basaba en la revelación, carecía de profetas, de libro sagrado, de casta sacerdotal permanente y de iglesia para definir la ortodoxia y la herejía. La religión griega estaba constituida, en el plano de las creencias, por un conjunto de relatos mitológicos creados por poetas anónimos y populares, recopilados y racionalizados por Homero y Hesíodo, que se reinterpretaban y recreaban constantemente y tenían multitud de variantes locales. Por ello, la naciente filosofía no rompió con la mitología que expresaba la religiosidad tradicional, sino que conservó la dualidad que la religión griega establecía entre los dioses, indestructibles e invisibles y los fenómenos naturales, mutables y perecederos y visibles. Así, para la filosofía naturalista presocrática, el dominio de los fenómenos naturales es el reino del  devenir, del nacimiento y de la muerte, pero los principios constitutivos del mismo son eternos e indestructibles.
Pero veamos más de cerca el significado de estas dos palabras: mito y logos."Mythos"  significaba originariamente "palabra", "sentencia", "anuncio", "la cosa misma", "la realidad", pero después pasó a significar  "fábula", "historieta", "cuento", significado peiorativo que acabó por predominar en la cultura griega debido al proceso de secularización que experimentó con la crítica fisolófica.
Los mitos eran los relatos de las actividades de los dioses. Narraban  acontecimientos que tuvieron lugar en el tiempo primordial y fabuloso de los orígenes. Los mitos contaban como gracias a las hazañas de los seres sobrenaturales una realidad  comenzó a existir, bien sea esta realidad el Cosmos, bien una realidad particular, como una isla, una planta o una institución como el matrimonio. Los mitos eran relatos de creación, considerados por los hombres de las culturas míticas, como historias sagradas y verdaderas, como dice Mircea Elíade.
Los mitos desempeñaban en las sociedades instaladas en la cultura mítica, como la de la Grecia arcaica, básicamente tres funciones: teórica o explicativa, práctica o ética y religiosa.
En efecto, los mitos proporcionaban a los griegos arcaicos, una explicación poética sobre el origen de ciertas realidades, como plantas, animales etc...otorgando al hombre una cierta forma de conocimiento y de dominio mágico de dichas realidades.
 Los mitos proporcionaban a los griegos de la época arcaica los modelos ejemplares de todos los ritos, tradiciones, costumbres y actividades humanas significativas, desempeñando así una función conservadora y legitimadora  de las formas de vida tradicionales y de la distribución del poder y de la riqueza.
Los mitos desempeñaban, por último, una función religiosa, al posibilitar al griego arcaico revivir el tiempo mítico, fuerte y sagrado de los orígenes, y permitirle evadirse del tiempo débil de la vida cotidiana.   
   El pensamiento mítico predominante en la sociedad griega arcaica, mediante él cual los hombres interpretaban el mundo, fundamentaban y justificaban las costumbres, las tradiciones, la moral y el poder, cedió gradualmente su influencia al logos,(palabra,razón), al pensamiento racional, forma de interpretación y explicación de la realidad que, en lugar de apelar a la intervención de seres sobrenaturales para explicar los fenómenos naturales, comenzó a buscar los principios y las causas de los fenómenos naturales en la misma naturaleza, lo que convirtió a ésta en un dominio previsible al estar regulado por leyes, en lugar de depender del capricho y de la voluntad de los dioses.
Esta nueva forma de pensar, lógica y racional, expresión de la voluntad de dominio y de control de la naturaleza y de la sociedad de las nuevas clases sociales emergentes, comerciantes y artesanos, caracterizadas por una concepción técnica y pragmática de la realidad, se abrió paso gradualmente en la sociedad griega, desplazando al mito, forma cultural ligada a la interpretación de la realidad de la declinante clase aristocrática. 
Frente a la imaginación poética a la que recurría el mito, el logos, el discurso racional, centró su atención en la búsqueda de los principios, las razones y las causas de las cosas. Platón, en su obra "Protágoras" distinguió el "Mythos" del "Logos"en los siguientes términos: "La primera es una narración que no aporta pruebas, declarándose libre de compromisos. La segunda, si bien puede ser también una narración o discurso, consiste esencialmente en argumentar o probar." Aristóteles, sin embargo, subrayó la continuidad entre ambas formas de pensamiento al decir en su Metafísica que: ...por eso también el que ama los mitos es en cierto modo filósofo; pues el mito se compone de elementos maravillosos."
En el curso de la evolución de la cultura griega, la filosofía pasó por tres fases: la presocrática, que se desarrolló en el curso del S. VI a.C., la filosofía clásica, desarrollada a lo largo del S.V  y IVa.C. y la filosofía helenística, que se extendió entre los siglo III y II a.C.
La filosofía presocrática se caracterizó por la crítica de la cultura mítica y por una interpretación naturalista de la physis o naturaleza. Buscó los principios, causas y elementos de las cosas físicas, recurriendo a metáforas procedentes de la vida social, política y técnica, como Anaximandro que concibe el Cosmos como una ciudad ordenada gracias al imperio de la ley de la Justicia, o Heráclito, para el que el proceso de intercambio entre el fuego, principio de las cosas naturales y éstas, es aclarado mediante la metáfora del intercambio ilimitado en el mercado del oro por las mercancías y de las mercancías por el oro o como Filolao, que concibe el cosmos como un hogar, en cuyo centro arde el fuego.
La filosofía de la época clásica, donde brillan con luz inextinguible estrellas como Protágoras, Gorgias, Sócrates, Platón y Aristóteles, da un giro antropológico. Pasa de physis a polis. Sin abandonar la especulación sobre la naturaleza, centra su atención en el hombre, la sociedad y el Estado, reflexionando sobre el origen, fundamento y validez de las costumbres de la polis mediante la antinomia physis/nomos, naturaleza y convención, natural y artificial, consagrando así categorías vigentes todavía en las actuales ciencias humanas.
La filosofía helenística es ya expresión de un mundo roto, de una realidad alienada. Su función será justificar la renuncia, legitimar el acatamiento, consolar al ciudadano por la pérdida de la polis. Destruida la autonomía política de las poleis, disuelto el vínculo político que unía al ciudadano con su polis, ésta se disuelve en muchedumbre de individuos atomizados, que anteponen sus intereses al bien común. Se sustituye imaginariamente la ciudadanía por el cosmopolitismo, pero el sueño fraternal de cínicos y primeros estoicos, que se imaginan ciudadanos de la república del Cosmos, obedeciendo sólo a las  igualitarias leyes naturales, pronto se ve convertido en la pesadilla del poder universal de los nuevos imperios, que instrumentalizan la utopía naturalista cínica, convirtiéndola en ideología legitimadora del nuevo orden imperial.
La filosofía de la naturaleza se convertirá en los filósofos helenísticos en instrumento de la ética. Buscará reconciliar a los individuos con un mundo alienado, recomendándoles, como Epicuro "vivir en lo oculto", retirarse a la vida privada, abandonando el espacio de la alienación política, o presentando el orden cósmico como necesario e ineluctable para un sabio cuya libertad consistirá en el reconocimiento de la necesidad, como harán los estoicos.
Por último, durante la época helenística se profundizará el proceso de división del trabajo intelectual que había comenzado en las escuelas ateniense como el Liceo, desarrollándose las disciplinas científicas particulares como la matemática, la astronomía y la física, bajo la protección estatal.   
Actividades:

Texto nº1: El realismo de los antiguos y el idealismo de los modernos.

"Comienza el último giro de nuestra espiral y, como siempre, al iniciar un nuevo círculo, vuelve a resonar la definición inicial de la filosofía -que es conocimiento del Universo o cuanto hay. Lo primero que necesitamos hacer es hallar qué realidad de entre cuantas haya la hay indudablemente, es dir, qué del Universo nos es dado. En la actitud nativa de la mente, para el hombre primitivo y antiguo, para nosotros mismos, cuando no filosofamos, parece dado y real el cosmos, las cosas, la naturaleza, el conjunto de lo corpóreo. . Eso es lo que primero se toma como real, como ser. El filósofo antiguo busca el ser de las cosas e inventa conceptos que interpreten su modo de ser. Pero el idealismo cae en la cuenta de que las cosas, lo exterior, el Cosmos tiene una realidad, un ser problemático que, indudablemente, sólo existe y es nuestro pensar las cosas, lo exterior, el Cosmos. Y así descubre una nueva forma de realidad, de ser verdaderamente primordial y seguro, el ser del pensamiento." Ortega y Gasset. ¿Qué es filosofía?.

1.- Cuestiones sobre el texto:
      a.- Identifica el problema filosófico que propone Ortega(Para ello, relee el apartafo "La
           visión realista del Kosmos en la U.D.1 y la U.D. X. Puedes consultar también en un
           diccionario de Filosofía las voces "realismo" e "idealismo".
      b.- Analiza la estructura argumentativa del texto.
2.- Cuestiones sobre el autor:
      a.- Relaciona el texto con el pensamiento del autor.(Puedes consultar la U.D. X y el
           Diccionario de grandes filósofos de Ferrater Mora.)
      b.- Desarrolla el tratamiento del problema de la realidad radical en la filosofía de
            Nietzsche.
3.- Cuestiones sobre la época:
      a.- Expón la relevancia del problema de la realidad radical en el contexto histórico,
            sociocultural y filosófico de la Edad antigua.  
      b.- Relaciona el texto y el pensamiento Ortega con el marco filosófico, histórico y
            sociocultural de la época.
4.- Cuestiones sobre la historia16/10/74
      a.- Explica como trató el problema de la realidad radical Descartes en la Edad Moderna.
      b.- Explica las influencias ejercidas por Ortega, así como la vigencia y las repercusiones
            actuales de su pensamiento.

Texto nº 2: El mito de Prometeo y Epimeteo. Del diálogo platónico  titulado "Protágoras"

"Hubo una época en la que ya existían los dioses, pero aún no las especies mortales. Llegado el momento fijado por el destino para el nacimiento de estas últimas, los dioses las modelaron en el seno de la tierra mediante una mezcla de fuego, tierra y de aquéllos otros elementos que se combinan con ambos. Y llegado el momento de sacarlas a la luz, ordenaron a Prometeo y Epimeteo que distribuyesen entre ellas las cualidades de un modo ordenado y adecuado.
Epimeteo pidió a Prometeo que le dejase hacer tal distribución: "Una vez hecha, le dijo, tú la supervisarás". Y después que le convenció, inició su tarea. En el reparto dio a unas especies fuerza sin velocidad, y a las más débiles les otorgó ésta; a otras les concedió defensas naturales, y a las que carecían de ellas dióles un medio distinto para su seguridad. A las que hizo indefensas por su pequeñez, les otorgó alas para huir o una morada subterránea. A las que dotó de gran tamaño, con él se les concedió su seguridad. Y así distribuyó equilibradamente todas las cualidades, para que ninguna especie pudiera ser aniquilada.
Y una vez que dio medios a cada especie para poder escapar a la recíproca destrucción, distribuyó defensas contra las inclemencias climatológicas venidas de Zeus, revistiéndolas de espesas pelambres y gruesas pieles aptas para proteger ya del frío, ya del calor, y para que, cuando fueran a dormir, esas mismas pelambres y pieles les sirvieran de lecho natural. Y calzó a unos con a modo de zuecos, a otros con resistente piel por la que no circula la sangre.
Procuró después distintos alimentos cada especie. A unas hierba de la tierra, a otras frutos de los árboles, a otras, raices; incluso  a algunas les dio como alimentos devorar a otros animales: Dio a éstas poca fecundidad, en tanto que se la otorgó abundante a sus víctimas, asegurando así la conservación de la especie.
Al final Epimeteo, que no era muy inteligente, se dio cuenta que había consumido todas las cualidades en los seres irracionales, y que había dejado a la especie humana carente de ellas. Y no sabía qué hacer.
En medio de sus dudas, se presentó Prometeo para supervisar la distribución, viendo a los demás animales bien provistos de todo, pero que el hombre estaba desnudo, descalzo, privado de abrigo e inerme. Y era inminente la llegada del día fijado por el destino, en el que el hombre tenía que emerger del seno de la tierra a la luz.
Apurado por el problema de cómo encontrar para el hombre un medio de conservación, Prometeo robó a Atenea el secreto de las artes y a Hefaistos el del fuego, pues sin éste, aquéllas no hubieran podido ser adquiridas ni utilizadas, y los entregó al hombre. Así entró el hombre en posesión de las artes necesarias para la vida, excepto una, la política, que no le fue concedida, pues Prometeo no pudo entrar en la Acrópolis, vivienda de Zeus, defendida por formidables centinelas. Por el contrario, sin ser visto entró en la morada común de Atenea y Hefaistos, donde ejercían sus artes, y apoderándose de la del fuego, perteneciente a él, y de las de ella, se las entregó a los hombres. De este modo, el hombre tuvo lo necesario para la vida. Mas Prometeo, según narra la tradición, tuvo que soportar después el castigo de su robo.
Al ser partícipe el hombre de un privilegio divino, en primer lugar, fue el único entre los animales que, por su común origen con los dioses, creyó en ellos y les honró con la construcción de altares y estatuas. Después obtuvo con rapidez el arte de emitir sonidos y palabras articuladas, e inventó la vivienda, el vestido y el calzado, los medios para cubrirse y el aprovechamiento de los alimentos que provienen de la tierra. Pero los hombres, pese a estar así provistos, vivieron  en un principio dispersos, sin que existiera la sociedad. Por eso, fueron víctimas de las fieras, al ser más débiles que ellas en todos los aspectos, ya que su habilidad práctica les bastaba para atender a la alimentación, pero era insuficiente para combatir a aquéllas.
Y esto se debía a que no poseían el arte de la política, de la que es parte el de la guerra.
Trataron entonces de reunirse y proveer a su conservación mediante la fundación de grupos sociales, pero, una vez reunidos, se dañaban recíprocamente, por carecer del arte de la política, de modo que se dispersaron de nuevo y siguieron pereciendo.
Temiendo Zeus que nuestra especie se aniquilara, envió a Hermes para que trajera a los hombres el sentido del respeto y de la justicia, a fin de que sirviesen en la sociedad de principios ordenadores y de lazos productores de amistad.
"¡ De qué modo, preguntó Hermes a Zeus, he de hacer la distribución entre los hombres del respeto y de la justicia?. ¿ Acaso tal como se hizo con las artes?.Éstas se han repartido de tal manera que sólo un médico basta para muchos profanos, e igualmente sucede con las demás profesiones. ¿Debo, pues, distribuir a los hombres el respeto y la justicia con igual criterio o he de repartirlos entre todos?"
"Entre todos, dijo Zeus, de modo que cada uno tenga su parte, ya que la sociedad no podría subsistir, si, al modo que sucede en las demás artes, sólo unos pocos participaran de ellos. Y en mi nombre les dictarás esta ley: que se mate, como a una peste social, al que no pueda ser partícipe del respeto y de la justicia." Platón. Protágoras.     

1.- Cuestiones sobre el texto:
      a.- Identifica el o los problemas filosóficos tratados en el texto y la/s frase/s que lo/s
           recogen.
      b.- Analiza la estructura argumentativa del texto.
2.- Cuestiones sobre el autor:
      a.- Relaciona el texto con el pensamiento del autor.(Consulta para ello el apartado de la
          U.D.1 titulado La democracia en la Atenas de Pericles y el apartado dedicado a
          Protágoras de la U.D.2.)
      b.- Desarrolla el tratamiento del problema de la democracia y el derecho a la
            participación política en Platón. (Consulta para ello, la U.D. 3)
3.-Cuestiones sobre la época:
      a.- Explica la relevancia que alcanzó el tema de la democracia en el contexto histórico,
           sociocultural y filosófico del mundo griego antiguo.
      b.- Relaciona el texto y el pensamiento de Protágoras con el marco filosófico, histórico y
            sociocultural de su época.
4.- Cuestiones sobre  la historia:
      a.- Explica el tratamiento del problema de la democracia en Marx. (Consulta para ello la
           U.D. X)
      b.- Expón las influencias, repercusiones y vigencia actual del pensamiento de Protágoras.

Temas para debate:
En el epígrafe titulado La posición de la mujer en Grecia, dijimos que en el imaginario griego la mujer estaba relacionada con todos los elementos negativos de la tabla de los opuestos elaborada por el pitagórico Alcmeón de Crotona: lo ilimitado, la pluralidad, la siniestra etc. ¿En qué medida se ha superado en nuestros días ese prejuicio machista sobre la mujer?. Busca expresiones, refranes y frases hechas en las que aparezcan prejuicios negativos sobre la mujer. ¿Qué relación ves entre dicho prejuicio antifeminista y el fenómeno actual de las agresiones a la mujer en el contexto familiar?.

Biblioteca:

-Jean Pierre Vernant y otros. El hombre griego. Alianza Editorial. Madrid. 2000.
El libro ofrece un retrato original del hombre y del mundo griegos, describiendo los tipos y
personajes más representativos de la sociedad griega antigua: el ciudadano, el militar,el
hombre en el contexto familiar, el hombre y los dioses etc.
-Jean Pierre Vernant. Mito y pensamiento en la Grecia antigua. Ariel. 1993.
El prestigioso investigador francés reconstruye el perfil del hombre griego en su contexto
socio-cultural y analiza las profundas transformaciones sociales y culturales que condujeron
al nacimiento de la filosofía en el mundo griego.
-  C. Castoriadis. El ascenso de la insignificancia Cátedra. 1998.
Colección de textos recientes del fundador de Socialismo o barbarie dedicados a la situación
 contemporánea y a la reflexión sobre la sociedad y la política. Especialmente significativo y
 relevante es el texto titulado "Imaginario político griego y moderno", donde traza las
 diferencias entre la democracia  antigua y la democracia representativa moderna.
-Mircea Elíade. Mito y realidad. Guadarrama. 1981.
Texto clásico del historiador de las religiones Mircea Elíade en el que define la naturaleza del
 mito, analiza la relación del mito con otros aspectos de la cultura, como la ontología y la
 historia y trata la cuestión de la pervivencia del mito en el mundo moderno.
-Carlos García Gual. Introducción a la mitología griega. Alianza Editorial. 1992.
Texto didáctico y ameno en el que García Gual define el mito, relaciona la mitología y la
 tradición poética, presenta y caracteriza a los doce dioses del panteón olímpico y a las
 principales divinidades menores y ofrece al lector las diversas interpretaciones del fenómeno
 cultural del mito.

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