domingo, 8 de julio de 2012

Kant y la ilustración europea 1


    Se entiende por Ilustración el movimiento cultural que aconteció en la Europa de los siglos XVII y XVIII en el marco sociopolítico del Antiguo Régimen y del desarrollo de la sociedad  burguesa y capitalista. Los filósofos y pensadores ilustrados, pertenecientes a la burguesía ascendente, criticaron la sociedad estamental, el mercantilismo y  la monarquía absoluta, así como sus legitimaciones religiosas  y metafísicas, contribuyendo con sus críticas a la agitación cultural y política que promovió  las revoluciones liberales.

    Los orígenes remotos de la Ilustración pueden retrotraerse  a la crítica racional de las concepciones mitológicas vigentes en la Grecia arcaica realizadas por los filósofos presocráticos y sofistas, en especial a Protágoras con su doctrina del homo mensura, que hacía del hombre el fundamento de la vida social, a  Sócrates y a su crítica racional de los prejuicios y, ya en la Edad Moderna, a los artífices de la nueva ciencia renacentista, Copérnico, Galileo y a Descartes, defensor de la “luz natural de la razón”, común a todos los hombres.

    La Ilustración moderna se desarrolló primero en Inglaterra gracias a los filósofos empiristas, entre los que podemos contar a Bacon que, con su teoría de los ídolos, pretendía localizar y neutralizar críticamente los prejuicios para elaborar una ciencia inductiva que estableciese el Regnum homini sobre la naturaleza, a T. Hobbes, crítico de la legitimación teológica de la soberanía, que propuso una concepción  contractualista del origen de la sociedad y el Estado, a J.Locke, defensor también de la teoría contractualista de la sociedad y del Estado, del gobierno representativo y de la separación de los poderes del Estado, a David Hume, crítico radical de la metafísica y a Adam Smith, teórico del liberalismo económico.
    Desde Inglaterra, la Ilustración se extendió a Francia, donde los  filósofos ilustrados Voltaire, Diderot, D´ Alembert  y Rousseau, partícipes del gran proyecto editorial de la Enciclopedia, contribuyeron a las transformaciones socioculturales que condujeron a y prepararon la Revolución Francesa de 1789 y desde Francia pasó al resto de los países europeos y a Alemania, donde con Wolff y Kant, la Ilustración (Aufklärung) se caracterizó por el análisis de la Razón y en Kant por la crítica de la metafísica.  

    Desde Descartes, los ilustrados europeos concebirán metafóricamente a la Razón como una luz, la “luz natural de la razón” de Descartes, que disipará lo que Diderot llamaba los “centros de tinieblas”: los prejuicios, el oscurantismo y la superstición de los defensores del privilegio y de la tiranía del Antiguo Régimen, basado, como decía el Marqués de Sade, uno de los ilustrados franceses más radicales, en la “alianza entre el trono y el altar”. Esa es la razón por la que se conoce al siglo XVIII como la edad de la razón y el “siglo de las luces”, por la optimista creencia en el triunfo final de la luz de la Razón ante la oscuridad de la ignorancia, de la superstición y de los prejuicios que mantienen al hombre en una situación de servidumbre y de minoría de edad.

    CONCEPCIÓN ILUSTRADA DE LA RAZÓN

    Kant definió la Ilustración en los siguientes términos:La Ilustración consiste en el hecho por el cual el hombre sale de la minoría de edad. El mismo es culpable de ella. La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento sin la conducción de otro. Uno mismo es culpable de esa minoría de edad, cuando la causa de ella no yace en un defecto del entendimiento, sino en la falta de decisión y ánimo para servirse con independencia de él, sin la conducción de otros. ¡ Sapere aude”: Ten valor de servirte de tu propio entendimiento. He aquí la divisa de la Ilustración”. Kant. ¿Qué es la Ilustración?.

    Kant relaciona la Ilustración con el abandono de la infancia y el ingreso en la mayoría de edad, en la que el hombre ha de convertirse en un ser autónomo  y responsable y dejar de conducirse como un niño, obediente a las órdenes y leyes que recibe de los adultos. La Ilustración consiste en la autonomía de la razón, en tener el valor de pensar por sí mismo, de usar la propia razón para someter la realidad a un análisis racional para comprobar si es o no racional y erradicar los aspectos irracionales que existan en ella.

    Pero Kant, como los ilustrados en general, concibe la Razón como una realidad metafísica y ahistórica. Pues cree que la razón es una y la misma para todos los hombres, independientemente de la época histórica en la que hayan vivido y de la sociedad y de la cultura a la que pertenezcan. Cree, además, que la esencia de la razón es racional. Estas creencias ilustradas serán criticadas por el historicismo decimonónico, que resaltará los cambios históricos que experimenta la Razón, por el relativismo cultural de la antropología cultural, que subrayará que lo que se entiende por racional es distinto en las diferentes culturas y por el psicoanálisis freudiano, que señalará las raíces irracionales e inconscientes de la razón.  

    La razón ilustrada es crítica. Crítica de los prejuicios  y opiniones falsas que imposibilitan, obstaculizan o deforman el conocimiento de la realidad. Crítica de la revelación, es decir, de la pretensión dogmática de que la Biblia fue revelada directamente a sus escritores por el Espíritu Santo ( Lessing). Crítica de la ilusión religiosa, cuyo antropomorfismo revelan Hume, Feuerbach y Marx, y cuya utilidad para el control social recuerdan Sade, Max y Nietzsche. Crítica de la metafísica, desarrollada por el empirismo inglés, en especial por Hume y después por Kant. Crítica  política teocrática de la monarquía absoluta y de sus legitimaciones ideológicas. Pero también y fundamentalmente, crítica del orden social estamental, que privilegiaba a la nobleza y al clero en detrimento del tercer estado, la burguesía, que considerándolo irracional e injusto, reivindicó  un nuevo orden social basado en los ideales de la razón: Libertad, Igualdad y Fraternidad.     

     La razón ilustrada es utópica, persigue el ideal de la realización de la Razón en la sociedad y en la historia, tras la crítica destructiva de los obstáculos institucionales  e ideológicos que impiden el avance de las Luces.  Los ilustrados están persuadidos del carácter ineluctable y necesario del triunfo de la Razón.
     La razón ilustrada es progresista, cree piadosamente en que el sentido de la historia es la realización  de la Verdad, del Bien y de la Felicidad del género humano en la Historia, objetivos que se lograrán gracias al desarrollo de la ciencia y de la técnica, que mejorará gradual e ininterrumpidamente de las condiciones de vida  materiales y morales de la Humanidad y aumentará la felicidad  del género humano en este mundo. Rousseau constituye una excepción entre los ilustrados en lo que respecta a la creencia en el progreso, pues mantuvo la tesis de que el progreso de las artes y las ciencias, lejos de haber purificado las costumbres y de haber hecho mejores a los hombres, no ha extendido sino el vicio, la hipocresía, la alienación del hombre de la naturaleza y el progreso de la desigualdad y de la tiranía.

    La razón ilustrada procede en el curso de la modernidad a efectuar un proceso de secularización de la cultura europea,  un proceso de transferencia de sacralidad de Dios al Hombre, que sustituirá gradualmente al teocentrismo por el antropocentrismo, la concepción providencialista de la historia por la concepción progresista de la historia, la teocracia por la democracia,  el teismo por el deísmo y que culminará con el anuncio de la muerte de Dios por el ateo Nietzsche.

   Con el desarrollo del proceso de modernización y de racionalización de la realidad social y cultural que tiene lugar en la modernidad, se pasa del teocentrismo , que sitúa a Dios en el centro de la realidad natural, social e histórica al  naturalismo antropocéntrico, que sustituye a Dios por la Naturaleza y por el Hombre.

     Se produce una secularización de la filosofía de la Historia. La creencia cristiana en el sentido redentor y salvador de la Historia garantizado por la Providencia divina, cede  paso gradualmente a la creencia ilustrada en la idea de Progreso, que espera y confía en la realización del Reino de Dios no en el más allá celestial, sino  en el más acá terrenal de la Historia.

     Tiene lugar también una secularización de la legitimación ideológica del poder político, que de teocrática, el poder procede de Dios y  el soberano lo ejerce  en su nombre, pasa a ser democrática, el poder procede del pueblo y el soberano lo ejerce por delegación popular.




  
EL IDEALISMO TRASCENDENTAL DE EMMANUEL KANT


1.- VIDA Y OBRAS

Con Kant, filósofo alemán nacido en la ciudad prusiana de Königsberg en el año 1724 y muerto en 1804, culmina la filosofía ilustrada alemana. De familia humilde, pietista, austero, soltero, provinciano ( Kant no abandonó nunca su ciudad natal Königsberg) y sin embargo cosmopolita, Kant fue profesor de la Universidad Königsberg. Estuvo profundamente influido por los ideales de la ilustración y sintió una simpatía profunda por los ideales de la independencia norteamericana y de la Revolución francesa. Pacifista y antimilitarista convencido, escribió una obra titulada “La paz perpetua”, en la que propuso la creación de una organización internacional que garantizase la paz y el respeto al derecho internacional, que se considera un antecedente de la O.N.U.

    En sus obras se distingue un periodo precrítico, en el que estuvo influido por el racionalismo de Leibniz y Wolff y un periodo crítico, en el que se percibe la influencia del empirismo de Hume, de quien dijo Kant que le despertó del sueño dogmático racionalista en el que le sumió durante  su juventud la influencia de la filosofía racionalista. A este periodo crítico pertenecen sus obras más célebres: “La crítica de la razón pura” (1781), “La crítica de la razón práctica” (1788) y “La Crítica del juicio” (1790).

2.- SENTIDO DE SU FILOSOFÍA: CONCEPTO MUNDANO Y ACADÉMICO DE FILOSOFÍA

     La obra  filosófica de Kant  estuvo motivada por la situación de falta de libertad y de minoría de edad que el diagnosticó en la Alemania y en la Europa de su época y por la situación en que se encontraba en ella  la filosofía y la razón. Según Kant, a la razón le incumbía la tarea  de someter a crítica a la propia razón, debido a las diversas interpretaciones de la misma que existían en su época:
     Por una parte, el dogmatismo racionalista, concebía a la razón como el instrumento mediante el cual el hombre, a priori,  independientemente de la experiencia, podía conocer, basándose en la intuición intelectual y la deducción racional, la totalidad de la realidad: el Alma, Dios y el Mundo, como propuso Descartes.
     Por otra, la concepción empirista y positivista de la razón, había conducido, con Hume, al escepticismo, pues, según el autor escocés, no se podía conocer ni el Alma, ni a Dios  por carecer de experiencia de dichas realidades y sólo se podía tener un conocimiento probable de la naturaleza, del Mundo material.
   Por último, a estas concepciones, se añadía el irracionalismo, de autores como Johann Georg Hamann (1730-1788) y Friedrich Heinrich Jacobi ( 1722-1829), que negaban el valor de la razón como instrumento para el conocimiento de la realidad, a la vez que sobrevaloraban el sentimiento y la fe mística.

     Kant diagnosticó, además,  que la sociedad de su época se caracterizaba por la falta de libertad y consideró necesario someter a las instituciones y a las relaciones sociales vigentes en su sociedad a un proceso de crítica racional que removiese los obstáculos que impedían la realización de la libertad y el triunfo de la razón. Por ello, Kant consideró la ilustración, el fomento de las luces y de la razón, como  el medio para hacer progresar la libertad y la igualdad, pero también como meta del proceso histórico. La ilustración será para él el motor, la meta y la finalidad de la historia.

    Basándose en la crítica de la razón por la razón tendente a determinar su naturaleza y sus límites, Kant distinguió dos conceptos de filosofía:  el concepto mundano y el concepto académico de filosofía.

    Desde el punto de vista del concepto mundano de la filosofía, ésta se define como la “ciencia de la relación de todos los conocimientos a los fines esenciales de la razón humana. En su concepción mundana a la filosofía le corresponde responder a las siguientes preguntas:

    1.- ¿ Qué puedo conocer?, es decir, responder a la pregunta por los principios sobre los que se basa el conocimiento de la naturaleza y por los límites de dicho conocimiento.
   
    2.-¿ Qué debo hacer?, es decir, establecer y justificar racionalmente los principios de la acción humana y las condiciones de la libertad.

    3.- ¿Qué me cabe esperar?, es decir, proyectar el destino último del hombre, así como las condiciones y posibilidades de su realización histórica.

    A la primera pregunta debe responder la metafísica, entendida ésta en su sentido kantiano, como ciencia de las condiciones  a priori y trascendentales del conocimiento y no en el sentido que le atribuían los escolásticos medievales y los filósofos racionalistas modernos, quienes la concebían como el conocimiento racional  y a priori de la totalidad de la realidad: Alma, Mundo y Dios.
   A la segunda pregunta debe responder la ética y a la tercera la religión.  Pero estas tres preguntas y las disciplinas que las deben responder no están aisladas, sino interconectadas y relacionadas con los fines primordiales de la razón, por lo que se resuelven en una cuarta pregunta ¿Qué es el hombre?
              
    Pero la filosofía, según Kant, no puede contentarse con relacionar todos los conocimientos del hombre con los fines últimos de la humanidad, tarea que concierne a la filosofía en su sentido mundano, sino que ha de ocuparse de la interrelación y de la unidad interna de dichos conocimientos para construir con ellos un sistema. Esa es la tarea de la filosofía en su sentido académico.

    3.-KANT ANTE EL RACIONALISMO Y EL EMPIRISMO

      Kant fue influído por las dos grandes corrientes de la filosofía moderna: el racionalismo y el empirismo, como se ve en el texto con  el que comienza la Introducción de la Crítica de la Razón Pura, donde se dice:

“No se puede dudar que todos nuestros conocimientos comienzan con la experiencia, porque, en efecto, ¿Cómo habría de ejercitarse la facultad de conocer, si no fuera por los objetos que, excitando nuestros sentidos de una parte, producen por sí mismos representaciones, y de otra, impulsan nuestra inteligencia a compararlas entre sí, enlazarlas o separarlas y de esta suerte componer la materia informe de las impresiones sensibles para formar ese conocimiento de las cosas que se llama experiencia? En el tiempo, pues, ninguno de nuestros conocimientos precede a la experiencia, y todos comienzan con ella.
    Pero si es verdad que todos nuestros conocimientos comienzan con la experiencia, todos, sin embargo, no proceden de ella, pues bien podría suceder que nuestro conocimiento empírico fuera una composición de lo que recibimos por las impresiones y de lo que aplicamos por nuestra propia facultad de conocer (simplemente excitada por la impresión sensible), y que no podamos distinguir este hecho hasta que una larga práctica nos habilite para separar esos dos elementos” Kant. Crítica de la Razón Pura.

   Kant comienza dando la razón al empirismo, para el que todos nuestros conocimientos comienzan con la experiencia y no hay ninguno anterior a ella. Recordemos que para Hume el conocimiento se basa en la experiencia,  que es de dos tipos: la experiencia externa, basada en la sensación y la experiencia interna, basada en la reflexión. La experiencia externa, nos dice Kant siguiendo a Hume, es producida por los objetos que afectan a nuestros sentidos y aporta a nuestra mente,  por una parte, un conjunto de “representaciones”, de “impresiones sensibles”, que constituyen la materia informe del conocimiento y por otra, incita a nuestra inteligencia a realizar una serie de actividades: “compararlas”, “enlazarlas”, “separarlas”, actividades que dan forma, organizan y estructuran dicha materia del conocimiento, constituida por “representaciones o impresiones. Como Hume, también Kant considera que la sensibilidad es pasiva y se limita a recibir impresiones, procedentes de de los objetos que afectan a nuestros sentidos,  mientras que entendimiento es activo, consistiendo su actividad en separar,  combinar y comparar las impresiones y las ideas procedentes de la sensibilidad. En el tiempo, nos dice Kant, todos nuestros conocimientos comienzan con la experiencia y ninguno de ellos la preceden.
    Pero Kant añade que aunque todos nuestros conocimientos comienzan con la experiencia, no todos proceden de ella, sino que hay también una serie de conocimientos independientes de la experiencia y no derivados de ella. A estos conocimientos los llama Kant  a priori, para distinguirlos de los derivados de la experiencia, a los que llama a posteriori.  Estos elementos a priori, independientes de la experiencia, constituyen la forma mediante la que el sujeto  estructura, organiza, unifica y constituye la materia del conocimiento. Con ello da Kant la razón a los racionalistas, que mantuvieron la existencia de ideas innatas.
    Influido por  los racionalistas y los empiristas, Kant concibe que el conocimiento al que llamamos experiencia es una síntesis de dos elementos: las impresiones sensibles, aportadas por la experiencia, que son a posteriori y constituyen la materia del conocimiento y la forma que aporta el sujeto que recibe las impresiones sensibles. Esa forma aportada por el sujeto es a priori, independiente de la experiencia, y permite ordenar espacio-temporalmente las impresiones y comprenderlas mediante la aplicación de una serie de conceptos o categorías puros del entendimiento, como los conceptos de sustancia, realidad, necesidad, existencia, causa-efecto etc.        

         Kant atribuye a la Crítica de la Razón Pura, es decir, al uso crítico de la razón, la tarea de distinguir y separar esos dos elementos que constituyen el conocimiento al que llamamos experiencia: la materia del conocimiento, que es a posteriori y la forma del conocimiento, que es a priori, es decir, independiente de la experiencia.

     Kant, pues, discrepa de los empirista al admitir que no todos los conocimientos proceden de la experiencia y que hay algunos que son a priori, pero discrepa también de los racionalistas que pretendían conocer la totalidad de la realidad mediante los conceptos a priori. En efecto, Descartes y los racionalistas creían que partiendo de conceptos a priori como sustancia, causa, existencia, necesidad etc…el entendimiento podía formular juicios y razonamientos mediante los que se podía llegar a conocer racionalmente una serie de realidades suprasensibles y metafísicas como el Alma, Dios y el Mundo y constituir una ciencia de ellos: la metafísica, que concebía a Dios como una sustancia espiritual, infinita, realmente existente, necesaria y causa incausada de la existencia del alma y del mundo y al alma como una sustancia espiritual finita, inmortal etc… Influido por Hume, Kant concluyó  que: 1) el entendimiento humano usa dichos conceptos a priori, no derivados de la experiencia, (sustancia, realidad, existencia, causa) para ordenar, unificar y comprender la materia del conocimiento, es decir, las impresiones sensibles y 2) que  dichas conceptos no pueden ser legítimamente utilizados para referirse a algo de lo que no tenemos experiencia sensible, como esas realidades suprasensibles y  metafísicas que son al Alma, el Mundo y Dios, que constituían los objetos de las tres partes en la que el filósofo racionalista C. Wolff dividía la Metafísica especial: Psicología racional, Cosmología racional y Teología racional    

    4.- LAS TRES FACULTADES DEL HOMBRE: SENSIBILIDAD, ENTENDIMIENTO Y RAZÓN.

      “Si llamamos sensibilidad a la capacidad que tiene nuestro espíritu de recibir representaciones (receptividad) en tanto que es afectada de una manera cualquiera, por el contrario, se llamará entendimiento la facultad que tenemos de producir nosotros mismos representaciones o la espontaneidad del conocimiento. Por la índole de nuestra naturaleza, la intuición no puede ser más que sensible, de tal suerte, que sólo contiene la manera como somos afectados por los objetos. El entendimiento, al contrario, es la facultad de pensar el objeto de la intuición sensible. Ninguna de estas propiedades es preferible a la otra. Sin sensibilidad, no nos serían dados los objetos, y sin el entendimiento, ninguno sería pensado. Pensamientos sin contenido son vacíos; intuiciones sin concepto, son ciegas. De aquí, que sea tan importante y necesario sensibilizar los conceptos (es decir, darles un objeto en la intuición), como hacer inteligibles las intuiciones (someterlas a conceptos). Estas dos facultades o capacidades no pueden trocar sus funciones. El entendimiento no puede percibir y los sentidos no pueden pensar cosa alguna. Solamente cuando se unen, resulta el conocimiento. Lejos de confundir sus funciones, importa separarlas y distinguirlas cuidadosamente. En semejante distinción, se halla la base para distinguir también la ciencia de las reglas de la sensibilidad en general, es decir, la estética, de la ciencia de las reglas del entendimiento en general, es decir, la lógica.” Kant. Crítica de la Razón Pura.
   
    Kant distingue tres facultades cognoscitivas humanas: la sensibilidad, el entendimiento y la razón.

    4.a.- La sensibilidad (Sinnlichkeit) es la capacidad pasiva de la mente de recibir representaciones sensibles al ser afectados los sentidos por los objetos del mundo. Como ya sostuvo el empirismo, se pueden distinguir dos tipos de sensibilidad: la sensibilidad externa, que tiene su base en la sensación, por la que nos representamos los objetos en el espacio y en el tiempo y la sensibilidad interna, por la que intuimos nuestros propios estados psíquicos en el tiempo. Pero, según Kant, espacio y tiempo no son propiedades de las cosas en sí mismas, ni de sus relaciones mutuas.  Espacio y tiempo no nos son dados mediante la sensibilidad, ni son conceptos derivados de la abstracción. Son condiciones  a priori, independientes de la experiencia y trascendentales, es decir, conocimientos que posee la mente, anteriores a todo conocimiento  y que son la condición necesaria de todos los conocimientos dotados de un carácter universal y necesario. Espacio y tiempo no son propiedades de las cosas en sí mismas, sino de los fenómenos que percibimos sensorialmente.

    En el conocimiento sensible se distingue una materia, las impresiones sensibles, de sensación o de reflexión, que es a posteriori y una forma, aportada por la mente y por tanto, a priori, que, en el plano de la sensibilidad está constituida por  el espacio y tiempo, formas a priori de la sensibilidad e intuiciones puras y en el plano del entendimiento está constituida por las categorías o conceptos puros del entendimiento. Las intuiciones sensibles pueden ser puras, si no contienen sensación alguna y contiene sólo la forma por la que es percibida alguna cosa,  como el espacio y el tiempo o empíricas, que nos proporcionan un conjunto de impresiones.

    4.b.- El entendimiento (Verstand) es la capacidad de juzgar. Permite a los humanos pensar y comprender los objetos percibidos aplicándoles conceptos o representaciones que nuestro entendimiento produce espontáneamente. El entendimiento piensa y comprende lo percibido mediante juicios en los que incluye lo percibido, lo intuido en el espacio y en el tiempo, en un concepto general, como cuando formulamos el juicio: “Esto es una flor”. Conocemos las cosas percibidas cuando nuestro entendimiento formula un juicio en el que se dice qué es lo percibido, cosa que hace aplicando a lo percibido un concepto.
    Los conceptos son de dos clases: empíricos, si de derivan de la experiencia por abstracción, como el concepto de flor o de naranja y puros, si no se derivan de la experiencia, sino que los produce espontáneamente el entendimiento para comprender lo percibido.
     
    La intuición sólo puede ser sensible y sólo contiene la forma en que nos afectan los objetos, es decir, sólo nos hace conocer los fenómenos. El entendimiento,  es la facultad de pensar lo intuido, el fenómeno. Tanto la sensibilidad como el entendimiento son necesarios para construir el conocimiento. Sin sensibilidad, sin el conocimiento sensible, no nos serían dados los objetos. Sin entendimiento, no los podríamos pensar ni comprender:”Pensamientos sin intuiciones son vacíos; intuiciones sin conceptos son ciegas”. Por ello, hay que sensibilizar los conceptos, llenarlos de un contenido empírico y hacer inteligibles las intuiciones, aplicándoles un concepto. El conocimiento empírico es, pues, una síntesis de intuición y concepto, de lo dado en la experiencia sensible y de lo puesto o aportado por el sujeto.

    “En todos los juicios en donde se piensa la relación de un sujeto con un predicado (refiriéndose sólo a los afirmativos, pues la aplicación a los negativos es luego fácil), es esa relación posible de dos maneras: O bien el predicado B pertenece al sujeto A como algo contenido (ocultamente en ese concepto A; o bien, B está enteramente fuera del concepto A, si bien en enlace con el mismo. En el primer caso llama juicio analítico, en el otros sintético: Los juicios analíticos (los afirmativos) son pues aquéllos en los cuales el enlace del predicado con el sujeto es pensado mediante identidad. Aquellos, empero, en que este enlace es pensado sin identidad, deben llamarse juicios sintéticos. Los primeros pudieran también  llamarse juicios de explicación, los segundos  juicios de ampliación, porque aquellos no añaden nada con el predicado al concepto del sujeto, sino que lo dividen tan sólo, por medio del análisis en sus conceptos partes, pensados ya  aunque confusamente) en él; los últimos en cambio añaden al concepto del sujeto un predicado que no estaba pensado en él y no hubiera podido sacarse por análisis alguno. Por ejemplo, si yo digo: todos los cuerpos son extensos, es éste un juicio analítico. Pues no he de salir fuera del concepto que uno al cuerpo, para hallar la extensión como enlazada con él, sino que tan sólo tengo que analizar aquél concepto, es decir, tomar conciencia de la multiplicidad que siempre pienso en él, para encontrar en esa multiplicidad dicho predicado; es pues un juicio analítico. En cambio, si yo digo: todos los cuerpos son pesados, entonces el predicado es algo enteramente distinto de lo que pienso en el mero concepto de un cuerpo en general. La adición de un predicado semejante da pues un juicio sintético.”Kant. C.R.Pura.

    Hay, según Kant, dos clases de juicios: los analíticos y los sintéticos.

    Los juicios analíticos son aquéllos en los que el predicado (B) está implícitamente contenido en el sujeto (A). Kant los llama juicios explicativos, pues quien los formula explica en el predicado B lo que ya está implícitamente contenido en A y también juicios de identidad, porque A y B son idénticos. Actualmente se llaman tautológicos. Un ejemplo de juicio analíticos es el siguiente: “Todos los cuerpos son extensos”. Los juicios analíticos  no son extensivos, no aumentan nuestro conocimiento del sujeto, porque el predicado está implícito en el sujeto, pero  son universales y necesarios.

    Los juicios sintéticos son aquéllos en los que el predicado no se encuentra implícitamente contenido en el sujeto, sino que añaden al sujeto alguna nota nueva, no pensada en él. Kant los llama juicios sin identidad, porque el predicado contiene algo nuevo, no contenido en el sujeto y de ampliación o extensivos, porque aumentan el conocimiento del sujeto. Ej: “Todos los cuerpos son pesados”.

    Los juicios sintéticos son, a su vez, de dos clases: sintéticos a priori y sintéticos a posteriori.

    Los juicios sintéticos a posteriori son aquéllos en los que el predicado no está incluido en el sujeto, sino que añaden algo nuevo al concepto del sujeto del juicio. En los juicios sintéticos a posteriori, el fundamento de la síntesis entre el sujeto y el predicado es la experiencia empírica, que nos hace conocer las cualidades de los objetos. Por ser sintéticos, son extensivos, es decir, aumentan el conocimiento que tenemos de los objetos, pero por ser a posteriori, no pueden ser universales y necesarios,  pues como demostró David Hume, todo juicio basado en la experiencia es meramente probable y contingente,

    Los juicios sintéticos a priori son juicios en los que el predicado B no está incluido en el concepto de sujeto A. B añade algo nuevo, no incluido en el concepto del sujeto A. Se caracterizan porque  el entendimiento conoce la síntesis o unión entre A y B, el sujeto y el predicado, independientemente de la experiencia. Kant considera que este tipo de juicios son los ideales de la ciencia, pues al ser sintéticos, son extensivos, es decir, aumentan el conocimiento que tenemos del sujeto del juicio y en consecuencia, hacen progresar la ciencia, pero por ser a priori, independientes de la experiencia, son universales y necesarios, cosa que no ocurriría si se basasen en la experiencia. Kant considera que  los juicios más importantes de las ciencias teóricas de la razón, de las matemáticas y  de la física newtoniana, contienen juicios sintéticos a priori y se plantea la cuestión de si también los contiene la metafísica.  Como ejemplos de juicios sintéticos a priori en las matemáticas propone Kant los siguientes: “ 7  5  12” y “La línea recta es la distancia más corta entre dos puntos”. El juicio “todo lo que ocurre tiene una causa” sería un ejemplo de juicio sintético a priori de la física de Newton.

        Si se compara la doctrina del juicio de Kant con la de Leibniz y con la de Hume, podemos establecer la siguiente correspondencia: Kant llama juicios analíticos a los juicios a los que Leibniz llamó verdades de razón y Hume juicios expresivos de relaciones entre ideas y sintéticos a posteriori a los que Leibniz llamaba verdades de hecho y Hume cuestiones de hecho. La originalidad de Kant estriba en sostener la tesis de que existen juicios sintéticos a priori, que por ser sintéticos son extensivos y aumentan nuestro conocimiento y por ser a priori, son universales y necesarios y en que los juicios principales de las ciencias teóricas de la razón, matemáticas y lógica, son de este tipo, cosa en que no estaría de acuerdo ni Hume, ni los neopositivistas lógicos del Círculo de Viena, ni los filósofos analíticos del siglo XX.

4.c.-La razón (Vernunft) es para Kant la capacidad de  razonar, es decir, la capacidad de enlazar unos juicios con otros y formar razonamientos, en los que, a partir de unas premisas, se llega a una conclusión necesaria. Es también la  “facultad de la suprema unificación del conocimiento”, que permite al hombre remontarse de causa en causa, de condición en condición hasta la causa incausada. Del funcionamiento de la razón metafísica tenemos ejemplos en la dialéctica ascendente platónica, que se remonta desde las ideas menos generales hasta la Idea de Bien, en Aristóteles cuando remontándose de causa en causa accede hasta el Motor Inmóvil, causa incausada del movimiento  de los seres físicos y en Sto Tomás cuando demuestra la existencia de Dios mediante las cinco vías.

     El conocimiento humano, pues, comienza con la sensibilidad, que ordena espacio-temporalmente la multiplicidad de impresiones, continúa con el entendimiento, que piensa, comprende y unifica los fenómenos mediante conceptos y juicios y culmina en la razón, que unifica sistemáticamente todos los conocimientos del entendimiento.

5.- LA DOCTRINA DE LA CIENCIA: LA CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA

    Kant intenta responder a la pregunta ¿Qué puedo conocer? en la Crítica de la Razón Pura, obra en la que además de preguntarse  ¿cómo es posible la ciencia?: las matemáticas y la física de Newton, se pregunta también si es posible la metafísica, entendida al modo racionalista, es decir, como conocimiento científico que, basándose en la intuición intelectual y en la deducción racional, pretende conocer la totalidad de la realidad: el Alma, el Mundo y Dios.

      Kant da por sentado que las Matemáticas y la Física son posibles como ciencia, pues la primera se constituyó ya con Tales en la antigua Grecia y la física matemática moderna con Galileo, por ello se pregunta si es posible la metafísica como ciencia, pues mientras que las ciencias progresan ininterrumpidamente y hay acuerdo entre los científicos, el más espantoso desacuerdo reina entre los metafísicos, que, además, siguen discutiendo las mismas cuestiones desde Platón, sin avanzar un paso.
    Ahora bien, preguntarse si es posible la metafísica como ciencia, presupone responder a una pregunta previa a saber, ¿Cómo es posible la ciencia?. Kant responde a esta pregunta de la manera siguiente: toda ciencia se puede reducir a un conjunto de juicios sobre un tipo de objetos, por lo tanto, responder a la cuestión relativa a la posibilidad de la ciencia, se resuelve en la pregunta siguiente: ¿ cómo son posibles los juicios de la ciencia?. Pero sabemos que los juicios de la ciencia son o bien analíticos o bien sintéticos a posteriori o bien sintéticos a priori. Pero como los juicios que hacen avanzar a la ciencia, por ser extensivos y universales y necesarios, son los juicios sintéticos a priori, habrá que preguntarse cómo son posibles los juicios sintéticos a priori y si son posibles los juicios sintéticos a priori en la Metafísica.

     La CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA se divide en dos partes: la Estética trascendental y la Lógica trascendental. Ésta se divide, a su vez, en Analítica trascendental y Dialéctica trascendental.
     En la Estética trascendental, definida por Kant como la ciencia de todos los principios a priori de la sensibilidad, estudia Kant la sensibilidad, las condiciones que hacen posible el conocimiento sensible y cuáles son las condiciones que posibilitan los juicios sintéticos a priori en la Matemática. 
    En la Analítica Trascendental, estudia Kant el entendimiento, los conceptos y principios del entendimiento, así como las condiciones que hacen posible los juicios sintéticos a priori en la Física
    En la Dialéctica trascendental, analiza Kant la razón humana, las Ideas a priori de la Razón,  a la vez que se ocupa de si la metafísica es posible como ciencia, es decir, si son posibles los juicios sintéticos a priori en la Metafísica.

    a) La Estética trascendental de Kant analiza la sensibilidad, cuáles son las formas a priori de la sensibilidad (espacio y tiempo), cómo son posibles los juicios sintéticos a priori  en las matemáticas y cómo es posible el conocimiento sensible. Éste es posible porque el sujeto cognoscente aplica a la materia del conocimiento (las impresiones) recibida a posteriori a través de los sentidos, las formas a priori de la sensibilidad  o intuiciones puras del espacio y del tiempo.

    Espacio y tiempo son formas, porque no son impresiones sensibles particulares ( formas, colores, olores etc), que constituyen la materia  o el contenido del conocimiento sensible, sino que son estructuras que permiten a la mente organizar y estructurar la materia del conocimiento que son las impresiones. Esas impresiones sensibles, que constituyen la materia o el contenido del conocimiento, las percibimos en el espacio y en el tiempo, lo que permite al sujeto ordenarlas espacial y temporalmente.

    Espacio y tiempo son a priori, independientes de la experiencia y  trascendentales, es decir, condiciones de posibilidad de la  experiencia sensible. Sin ellas no se podría constituir esa forma de conocimiento a la que llamamos experiencia.

    Espacio y tiempo son formas a priori de la sensibilidad externa, pues todos los objetos sensibles los percibimos en el espacio o en el tiempo y si no, no los percibimos. El tiempo, en cambio es la forma a priori de la sensibilidad interna, pues  las impresiones de reflexión, nuestros sentimientos, deseos etc los percibimos sólo en el tiempo, pero no en el espacio.

    Espacio y tiempo son intuiciones puras. Que  espacio y tiempo son intuiciones significa para Kant que no son conceptos del entendimiento derivados de la experiencia mediante la abstracción, pues no hay múltiples espacios y tiempos a partir de los cuales el entendimiento hubiera podido extraer el denominador común, como hace el entendimiento cuando construye conceptos a posteriori, sino que hay sólo un espacio, aunque en él podamos distinguir partes, que lo son del espacio y un solo tiempo, que fluye sin cesar. Que son puras significa que carecen de contenido empírico, que son como una especie de coordenadas que nos permiten   ubicar, registrar y enmarcar las impresiones de sensación y de reflexión. Kant considera  al espacio y al tiempo condiciones trascendentales  de toda experiencia, es decir, condiciones universales y necesarias de toda experiencia, sin las  cuales, ninguna experiencia  de ningún objeto sería posible.

    Kant explica también en la Estética Trascendental cómo son posibles los juicios sintéticos a priori  en la Matemática. Según él, éstos son posibles porque espacio y tiempo son intuiciones puras. Kant razona de la manera siguiente:
    - La Geometría y la Aritmética se ocupan respectivamente del espacio y del tiempo. La primera determina a priori las propiedades del espacio. La aritmética se relaciona con el tiempo, pues la serie numérica  de la que se ocupa la aritmética 1, 2, 3 ,n, se basa en la sucesión temporal: el 2 antes que el 3 y después del 1 etc…. Por ello, el tiempo y su intuición pura es el fundamento de la aritmética. Así, pues, las matemáticas pueden formular juicios sintéticos a prori relativos al espacio y al tiempo porque espacio y tiempo son intuiciones puras y a priori.
     - Las matemáticas formulan juicios sintéticos a priori acerca del espacio y el tiempo. Pero como todos los objetos de nuestras experiencia los percibimos necesariamente en el espacio y en el tiempo y si no, no los percibimos, entonces los juicios de las matemática, sintéticos a priori, pueden aplicarse a todo objeto de nuestra experiencia, por tanto también a los objetos físicos. Los juicios de la matemática son sintéticos a priori, es decir, extensivos, pero universales y necesarios y se basan en la intuición pura a priori del espacio y del tiempo.   
     
    b) La Analítica Trascendental analiza el entendimiento, las categorías o conceptos puros del entendimiento, que éste produce espontáneamente,  la facultad de juzgar, los principios del entendimiento, es decir, las condiciones a priori del conocimiento intelectual y la cuestión de cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en la Física de Newton.

    La Analítica trascendental se divide en dos partes: la Analítica de los conceptos y la Analítica de los principios. En la primera, efectúa Kant una deducción de los conceptos puros del entendimiento, en la segunda de los principios.

     b.1.- Analítica de los conceptos

     Como vimos, Kant considera que pensamos, comprendemos y explicamos lo que percibimos a través de los sentidos en el espacio y en el tiempo mediante juicios, en los que el entendimiento subsume o incluye un fenómeno u objeto en un concepto. Eso es lo que hacemos cuando juzgamos que esto que percibimos aquí y ahora es un perro o un árbol.

     El entendimiento, al formular juicios, aplica a lo intuido en el espacio y en el tiempo, a los fenómenos, dos clases de conceptos: los conceptos empíricos, que son a posteriori y los conceptos puros o categorías. Aquéllos se basan en la experiencia y se  construyen por abstracción. Éstos son independientes de la experiencia. Kant sostiene que hay doce categorías o conceptos puros del entendimiento y cree poder deducirlos. Su razonamiento es el siguiente: la función del entendimiento es juzgar, formular juicios. El entendimiento formula juicios aplicando conceptos a lo percibido, por tanto, habrá tantas clases de conceptos puros del entendimiento o categorías, cuantas clases de juicios haya. Pero la lógica clásica había clasificado los juicios en doce tipos. Kant llama deducción metafísica de las categorías a la deducción de las categorías a partir de los diferentes tipos de juicios.

    La lógica había dividido los juicios de la siguiente forma: por su cantidad, los juicios son universales, particulares y singulares, por su cualidad, afirmativos, negativos e indefinidos, por su relación, categóricos, hipotéticos y disyuntivos y por su modalidad, problemáticos, asertóricos y apodícticos.  Cada una de las citadas clases de juicios es posible porque el entendimiento aplica los siguientes conceptos puros: unidad, pluralidad y totalidad para los juicios universales, particulares y singulares, realidad, negación y limitación para los juicios afirmativos, negativos e indefinidos, sustancia, causa y comunidad para los juicios categóricos, hipotéticos y disyuntivos y posibilidad, existencia y necesidad para los juicios de modalidad problemáticos, asertóricos y apodícticos respectivamente.

     Las categorías son condiciones trascendentales, necesarias de nuestro conocimiento de los fenómenos. Sin ellas no sería posible el conocimiento fenoménico. Kant llama deducción trascendental de las categorías a la exposición y justificación de la función que desempeñan las categorías en el conocimiento de los fenómenos. La función que desempeñan las categorías es la de la unificación de la pluralidad de las representaciones dadas bajo una apercepción. El fundamento de esa función unificadora es siempre el “yo pienso” que ha de poder acompañar a todas las representaciones.

     Las categorías son vacías como las formas a priori de la sensibilidad, espacio y tiempo, es decir, meros marcos vacíos, recipientes, que han de llenarse con la materia de las impresiones y de los fenómenos percibidos sensorialmente. Esto para Kant quiere decir que las categorías sólo son fuentes de conocimiento cuando se aplican a los fenómenos de los que hemos tenido experiencia, cosa que no ocurre, según Kant, en la Metafísica, que formula juicios sobre realidades de las que no hemos tenido experiencia en el espacio y en el tiempo, como el alma o Dios, aplicando así ilegítimamente las categorías a los noúmenos, como cuando los metafísicos conciben a Dios como una sustancia espiritual infinita, que existe necesariamente y que es causa incausada del Cosmos y del Alma, sin tener previamente experiencia empírica de Él.

     Los juicios sintéticos a priori en la física. Ya hemos visto que el entendimiento conoce aplicando los conceptos puros a los fenómenos, a lo dado en la experiencia y que las categorías sólo tienen validez cuando son aplicados a los fenómenos, a lo dado en la experiencia.
    Kant concibe la física como la ciencia de la naturaleza, entendiendo por “naturaleza” el conjunto de todos los fenómenos (no de los noúmenos o cosas en sí mismas, que nos son desconocidos) en cuanto están determinados por leyes generales. Y distingue dos tipos de física:
    1) La física experimental, cuyas leyes, como ya decía Hume, son sólo leyes probables, ya que se basan en la experiencia.
    2) La física pura, que contiene los principios generales de la física experimental. Sólo estos principios generales son juicios sintéticos a priori, es decir, extensivos, universales y necesarios, mientras que los juicios de la física experimental son sintéticos a posteriori.
    Kant considera, pues, que sólo podemos conocer la naturaleza, entendida como el conjunto de todos los fenómenos, aplicándoles las categorías puras del entendimiento. Así, concebimos que, si se produce un cambio de cualidades accidentales en una cosa, que de estar fría pasa a estar caliente, dicho cambio es una modificación accidental que acontece en una sustancia, que sin embargo, permanece siendo la misma, o si observamos que un suceso sigue siempre a otro, entendemos que el primero es la causa del segundo.
    Las leyes o principios de la física pura coinciden con los presupuestos fundamentales de la física de Newton.

    b.2.- Analítica de los principios,
    El conocimiento de los fenómenos intuidos en el espacio y el tiempo presupone que nuestra mente formule un juicio. Este juicio aplica un concepto a lo intuido e implica la capacidad de juzgar. Pero para que haya juicio es preciso que haya alguien que juzgue. El concepto, que ya es síntesis, supone una unidad más alta a la que Kant llama apercepción trascendental, que es la unidad del “yo pienso”. Esta unidad del pensamiento acompaña y ”debe poder acompañar a todas mis representaciones”. Todas las representaciones son necesariamente representaciones de un sujeto, del sujeto trascendental o yo trascendental. Ahora, bien, este yo trascendental no es idéntico a ningún contenido empírico de la conciencia, pues todo contenido empírico del yo, habría de darse necesariamente en el espacio y en el tiempo y podemos decir de él que es mío. Por tanto, ese yo trascendental, que posee los contenidos de conciencia que tengo aquí y ahora, es idéntico al yo trascendental que poseía ayer otros contenidos de conciencia. Ese yo trascendental, común a todos los hombres, es la condición necesaria de todo pensamiento,  de todo juicio y de todo conocimiento objetivo.

    Ahora bien, si juzgar es la tarea del entendimiento y esta se efectúa aplicando una categoría a una intuición empírica y entre  las categorías del entendimiento y la intuición sensible hay una heterogeneidad absoluta, es necesario  que entre ellas intervenga un elemento mediador. A este elemento mediador lo llama Kant el esquema trascendental, que es un procedimiento a priori gracias al cual la imaginación aplica un concepto a las imágenes que conserva, imágenes que son los residuos de la intuición empírica. El esquema trascendental es, pues, una especie de estructura del conocimiento que sirve de puente entre las categorías y las impresiones sensibles. Lo que caracteriza a esta oscura actividad de la imaginación es su carácter temporal, pues se despliega en el tiempo.

    En la Analítica de los principios, doctrina de la facultad del juzgar, Kant examina los elementos que enlazan los conceptos con las intuiciones. La pluralidad de las intuiciones tiene que ser subsumida bajo conceptos generales. A esta capacidad la llama Kant juicio Y esto se realiza en primer lugar en el esquematismo  Kant atribuye a cada una de las categorías, vacías en sí mismas, un esquema que las relaciona con la intuición.
    El nexo entre la intuición y las categorías es el tiempo, forma a priori de la sensibilidad externa e interna y base de toda la experiencia. Los esquemas de cada una de las categorías son:
    -La cantidad tiene como base el contar y con ello la sucesión temporal.
    - La cualidad consiste en el hecho de llenar el tiempo y en qué grado, desde lo real hasta lo no real.
    - El lazo de las percepciones de la relación se determina por los modos del tiempo (permanencia, simulta-
       deidad.
    - La modalidad resulta del tiempo mismo: si algo existe alguna vez, entonces es posible; si existe una sola
       vez, es real y si existe siempre, entonces es necesario.

    De aquí se sigue el sistema de los principios. Los principios indican bajo qué condiciones es posible la experiencia y, por consiguiente, son las leyes superiores de la “naturaleza”. Contienen las bases para todos los otros juicios y son por tanto presupuestos a priori de la experiencia científica.
    Estos principios son los siguientes:
   
    - Axiomas de la intuición, cuyo principio es la magnitud extensiva: todo objeto de nuestra experiencia tiene que ser una magnitud cuantitativa en el espacio y en el tiempo. Siempre es un agregado, esto es, un todo compuesto de partes.

    - Anticipación de la percepción, : todo objeto de la experiencia posible tiene que poseer una magnitud intensiva, es decir, un grado de influencia sobre el sentido.

    - Analogías de experiencia: fundan la forzosa conexión de las manifestaciones fenoménicas en la experiencia. Contiene tres principios:
    1º La permanencia de la sustancia.  La permanencia es necesaria como sustrato en el cual aparece el tiempo y con él se posibilita también la sucesión y la simultaneidad.

    2º Las modificaciones a lo largo del tiempo son posibles en la sustancia, aunque ésta no da cuenta enteramente de ellas, sólo el principio de causalidad explica su necesidad.

    3º Cuando las cosas son simultáneas entonces están sometidas al principio de acción recíproca

    - Los postulados del pensar empírico en general:

    1º Lo que concuerda con las condiciones formales de la experiencia es posible.
    2º Lo que se haya en interdependencia con las condiciones materiales de la experiencia ( de la sensación),
        es real.
    3º Aquello cuya interdependencia con lo real se haya determinado según condiciones universales de la
        experiencia es necesario.

    Con estos principios se delimita el espacio de toda experiencia objetiva posible. Sólo puede ser objeto o “naturaleza”, lo que está formado según los principios a priori de la sensibilidad y del entendimiento puro, puesto que sólo si se aplican esos principios nos puede ser dado algo en la unidad sintética de la pluralidad. Pero entonces, el mundo del que tenemos experiencia no es el mundo de los noúmenos o cosas en sí, sino el mundo de los fenómenos:

    Los principales juicios de la  Física teórica son juicios sintéticos a priori. Estos son posibles porque el entendimiento aplica a los fenómenos intuidos en el espacio y en el tiempo las categorías del entendimiento, es decir, conceptos como sustancia y causalidad.

    La categoría de sustancia, aplicada a la materia del fenómeno, a la multiplicidad de impresiones de sensación que nos es dada a posteriori a través de los sentidos, nos permite interpretarla como impresiones correspondientes a las cualidades de cosas o sustancias que permanecen pese a sus cambios accidentales.
    La categoría de causa-efecto aplicada a los fenómenos percibidos en el espacio y en el tiempo nos permite establecer entre ellos relaciones caracterizadas por la universalidad y la necesidad. Por ello, puede considerar Kant que el principio de causalidad, que establece que “toda cosa tiene una causa”, es un juicio sintético a priori, es decir, extensivo, pero universal y necesario, porque en el concepto de cosa no está comprendida la noción de causa, pero a la vez es universal y necesario por ser a priori, a diferencia de Hume, para el que toda relación de causalidad, por basarse en la experiencia, no podía ser más que sintético a posteriori, es decir, extensivo, pero no estrictamente universal, ni necesario, sino meramente contingente.  
             
    b.3.- El idealismo trascendental: noúmeno y fenómeno

    “ Sin embargo, se halla ya en nuestro concepto que denominemos entes de los sentidos (phaenomena) ciertos objetos a título de fenómenos, distinguiendo el modo como los intuimos de su constitución en sí, de suerte que, por esa última constitución, aunque no la contemplemos en ellos, los opongamos a aquéllos por decirlo así, ellos o también otras cosas posibles que no sean objeto de nuestros sentidos, como objetos sólo pensados por el entendimiento y los denominemos entes del entendimiento (noumena). Ahora bien, se pregunta ¿ acaso nuestros conceptos puros del entendimiento no pueden tener una significación respecto de estos últimos y ser una especie de conocimientos de los mismos?. Pero ya desde el primer momento se hace patente aquí una ambigüedad que puede provocar un grave equívoco: que, como el entendimiento, cuando en cierta relación denomina mero phaenomenon a un objeto, al mismo tiempo, fuera de esa relación, se hace todavía una representación de un objeto en sí y se imagina por consiguiente que puede hacerse conceptos de semejante objeto, y, como el entendimiento no proporciona otros que las categorías, el objeto, en la última significación, debe por lo menos poder ser pensado, pero con ello el entendimiento es desencaminado a tener por concepto determinado de un ente que de algún modo pudiéramos conocer por el entendimiento el concepto totalmente indeterminado de un ente del entendimiento, como un algo que está fuera de nuestra sensibilidad.
    Si por noumenon entendemos una cosa que no sea objeto de nuestra intuición sensible haciendo abstracción de nuestro modo de intuirla, es un noumenon en su sentido negativo. Pero si entendemos por tal un objeto de una intuición no sensible, suponemos una especie particular de intuición, a saber: la intuición intelectual, que no es empero la nuestra, de la cual no podemos comprender tampoco la posibilidad y ese sería el noumenon en sentido positivo” Kant. C. R. Pura.  

    Kant distingue en la Analítica entre fenómeno y noúmeno. El fenómeno  es el objeto indeterminado de una intuición empírica. En el fenómeno distingue Kant una materia,  constituida por una multiplicidad de impresiones, dada a posteriori,  y una forma, en virtud de la cual se ordenan dichas impresiones, que es a priori  y está constituida por el espacio y el tiempo. Los fenómenos son los objetos que percibimos en el espacio y en el tiempo a través de los sentidos ( las sombras y siluetas de la pantalla para continuar con nuestra metáfora), que nuestro entendimiento puede conocer mediante los conceptos, sean estos a posteriori o a priori. El noúmeno o cosa en sí, es la realidad de la que no podemos tener experiencia en el espacio y en el tiempo a través de la sensibilidad, corresponde a la realidad oculta por la pantalla, que suponemos ha de existir para explicar las sombras que aparecen en la pantalla, pero de la que no tenemos experiencia.. El noúmeno, o cosa en sí, es, pues, para nosotros, totalmente desconocido. Kant distingue dos sentidos del término noúmeno: el negativo y el positivo. Noúmeno en su sentido negativo se refiere a una realidad que no puede ser objeto de una intuición sensible. Noúmeno en su sentido positivo significa un objeto que podría ser objeto de una intuición intelectual. Pero como el hombre carece de ella, el noúmeno o cosa en sí es totalmente desconocido para él.

    La filosofía kantiana se califica como idealismo trascendental, expresión que significa que el espacio y el tiempo y las categorías no son propiedades o rasgos reales de las cosas en sí mismas, sino condiciones de posibilidad necesarias de nuestro conocimiento de los fenómenos.

    c) La Dialéctica Trascendental  de la  Crítica de la Razón Pura, analiza la Razón humana, el papel de las Ideas de la Razón y si es posible la Metafísica como ciencia.

     Si a través de la sensibilidad, pasiva y receptiva, nos son dados los fenómenos y a través del entendimiento podemos pensarlos y comprenderlos aplicándoles las categorías y  formulando juicios, la Razón es la capacidad de razonar, es decir, de extraer deductivamente unas conclusiones a partir de unas premisas.

    

No hay comentarios:

Publicar un comentario