miércoles, 12 de octubre de 2011

LA FILOSOFÍA HELENÍSTICA

LA FILOSOFÍA HELENÍSTICA
La filosofía helenística es la producida a lo largo de la época helenística, que se extiende convencionalmente desde el año 323 a. C., en el que murió Alejandro Magno y el año 30 a.C., en que Egipto fue convertido en provincia romana.
Muerto Alejandro, sus generales y jefes de la guardia se repartieron los territorios de su Imperio, convirtiéndose en sus sucesores ( diádokhoi). A Ptolomeo le correspondió Egipto, a Lysímakhos Tracia, a Antigonos Frigia, en Anatolia y en Grecia, seguía siendo rey Antípatros.
Durante la primera parte de la época helenística, siglo III a. C., reinó una gran prosperidad económica hasta la paz de Apamia, en 188 a. C. Desde dicha fecha hasta el año 30 a. C. se expandió imparablemente Roma por todo el Mediterráneo Oriental.
Como consecuencia de la conquista de la Hélade por Macedonia, Atenas y las poleis griegas perdieron toda relevancia política, pero su prestigio cultural y filosófico siguió irradiándose por el mundo helenístico, pese a la creación en Egipto de la Biblioteca y el Museo de Alejandría. El griego se convirtió en la lengua común de los extensos territorios helenísticos.
PRINCIPALES CORRIENTES DE LA FILOSOFÍA HELENÍSTICA
1.- LA ESCUELA CÍNICA
La escuela cínica fue fundada por Antístenes, hijo de un ateniense pobre y de una esclava tracia. Fue discípulo de Gorgias y de Sócrates, de quien heredó su estilo de vida austero,  independiente y crítico.
Antístenes polemizó con Platón, cuya teoría de las Ideas criticó. Con ironía caústica decía que veía a este caballo, pero no al caballo en si, con lo que pretendía denunciar la irrealidad de las Ideas platónicas.
Basándose en la dicotomía sofista entre Phycis y nomos, impugnó las tradiciones, costumbres y leyes positivas atenienses acusándolas de ser convencionales, arbitrarias y antinaturales, por lo que recomendó, como Antifon, vivir conforme a las leyes naturales y convertirse así en cosmopolita, ciudadano del cosmos, regido por las leyes naturales, universales, necesarias e inmutables, en lugar de comportarse con arreglo a las convencionales y cambiantes leyes positivas.
Utópico y ácrata, propugnó el amor libre y el comunismo, y consideró que el bien supremo y el ideal de vida es la  autarquía, la libertad y el autodominio, fines que consideraba accesibles mediante el desprecio y la renuncia a los bienes convencionales: riquezas, poder, fama. Propugnó la mala fama, signo para él de la independencia de espíritu y de la emancipación del rebaño de los bienpensantes.
Su discípulo Diógenes de Sinope realizó el ideal de vida cínico propuesto por su maestro, convirtiéndose en vagabundo, sin familia, sin patria, sin bienes, en la creencia de que la auténtica libertad radica en la emancipación de las necesidades artificiales. Consideraba así que el hombre sabio y libre necesita pocas cosas y que las que necesita las necesita poco y que es más libre cuanto menos posee y menos desea, pues el poseedor es poseído por sus posesiones.      
2.- LA ESCUELA ESCÉPTICA
Pirrón de Elis (365-275 a. C.) fue el fundador de la escuela escéptica. Pirrón aceptó las tesis fenomenistas, relativistas y escépticas de Protágoras y Gorgias y sostuvo que no puede conocerse como son las cosas en sí mismas, sino sólo su apariencia fenoménica, por lo que el conocimiento es relativo al sujeto y no hay manera de decidir acerca de la verdad de opiniones antagónicas.
Influído por su conciencia del pluralismo cultural ( se dice que acompañó a Alejandro en su expedición de conquista  de la India), sostuvo también el relativismo moral.
Su discípulo Timón de Fliunte, nacido hacia el 320 a. C.,  propugnó también el fenomenismo: “me niego a admitir que la miel es dulce, admito que me parece dulce”, dicen que dijo. No negaba que existieran las cosas en sí mismas o que tuvieran una naturaleza propia. Pero consideraba que tales cosas en sí son no manifiestas, inaccesibles e incognoscibles para nosotros. Por ello, sólo podemos conocer las cosas relativamente a nosotros, a nuestra situación, a nuestro aparato sensorial es decir, como cosas en y para nosotros, como apariencias, representaciones o fenómenos. Como dirá Sexto Empírico después: “Nadie discute las representaciones, lo que ponemos en duda es que con ellas coincidan los objetos representados”
Timón sostuvo también que la demostración racional de verdades es imposible, pues o bien se efectúa a partir de primeros principios indemostrables, o bien supone una regresión infinita en el proceso de busca de los primeros principios.
Como no se puede conocer como son las cosas en sí, independientemente de nuestras representaciones de ellas, Timón propuso suspender el juicio (epokhé) sobre lo que las cosas sean en sí mismas. La epokhé es el primer paso hacia la sabiduría. El segundo es la aphasía, la abstención de afirmar o negar, que acaba con las inquietudes y temores del alma humana, creando las condiciones para la imperturbabilidad y la tranquilidad del alma, ataraxía, en el que consiste la felicidad, fin último que persigue el sabio
El escepticismo penetró también en la Academia platónica. El académico Arcesilao (213- 128 a. C.), basándose en la docta ignorancia socrática, en el carácter aporético de los diálogos juveniles de Platón y en la tesis platónica del Teeteto según la cual la percepción sensible no nos hace conocer la realidad, concluyó, contra su maestro, que no se puede conocer la verdad de las cosas. Por ello, ante sus discípulos no sostenía ninguna tesis, limitándose a refutar las que los alumnos le presentaban o como hacía Protágoras en sus Antilogias, demostraba sucesivamente tesis contradictorias.
Carneades (213-128 a. C.), digno sucesor en la Academia de Arcesilao, enviado a Roma en el año 156 a. C., se dice que pronunció dos discursos. En el primero sostuvo la tesis socrática de que vulnerar la justicia daña más al infractor que a la víctima y en el segundo que perjudica más a quien la padece que a quien la comete, sosteniendo que los grandes Imperios han llegado a serlo gracias a las agresiones injustas contra sus vecinos.
Clitómaco (180-110 a. C.), también académico desarrolló una teoría de los grados de probabilidad, proponiendo que la probabilidad debería ser la guía en nuestra vida.
Otros escépticos célebres fueron Enesidemo y Sexto Empírico, quien sistematizó las tesis escépticas en tres listas de tropos o figuras:
3) EL EPICUREISMO
El fundador del epicureismo fue Epicuro de Samos (324-271 a. C.). Influído por Demócrio, su física fue atomista. Pero atribuyó peso a los átomos que se mueven eternamente en el espacio vacío, así como la capacidad de desviarse aleatoriamente de su trayectoria de caída (clinamen). Desviación que privaba de fundamento al mecanicismo determinista de la física de Demócrito y posibilitaba la libertad humana, imposible en la física determinista de Demócrito.
Su teoría del conocimiento o canónica sostenía que el hombre conoce las cosas materiales a través de la sensación, que se produce por contacto de las cosas materiales y de los órganos de los sentidos. Dicho contacto genera en el alma imágenes de las cosas. Por ello, consideraba que la percepción es el criterio de verdad: “Lo verdadero es aquello que realmente se ha visto o aquello que sobre la base de la observación se ha concebido con el pensamiento”. La repetición de imágenes genera los conceptos, que forman la base de nuestra actividad racional. Las opiniones formadas por la razón son verdaderas si son confirmadas por la percepción sensorial y falsas en caso contrario. Las opiniones referidas a lo imperceptible son falsas si contradicen lo perceptible, verdaderas, si no hay nada que las contradiga en la experiencia sensible, como el vacío, supuesto necesario del movimiento de los cuerpos y no refutado por la percepción.
Su ética fue hedonista. El bien supremo es el placer, definido como ausencia de dolor e intranquilidad. El placer se experimenta cuando se elimina el dolor físico, causado por la necesidad y el mental, causado por el miedo.
Epicuro distinguió tres clases de necesidades: las naturales necesarias, como el comer y el beber, las naturales y no necesarias, como el sexo, los hijos y las necesidades vanas y superfluas procedentes de las opiniones erróneas. Las primeras se satisfacen fácilmente. Respecto de las segundas y terceras hay que hacer un cálculo de placer para ver si merece la pena satisfacerlas o si hacerlo nos produce más incomodidades que satisfacción, en cuyo caso deberíamos renunciar a ellas para alcanzar la ataraxía o estado de imperturbabilidad del alma.
La filosofía tiene como fin supremo permitir al sabio alcanzar la felicidad. Proporciona argumentos para quitar a los hombres el miedo a los dioses, que, indiferentes a los hombres, no se toman la molestia de premiar  o castigar a los hombres en la otra vida, porque no hay otra vida, ya que el alma del hombre, compuesta de átomos como su cuerpo, es tan mortal como éste. También es absurdo e irracional temer a la muerte, pues mientras estamos vivos, la muerte no es nada para nosotros y cuando morimos, no estamos ya presentes para sentirla, pues la muerte acaba con toda sensación. Tampoco debemos temer al dolor, que si es fuerte mata pronto y si es débil es soportable.
Epicuro recomendó vivir en lo oculto, es decir, la retirada de la vida pública a la vida privada, en una época en la que, perdidas las libertades cívicas y políticas era fácil para el ciudadano sentirse ajeno a la política, y cultivar la amistad, el valor supremo junto con el placer.
Epicuro influyó en la filosofía del romano Lucrecio Caro Tito, gracias a cuya obra De rerum natura conocemos la filosofía atomista grecorromana.
4.- EL ESTOICISMO
Los historiadores de la filosofía distinguen tres fases en el desarrollo de la filosofía estoica: el escepticismo antiguo, representado por Zenón de Citio ( 326-264 a. C., fundador de la escuela, Cleantes (  232 a. C.) y Crisipo 281- 208 a. C.), el escepticismo medio, representado por Panecio (180-110 a.C.), introductores del escepticismo en Roma y el escepticismo tardío , representado por Séneca ( 4 a. C.-65 d.C.) Epícteto ( 50- 138 d.C.) y Marco Aurelio (121-180 d.C.).
Los estoicos dividieron la filosofía en tres partes: la lógica, la física y la ética, representándolas metafóricamente por los muros protectores, el árbol y los frutos respectivamente.
Lógica y teoría del lenguaje. Los estoicos ampliaron la lógica silogística aristotélica añadiéndole la lógica proposicional, en particular cinco formas de inferencia deductiva:





Su teoría del lenguaje distingue entre el significante, el significado y el objeto real. El significante,  sea un sonido o signo gráfico, es material.El objeto real es también material. Sólo el significado es incorpóreo. “Hablar es exteriorizar vocalmente pensamientos y conexiones de pensamientos”.
Teoría del conocimiento
Cuando las cosas materiales afectan nuestro cuerpo alteran nuestra alma material, produciendo en ella huellas como si se tratara de cera, en la que quedan marcas de los objetos duros que la afectan. Las impresiones producidas por las percepciones se enlazan unas con otras. Los conceptos generales surgen naturaelmente a partir de las diferentes percepciones, siendo esto lo que los estoicos llaman prolepsis o anticipación.
El conocimiento comienza con la sensación. Todas las representaciones y conceptos proceden de ella. Los conceptos derivados de la experiencia son comunes a todos los hombres y les sirven de anticipaciones. El conocimiento sensible y conceptual de las cosas materiales se expresa en juicios, de los que se deducen otros juicios mediante razonamientos.
Los estoicos mencionaron dos criterios de verdad: el lógico y el empírico. Según el primero, un enunciado es verdadero si no es autocontradictorio o si se sigue de otro lógicamente. Así, si p  q y p  entonces q es verdadero. Según el criterio empírico, que se emplea para comprobar la verdad de las premisas, ya que estas no pueden verificarse lógicamente, so pena de una regresión infinita, un juicio es verdadero cuando se corresponde con la realidad.
La FÍSICA estoica es monista y materialista. Monista porque todas las cosas materiales proceden de un arché que es el fuego, como quería Heráclito. Materialista porque todo lo existente, excepto el significado de las palabras, es material. Del fuego proceden todos los demás elementos: aire, agua y tierra, que son materiales, así como los minerales, la plantas, los animales y el hombre. Su cosmología es muy similar a la de Aristóteles.
El universo entero y las cosas particulares que lo constituyen están compuestos de dos principios: la materia, inerte y pasiva, y el fuego, principio activo, dinámico, viviente y vivificador, formativo y artista, El Fuego, como en Heráclito, se identifica con el Logos y con Dios, que, por tanto, no es trascendente al mundo, sino inmanente a él (panteísmo).
El fuego, activo, se mezcla con el aire y produce el pneuma o soplo, principio responsable de la unidad, la cohesión y la vida de las partes de las que se componen las cosas particulares y de las múltiples cosas que componen el mundo. Los estoicos sostuvieron, como Platón la existencia de un alma del mundo, que es un organismo vivo. El pneuma penetra cada cosa, uniendo sus partes entre sí como un campo de fuerza y generando las múltiples cosas del mundo. La fuerza cohesiva del pneuma es mínima en las cosas inorgánicas, aumenta en las plantas y los animales, concediendo a estas unidad, vida y percepción El alma humana es un chispa del fuego divino, participando de la razón cósmica.
Como Heráclito, que mantuvo que el Cosmos es fuego eterno que se enciende según medida y se apaga según medida, los estoicos adoptaron una concepción dinámica de la naturaleza, según la cual el devenir es cíclico, distinguiéndose en él dos momentos opuestos: la creación y la destrucción. Todo el universo surge del fuego y a él retornará, siendo destruído y consumido por él en una gran conflagración universal (ekpirosis), que reducirá el mundo a cenizas, de las que volverá a renacer un mundo nuevo y purificado.   
     Relacionada con la concepción cíclica del devenir del Cosmos está la teoría del eterno retorno, según la cual todo lo que acontece ha ocurrido ya innumerables veces, es decir, que lo que ocurrirá en el futuro no será nada nuevo, sino repetición de lo acaecido en el pasado, que vuelve a repetirse en el presente

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