jueves, 12 de julio de 2012

Marx y Engels


KARL MARX Y FRIEDRICH ENGELS: EL MATERIALISMO HISTÓRICO. ALIENACION E IDEOLOGÍA
1.       VIDA Y OBRAS
    Carlos Marx (1818-1883) nació en la ciudad alemana de Tréveris en el seno de una familia burguesa liberal de origen judío convertida al protestantismo. Su padre, abogado, admirador de los ilustrados franceses Voltaire y Rousseau, transmitió las ideas de estos a sus hijos.
    Marx inició la carrera de derecho, pero la abandonó para dedicarse a la filosofía en la universidad de Berlín, donde se convirtió al hegelianismo y entró en contacto con los jóvenes hegelianos de izquierda (Bauer, A.Ruge, Strauss, L. Feuerbach, M Stirner. Al finalizar sus estudios,  presentó su tesis sobre “Diferencias entre la filosofía de la naturaleza de Demócrito y Epicuro” (1841), donde, influido ya por Ludwig Feuerbach, que también publicó su obra “La esencia del cristianismo” en 1841, asumió el materialismo de ambos filósofos atomistas, pero tomó partido por Epicuro, que con su teoría del clinamen, negaba el determinismo, la influencia de los dioses en la vida humana y afirmaba la autonomía y la libertad del hombre.
    Marx comenzó su carrera como escritor y periodista en La Gaceta Renana, pero el  gobierno prusiano prohibió  su edición por su carácter crítico, por lo que Marx emigró a París con su joven esposa, la aristócrata Jenny von Westfallen. Allí dirigió la revista Anales franco alemanes y conoció a Federico Engels, que se convirtió en su íntimo amigo, colaborador y financiador para el resto de su vida. En este periodo escribe “La cuestión judía” (1843), “Introducción a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel” (1843), donde  critica  la religión desde la perspectiva atea de Feuerbach, afirmando que “La religión es el opio del pueblo” y” Manuscritos de economía y filosofía” (1844), donde desarrolla la noción de alienación. Expulsado de Francia, se instaló en Bruselas, donde escribió “La sagrada familia” (1845), las “ Once Tesis sobre Feuerbach” y “La ideología alemana” (1845 y 1846), en las que expone su concepción materialista de la historia y atribuye al proletariado la tarea de realizar la revolución comunista.  En 1847, publica también  “Miseria de la filosofía”, donde Marx critica a P.J.Proudhon, el socialista anarquista más famoso de Francia, que había escrito un libro titulado “Filosofía de la miseria”.
   Coincidiendo con la oleada de revoluciones que sacudieron las capitales europeas, publican Marx y Engels “El manifiesto del partido comunista” (1848) escrito encargado por la Liga de los comunistas. Expulsado de Bélgica por sus actividades revolucionarias, tras fugaces estancias en París y en Alemania, la familia Marx se estableció definitivamente en Londres con la ayuda económica de Engels. En dicha ciudad, escribió Marx, con la inestimable colaboración de Engels, sus principales obras: “Trabajo asalariado y capital” (1849), “El 18 Brumario de Luis Bonaparte” (1852), “El Capital: crítica de la economía política” (1858), cuyo primer volumen se publica en 1867, “Contribución a la crítica de la economía política”,(1859) donde aparece una de las formulaciones más clara y concisa del materialismo histórico,  “La guerra civil en Francia” (1871), “Crítica del programa de Gotha” (1875), “El Antidühring” de Engels, quien se encargó, tras la muerte de Marx, de la publicación de los restantes tomos de El Capital. Marx colaboró junto a otros revolucionarios a organizar la Primera Asociación Internacional de Trabajadores (1864), que acabó disolviéndose, tras el Congreso de La Haya de 1872 por los enfrentamientos de los seguidores de Marx y la corriente antiautoritaria de Bakunin. Muy afectado por la muerte de su mujer, en 1881 y de su hija Jenny en 1883, Marx murió también en ese año, 1883. Fue enterrado en el cementerio de Highgate.     
   2.- MARX Y ENGELS ANTE EL MATERIALISMO Y EL IDEALISMO
         Un siglo antes de que Ortega contrapusiese el realismo al idealismo, Friedrich Engels (1820-1895), en su obra “Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana”, clasificó las filosofías en dos grandes categorías en función de la posición mantenida sobre el problema central de la filosofía moderna, que, según él, no es otro que el de la relación entre el Pensamiento y el Ser: el materialismo y el idealismo. Los filósofos materialistas consideran que la materia, el ser, la naturaleza, preceden al pensamiento, que emerge y procede de la materia y de la naturaleza, mientras que los filósofos idealistas, cuya expresión más acabada es Hegel (1770-1831), sostienen que el pensamiento y el espíritu son anteriores a la materia, al ser y a la naturaleza, que procederían del espíritu, tesis que Engels considera una secularización de la idea cristiana de la creación del mundo por Dios.
    En la primera de las “Once tesis sobre Feuerbach”, Marx y Engels definen su posición ante ambas filosofías señalando sus aspectos positivos y negativos, con objeto de sintetizar lo positivo de la tesis materialista y de la antítesis idealista: “La falla fundamental de todo el materialismo precedente (incluyendo el de Feuerbach) reside en que sólo capta la cosa (Gegenstand), la realidad, lo sensible, bajo la forma de objeto(Object) de la contemplación, no como actividad humana sensorial, como práctica, no de un modo subjetivo”. Marx y Engels.  Tesis 1 sobre Feuerbach. 
    Lo positivo del materialismo, iniciado en Gran Bretaña con Duns Scoto, Bacon, Hobbes, continuado por la física materialista de Descartes y por el sensualismo de Locke, por el materialismo francés de Holbach y culminado por Ludwig Feuerbach (1804-1872), según M&E, es que, además de concebir que la materia precede al pensamiento, no se da por satisfecho con las ideas abstractas, sino que, desde Scoto y Ockam hasta Feuerbach, aspira a objetos sensibles concretos( nominalismo), captados sensorialmente, pero lo negativo  del materialismo es su carácter contemplativo, es decir,   que concibe las cosas como objeto de contemplación teórica y no concibe la actividad humana sensorial como práctica, como actividad del sujeto sobre el objeto para transformarlo y hacerlo útil para satisfacer las necesidades humanas. Además, añaden M&E. Lo negativo del materialismo precedente radica en que es mecanicista, concibe a los seres vivos y al hombre como máquinas complejas y ahistórico, pues,  Feuerbach tiene un concepto metafísico, ahistórico del hombre:”En la medida en que es materialista no aparece en él la historia y en la medida en que toma en consideración la historia no es materialista”.  M&E: La Ideología Alemana.        
 Lo positivo del idealismo es que, aunque de forma distorsionada, concibe al ser humano como un ser activo: “De ahí que el lado activo fuese desarrollado de un modo abstracto, en contraposición al materialismo, por el idealismo, el cual no conoce la actividad real, sensorial, en cuanto tal”. M&E. 1ª Tesis sobre Feuerbach.  Lo positivo del idealismo, decía Marx en los” Manuscritos de economía y filosofía” de 1844 es que:”Lo grandioso de la Fenomenología (del Espíritu) hegeliana  es que concibe al hombre, al género humano, como un ser que se crea a sí mismo mediante el trabajo. Lo negativo del idealismo hegeliano es que concibe ese trabajo sólo como actividad espiritual, ya que para él, el hombre se reduce a autoconciencia, por lo que Hegel no conoce el trabajo como actividad práctica”. Lo negativo  del idealismo es que, como Hume, concibe dicha actividad como actividad espiritual, para quien la actividad del sujeto se limitaba a la combinación o separación de las impresiones y las ideas  y que, como Kant, concibe la actividad del sujeto como la síntesis de la materia del conocimiento, las impresiones y las formas a priori de la sensibilidad, o como Hegel, que no conoce la praxis o actividad práctica transformadora de la realidad mediante el trabajo.
    La tesis de M&E en los “Manuscritos” recibe el nombre de naturalismo realizado o humanismo y es la síntesis de la tesis materialista y de la antítesis idealista. Según esta tesis, que es materialista, histórica y dialéctica. El ser humano es un ser natural, un producto de la naturaleza,  resultado de la evolución de la materia y de la vida sobre el planeta Tierra (Darwin),  que  para sobrevivir, individual y específicamente, necesita transformar la naturaleza, organizado socialmente, mediante su actividad productiva para extraer de ella lo necesario para satisfacer sus necesidades materiales. Este ser consciente que es el hombre social, en el curso de la transformación de la naturaleza y de la sociedad mediante la praxis,  se ha creado a sí mismo y a la historia, por lo que es un ser histórico.
     El punto de partida de este materialismo histórico supera la unilateralidad del materialismo, que antepone el Ser al Pensar, el Objeto al Sujeto y del idealismo, que antepone el Pensar al Ser, el Sujeto al Objeto y se inicia con la praxis, con la interacción y la relación dialéctica entre el sujeto y el objeto, el pensar y el ser, el Hombre y la Naturaleza.
    3.- EL MATERIALISMO HISTÓRICO DE MARX Y ENGELS
         Engels atribuyó a Marx, en el discurso que pronunció ante la tumba de éste, el mérito de haber formulado la concepción materialista de la historia o materialismo histórico: “Así  como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx descubrió la ley del desarrollo de la historia humana: el hecho, tan sencillo, pero oculto hasta él bajo la maleza ideológica, de que el hombre necesita, en primer lugar, comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte, religión etc…; que, por tanto, la producción de los medios de vida inmediatos materiales, y, por consiguiente, la correspondiente fase económica de desarrollo de un pueblo o de una época es la base a partir de la cual se han desarrollado las instituciones políticas, las concepciones jurídicas, las ideas artísticas, e incluso las ideas religiosas de los hombres y con arreglo a la cual deben, por tanto explicarse , y  no al revés, como hasta ahora se había venido haciendo”. Engels. Discurso ante la tumba de Marx.         
    El materialismo histórico de Marx, a diferencia de las concepciones idealistas de la historia, es “…esa concepción de los derroteros de la historia universal que ve la causa final y la fuerza propulsora decisiva de todos los acontecimientos históricos importantes en el desarrollo económico de la sociedad, en las transformaciones del modo de producción y de cambio, en la consiguiente división de la sociedad en clases y en las luchas de estas clases entre sí” . F. Engels. Del socialismo utópico al socialismo científico.
    El materialismo histórico supuso una revolución teórica frente a las concepciones idealistas de la historia. Estas descansaban, según Engels en que : “…las últimas causas de todas las transformaciones históricas habían de buscarse en los cambios que se operan en las ideas de los hombres y en que, de todos los cambios, los más importantes, los que regían toda la historia eran los políticos. No se preguntaban de dónde les vienen a los hombres las ideas, ni cuáles son las causas motrices de los cambios políticos.   ”Ibidem. Así, pues, frente a las historias idealistas que, como  la de Hegel y Comte, privilegian las ideas y lo ideológico como factor determinante y explicativo del devenir histórico, Marx sostiene que el principio fundamental del materialismo histórico es que “El modo de producción de la vida material determina el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino a la inversa, su ser social el que determina su conciencia” Marx. Prólogo a la contribución a la crítica de la economía política.

    M&E exponen por primera vez el materialismo histórico en “La ideología alemana” (1846). Allí adoptan un punto de vista dialéctico  que asume la interacción del Sujeto y del Objeto, de los individuos (nominalismo) y las circunstancias (naturales y sociales): “Las premisas de las que partimos no son arbitrarias, no son dogmas, sino que son premisas reales, de las cuales la abstracción sólo puede hacerse en la imaginación. Son los individuos reales, su actividad y las condiciones materiales en las que viven, tanto las condiciones que ya encuentran existiendo como las condiciones producidas por su propia actividad. Estas premisas pueden verificarse, pues, de una manera puramente empírica”. M&E: Ideología alemana.
    La praxis: el punto de partida  
    El punto de partida, pues, es la praxis, la actividad práctico-productiva de los individuos sobre las condiciones materiales o circunstancias que ellos encuentran o que ellos mismos producen y que luego les condicionan actuando sobre ellos. Así, pues, “…la primera premisa de toda existencia humana y también, por tanto, de toda historia, es que los hombres se hallen para “hacer historia” en condiciones de poder vivir. Ahora bien, para vivir hace falta comer, beber, alojarse bajo un techo, vestirse y algunas cosas más. El primer hecho histórico es, por consiguiente, la producción de los medios indispensables para la satisfacción de estas necesidades, es decir, la producción de la vida material misma y no cabe duda de que es éste un hecho histórico, una condición fundamental de toda historia…”
    La concepción del hombre según el materialismo histórico 
     A la luz del materialismo histórico, M&E conciben al hombre,  a los individuos humanos, como seres naturales, productos de la naturaleza, sensibles, pues  sienten las necesidades materiales de comer, beber, procrear, protegerse bajo techo, apasionados, sujetos de impetuosas pasiones de amor, odio, temor, conscientes del mundo que les rodea y de los demás y autoconscientes gracias a la mediación de los demás y, por ello, como seres activos y prácticos, que necesitan transformar las condiciones naturales, sociales y políticas en las que se encuentran o las que ellos mismos producen. Por ello, los seres humanos al transformar la naturaleza y la sociedad mediante la praxis, se hacen y se transforman a sí mismos, lo que los convierte en seres históricos que, más que naturaleza tienen historia. “La historia es la verdadera historia natural del hombre” dice Marx en “La Ideología alemana”.
    La dialéctica de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción
    Para satisfacer sus necesidades materiales los hombres tienen que inventar y construir herramientas, armas, instrumentos y máquinas, lo que a su vez crea nuevas necesidades. Marx llama fuerzas productivas al conjunto de  animales, herramientas, máquinas, fincas, inmuebles,  fábricas, personas y a los conocimientos científico técnicos que los trabajadores han de tener para poner en funcionamiento la maquinaria de la producción:”Lo segundo es que la satisfacción de esta primera necesidad, la acción de satisfacerla y la adquisición del instrumento necesario para ello conduce a nuevas necesidades…” Ibid (26-28).
    En el proceso de producción de lo necesario para satisfacer sus necesidades biológicas, los individuos del grupo social contraen relaciones productivas, independientes de su voluntad y relaciones reproductivas que, estabilizadas, crean las familias:
    (41-48) ”El tercer factor que aquí interviene de antemano en el desarrollo histórico es el de que los hombres que renuevan diariamente su propia vida comienzan al mismo tiempo a crear a otros hombres, a procrear: es la relación entre hombre y mujer, entre padre e hijos, la familia. Esta familia, que al principio constituye la única relación social, más tarde, cuando las necesidades, al multiplicarse, crean nuevas relaciones sociales y, a su vez, al aumentar el censo humano, brotan nuevas necesidades, pasa a ser, salvo en Alemania una relación  secundaria…”   Ibid.  
    Marx llama relaciones de producción al conjunto de relaciones sociales que los hombres de una sociedad establecen entre sí, independientemente de su voluntad, en el proceso de producción social de los bienes, para la reproducción de la vida social, y las hace equivalentes a las relaciones de propiedad, a las relaciones entre los hombres mediadas por las relaciones de los hombres con las cosas. Estas relaciones hacen, en el modo de producción capitalista, de unos hombres, los burgueses, propietarios de los medios de producción, de los campos, fábricas y talleres y a otros, a los trabajadores, propietarios de su fuerza de trabajo, que han de vender en el mercado a los propietarios de los medios de producción a cambio de un salario. Estas relaciones de producción no son fruto de la voluntad de las personas, ni de un contrato social rousseauniano, sino que son necesarias porque derivan de y están determinadas por las condiciones materiales de producción de cada modo de producción.
   (57-79) “La producción de la vida, tanto de la propia en el trabajo, como de la ajena en la procreación, se manifiesta inmediatamente como una doble relación –de una parte, como una relación natural y de otra como una relación social- social, en el sentido de que por ella se entiende la cooperación de diversos individuo, cualesquiera que sean sus condiciones, de cualquier modo y para cualquier fin. De donde se desprende que un determinado modo de producción o una determinada fase industrial lleva siempre aparejado un determinado modo de cooperación o una determinada fase social, modo de cooperación que es, a su vez, una “fuerza productiva”; que la suma de las fuerzas productivas accesibles al hombre condiciona el estado social y que, por tanto, la “historia de la humanidad” debe estudiarse y elaborarse siempre en conexión con la historia de la industria y del intercambio… Se manifiesta, por tanto, ya de antemano, una conexión materialista de los hombres entre sí, condicionada por las necesidades y el modo de producción y que es tan vieja como los hombres mismos; conexión que adopta constantemente nuevas formas y que ofrece, por consiguiente, una “historia”. Ibid
    La producción de la conciencia
    Pasando de la conciencia de la producción a la producción de la conciencia y en manifiesta oposición al idealismo hegeliano, M&E ironizan sobre la conciencia y la tara material con la que nace lastrada, pues la conciencia, el espíritu no es puro, sino que nace “preñado” de materia, que se manifiesta en forma de lenguaje:
    (87-104) “El lenguaje es tan viejo como la conciencia: el lenguaje es la conciencia práctica, la conciencia real que existe también para otros hombres y que, por tanto,  comienza a existir también para mí mismo; y el lenguaje nace, como la conciencia, de la necesidad, de los apremios del intercambio con los demás hombres…La conciencia, por tanto, es ya de antemano un producto social, y lo seguirá siendo mientras existan los seres humanos. La conciencia es, ante todo, naturalmente, conciencia del mundo inmediato y sensible que nos rodea y conciencia de los nexos limitados con otras personas y cosas, fuera del individuo consciente de sí mismo; y es, al mismo tiempo, conciencia de la naturaleza, que al principio se enfrenta al hombre como un poder absolutamente extraño, omnipotente e inexpugnable, ante el que los hombres se comportan de un modo puramente animal y que los amedrenta como el ganado; es por tanto, una conciencia puramente animal de la naturaleza(religión natural)”.  Ibidem)
    La conciencia, hipostasiada y fetichizada por el idealismo hegeliano y convertida en la característica esencial del hombre, es descrita, desde la perspectiva materialista de M&E como ”capas de aire en movimiento”, como lenguaje, como conciencia práctica ligada a los otros hombres, a la comunicación con  y al intercambio con otros hombres. Por ello, la conciencia es un producto social. La conciencia, más concretamente, el ser consciente, pues la conciencia es una propiedad del individuo humano concreto, es conciencia del mundo sensible, de la naturaleza y de los otros hombres. La conciencia depende, pues del Ser, de la Naturaleza y de los otros hombres, de la sociedad y no a la inversa. M&E  dirán que: “No  es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino a la inversa, su ser social el que determina la conciencia”.  La conciencia de la naturaleza presenta a esta como algo extraño, omnipotente e inexpugnable, debido a la debilidad del hombre ante ella en los primeros tiempos.
    La división del trabajo y las transformaciones de la conciencia
    (115-134) El comienzo de la conciencia es tan animal como el de la vida social y al principio es simplemente una conciencia gregaria o tribal que se desarrolla y perfecciona al multiplicarse la sociedad, acrecentarse las necesidades y al aumentar la producción como consecuencia de la división social del trabajo. La división social del trabajo, que comenzó en el acto sexual, continuó con el aprovechamiento de las cualidades físicas diferentes de las personas y culminó en la división del trabajo en físico e intelectual, mano y cerebro: “Desde ese instante, puede ya la conciencia imaginarse realmente que es algo más y algo distinto que la conciencia de la práctica existente, que representa realmente algo sin representar algo real: desde ese instante, se halla la conciencia en condiciones de emanciparse del mundo y entregarse a la creación de la teoría ” pura”. de la teología “pura”, la filosofía y la moral “puras” etc”   
    Con la división del trabajo entre mano y cerebro, trabajo manual e intelectual se crean las condiciones para que la “fuerza productora (las fuerzas productivas), “el estado social (las relaciones de producción o de propiedad  y la ·conciencia”  entren en contradicción entre sí:
     (142-149) “Por lo demás, es del todo indiferente lo que la conciencia por sí misma haga o emprenda, pues de toda esta escoria sólo obtendremos un resultado, a saber: que estos tres momentos, la fuerza productora, el estado social y la conciencia, pueden y deben entrar en contradicción entre sí, ya que, con la división social del trabajo, se da la posibilidad, más aún, la realidad de que las actividades espirituales y materiales, el disfrute y el trabajo, la producción y el consumo, se asignan a diferentes individuos”. Ibidem.
    La división social del trabajo produce la propiedad privada, las clases sociales y la alienación del hombre.
    La división del trabajo, que descansa en la división del trabajo familiar, conduce a la división y oposición de las diferentes familias y a la distribución desigual, cuantitativa y cualitativamente de los productos del trabajo, de la propiedad, lo que conduce a la sociedad de clases, y a la oposición entre el interés particular y el interés común.
        La división del trabajo en la “sociedad natural”, donde se da una  separación y una oposición entre “el interés particular” y el “interés común”, donde las actividades “no aparecen divididas voluntariamente, sino de  modo natural”, produce la alienación o enajenación de los actos y de la actividad humana, que ”se erigen ante él como un poder ajeno y hostil, que le  sojuzga, en vez de ser él quien los domine”. Mencionan M&E aquí el tema de la alienación, que Marx desarrolló más analíticamente en los Manuscritos e imaginan la  superación y la desaparición de la enajenación en la sociedad comunista como consecuencia de la superación de la división del trabajo:
    (183-195)“En efecto, a partir del momento en que comienza a dividirse el trabajo, cada cual se mueve en un círculo exclusivo de actividades, que le es impuesto y del que no puede salirse; el hombre es cazador, pescador, pastor o crítico crítico, y no tiene más remedio que seguirlo siendo, si no quiere verse privado de los medios de vida; al paso que en la sociedad comunista, donde cada individuo no tiene acotado un círculo exclusivo de actividades, sino que puede desarrollar sus aptitudes en la rama que mejor le parezca, la sociedad se encarga de regular la producción general, con lo que hace cabalmente posible que yo pueda dedicarme hoy a esto y mañana aquello, que pueda por la mañana cazar, por la tarde pescar y por la noche apacentar el ganado, y después de comer, si me place, dedicarme a criticar, sin necesidad de ser exclusivamente cazador, pescador, pastor o crítico, según los casos” . Ibidem.
    La conversión de nuestras actividades sociales y de nuestros propios productos en un poder material erigido sobre nosotros y sustraído a nuestro control engendra al Estado como una comunidad ilusoria, pero basada siempre en los vínculos  existentes dentro de cada conglomerado familiar y tribal, así como la sangre, la lengua y la división del trabajo y sobre la base de las clases, condicionadas por la división social del trabajo y de las cuales una de ellas es la clase dominante. De las clases sociales, que existen objetivamente y que están formadas por las personas que ocupan la misma posición en el proceso de producción , bien como asalariadas o como propietarias de los medios de producción, habla más explícitamente Marx en El Capital, donde distingue tres clases en función del criterio del origen de sus ingresos:  los terratenientes, cuya riqueza procede de la renta de la tierra, los capitalistas, cuya riqueza procede del capital ganancia, y los proletarios, cuya renta procede de la venta a los capitalistas de su fuerza de trabajo a cambio del salario. En “La lucha de clases en Francia”, Marx distingue, más explícitamente,  el campesinado, la burguesía, dividida en sus fracciones comercial, industrial y financiera, la pequeña burguesía, el proletariado y el lumpenproletariado.
         La lucha de clases: el motor de la historia
    En el “Manifiesto del Partido Comunista” (1848), atribuye a la lucha de clases la causas del cambio social e histórico:
    “La historia de toda sociedad hasta nuestros días no ha sido más que la historia de la lucha de clases: Hombre libre y esclavo, patricio y plebeyo, varón y siervo, en constante oposición, han desarrollado una guerra ininterrumpida, abierta unas veces, disimulada otras; una guerra que siempre concluía, o bien en una transformación revolucionaria de la sociedad entera o bien en la destrucción de las dos clases en lucha”. K. Marx y F. Engels.
    En la “Ideología alemana”, M&E  dicen (211-223) que las luchas que se libran en el Estado entre democracia, aristocracia y monarquía no son más que formas ilusorias en las que se desenvuelven las luchas de clases y que toda clase que aspire a implantar su dominación, incluso el proletariado, cuya dominación acabará con toda dominación de clase anterior y con las clases sociales mismas, debe “conquistar el poder político, para poder presentar su interés como el interés general”
    El comunismo y la superación de la alienación del trabajo en “La ideología alemana”
   En la última parte de la Introducción, (234-328) Apartado A (1) Historia de “La ideología alemana”, des criben M&E la alienación o enajenación del trabajo, sus causas y su superación mediante el comunismo:
    “El poder social, es decir, la fuerza de producción multiplicada, que nace por obra de la cooperación de los diferentes individuos bajo la acción de la división del trabajo, se les aparece a estos individuos, por no tratarse de una cooperación voluntaria, sino natural, no como un poder propio, asociado, sino como un poder ajeno, situado al margen de ellos, que no saben de dónde procede ni a donde se dirige y que, por tanto, no pueden ya dominar, sino que recorre, por el contrario, una serie de fases y etapas de desarrollo peculiar e independiente de la voluntad y de los actos de los hombres que incluso dirige esta voluntad y estos actos” .Ibidem.
     La alienación del trabajo se produce cuando el poder social, resultado de la cooperación de los diferentes individuos sometidos a la división del trabajo forzada, “natural” y no “voluntaria”, se separa de ellos y se opone a ellos y acaba por dominarlos y controlarlos. Con esa enajenación sólo puede acabarse partiendo de dos premisas prácticas: 1ª Crear una masa de la humanidad absolutamente desposeída, en total contradicción con el mundo existente de riqueza y de cultura, del que ella está excluida y a la que este mundo le resulte insoportable, lo que supone un gran desarrollo de las fuerzas productivas y 2ª la extensión o globalización de estas relaciones de producción a escala “histórico universal, porque sin ella sólo se generalizaría la escasez y la miseria, pues sólo este desarrollo universal de las fuerzas productivas  lleva consigo un intercambio universal de los hombres. Sin estas dos condiciones, el comunismo sólo llegaría a ser un fenómeno local, las mismas potencias de intercambio no serían universales e insoportables y toda ampliación del intercambio comercial acabaría en comunismo local.
    El comunismo sólo será posible por la  revolución mundial, ”como la acción coincidente o simultánea de los pueblos dominantes, lo que presupone el desarrollo universal de las fuerzas productivas y el intercambio universal que lleva aparejado”. La revolución comunista, al destruir la base de la propiedad privada,   regular de forma comunista la producción y al abolir la alienación, es decir, la actitud por la que los hombres se comportan ante sus propios productos como ante algo extraño a ellos”, acabará con el dominio que el comercio mundial, con su ley de la oferta y la demanda, ejerce sobre el mundo entero, al permitir que los hombres se reapropien de la producción y del intercambio comercial. El comunismo, acaban diciendo M&E, no es un estado ideal, sino el movimiento real que anula y supera el capitalismo, basado en la propiedad privada de los medios de producción y el proletariado y el comunismo sólo pueden existir en el plano histórico mundial.
    Definen M&E, por último, la sociedad civil como  (307-322)“la forma de intercambio condicionada por las fuerzas productivas existente en todas las fases históricas anteriores” La sociedad civil tiene como premisa la familia y la tribu y es el verdadero escenario de la historia. “La sociedad civil abarca todo el intercambio material de los individuos en una determinada fase de desarrollo de las fuerzas productivas. Abarca toda la vida comercial e industrial de una fase y , en este sentido, trasciende de los límites del Estado y de la nación, si bien, por otra parte, tiene necesariamente que hacerse valer al exterior como nacionalidad y vista hacia el interior como Estado”  La sociedad civil en cuanto tal se desarrolla tan sólo con la burguesía.   Ibidem.
    Las relaciones dialécticas entre la infraestructura económica y la superestructura ideológica
    Marx llama infraestructura económica al conjunto de las fuerzas productivas (estructura económica)  y de  las relaciones de producción (estructura social) de una sociedad  y concibe que el cambio social e histórico es el resultado de la contradicción y el conflicto de las fuerzas productivas y las  relaciones de producción:
    “En un determinado estadio de su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o por usar la equivalente expresión jurídica, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se había movido hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas: Empieza entonces una época de revolución social”   Marx. Prólogo a la contribución a la crítica de la economía política.
    Marx sostiene que al cambiar la infraestructura económica de la sociedad:”…se subvierte más rápida o lentamente toda la gigantesca superestructura, formada por: …las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en suma, ideológicas, en las cuales los hombres toman conciencia de este conflicto y lo dirimen” Ibidem.
    Valiéndose de una metáfora arquitectónica, Marx establece una relación de dependencia entre la infraestructura económica de la sociedad, que serían los cimientos sobre los que se levantarían la fachada y la superestructura ideológica, que equivaldría al tejado del edificio social. La superestructura ideológica estaría constituida por el sistema de ideas y creencias religiosas, filosóficas, éticas, estéticas, jurídicas y políticas en el que los hombres toman conciencia de sus conflictos y los dirimen.Esta relación entre la infraestructura, el ser social y la conciencia, así como sus producciones ideológicas ha sido interpretado por Marx y los marxistas posteriores de dos formas distintas.
     La primera,  mecanicista y estructuralista, sostiene que la infraestructura determina o causa la superestructura, pero no a la inversa. De hecho, fueron los  mismos Marx  y Engels quienes afirmaron en “La Ideología alemana” que :”La vida no está determinada por la conciencia, sino que la conciencia está determinada por la vida”  y en el “Prólogo a la contribución a la crítica de la economía política” que; “No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, a la inversa, su ser social el que determina su conciencia” ,”…razón por la que tampoco es posible juzgar una tal época de transformación por su conciencia,  sino que hay que explicarla por las contradicciones de la vida material, por el conflicto entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción”. Ibidem
     La segunda, sugerida por  Engels, más dialéctica, modificó dicha relación al decir que la infraestructura económica condiciona en última instancia la superestructura, pero que esta conserva una cierta autonomía e interactúa sobre la infraestructura económica transformándola y Marx y Engels dialectizaron la relación entre infra y superestructura cuando dijeron en la 3ª Tesis sobre Feuerbach que no sólo son las circunstancias las que hacen cambiar a los hombres, sino también los hombres a las circunstancias. La primera interpretación de la relación entre infra y superestructura conduciría a una concepción determinista del hombre, de la sociedad y del cambio histórico, que  negaría la libertad de éste, al considerarle  producto de las circunstancias, la segunda, más dialéctica y humanista, vería al hombre como una síntesis de necesidad y libertad, condicionado por las circunstancias, pero condicionante de las mismas, reconociéndole, pues una autonomía y libertad relativas.
     
    La sucesión histórica de los modos de producción: la transición del capitalismo al comunismo
    Marx sostiene, que como consecuencia de la contradicción de las fuerzas productivas y las relaciones de producción, en el curso de la historia se han sucedido los siguientes modos de producción: tribal, caracterizado por la propiedad colectiva de los medios de producción, por la caza y la recolección, asiático, en el que las tierras son propiedad del poder supremo, que organiza los regadíos de la agricultura y distribuye los excedentes entre la población, antiguo, característico de las poleis griegas y de Roma, basado en la explotación del trabajo esclavo por los ciudadanos libres, el modo de producción feudal, propio de la Edad Media, caracterizado por la apropiación del excedente producido por los siervos de la gleba por los señores feudales y el burgués o capitalista, basado en  propiedad privada y en la explotación de los trabajadores asalariados por la burguesía, que ha pasado por las fases de capitalismo comercial, manufacturero, industrial, financiero y colonialista.
     Marx predice que el modo de producción capitalista será sustituido, mediante una revolución social, por el modo de producción socialista, como consecuencia necesaria de las contradicciones internas entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción y de la lucha de clases entre el proletariado y la burguesía. La lucha de clases se acrecentará, pues la competencia entre los capitalistas individuales en el mercado capitalista por aumentar su cuota de mercado, tenderá a aumentar la explotación de los trabajadores para que sus productos sean competitivos en el mercado. Así las cosas, los capitalistas que no logren competir ventajosamente en la lucha por la vida en el despiadado mercado capitalista, caerán  arruinados en las filas del proletariado, por lo que el proletariado se hará más numeroso. Por eso, en virtud de las leyes de la oferta y la demanda,  el salario, el precio del trabajo de los asalariados, disminuirá aun más. Así, los proletarios serán cada vez más y más pobres y los capitalistas menos y más ricos produciéndose así una creciente concentración de capital. Así las cosas, el proletariado alcanzará conciencia de su situación como clase explotada y no teniendo nada que perder excepto sus cadenas, se lanzará a una revolución proletaria que acabará con el capitalismo e instaurará una dictadura del proletariado para acabar con los últimos vestigios del capitalismo y de la burguesía. Esta dictadura será provisional y establecerá primero el socialismo, regido por la máxima “A cada cual según su trabajo” y después el comunismo, que escribirá en su bandera: “A cada cual según sus necesidades”, según los describió Marx en “Crítica al Programa de Gotha”    
    4.- EL CONCEPTO MARXISTA DE ALIENACIÓN
         Marx expone explícitamente el concepto de alienación en los “Manuscritos de economía y de filosofía” (1844) en el contexto de una crítica de los presupuestos de la economía política clásica: la propiedad privada y el capital. Los antecedentes del concepto de alienación en la filosofía clásica alemana hay que buscarlos en dos autores que Marx conocía bien: Hegel y Feuerbach.
    Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831), maestro de todos los jóvenes hegeliano y de Marx y Engels, sintetizó el idealismo trascendental y el romanticismo en un sistema filosófico totalizador que legitimó el Estado prusiano de su época, al presentarlo como encarnación de la Razón y de la Libertad, en su célebre aforismo: “Todo lo racional es real y todo lo real es racional”. Hegel sostenía que la Razón, el Espíritu Absoluto, se enajenaba o alienaba en el espacio dando así existencia a la Naturaleza  y se alienaba en el tiempo dando lugar a la Historia, que, en consecuencia, Hegel concebía como el despliegue de la Razón y de la Libertad en la historia.
    Ludwig Feuerbach (1804-1872), discípulo de Hegel, criticó el idealismo absoluto de su maestro Hegel desde posiciones materialistas y ateas. Para Feuerbach el ser, la naturaleza, la materia, precedían al espíritu y al pensamiento y no procedían de él, como sostenía religiosamente el maestro. En “La esencia del cristianismo (1841),  el ateo Feuerbach describió y criticó  lo que llamó la alienación religiosa, fenómeno consistente en la ignorancia de la conciencia religiosa de que la esencia de Dios no es más que la esencia del hombre, de la que éste se ha enajenado al proyectarla en el cielo imaginario de la religión. El hombre, nos dice Feuerbach, es el que ha creado a Dios a su imagen y semejanza, después ha proyectado la imagen de su criatura, magnificada y elevada a un grado superlativo, en el cielo imaginario de la religión y, se ha olvidado de su acto creador. De  este modo,  el creador, el hombre, se habría hecho ajeno, se habría enajenado o alienado de su criatura fantástica, Dios, que se habría separado de él, se habría opuesto a él, y habría acabado por controlarle y dominarle. El creador, el Hombre, habría acabado así adorando a su criatura (Dios) y sometido a ella. La superación de la alienación religiosa pasaba, según Feuerbach, porque el hombre tomase conciencia de que “Homo homini Deus est” de que el Hombre es el único Dios del Hombre.
    Karl Marx utiliza este esquema conceptual  presupuesto en el concepto de alienación ( producción- separación de los productos de sus productores-  enajenación de los productores de sus productos, oposición de éstos a aquellos y dominio de los trabajadores por sus propios productos) para analizar el resultado del proceso de producción capitalista, basado en la propiedad privada, para los trabajadores:
    “El obrero es más pobre cuanta más riqueza produce, cuanto más crece su producción en potencia y en volumen. El trabajador se convierte en una mercancía tanto más barata cuantas más mercancías produce. La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas. El trabajador no sólo produce mercancías; se produce también a sí mismo y al obrero como mercancía y justamente en la proporción en que produce mercancías”  K.Marx. Manuscritos económico-filosóficos.
    Este hecho económico, que el trabajador es más pobre cuanta más riqueza produce, expresión de la alienación económica  de los trabajadores en la sociedad capitalista, se refleja en la relación religiosa entre el Hombre y Dios, donde el  Hombre es tanto más pobre y miserable cuanto más rico es su Dios. Bajo el capitalismo, el Dios-capital, creado por el trabajo humano, se enriquece tanto como se empobrecen los trabajadores, su riqueza y poder aumenta con y a causa de la depauperación de los trabajadores.   
    Marx distinguió en los “Manuscritos” varias  formas de alienación: la alienación objetiva o económica, la alienación subjetiva o de la propia actividad, la alienación del ser genérico, la alienación social y  la alienación ideológica.
    La alienación objetiva o económica consiste en que en el modo de producción capitalista, basado en la propiedad privada de los medios de producción (campos, fábricas, talleres, oficinas, bancos), el trabajador se separa del producto de su trabajo,y se enajena de él, en la medida en que el producto del trabajo pasa a ser de otro (“aliud”), del empresario, que se lo apropia a cambio del salario con el que paga al trabajador. El producto del trabajo, alienado del trabajador, acaba por oponerse y dominar a este en forma de capital. Esta forma de alienación aparece en la sociedad capitalista porque:
    “… el objeto que el trabajo produce, su producto, se enfrenta a él como un ser extraño, como un poder independiente del productor: El producto del trabajo es el trabajo que se ha fijado en un objeto, que se ha hecho cosa; el producto es la objetivación del trabajo. La realización del trabajo es su objetivación. Esta realización del trabajo aparece en el estadio de la Economía política como desrealización del trabajador, la objetivación como pérdida del objeto y servidumbre a él, la apropiación como extrañamiento, como enajenación.
    Hasta tal punto aparece la realización del trabajo como desrealización del trabajador, que éste es desrealizado hasta llegar a la muerte por inanición. La objetivación aparece hasta tal punto como pérdida del objeto, que el trabajador se ve privado de los objetos más necesarios no sólo para la vida, sino incluso para el trabajo. Es más. el trabajo mismo se convierte en un objeto del que el trabajador sólo puede apoderarse con el mayor esfuerzo y las más extraordinarias interrupciones. La apropiación del objeto aparece en tal medida como extrañamiento, que cuantos más objetos produce el trabajador, tanto menos alcanza a poseer y tanto más sujeto queda a la dominación de su producto, es decir, del capital. Todas estas consecuencias están determinadas por el hecho de que el trabajador se relaciona con el producto de su trabajo como con un objeto extraño. Partiendo de este supuesto, es evidente que cuanto más se vuelca el trabajador en su trabajo, tanto más poderoso es el mundo extraño, objetivo que crea frente a sí y tanto más pobres son el mismo y su mundo interior, tanto menos dueño de sí es. Lo mismo sucede en la religión. Cuanto más pone el hombre en Dios, tanto menos guarda para sí mismo…La enajenación del trabajador en su producto significa no solamente que su trabajo se convierte en un objeto, en una existencia exterior, sino que existe fuera  de él, independiente, extraño, que se convierte en un poder independiente frente a él; que la vida que ha prestado al objeto se le enfrenta como cosa extraña y hostil” . K. Marx: Manuscritos de economía y filosofía.
      En el análisis del proceso de producción capitalista, distingue Marx entre objetivación (Objektivation o Vergegenständlichung) y alienación (Entfremdung) o enajenación (Entäusserung). La objetivación es un momento necesario del proceso de trabajo que consiste en que el sujeto, el trabajador, aplica su fuerza e inteligencia a los objetos materiales para transformarlos, para plasmar en ellos una forma que los convierta en valores de uso,  productos que permitan satisfacer una necesidad humana. La objetivación implica que algo interno del sujeto trabajador se exterioriza y queda plasmado y objetivado, hecho cosa objetiva. Por ese dice Marx que el objeto es la realización del trabajo, que “la realización del trabajo es su objetivación” Para Marx no hay nada de malo en la objetivación, es un proceso necesario que se da en todos los modos de producción.
    Otra cosa ocurre con la alienación o enajenación, que son procesos negativos y deshumanizadores. La alienación aparece en el estadio de la “Economía política” como “desrealización del trabajador”, como deshumanización del trabajador, la objetivación del trabajo en el objeto, como pérdida y enajenación del producto del trabajo por el trabajador, la apropiación del producto del trabajo por el  empresario capitalista como extrañamiento del  trabajador ante los objetos producidos por su trabajo, como enajenación.
    En el capitalismo, la realización del trabajo, la objetivación, desrealiza al trabajador hasta el punto de que éste puede morir de hambre, al verse privado  no sólo de lo más necesario para la vida, sino incluso del trabajo. La apropiación del producto del trabajo por el empresario capitalista supone tal extrañamiento para el trabajador que, cuanto más trabaja y más produce el trabajador, menos posee  y más sometido está al capital, que crece a medida en que decrece la propiedad del trabajador. Estas consecuencias son resultado del extrañamiento del producto del trabajo respecto de su productor. Cuanto más trabaja el trabajador, más poderoso es el mundo que produce, que pasa a ser propiedad privada del empresario capitalista y convertido en valor de cambio, en mercancía, aumenta el poder del Capital sobre el Trabajo.
    La condición de la alienación de los productos del trabajador, de que aquéllos se separen de él, se conviertan en ajenos a él y acaben convirtiéndose en un poder extraño y hostil que les domina es la propiedad privada de los medios de producción por los capitalistas, que se apropian del producto de los trabajadores a cambio de un salario que no paga la totalidad del valor del producto, lo que permite al capitalista apropiarse de la plusvalía (Mehrwert), la diferencia entre el salario pagado por el capitalista a los trabajadores, y el precio de venta de los productos del trabajo, convertidos en mercancías en el mercado capitalista.
  Esta es la base de la explotación económica a la que el capitalista somete al proletariado y la fuente de riqueza de los capitalistas. El capital es trabajo acumulado. En el mercado capitalista los valores de uso se convierten en valores de cambio mediante el dinero, que invierte y pervierte el sentido de las formas de intercambio. En las economías precapitalistas, el dinero era un mero medio para comprar una determinada mercancía y facilitar el intercambio mercantil. La fórmula que expresaba allí la relación entre las mercancías (M) y el dinero (D) era: M-D-M, pero con la economías capitalista, se invierte la relación, al ser las mercancías un mero medio para conseguir el dinero. La fórmula se convierte, pues, en D-M-D. En el capitalismo el valor de uso se subordina al valor de cambio. Las necesidades del hombre y el hombre mismo se subordinan al capital. No se produce ya para satisfacer las necesidades humanas, sino para obtener beneficio, para aumentar el capital. No son ya las mercancías para el hombre, sino el hombre para las mercancías y el mismo hombre se convierte en una mercancía que se compra y se vende en el mercado capitalista al precio de venta del salario. El hombre trabajador se deshumaniza, se cosifica, se convierte en un mero factor de producción.
    Como en la religión, en el capitalismo, cuanto más pobre es el trabajador, más rico y poderoso el capitalista:
    “Ciertamente el trabajo produce maravillas para los ricos, pero produce privaciones para el trabajador. Produce palacios, pero para el trabajador chozas. Produce belleza, pero deformidades para el trabajador. Sustituye el trabajo por máquinas, pero arroja una parte de los trabajadores a un trabajo bárbaro y convierte en máquinas a otra parte. Produce espíritu, pero origina estupidez y cretinismo para el trabajador.”  K. Marx. Manuscritos de economía y filosofía.     
    La alienación subjetiva o de la propia actividad
    Además de la alienación objetiva, por la que el trabajador acaba por no reconocerse en sus propios productos y acaba siendo controlado y dominado por ellos, Marx describe también en los “Manuscritos” la alienación de la propia actividad en el proceso de trabajo, que consiste en que el trabajador no se identifica con su trabajo, percibiéndolo como algo ajeno, externo, no libre y forzado, por lo que huye del trabajo como de la peste:
    “…Pero el extrañamiento no se muestra sólo en el resultado, sino en el acto de la producción, dentro de la actividad productiva misma. ¿Cómo podría el trabajador enfrentarse con el producto de su actividad como con algo extraño si en el acto mismo de la producción no se hiciese ya ajeno a sí mismo?. El producto no es más que el resumen de la actividad, de la producción. Por tanto,si el producto del trabajo es la enajenación, la producción misma ha de ser la enajenación activa, la enajenación de la actividad; la actividad de la enajenación. En el extrañamiento del producto del trabajo no hace más que resumirse el extrañamiento, la enajenación en la actividad del trabajo mismo.”  Ibidem.
    La enajenación del trabajo consiste, pues en que:
    “…el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Por eso, el trabajador sólo se siente en  si fuera del trabajo y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado. Por eso, no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo”  Ibidem.
    El trabajo es, pues, no libre, forzado, externo. El trabajador sabe que “cuando está en él no se pertenece a sí mismo, sino a otro”. “De esto resulta  que el hombre (el trabajador) sólo se siente libre en sus funciones animales, en el comer, en el beber, en el engendrar, y todo lo más en aquello que toca a la habitación y al atavío, y en cambio, en sus funciones humanas se siente como animal: Lo animal se convierte en lo humano y lo humano en lo animal.” La alienación del trabajo, de la propia actividad entraña la deshumanización, la conversión de lo humano en animal y viceversa.
    Marx establece una relación de causalidad dialéctica entre la alienación objetiva y la subjetiva y considera que la alienación del trabajador de sus productos bajo el capitalismo es la causa de la enajenación de su propia actividad en el trabajo, pero ésta es a su vez condición de aquella. 
    La alienación del ser genérico o de la propia esencia.
    El hombre es un ser natural, un producto de la Naturaleza, que vive en ella y de ella gracias a la praxis, a la actividad práctico productiva o trabajo mediante el cual: 1) el hombre transforma la naturaleza y 2) el hombre se hace a sí mismo, se dota a sí mismo de una naturaleza mediante el trabajo. El hombre, el género humano, es el resultado de su propia actividad genérica, se hace a sí mismo, en el curso de la historia. Por eso, más que poseer una naturaleza o esencia metafísica, eterna e inmutable, dada de antemano, el hombre es en ser histórico. El hombre es obra de la naturaleza, pero también la naturaleza es obra del hombre, del trabajo del hombre, de la objetivación del trabajo humano:”Por eso es el trabajo sobre el mundo objetivo donde el hombre se prueba realmente primero que es un ser de la especie. Esta producción es la vida activa de la especie. En virtud de esta producción, la naturaleza se manifiesta como obra del hombre y su realidad. El objeto del trabajo es, por tanto, la objetivación de la vida de la especie del hombre”.
    Lo que el hombre como ser genérico es, su esencia, es el resultado de la actividad genérica sobre la naturaleza, que es humanizada por el trabajo de la misma forma en que el hombre se construye a sí mismo mediante el trabajo, se enajena o aliena de su creador, en la medida en que la objetivación del trabajo del género humano pasa a ser de otro, convirtiéndose en propiedad privada de los capitalistas: “Por esto el trabajado enajenado, al arrancar al hombre el objeto de su producción, le arranca  su vida genérica, y transforma su ventaja respecto al  animal en desventaja, pues se ve privado de su cuerpo inorgánico, de la naturaleza. Del mismo modo, al degradar la actividad propia, la actividad libre, a la condición de medio, hace el trabajo enajenado de la vida genérica del hombre un medio para su existencia física”  Ibidem   
    La alienación social
    La alienación social, la enajenación del hombre respecto del hombre es resultado directo de la enajenación del hombre respecto de su trabajo, pues en la medida en que el resultado del trabajo pasa a ser de otro, del patrón, aumenta la riqueza de este en la misma medida que aumenta la pobreza del trabajador, lo que engendra las clases sociales de los trabajadores y los empresarios, hostiles y opuestas entre sí por sus intereses contrapuestos, que se perciben recíprocamente como enemigos. Para Feuerbach, de quien es deudora la noción marxista de “Gattungswesen”, ser o esencia de la especie,  ésta contenía también la relación del ser humano con el ser humano. Cada ser humano es parte de la especie, del género humano en la medida en la que reconoce la humanidad de los demás. Pero la alienación del trabajo produce también la ruptura de la unidad de la sociedad y la división de la sociedad en clases opuestas con intereses antagónicos y, en consecuencia la alienación de unos de los otros, pues unos trabajan para que otros gocen, unos son esclavos del trabajo para que otros gocen de la libertad y disfruten de los productos del trabajo: “En general, la afirmación de que el hombre está enajenado de su ser genérico quiere decir que un hombre está enajenado del otro, como cada uno de ellos está enajenado de la esencia humana” Ibidem
    Relaciones de la alienación objetiva o económica con la propiedad privada
       Entre la enajenación del trabajo y la propiedad privada descubre Marx una relación dialéctica. La propiedad privada es el producto y resultado de la enajenación del trabajo. Pero esta es, a su vez la condición de la propiedad privada:
    “La propiedad privada es, pues, el producto, el resultado, la consecuencia necesaria del trabajo enajenado, de la relación externa del trabajador con la naturaleza y consigo mismo…Pero el análisis de este concepto muestra que aunque la propiedad privada aparece como fundamento, como causa del trabajo enajenado, es más bien la consecuencia del mismo, del mismo modo que los dioses no son originariamente causa, sino efecto de la confusión del entendimiento humano. Esta relación se transforma después en una interacción recíproca. Sólo en el último punto culminante de su desarrollo descubre la propiedad privada de nuevo su secreto, es decir, en primer lugar que es el producto del trabajo enajenado, y en segundo término que es el medio por el cual el trabajo se enajena, la realización de esta enajenación”  K. Marx. Manuscritos.
    La superación de la alienación: el comunismo  
    Como hará después en “La Ideología alemana”, también en los “Manuscritos” propone el comunismo como medio para superar la alienación del trabajo en todas sus formas: alienación del producto del trabajo, de la propia actividad, de la esencia humana, alienación social, alienación política y alienación ideológica
“El comunismo como superación positiva de la propiedad privada en cuanto autoextrañamiento del hombre, y por ello como apropiación real de la esencia humana por y para el hombre; por ello, como retorno del hombre para sí en cuanto hombre social, es decir, humano; retorno pleno, consciente y efectuado dentro de toda la riqueza de la evolución humana hasta el presente. Este comunismo es, como completo naturalismo=humanismo, como completo humanismo=naturalismo; es la verdadera solución del conflicto entre el hombre y la naturaleza, entre el hombre y el hombre, la solución definitiva del litigio entre existencia y esencia, entre objetivación y autoafirmación, entre libertad y necesidad, entre individuo y género. Es el enigma resuelto de la historia y sabe que es la solución” K. Marx. Manuscritos.  p. 143
5.- EL CONCEPTO MARXIANO DE IDEOLOGÍA
    Marx adoptó el término “ideología” de la tradición filosófica del empirismo sensualista francés de Condillac y Destut de Tracy, autores para los que la palabra “ideología” designaba la ciencia que estudiaba la génesis de las ideas a partir de las sensaciones. Marx usa inicialmente el término,  de manera neutral y no valorativa para designar el reflejo de la realidad en la mente, como “el lenguaje de la vida real. Así, en La Ideología alemana dice Marx: “La producción de las ideas y representaciones de la conciencia, aparecen al principio directamente entrelazadas con la actividad material y el comercio material de los hombres, como el lenguaje de la vida real. Las representaciones, los pensamientos, el comercio espiritual de los hombres se presentan todavía, aquí, como emanación directa de su comportamiento material. Y lo mismo ocurre con la producción espiritual, tal y como se manifiesta en el lenguaje de la política, de las leyes, de la moral, de la religión, de la metafísica etc, de un pueblo”. M&E: La Ideología alemana
       Así pues,  para Marx los hombres, al igual que producen y reproducen sus condiciones materiales de vida, y se reproducen a sí mismos, producen también sus ideas y representaciones, condicionados por el desarrollo de las fuerzas productivas y por las formas de intercambio dominantes en su sociedad, Pero la división social del trabajo en manual e intelectual crea las condiciones para la alienación de la conciencia y de los productos espirituales de sus productores humanos y para alienación ideológica que desempeña la función de legitimar la dominación y la explotación de las clases sometidas por la clase dominante.
    Marx desarrolló desde sus primeras obras una teoría crítica de la ideología desde la perspectiva del materialismo histórico, considerándola como un producto social que depende de las condiciones socioeconómicas de la sociedad que las produce, por lo que no tienen su propia historia independiente ni autónoma, y en consecuencia, ha de ser explicada a partir de la infraestructura económica. Así,  en la “Contribución a la crítica de la economía política” (1859), dice Marx  que “No es la conciencia la que determina el ser social, sino el ser social el que determina la conciencia, haciendo depender la superestructura ideológica de la infraestructura económica y en La Ideología Alemana, dicen M&E: “La moral, la religión, la metafísica y cualquier otra ideología y las formas de conciencia que a ellas corresponden pierden, así, la apariencia de su propia sustantividad. No tienen su propia historia ni su propio desarrollo, sino que los hombres que  desarrollan su producción material y su intercambio material cambian también, al cambiar esta realidad su pensamiento y los productos de su pensamiento. No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia.”  K.Marx. La Ideología Alemana.     
   De los textos arriba mencionados puede extraerse una teoría de la ideología en los siguientes términos:
    1.- Las ideologías son sistemas de ideas, representaciones y creencias religiosas, filosóficas, morales con las que los hombres de una determinada sociedad representan en su conciencia la estructura de la sociedad, las relaciones sociales y políticas, el papel del hombre en la naturaleza, el sentido de la historia etc. Como productos sociales que son, las ideologías son históricos: nacen, se desarrollan y desaparecen.
    2.- Las ideologías forman parte de la superestructura de la sociedad, por lo que dependen de la infraestructura económica, es decir, de las fuerzas productivas y de las relaciones sociales de la sociedad, por lo que han de explicarse a partir de ellas y no a la inversa: “No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia”.
    3.- Las ideologías producen a las personas una falsa conciencia, de la sociedad en la que viven “En toda ideología, escribe Marx, los hombres y sus relaciones aparecen invertidas como en una cámara oscura”. Las ideologías, como  denunció Feuerbach a propósito de la ideología religiosa, presentan la realidad  al revés, cabeza abajo, haciendo creer a la conciencia religiosa que es Dios el que crea al hombre a su imagen y semejanza, mientras que la conciencia crítica que ha superado la alienación religiosa sabe que es el Hombre el creador y Dios la criatura.
    4.- Las ideologías están conectadas con los intereses económicos, sociales y políticos de las clases sociales, desempeñando la función de legitimar y justificar dichos intereses, la estructura de clases y la dominación de las clases sometidas por la clase dominante o la de cuestionar críticamente el orden establecido y proponer un orden alternativo.
    5.- Marx sostuvo que: “Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o dicho en otros términos, la clase que  ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante. La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo, por término medio las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente.”  K. Marx. La Ideología Alemana.    
  6.- Marx opuso a la conciencia ideológica, en cuanto conciencia falsa la conciencia  y la praxis revolucionarias: “Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos: de lo que se trata es de transformarlo”, dijo Marx en la onceava tesis sobre Feuerbach.



    EL MATERIALISMO DIALÉCTICO
        Federico Engels expuso el materialismo dialéctico en el “Antidühring” y en la “Dialéctica de la naturaleza”. El materialismo dialéctico es la filosofía del marxismo, que acabó por convertirse en la filosofóa oficial de la U.R.S.S. Supone una inversión del idealismo hegeliano, aunque conserva de él el método dialéctico y las leyes de la dialéctica.
    Hegel (1770-1831), el filósofo idealista alemán, sostuvo que el Espíritu Absoluto era el ser originario que contenía la totalidad de la realidad. El Espíritu Absoluto se alienaba en el espacio produciendo la Naturaleza y en el tiempo generando la Historia. Hegel interpretó esta concepción del origen de la naturaleza, del hombre y de la historia como una mera secularización de la idea cristiana de creación de la naturaleza y del hombre por Dios y adoptando el materialismo de Feuerbach, postuló que la realidad primaria y originaria no es el Espíritu o el pensamiento, sino  el Ser, la Naturaleza,  la materia, realidad de la que proceden mediante un proceso biológico de complejificación y de evolución todos los seres vivos, incluido el hombre y el pensamiento.
    Al elaborar el materialismo dialéctico, Engels incorporó elementos del positivismo cientificista del siglo XIX, concibiendo así que el materialismo dialéctico debía construir un sistema filosófico que integrase todos los conocimientos científicos aportados por las ciencias particulares, pero sin renunciar a la pretensión filosófica de conocer la totalidad de la realidad, su fundamento y sus principios de transformación.
      Por tanto, el materialismo dialéctico pretendió integrar en una unidad sistemática la física clásica newtoniana, la química atomista, la biología evolucionista darwiniana, la psicología experimental cuantitativa de Fechner, la sociología positivista de Saint Simón y Comte, la antropología de Morgan y Bachofen y las aportaciones al socialismo de Proudhon y Marx.
    Engels osciló entre dos concepciones de la materia, sin tomar partido nítida y definitivamente por ninguna de ellas: la positivista y fenomenista y la monista sustancialista. Para la primera, de origen empirista y humeano, la materia es una realidad imperceptible y abstracta, resultado de abstraer las cualidades primarias y secundarias. La segunda, monista, materialista y sustancialista,  de origen cartesiano, considera la materia como una realidad realmente existente, subyacente a las cualidades perceptibles, que concede unidad y permanencia a las cosas materiales cambiantes.
    Engels, no obstante, aceptó también al atomismo de su época, considerando así a la materia, eterna, inengendrada, imperecedera, como constituida por átomos que se mueven eternamente generando la producción y la destrucción de todas las cosas naturales        
    El autor del Antidühring adoptó del idealismo hegeliano el método dialéctico por considerarlo revolucionario, en la medida en que resalta el hecho de que todo lo que existe actualmente encierra potencialidades de transformarse, por lo que enfatiza la provisionalidad de todo lo real. Pero frente al conservador Hegel que, en su aforismo “Todo lo racional es real y todo lo real es racional” resaltaba la segunda parte: “Todo lo real es racional”, legitimando y justificando así las instituciones semifeudales del Estado prusiano, Engels resaltó, por el contrario, la primera parte, en la que se afirmaba que: “Todo lo racional es real”, deslegitimando como irracional y por tanto, superable el orden socioeconómico y político establecido.
    Engels reformuló en un sentido materialista las leyes de la dialéctica idealista hegeliana:
    1ª.- Ley de la transformación de la cantidad en cualidad, que establece que el aumento o la disminución de la cantidad de una sustancia produce en ella cambios cualitativos, como ocurre con el agua, que en función de la disminución o del aumento de la temperatura puede cambiar de estado, convirtiéndose de líquida en sólida o en gaseosa, o como ocurre con el ácido fórmico(CH2O2), que al aumentar de dos a cuatro los átomos de hidrógeno, se convierte en ácido acético (CH4O2).
    2ª.- Ley de la lucha de los contrarios, que sostiene, siguiendo a Heráclito y a Hegel, que:” los dos polos de una antítesis como el negativo y el positivo son mutuamente tan inseparables como opuestos y a pesar de su oposición, se interpenetran el uno al otro” Engels. El Antidühring.
    La transformación, el cambio y la evolución son, pues, para Engels, resultado de la interdependencia, del conflicto y de la lucha que se libra en el seno de cada cosa entre el ser actual y el no ser aún, que presiona al ser actual, se opone a él y lo niega para llegar a ser. El grano de trigo se convierte en espiga mediante la negación de su ser grano de trigo actual. El gusano de seda, negándose, deviene capullo que, negándose de nuevo, deviene mariposa que pondrá huevos de los que saldrán de nuevo gusanos de seda.
    3ª.- Ley de la negación de la negación, que precisa la anterior y sostiene que todo sistema tiende a producir su opuesto, es decir, que la tesis del grano de trigo (T), produce la antítesis de la espiga (A), que niega y supera al grano de trigo, pero que la antítesis produce a su vez, mediante la autonegación, una nueva posición, la síntesis (S), que supera y conserva la verdad de cada uno de los dos polos de la antítesis. Este proceso aparece también en los insectos, en los que el huevo es negado por la larva y esta por el imago, que a su vez pondrá huevos que perpetuarán el proceso. Engels interpreta también el proceso histórico  con arreglo a este esquema dialéctico, de modo que el comunismo primitivo ( T), fue sustituido por la propiedad privada(A), que será sustituido a su vez por el comunismo(S), como consecuencia de las contradicciones internas entre el proletariado y la burguesía bajo el modo de producción capitalista. 




SÍNTESIS DEL MATERIALISMO HISTÓRICO

    El materialismo histórico o concepción materialista de la historia de Marx y Engels es una concepción filosófica que sintetiza dialécticamente el materialismo, para el cual el Ser, la Naturaleza es material  y precede al Pensar, que  emerge y depende de aquel y del idealismo, para el que el Pensar es anterior al Ser y este procede de aquel y depende de él.

    El materialismo histórico, pues, no parte del Ser, de la Naturaleza, del Objeto, como el materialismo, ni del Pensar, del Sujeto, como el idealismo, sino de la  praxis, es decir, de la actividad práctico productiva, por la que el sujeto, el Hombre, transforma  el Objeto, la naturaleza y la sociedad, mediante el trabajo y la  interacción social y a la vez, se construye a sí mismo.

    Las fuerzas productivas y las relaciones de producción
    En la “Ideología alemana”, Marx y Engels parten de la praxis, es decir de la interacción de los individuos y de las circunstancias naturales y sociales que aquellos encuentran y a las que han de adaptarse o transformar con su actividad. Para ello los individuos inventan herramientas, instrumentos y máquinas con las que transforman la naturaleza para extraer de ella lo necesario para satisfacer sus necesidades materiales. Marx llama fuerzas productivas a todo el conjunto de herramientas, máquinas, artefactos, creados y utilizados por los hombres, pero también los campos, talleres, fábricas, empresas, animales, hombres y los conocimientos científico-técnicos necesarios para la producción.

    M&E llaman relaciones de producción al conjunto de relaciones que contraen los individuos, independientemente de su voluntad, en el proceso de producción de lo necesario para sobrevivir individual y específicamente y las identifican con las relaciones de propiedad, relaciones contraídas por las personas dependientes de las relaciones  de propiedad que mantienen con las cosas. En función de dichas relaciones unos hombres devienen esclavos y otros amos, en el modo de producción esclavista, unos proletarios y otros burgueses, propietarios de los medios de producción, en el modo de producción capitalista.

    En el curso de su vida, los hombres y mujeres contraen también relaciones de reproducción o reproductivas, creando instituciones sociales como los grupos de parentesco y la familia, relacionadas también entre sí por medio de la propiedad de los medios de produccción

    Simultáneamente a los procesos de producción y reproducción se produce y desarrolla  la  conciencia y el lenguaje, tan antiguo como aquella, que es la conciencia práctica y que está vinculado a la comunicación interpersonal en el proceso de producción y de reproducción de la vida. Esta conciencia no es una sustancia, como quiere el idealismo, sino una propiedad de los individuos, que les permite conocer la naturaleza, la sociedad, a los otros hombres y a sí mismos (autoconciencia). La conciencia es, pues, un producto social y depende del ser social: “No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino a la inversa, su ser social el que determina la conciencia”.      

    Esta conciencia se desarrolla en el curso de la historia, comienza siendo una conciencia gregaria, tribal, colectiva y se va convirtiendo en conciencia individual en el curso del proceso de ´la división social del trabajo.

    La división social del trabajo, la alienación,  la propiedad y las clases sociales.

    En el curso histórico del proceso de producción va aumentando la división social del trabajo, que comenzó por la división del trabajo por sexo, surgiendo gradualmente los agricultores, los ganaderos, los metalúrgicos, los comerciantes los sacerdotes y los gobernantes. La división social del trabajo conduce, pues, a la separación  y a la oposición entre trabajo manual y trabajo intelectual, entre los que trabajan manualmente y los que lo hacen intelectualmente, dirigiendo y planificando el trabajo de aquéllos, entre los que obedecen y los que mandan.

    La división social del trabajo produce también la alienación o enajenación del trabajo, de los productos del trabajo, y del poder social respecto de los trabajadores. La alienación del trabajo acaba con la creatividad de las personas, al encerrarlas en la jaula del trabajo especializado y monótono. Marx y Engels imaginan que la sociedad comunista, al acabar con la división social del trabajo, permitirá la superación de la alienación de la propia actividad, de la alienación subjetiva. Con el aumento de la división social del trabajo, se produce la propiedad privada como consecuencia de la apropiación por una parte de la sociedad del producto del trabajo social.

     El aumento de la división social del trabajo produce simultáneamente la complejificación de la estructura social y el desarrollo de las clases sociales.

    Las clases sociales son reales y se definen por la posición que ocupan las personas en el proceso de producción y por la relación que tienen con la propiedad de los medios de producción. En “El Capital”, Marx distingue tres: los terratenientes, que obtienen su riqueza de la renta de la tierra, los capitalistas, que la obtienen del capital ganancia y los proletarios, cuya renta procede del salario. En “La lucha de clases en Francia”, Marx distingue las siguientes clases: el campesinado, la burguesía, con sus fracciones  de la burguesía comercial, industrial, financiera y pequeña burguesía y el proletariado.

    Las clases sociales tienen intereses antagónicos, por lo que en el curso de la historia se ha librado entre ellas una lucha de clases que ha determinado el devenir social e histórico:

    “La historia de toda sociedad hasta nuestros días no ha sido más que la historia de la lucha de clases: hombre libres y esclavo, patricio y plebeyo, varón y siervo, en constante oposición, han desarrollado una guerra ininterrumpida, abierta unas veces,, disimulada otras; una guerra que siempre concluía, o bien en una transformación revolucionaria de la sociedad entera o bien en la destrucción de las dos clases en lucha”. Marx y Engels. El Manifiesto Comunista.

    En su obra “Contribución a la crítica de la economía política” proporciona Marx una explicación estructuralista del cambio social como resultado o producto de la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción:

    “En un determinado estadio de su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o por usar la equivalente expresión jurídica, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se habían movido hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas: empieza entonces una época de revolución social”.

Marx distingue analíticamente en la sociedad  la infraestructura económica ( las fuerzas productivas), la  estructura social (las relaciones de producción) y la superestructura ideológica y utilizando una metáfora arquitectónica, considera que la superestructura ideológica, el conjunto de ideas y creencias religiosas, filosóficas, jurídicas y políticas compartidas por los miembros de la sociedad, reposa sobre los cimientos de la estructura económica y social y depende de ellas, análogamente como el tejado de un edificio reposa sobre y depende de los cimientos.   

    Marx establece también una relación de causalidad entre  el cambio de la infraestructura de la sociedad (fuerzas productivas y relaciones de propiedad)) y el cambio de la superestructura ideológica, considerando que al cambiar aquella:”…se subvierte más rápida o lentamente toda la gigantesca superestructura formada por:…las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en suma ideológicas, en las cuales los hombres toman conciencia de estos conflictos y los dirimen. Marx. Contribución a la crítica de la economía política.

    En el marxismo se desarrolló una polémica entre los que hacían una interpretación mecanicista, determinista y estructuralista de las relaciones de causalidad entre la infraestructura económica y la superestructura ideológica y los que postularon una relación dialéctica y humanista. Los primeros sostuvieron que la infraestructura económica determina necesariamente la superestructura económica. Los segundos consideran que la infraestructura condiciona en última instancia la superestructura, pero que esta también influye sobre aquélla transformándola.

    Las fases de la historia: los modos de producción y la trasición al comunismo
   
    Marx sostiene que, como consecuencia de la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción y la consiguiente lucha de clases, en el curso de la historia se han sucedido los siguientes modos de producción: el modo de producción tribal, caracterizado por la propiedad comunista de los medios de producción, por la caza y la recolección, el modo de producción asiático, donde las tierras son propiedad del poder supremo, que construye  y organiza el sistema de regadíos en la agricultura y distribuye los excedentes entre la población, el modo de producción antiguo o esclavista de Grecia y Roma, basado en la explotación del trabajo de los esclavos por los hombres libres, el modo de producción feudal medieval caracterizado por la apropiación de los excedentes producidos por los siervos por  la nobleza y el clero y el modo de producción capitalista, basado en la propiedad privada burguesa y en la apropiación por la burguesía de la plusvalía producida por los trabajadores.

    Marx predice que el modo de producción capitalista será sustituido, mediante la revolución social, por el modo de producción socialista, como consecuencia necesaria de la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción o de propiedad y por la lucha de clases entre el proletariado y la burguesía. Marx cree que la competencia en el mercado capitalista entre las empresas capitalistas por aumentar su cuota de mercado, tenderá a aumentar la explotación económica de los trabajadores, cuyos salarios serán cada vez menores. Por otro lado, los capitalistas que no logren competir  en el mercado, se arruinarán y caerán en las filas del proletariado, que será cada vez más numeroso. Pero eso, por la  ley de la oferta y la demanda,  reducirá aún más los salarios, de modo que ´los proletarios serán  cada vez más y más pobres y los capitalistas menos y cada vez más ricos, produciéndose así una creciente concentración del capital en pocas manos. Así las cosas, el proletariado alcanzará conciencia de se situación como clase explotada y no teniendo nada que perder excepto sus cadenas, se lanzará a una revolución proletaria que acabará con la dictadura capitalista e instaurará una dictadura del proletariado. Esta dictadura será provisional y establecerá primero el socialismo, regido por la máxima: “A cada cual según su trabajo” y después el comunismo, que escribirá en su bandera:”A cada cual según sus necesidades”  




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