KARL MARX Y FRIEDRICH ENGELS:
EL MATERIALISMO HISTÓRICO. ALIENACION E IDEOLOGÍA
1.
VIDA Y OBRAS
Carlos Marx (1818-1883) nació en la ciudad alemana
de Tréveris en el seno de una familia burguesa liberal de origen judío convertida
al protestantismo. Su padre, abogado, admirador de los ilustrados franceses Voltaire
y Rousseau, transmitió las ideas de estos a sus hijos.
Marx inició la carrera de derecho, pero la abandonó
para dedicarse a la filosofía en la universidad de Berlín, donde se convirtió al
hegelianismo y entró en contacto con los jóvenes hegelianos de izquierda (Bauer,
A.Ruge, Strauss, L. Feuerbach, M Stirner. Al finalizar sus estudios, presentó su tesis sobre “Diferencias entre la
filosofía de la naturaleza de Demócrito y Epicuro” (1841), donde, influido ya por
Ludwig Feuerbach, que también publicó su obra “La esencia del cristianismo” en 1841,
asumió el materialismo de ambos filósofos atomistas, pero tomó partido por Epicuro,
que con su teoría del clinamen, negaba el determinismo, la influencia de los dioses
en la vida humana y afirmaba la autonomía y la libertad del hombre.
Marx comenzó su carrera como escritor y periodista
en La Gaceta Renana, pero el gobierno prusiano
prohibió su edición por su carácter crítico,
por lo que Marx emigró a París con su joven esposa, la aristócrata Jenny von Westfallen.
Allí dirigió la revista Anales franco alemanes y conoció a Federico Engels, que
se convirtió en su íntimo amigo, colaborador y financiador para el resto de su vida.
En este periodo escribe “La cuestión judía” (1843), “Introducción a la crítica de
la filosofía del derecho de Hegel” (1843), donde critica
la religión desde la perspectiva atea de Feuerbach, afirmando que “La
religión es el opio del pueblo” y” Manuscritos de economía y filosofía” (1844),
donde desarrolla la noción de alienación. Expulsado de Francia, se instaló en Bruselas,
donde escribió “La sagrada familia” (1845), las “ Once Tesis sobre Feuerbach” y
“La ideología alemana” (1845 y 1846), en las que expone su concepción materialista
de la historia y atribuye al proletariado la tarea de realizar la revolución comunista. En 1847, publica también “Miseria de la filosofía”, donde Marx critica
a P.J.Proudhon, el socialista anarquista más famoso de Francia, que había escrito
un libro titulado “Filosofía de la miseria”.
Coincidiendo con la oleada de revoluciones que sacudieron las capitales europeas,
publican Marx y Engels “El manifiesto del partido comunista” (1848) escrito encargado
por la Liga de los comunistas. Expulsado de Bélgica por sus actividades revolucionarias,
tras fugaces estancias en París y en Alemania, la familia Marx se estableció definitivamente
en Londres con la ayuda económica de Engels. En dicha ciudad, escribió Marx, con
la inestimable colaboración de Engels, sus principales obras: “Trabajo asalariado
y capital” (1849), “El 18 Brumario de Luis Bonaparte” (1852), “El Capital: crítica
de la economía política” (1858), cuyo primer volumen se publica en 1867, “Contribución
a la crítica de la economía política”,(1859) donde aparece una de las formulaciones
más clara y concisa del materialismo histórico,
“La guerra civil en Francia” (1871), “Crítica del programa de Gotha” (1875),
“El Antidühring” de Engels, quien se encargó, tras la muerte de Marx, de la publicación
de los restantes tomos de El Capital. Marx colaboró junto a otros revolucionarios
a organizar la Primera Asociación Internacional de Trabajadores (1864), que acabó
disolviéndose, tras el Congreso de La Haya de 1872 por los enfrentamientos de los
seguidores de Marx y la corriente antiautoritaria de Bakunin. Muy afectado por la
muerte de su mujer, en 1881 y de su hija Jenny en 1883, Marx murió también en ese
año, 1883. Fue enterrado en el cementerio de Highgate.
2.- MARX Y ENGELS ANTE EL MATERIALISMO Y EL IDEALISMO
Un siglo antes de que Ortega contrapusiese
el realismo al idealismo, Friedrich Engels (1820-1895), en su obra “Ludwig
Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana”, clasificó las filosofías en
dos grandes categorías en función de la posición mantenida sobre el problema central
de la filosofía moderna, que, según él, no es otro que el de la relación entre
el Pensamiento y el Ser: el materialismo y el idealismo. Los filósofos
materialistas consideran que la materia, el ser, la naturaleza, preceden
al pensamiento, que emerge y procede de la materia y de la naturaleza, mientras
que los filósofos idealistas, cuya expresión más acabada es Hegel (1770-1831),
sostienen que el pensamiento y el espíritu son anteriores a la materia, al ser y
a la naturaleza, que procederían del espíritu, tesis que Engels considera una secularización
de la idea cristiana de la creación del mundo por Dios.
En la primera de las “Once tesis sobre Feuerbach”,
Marx y Engels definen su posición ante ambas filosofías señalando sus aspectos positivos
y negativos, con objeto de sintetizar lo positivo de la tesis materialista y de
la antítesis idealista: “La falla fundamental de todo el materialismo precedente
(incluyendo el de Feuerbach) reside en que sólo capta la cosa (Gegenstand), la realidad,
lo sensible, bajo la forma de objeto(Object) de la contemplación, no como actividad
humana sensorial, como práctica, no de un modo subjetivo”. Marx y Engels. Tesis 1 sobre Feuerbach.
Lo positivo del materialismo,
iniciado en Gran Bretaña con Duns Scoto, Bacon, Hobbes, continuado por la física
materialista de Descartes y por el sensualismo de Locke, por el materialismo francés
de Holbach y culminado por Ludwig Feuerbach (1804-1872), según M&E, es
que, además de concebir que la materia precede al pensamiento, no se da por satisfecho
con las ideas abstractas, sino que, desde Scoto y Ockam hasta Feuerbach, aspira
a objetos sensibles concretos( nominalismo), captados sensorialmente, pero lo negativo del materialismo es su carácter contemplativo,
es decir, que concibe las cosas como objeto
de contemplación teórica y no concibe la actividad humana sensorial como práctica,
como actividad del sujeto sobre el objeto para transformarlo y hacerlo útil para
satisfacer las necesidades humanas. Además, añaden M&E. Lo negativo del materialismo
precedente radica en que es mecanicista, concibe a los seres vivos y al hombre
como máquinas complejas y ahistórico, pues, Feuerbach tiene un concepto metafísico, ahistórico
del hombre:”En la medida en que es materialista no aparece en él la historia
y en la medida en que toma en consideración la historia no es materialista”. M&E: La Ideología Alemana.
Lo positivo del idealismo es que,
aunque de forma distorsionada, concibe al ser humano como un ser activo:
“De ahí que el lado activo fuese desarrollado de un modo abstracto, en contraposición
al materialismo, por el idealismo, el cual no conoce la actividad real, sensorial,
en cuanto tal”. M&E. 1ª Tesis sobre Feuerbach. Lo positivo del idealismo, decía Marx en los”
Manuscritos de economía y filosofía” de 1844 es que:”Lo grandioso de la Fenomenología
(del Espíritu) hegeliana es que concibe
al hombre, al género humano, como un ser que se crea a sí mismo mediante el trabajo.
Lo negativo del idealismo hegeliano es que concibe ese trabajo sólo como actividad
espiritual, ya que para él, el hombre se reduce a autoconciencia, por lo que Hegel
no conoce el trabajo como actividad práctica”. Lo negativo del idealismo es que, como Hume, concibe
dicha actividad como actividad espiritual, para quien la actividad del sujeto se
limitaba a la combinación o separación de las impresiones y las ideas y que, como Kant, concibe la actividad del sujeto
como la síntesis de la materia del conocimiento, las impresiones y las formas a
priori de la sensibilidad, o como Hegel, que no conoce la praxis o actividad
práctica transformadora de la realidad mediante el trabajo.
La tesis de M&E en los “Manuscritos” recibe
el nombre de naturalismo realizado o humanismo y es la síntesis de
la tesis materialista y de la antítesis idealista. Según esta
tesis, que es materialista, histórica y dialéctica. El ser humano es un ser natural, un producto de la naturaleza, resultado
de la evolución de la materia y de la vida sobre el planeta Tierra (Darwin), que para
sobrevivir, individual y específicamente, necesita transformar la naturaleza, organizado socialmente, mediante su actividad
productiva para extraer de ella lo necesario para satisfacer sus necesidades materiales.
Este ser consciente que es el hombre social, en el curso de la transformación de la naturaleza y de la sociedad
mediante la praxis, se ha creado a sí mismo y a la historia, por lo
que es un ser histórico.
El punto de partida de este materialismo histórico supera la unilateralidad
del materialismo, que antepone el Ser al Pensar, el Objeto al Sujeto y del idealismo,
que antepone el Pensar al Ser, el Sujeto al Objeto y se inicia con la praxis,
con la interacción y la relación dialéctica entre el sujeto y el objeto, el pensar
y el ser, el Hombre y la Naturaleza.
3.- EL MATERIALISMO HISTÓRICO DE MARX Y ENGELS
Engels atribuyó a Marx, en el discurso
que pronunció ante la tumba de éste, el mérito de haber formulado la concepción
materialista de la historia o materialismo histórico: “Así como Darwin descubrió la ley del desarrollo de
la naturaleza orgánica, Marx descubrió la ley del desarrollo de la historia humana:
el hecho, tan sencillo, pero oculto hasta él bajo la maleza ideológica, de que el
hombre necesita, en primer lugar, comer, beber, tener un techo y vestirse antes
de poder hacer política, ciencia, arte, religión etc…; que, por tanto, la producción
de los medios de vida inmediatos materiales, y, por consiguiente, la correspondiente
fase económica de desarrollo de un pueblo o de una época es la base a partir de
la cual se han desarrollado las instituciones políticas, las concepciones jurídicas,
las ideas artísticas, e incluso las ideas religiosas de los hombres y con arreglo
a la cual deben, por tanto explicarse , y
no al revés, como hasta ahora se había venido haciendo”. Engels. Discurso
ante la tumba de Marx.
El materialismo histórico de Marx, a diferencia
de las concepciones idealistas de la historia, es “…esa concepción de los derroteros
de la historia universal que ve la causa final y la fuerza propulsora decisiva de
todos los acontecimientos históricos importantes en el desarrollo económico de la
sociedad, en las transformaciones del modo de producción y de cambio, en la consiguiente
división de la sociedad en clases y en las luchas de estas clases entre sí”
. F. Engels. Del socialismo utópico al socialismo científico.
El materialismo histórico supuso una revolución
teórica frente a las concepciones idealistas de la historia. Estas descansaban,
según Engels en que : “…las últimas causas de todas las transformaciones históricas
habían de buscarse en los cambios que se operan en las ideas de los hombres y en
que, de todos los cambios, los más importantes, los que regían toda la historia
eran los políticos. No se preguntaban de dónde les vienen a los hombres las ideas,
ni cuáles son las causas motrices de los cambios políticos. ”Ibidem. Así, pues, frente a las historias
idealistas que, como la de Hegel y Comte,
privilegian las ideas y lo ideológico como factor determinante y explicativo del
devenir histórico, Marx sostiene que el principio fundamental del materialismo histórico
es que “El modo de producción de la vida material determina el proceso de la
vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la
que determina su ser, sino a la inversa, su ser social el que determina su conciencia”
Marx. Prólogo a la contribución a la crítica de la economía política.
M&E exponen por primera vez el materialismo histórico en “La ideología alemana” (1846). Allí adoptan
un punto de vista dialéctico que asume la
interacción del Sujeto y del Objeto, de los
individuos (nominalismo) y las circunstancias (naturales y sociales): “Las
premisas de las que partimos no son arbitrarias, no son dogmas, sino que son premisas
reales, de las cuales la abstracción sólo puede hacerse en la imaginación. Son los
individuos reales, su actividad y las condiciones materiales en las que viven, tanto
las condiciones que ya encuentran existiendo como las condiciones producidas por
su propia actividad. Estas premisas pueden verificarse, pues, de una manera puramente
empírica”. M&E: Ideología alemana.
La praxis: el punto de partida
El punto de partida, pues, es la praxis,
la actividad práctico-productiva de los individuos sobre las condiciones
materiales o circunstancias que ellos encuentran o que ellos mismos producen
y que luego les condicionan actuando sobre ellos. Así, pues, “…la primera premisa
de toda existencia humana y también, por tanto, de toda historia, es que los hombres
se hallen para “hacer historia” en condiciones de poder vivir. Ahora bien, para
vivir hace falta comer, beber, alojarse bajo un techo, vestirse y algunas cosas
más. El primer hecho histórico es, por consiguiente, la producción de los medios
indispensables para la satisfacción de estas necesidades, es decir, la producción
de la vida material misma y no cabe duda de que es éste un hecho histórico, una
condición fundamental de toda historia…”
La concepción del hombre según el materialismo histórico
A la luz del materialismo histórico, M&E
conciben al hombre, a los individuos humanos, como seres naturales,
productos de la naturaleza, sensibles, pues sienten las necesidades materiales de comer, beber,
procrear, protegerse bajo techo, apasionados, sujetos de impetuosas pasiones
de amor, odio, temor, conscientes del mundo que les rodea y de los demás
y autoconscientes gracias a la mediación de los demás y, por ello, como seres
activos y prácticos, que necesitan transformar las condiciones naturales,
sociales y políticas en las que se encuentran o las que ellos mismos producen. Por
ello, los seres humanos al transformar la naturaleza y la sociedad mediante la praxis,
se hacen y se transforman a sí mismos,
lo que los convierte en seres históricos que, más que naturaleza tienen historia.
“La historia es la verdadera historia natural del hombre” dice Marx en “La Ideología
alemana”.
La dialéctica
de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción
Para satisfacer sus necesidades materiales los
hombres tienen que inventar y construir herramientas, armas, instrumentos y máquinas,
lo que a su vez crea nuevas necesidades. Marx llama fuerzas productivas al
conjunto de animales, herramientas, máquinas,
fincas, inmuebles, fábricas, personas y a
los conocimientos científico técnicos que los trabajadores han de tener para poner
en funcionamiento la maquinaria de la producción:”Lo segundo es que la satisfacción
de esta primera necesidad, la acción de satisfacerla y la adquisición del instrumento
necesario para ello conduce a nuevas necesidades…” Ibid (26-28).
En el proceso de producción de lo necesario
para satisfacer sus necesidades biológicas, los individuos del grupo social contraen
relaciones productivas, independientes
de su voluntad y relaciones reproductivas que, estabilizadas, crean las familias:
(41-48) ”El tercer factor que aquí interviene
de antemano en el desarrollo histórico es el de que los hombres que renuevan diariamente
su propia vida comienzan al mismo tiempo a crear a otros hombres, a procrear: es
la relación entre hombre y mujer, entre padre e hijos, la familia. Esta familia,
que al principio constituye la única relación social, más tarde, cuando las necesidades,
al multiplicarse, crean nuevas relaciones sociales y, a su vez, al aumentar el censo
humano, brotan nuevas necesidades, pasa a ser, salvo en Alemania una relación secundaria…” Ibid.
Marx llama relaciones de producción al
conjunto de relaciones sociales que los hombres de una sociedad establecen entre
sí, independientemente de su voluntad, en el proceso de producción social de los
bienes, para la reproducción de la vida social, y las hace equivalentes a las relaciones de propiedad, a las relaciones
entre los hombres mediadas por las relaciones de los hombres con las cosas. Estas
relaciones hacen, en el modo de producción capitalista, de unos hombres, los
burgueses, propietarios de los medios de producción, de los campos,
fábricas y talleres y a otros, a los trabajadores,
propietarios de su fuerza de trabajo, que han de vender en el mercado a los propietarios
de los medios de producción a cambio de un salario. Estas relaciones de producción
no son fruto de la voluntad de las personas, ni de un contrato social rousseauniano,
sino que son necesarias porque derivan de y están determinadas por las condiciones
materiales de producción de cada modo de producción.
(57-79) “La producción de la vida, tanto de la propia en el trabajo, como
de la ajena en la procreación, se manifiesta inmediatamente como una doble relación
–de una parte, como una relación natural y de otra como una relación social- social,
en el sentido de que por ella se entiende la cooperación de diversos individuo,
cualesquiera que sean sus condiciones, de cualquier modo y para cualquier fin. De
donde se desprende que un determinado modo de producción o una determinada fase
industrial lleva siempre aparejado un determinado modo de cooperación o una determinada
fase social, modo de cooperación que es, a su vez, una “fuerza productiva”; que
la suma de las fuerzas productivas accesibles al hombre condiciona el estado social
y que, por tanto, la “historia de la humanidad” debe estudiarse y elaborarse siempre
en conexión con la historia de la industria y del intercambio… Se manifiesta, por
tanto, ya de antemano, una conexión materialista de los hombres entre sí, condicionada
por las necesidades y el modo de producción y que es tan vieja como los hombres
mismos; conexión que adopta constantemente nuevas formas y que ofrece, por consiguiente,
una “historia”. Ibid
La producción de la conciencia
Pasando de la conciencia de la producción a
la producción de la conciencia y en manifiesta oposición al idealismo hegeliano,
M&E ironizan sobre la conciencia y la tara material con la que nace lastrada,
pues la conciencia, el espíritu no es puro, sino que nace “preñado” de materia,
que se manifiesta en forma de lenguaje:
(87-104) “El lenguaje es tan viejo como la
conciencia: el lenguaje es la conciencia práctica, la conciencia real que existe
también para otros hombres y que, por tanto,
comienza a existir también para mí mismo; y el lenguaje nace, como la conciencia,
de la necesidad, de los apremios del intercambio con los demás hombres…La conciencia,
por tanto, es ya de antemano un producto social, y lo seguirá siendo mientras existan
los seres humanos. La conciencia es, ante todo, naturalmente, conciencia del mundo
inmediato y sensible que nos rodea y conciencia de los nexos limitados con otras
personas y cosas, fuera del individuo consciente de sí mismo; y es, al mismo tiempo,
conciencia de la naturaleza, que al principio se enfrenta al hombre como un poder
absolutamente extraño, omnipotente e inexpugnable, ante el que los hombres se comportan
de un modo puramente animal y que los amedrenta como el ganado; es por tanto, una
conciencia puramente animal de la naturaleza(religión natural)”. Ibidem)
La conciencia, hipostasiada y fetichizada
por el idealismo hegeliano y convertida en la característica esencial del hombre,
es descrita, desde la perspectiva materialista de M&E como ”capas de aire en
movimiento”, como lenguaje, como conciencia práctica ligada a los otros hombres,
a la comunicación con y al intercambio
con otros hombres. Por ello, la conciencia es un producto social. La
conciencia, más concretamente, el ser consciente, pues la conciencia
es una propiedad del individuo humano concreto, es conciencia del mundo sensible,
de la naturaleza y de los otros hombres. La conciencia depende, pues del Ser, de
la Naturaleza y de los otros hombres, de la sociedad y no a la inversa. M&E dirán que: “No es la conciencia del hombre la que determina su
ser, sino a la inversa, su ser social el que determina la conciencia”. La conciencia de la naturaleza presenta a esta
como algo extraño, omnipotente e inexpugnable, debido a la debilidad del hombre
ante ella en los primeros tiempos.
La división
del trabajo y las transformaciones de la conciencia
(115-134) El comienzo de la conciencia es tan
animal como el de la vida social y al principio es simplemente una conciencia gregaria
o tribal que se desarrolla y perfecciona al multiplicarse la sociedad, acrecentarse
las necesidades y al aumentar la producción como consecuencia de la división social
del trabajo. La división social del trabajo, que comenzó en el acto sexual,
continuó con el aprovechamiento de las cualidades físicas diferentes de las personas
y culminó en la división del trabajo en físico e intelectual, mano y cerebro:
“Desde ese instante, puede ya la conciencia imaginarse realmente que es algo
más y algo distinto que la conciencia de la práctica existente, que representa realmente
algo sin representar algo real: desde ese instante, se halla la conciencia en condiciones
de emanciparse del mundo y entregarse a la creación de la teoría ” pura”. de la
teología “pura”, la filosofía y la moral “puras” etc”
Con la división del trabajo entre mano y cerebro,
trabajo manual e intelectual se crean las condiciones para que la “fuerza productora
(las fuerzas productivas), “el estado social (las relaciones de producción o de
propiedad y la ·conciencia” entren en contradicción entre sí:
(142-149) “Por lo demás, es del todo indiferente
lo que la conciencia por sí misma haga o emprenda, pues de toda esta escoria sólo
obtendremos un resultado, a saber: que estos tres momentos, la fuerza productora,
el estado social y la conciencia, pueden y deben entrar en contradicción entre sí,
ya que, con la división social del trabajo, se da la posibilidad, más aún, la realidad
de que las actividades espirituales y materiales, el disfrute y el trabajo, la producción
y el consumo, se asignan a diferentes individuos”. Ibidem.
La división
social del trabajo produce la propiedad privada, las clases sociales y la alienación
del hombre.
La división del trabajo, que descansa
en la división del trabajo familiar, conduce a la división y oposición de las diferentes
familias y a la distribución desigual, cuantitativa y cualitativamente de los productos
del trabajo, de la propiedad, lo que conduce a la sociedad de clases,
y a la oposición entre el interés particular y el interés común.
La
división del trabajo en la “sociedad natural”, donde se da una separación y una oposición entre “el interés particular”
y el “interés común”, donde las actividades “no aparecen divididas voluntariamente,
sino de modo natural”, produce la alienación
o enajenación de los actos y de la actividad humana, que ”se erigen ante él como
un poder ajeno y hostil, que le sojuzga,
en vez de ser él quien los domine”. Mencionan M&E aquí el tema de la alienación,
que Marx desarrolló más analíticamente en los Manuscritos e imaginan la superación y la desaparición de la enajenación
en la sociedad comunista como consecuencia de la superación de la división del
trabajo:
(183-195)“En
efecto, a partir del momento en que comienza a dividirse el trabajo, cada cual se
mueve en un círculo exclusivo de actividades, que le es impuesto y del que no puede
salirse; el hombre es cazador, pescador, pastor o crítico crítico, y no tiene más
remedio que seguirlo siendo, si no quiere verse privado de los medios de vida; al
paso que en la sociedad comunista, donde cada individuo no tiene acotado un círculo
exclusivo de actividades, sino que puede desarrollar sus aptitudes en la rama que
mejor le parezca, la sociedad se encarga de regular la producción general, con lo
que hace cabalmente posible que yo pueda dedicarme hoy a esto y mañana aquello,
que pueda por la mañana cazar, por la tarde pescar y por la noche apacentar el ganado,
y después de comer, si me place, dedicarme a criticar, sin necesidad de ser exclusivamente
cazador, pescador, pastor o crítico, según los casos” . Ibidem.
La conversión de nuestras actividades
sociales y de nuestros propios productos en un poder material erigido sobre nosotros
y sustraído a nuestro control engendra al Estado
como una comunidad ilusoria, pero basada siempre en los vínculos existentes dentro de cada conglomerado familiar
y tribal, así como la sangre, la lengua y la división del trabajo y sobre la base
de las clases, condicionadas por la división social del trabajo y de las cuales
una de ellas es la clase dominante. De las clases
sociales, que existen objetivamente y que están formadas por las personas que
ocupan la misma posición en el proceso de producción , bien como asalariadas o como
propietarias de los medios de producción, habla más explícitamente Marx en El Capital,
donde distingue tres clases en función del criterio del origen de sus ingresos: los terratenientes,
cuya riqueza procede de la renta de la tierra, los capitalistas, cuya riqueza procede del capital ganancia, y los proletarios, cuya renta procede de la venta
a los capitalistas de su fuerza de trabajo a cambio del salario. En “La lucha de
clases en Francia”, Marx distingue, más explícitamente, el campesinado,
la burguesía, dividida en sus fracciones
comercial, industrial y financiera, la pequeña
burguesía, el proletariado y el lumpenproletariado.
La lucha de clases: el motor de la historia
En el “Manifiesto del Partido
Comunista” (1848), atribuye a la lucha de
clases la causas del cambio social e histórico:
“La historia de toda sociedad
hasta nuestros días no ha sido más que la historia de la lucha de clases: Hombre
libre y esclavo, patricio y plebeyo, varón y siervo, en constante oposición, han
desarrollado una guerra ininterrumpida, abierta unas veces, disimulada otras; una
guerra que siempre concluía, o bien en una transformación revolucionaria de la sociedad
entera o bien en la destrucción de las dos clases en lucha”. K. Marx y F. Engels.
En la “Ideología alemana”, M&E dicen (211-223) que las luchas que se libran en
el Estado entre democracia, aristocracia y monarquía no son más que formas ilusorias
en las que se desenvuelven las luchas de clases y que toda clase que aspire a implantar
su dominación, incluso el proletariado, cuya dominación acabará con toda dominación
de clase anterior y con las clases sociales mismas, debe “conquistar el poder político, para poder presentar su interés como el interés
general”
El comunismo y la superación de la alienación
del trabajo en “La ideología alemana”
En la última parte de la Introducción, (234-328) Apartado A (1) Historia
de “La ideología alemana”, des criben M&E la alienación o enajenación del
trabajo, sus causas y su superación mediante el comunismo:
“El poder social, es decir, la
fuerza de producción multiplicada, que nace por obra de la cooperación de los diferentes
individuos bajo la acción de la división del trabajo, se les aparece a estos individuos,
por no tratarse de una cooperación voluntaria, sino natural, no como un poder propio,
asociado, sino como un poder ajeno, situado al margen de ellos, que no saben de
dónde procede ni a donde se dirige y que, por tanto, no pueden ya dominar, sino
que recorre, por el contrario, una serie de fases y etapas de desarrollo peculiar
e independiente de la voluntad y de los actos de los hombres que incluso dirige
esta voluntad y estos actos” .Ibidem.
La alienación del trabajo se produce cuando el poder social, resultado de la cooperación de los diferentes individuos
sometidos a la división del trabajo forzada, “natural” y no “voluntaria”, se separa
de ellos y se opone a ellos y acaba por dominarlos y controlarlos. Con esa enajenación sólo puede acabarse partiendo
de dos premisas prácticas: 1ª Crear una masa de la humanidad absolutamente desposeída,
en total contradicción con el mundo existente de riqueza y de cultura, del que ella
está excluida y a la que este mundo le resulte insoportable, lo que supone un gran
desarrollo de las fuerzas productivas y 2ª la extensión o globalización de estas
relaciones de producción a escala “histórico universal, porque sin ella sólo se
generalizaría la escasez y la miseria, pues sólo este desarrollo universal de las
fuerzas productivas lleva consigo un intercambio
universal de los hombres. Sin estas dos condiciones, el comunismo sólo llegaría
a ser un fenómeno local, las mismas potencias de intercambio no serían universales
e insoportables y toda ampliación del intercambio comercial acabaría en comunismo
local.
El comunismo sólo será posible
por la revolución mundial, ”como la acción
coincidente o simultánea de los pueblos dominantes, lo que presupone el desarrollo
universal de las fuerzas productivas y el intercambio universal que lleva aparejado”.
La revolución comunista, al destruir la base de la propiedad privada, regular de forma comunista la producción y al
abolir la alienación, es decir, la actitud por la que los hombres se comportan ante
sus propios productos como ante algo extraño a ellos”, acabará con el dominio que
el comercio mundial, con su ley de la oferta y la demanda, ejerce sobre el mundo
entero, al permitir que los hombres se reapropien de la producción y del intercambio
comercial. El comunismo, acaban diciendo M&E, no es un estado ideal, sino el
movimiento real que anula y supera el capitalismo, basado en la propiedad privada
de los medios de producción y el proletariado y el comunismo sólo pueden existir
en el plano histórico mundial.
Definen M&E, por último, la
sociedad civil como (307-322)“la forma de intercambio condicionada
por las fuerzas productivas existente en todas las fases históricas anteriores”
La sociedad civil tiene como premisa la familia y la tribu y es el verdadero escenario
de la historia. “La sociedad civil abarca todo el intercambio material de los
individuos en una determinada fase de desarrollo de las fuerzas productivas. Abarca
toda la vida comercial e industrial de una fase y , en este sentido, trasciende
de los límites del Estado y de la nación, si bien, por otra parte, tiene necesariamente
que hacerse valer al exterior como nacionalidad y vista hacia el interior como Estado” La sociedad civil en cuanto tal se desarrolla
tan sólo con la burguesía. Ibidem.
Las relaciones dialécticas entre la infraestructura
económica y la superestructura ideológica
Marx llama infraestructura económica al
conjunto de las fuerzas productivas (estructura económica) y de las
relaciones de producción (estructura social) de una sociedad y concibe
que el cambio social e histórico es el resultado de la contradicción
y el conflicto de las fuerzas productivas y las relaciones de producción:
“En un determinado estadio de su desarrollo,
las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las
relaciones de producción existentes, o por usar la equivalente expresión jurídica,
con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se había movido hasta entonces.
De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten
en trabas suyas: Empieza entonces una época de revolución social” Marx. Prólogo a la contribución a la
crítica de la economía política.
Marx sostiene que al cambiar la infraestructura
económica de la sociedad:”…se subvierte más rápida o lentamente toda la gigantesca
superestructura, formada por: …las formas jurídicas, políticas, religiosas,
artísticas o filosóficas, en suma, ideológicas, en las cuales los hombres toman
conciencia de este conflicto y lo dirimen” Ibidem.
Valiéndose de una metáfora arquitectónica, Marx
establece una relación de dependencia entre la infraestructura económica de
la sociedad, que serían los cimientos sobre los que se levantarían la fachada y
la superestructura ideológica, que
equivaldría al tejado del edificio social. La superestructura ideológica
estaría constituida por el sistema de ideas y creencias religiosas, filosóficas,
éticas, estéticas, jurídicas y políticas en el que los hombres toman conciencia
de sus conflictos y los dirimen.Esta relación entre la infraestructura, el ser
social y la conciencia, así como sus producciones ideológicas ha sido interpretado
por Marx y los marxistas posteriores de dos formas distintas.
La primera, mecanicista
y estructuralista, sostiene que la infraestructura
determina o causa la superestructura, pero no a la inversa. De hecho, fueron
los mismos Marx y Engels quienes afirmaron en “La Ideología alemana”
que :”La vida no está determinada por la conciencia, sino que la conciencia está
determinada por la vida” y en el “Prólogo
a la contribución a la crítica de la economía política” que; “No es la conciencia
del hombre la que determina su ser sino, a la inversa, su ser social el que determina
su conciencia” ,”…razón por la que tampoco es posible juzgar una tal época de transformación por su conciencia, sino que hay que explicarla por las contradicciones
de la vida material, por el conflicto entre las fuerzas productivas y las relaciones
de producción”. Ibidem
La segunda, sugerida por Engels, más dialéctica, modificó dicha relación al decir que la infraestructura
económica condiciona en última instancia la superestructura, pero que esta conserva
una cierta autonomía e interactúa sobre la infraestructura económica transformándola
y Marx y Engels dialectizaron la relación entre infra y superestructura cuando dijeron
en la 3ª Tesis sobre Feuerbach que no sólo son las circunstancias las que hacen
cambiar a los hombres, sino también los hombres a las circunstancias. La primera
interpretación de la relación entre infra y superestructura conduciría a una concepción
determinista del hombre, de la
sociedad y del cambio histórico, que negaría
la libertad de éste, al considerarle producto
de las circunstancias, la segunda, más dialéctica
y humanista, vería al hombre como una
síntesis de necesidad y libertad, condicionado por las circunstancias, pero condicionante
de las mismas, reconociéndole, pues una autonomía y libertad relativas.
La sucesión
histórica de los modos de producción: la transición del capitalismo al comunismo
Marx sostiene, que como consecuencia de la contradicción
de las fuerzas productivas y las relaciones de producción, en el curso de la historia
se han sucedido los siguientes modos de producción: tribal, caracterizado
por la propiedad colectiva de los medios de producción, por la caza y la recolección,
asiático, en el que las tierras son propiedad del poder supremo, que organiza
los regadíos de la agricultura y distribuye los excedentes entre la población, antiguo,
característico de las poleis griegas y de Roma, basado en la explotación del trabajo
esclavo por los ciudadanos libres, el modo de producción feudal, propio de la Edad Media, caracterizado por la apropiación
del excedente producido por los siervos de la gleba por los señores feudales y
el burgués o capitalista, basado en
propiedad privada y en la explotación de los trabajadores asalariados por
la burguesía, que ha pasado por las fases de capitalismo comercial, manufacturero,
industrial, financiero y colonialista.
Marx predice que el modo de producción capitalista
será sustituido, mediante una revolución social, por el modo de producción socialista,
como consecuencia necesaria de las contradicciones internas entre las fuerzas productivas
y las relaciones de producción y de la lucha de clases entre el proletariado y la
burguesía. La lucha de clases se acrecentará, pues la competencia entre los capitalistas
individuales en el mercado capitalista por aumentar su cuota de mercado, tenderá
a aumentar la explotación de los trabajadores para que sus productos sean competitivos
en el mercado. Así las cosas, los capitalistas que no logren competir ventajosamente
en la lucha por la vida en el despiadado mercado capitalista, caerán arruinados en las filas del proletariado, por
lo que el proletariado se hará más numeroso. Por eso, en virtud de las leyes de
la oferta y la demanda, el salario, el precio
del trabajo de los asalariados, disminuirá aun más. Así, los proletarios serán cada
vez más y más pobres y los capitalistas menos y más ricos produciéndose así una
creciente concentración de capital. Así
las cosas, el proletariado alcanzará conciencia de su situación como clase explotada
y no teniendo nada que perder excepto sus cadenas, se lanzará a una revolución proletaria
que acabará con el capitalismo e instaurará una dictadura del proletariado para
acabar con los últimos vestigios del capitalismo y de la burguesía. Esta dictadura
será provisional y establecerá primero el socialismo, regido por la máxima
“A cada cual según su trabajo” y después el comunismo, que escribirá en su
bandera: “A cada cual según sus necesidades”, según los describió Marx en “Crítica
al Programa de Gotha”
4.- EL
CONCEPTO MARXISTA DE ALIENACIÓN
Marx expone explícitamente el concepto
de alienación en los “Manuscritos de
economía y de filosofía” (1844) en el contexto de una crítica de los presupuestos
de la economía política clásica: la propiedad privada y el capital. Los antecedentes
del concepto de alienación en la filosofía clásica alemana hay que buscarlos en
dos autores que Marx conocía bien: Hegel y Feuerbach.
Wilhelm
Friedrich Hegel (1770-1831), maestro de todos los jóvenes hegeliano y de Marx
y Engels, sintetizó el idealismo trascendental y el romanticismo en un sistema filosófico
totalizador que legitimó el Estado prusiano de su época, al presentarlo como encarnación
de la Razón y de la Libertad, en su célebre aforismo: “Todo lo racional es real
y todo lo real es racional”. Hegel sostenía que la Razón, el Espíritu Absoluto,
se enajenaba o alienaba en el espacio dando así existencia a la Naturaleza y se alienaba en el tiempo dando lugar a la Historia,
que, en consecuencia, Hegel concebía como el despliegue de la Razón y de la Libertad
en la historia.
Ludwig
Feuerbach (1804-1872), discípulo de Hegel, criticó el idealismo absoluto de
su maestro Hegel desde posiciones materialistas y ateas. Para Feuerbach el ser,
la naturaleza, la materia, precedían al espíritu y al pensamiento y no procedían
de él, como sostenía religiosamente el maestro. En “La esencia del cristianismo
(1841), el ateo Feuerbach describió y criticó lo que llamó la alienación religiosa, fenómeno consistente en la ignorancia de la conciencia
religiosa de que la esencia de Dios no es más que la esencia del hombre, de la que
éste se ha enajenado al proyectarla en el cielo imaginario de la religión. El hombre,
nos dice Feuerbach, es el que ha creado a Dios a su imagen y semejanza, después
ha proyectado la imagen de su criatura, magnificada y elevada a un grado superlativo,
en el cielo imaginario de la religión y, se ha olvidado de su acto creador. De este modo,
el creador, el hombre, se habría hecho ajeno, se habría enajenado o alienado
de su criatura fantástica, Dios, que se habría separado de él, se habría opuesto
a él, y habría acabado por controlarle y dominarle. El creador, el Hombre, habría
acabado así adorando a su criatura (Dios) y sometido a ella. La superación de la alienación religiosa pasaba,
según Feuerbach, porque el hombre tomase conciencia de que “Homo homini Deus est” de que el Hombre es
el único Dios del Hombre.
Karl
Marx utiliza este esquema conceptual
presupuesto en el concepto de alienación ( producción- separación de los
productos de sus productores- enajenación
de los productores de sus productos, oposición de éstos a aquellos y dominio de
los trabajadores por sus propios productos) para analizar el resultado del proceso
de producción capitalista, basado en la propiedad privada, para los trabajadores:
“El obrero
es más pobre cuanta más riqueza produce, cuanto más crece su producción en potencia
y en volumen. El trabajador se convierte en una mercancía tanto más barata cuantas
más mercancías produce. La desvalorización del mundo humano crece en razón directa
de la valorización del mundo de las cosas. El trabajador no sólo produce mercancías;
se produce también a sí mismo y al obrero como mercancía y justamente en la proporción
en que produce mercancías” K.Marx. Manuscritos
económico-filosóficos.
Este hecho económico, que el trabajador es más
pobre cuanta más riqueza produce, expresión de la alienación económica de los trabajadores en la sociedad capitalista,
se refleja en la relación religiosa entre el Hombre y Dios, donde el Hombre es tanto más pobre y miserable cuanto más
rico es su Dios. Bajo el capitalismo, el Dios-capital, creado por el trabajo humano,
se enriquece tanto como se empobrecen los trabajadores, su riqueza y poder aumenta
con y a causa de la depauperación de los trabajadores.
Marx distinguió en los “Manuscritos” varias formas de alienación: la alienación objetiva o
económica, la alienación subjetiva o de la propia actividad, la alienación del ser
genérico, la alienación social y la alienación
ideológica.
La alienación
objetiva o económica consiste en que en el modo de producción capitalista, basado
en la propiedad privada de los medios de producción (campos, fábricas, talleres,
oficinas, bancos), el trabajador se separa del producto de su trabajo,y se enajena
de él, en la medida en que el producto del trabajo pasa a ser de otro (“aliud”),
del empresario, que se lo apropia a cambio del salario con el que paga al trabajador.
El producto del trabajo, alienado del trabajador, acaba por oponerse y dominar a
este en forma de capital. Esta forma de alienación aparece en la sociedad capitalista
porque:
“… el
objeto que el trabajo produce, su producto, se enfrenta a él como un ser extraño,
como un poder independiente del productor: El producto del trabajo es el trabajo
que se ha fijado en un objeto, que se ha hecho cosa; el producto es la objetivación
del trabajo. La realización del trabajo es su objetivación. Esta realización del
trabajo aparece en el estadio de la Economía política como desrealización del trabajador,
la objetivación como pérdida del objeto y servidumbre a él, la apropiación como
extrañamiento, como enajenación.
Hasta tal punto aparece la realización
del trabajo como desrealización del trabajador, que éste es desrealizado hasta llegar
a la muerte por inanición. La objetivación aparece hasta tal punto como pérdida
del objeto, que el trabajador se ve privado de los objetos más necesarios no sólo
para la vida, sino incluso para el trabajo. Es más. el trabajo mismo se convierte
en un objeto del que el trabajador sólo puede apoderarse con el mayor esfuerzo y
las más extraordinarias interrupciones. La apropiación del objeto aparece en tal
medida como extrañamiento, que cuantos más objetos produce el trabajador, tanto
menos alcanza a poseer y tanto más sujeto queda a la dominación de su producto,
es decir, del capital. Todas estas consecuencias están determinadas por el hecho
de que el trabajador se relaciona con el producto de su trabajo como con un objeto
extraño. Partiendo de este supuesto, es evidente que cuanto más se vuelca el trabajador
en su trabajo, tanto más poderoso es el mundo extraño, objetivo que crea frente
a sí y tanto más pobres son el mismo y su mundo interior, tanto menos dueño de sí
es. Lo mismo sucede en la religión. Cuanto más pone el hombre en Dios, tanto menos
guarda para sí mismo…La enajenación del trabajador en su producto significa no solamente
que su trabajo se convierte en un objeto, en una existencia exterior, sino que existe
fuera de él, independiente, extraño, que
se convierte en un poder independiente frente a él; que la vida que ha prestado
al objeto se le enfrenta como cosa extraña y hostil” . K. Marx: Manuscritos
de economía y filosofía.
En el análisis del proceso de producción capitalista,
distingue Marx entre objetivación (Objektivation
o Vergegenständlichung) y alienación
(Entfremdung) o enajenación (Entäusserung).
La objetivación es un momento necesario
del proceso de trabajo que consiste en que el sujeto, el trabajador, aplica su fuerza
e inteligencia a los objetos materiales para transformarlos, para plasmar en ellos
una forma que los convierta en valores de
uso, productos que permitan satisfacer
una necesidad humana. La objetivación implica que algo interno del sujeto trabajador
se exterioriza y queda plasmado y objetivado, hecho cosa objetiva. Por ese dice
Marx que el objeto es la realización del trabajo, que “la realización del trabajo es su objetivación” Para Marx no hay nada
de malo en la objetivación, es un proceso necesario que se da en todos los modos
de producción.
Otra cosa ocurre con la alienación o enajenación, que son procesos
negativos y deshumanizadores. La alienación
aparece en el estadio de la “Economía política” como “desrealización del trabajador”,
como deshumanización del trabajador, la objetivación del trabajo en el objeto,
como pérdida y enajenación del producto del trabajo por el trabajador, la apropiación
del producto del trabajo por el empresario
capitalista como extrañamiento del trabajador
ante los objetos producidos por su trabajo, como enajenación.
En el capitalismo,
la realización del trabajo, la objetivación, desrealiza al trabajador hasta el punto
de que éste puede morir de hambre, al verse privado no sólo de lo más necesario para la vida, sino
incluso del trabajo. La apropiación del producto del trabajo por el empresario capitalista
supone tal extrañamiento para el trabajador que, cuanto más trabaja y más produce
el trabajador, menos posee y más sometido
está al capital, que crece a medida en que decrece la propiedad del trabajador.
Estas consecuencias son resultado del extrañamiento del producto del trabajo respecto
de su productor. Cuanto más trabaja el trabajador, más poderoso es el mundo que
produce, que pasa a ser propiedad privada del empresario capitalista y convertido
en valor de cambio, en mercancía, aumenta el poder del Capital sobre el Trabajo.
La condición de la alienación
de los productos del trabajador, de que aquéllos se separen de él, se conviertan
en ajenos a él y acaben convirtiéndose en un poder extraño y hostil que les domina
es la propiedad privada de los medios
de producción por los capitalistas, que se apropian del producto de los trabajadores
a cambio de un salario que no paga la totalidad del valor del producto, lo que permite
al capitalista apropiarse de la plusvalía
(Mehrwert), la diferencia entre el salario pagado por el capitalista a los trabajadores,
y el precio de venta de los productos del trabajo, convertidos en mercancías en el mercado capitalista.
Esta es la base de la explotación económica a la que el capitalista somete al proletariado
y la fuente de riqueza de los capitalistas. El capital es trabajo acumulado. En el mercado capitalista los valores
de uso se convierten en valores de cambio mediante el dinero, que invierte y pervierte el sentido de las formas de intercambio.
En las economías precapitalistas, el dinero era un mero medio para comprar una determinada
mercancía y facilitar el intercambio mercantil. La fórmula que expresaba allí la
relación entre las mercancías (M) y el dinero (D) era: M-D-M, pero con la economías
capitalista, se invierte la relación, al ser las mercancías un mero medio para conseguir
el dinero. La fórmula se convierte, pues, en D-M-D. En el capitalismo el valor de
uso se subordina al valor de cambio. Las necesidades del hombre y el hombre mismo
se subordinan al capital. No se produce ya para satisfacer las necesidades humanas,
sino para obtener beneficio, para aumentar el capital. No son ya las mercancías
para el hombre, sino el hombre para las mercancías y el mismo hombre se convierte
en una mercancía que se compra y se vende en el mercado capitalista al precio de
venta del salario. El hombre trabajador se deshumaniza, se cosifica, se convierte
en un mero factor de producción.
Como en la religión, en el capitalismo, cuanto
más pobre es el trabajador, más rico y poderoso el capitalista:
“Ciertamente
el trabajo produce maravillas para los ricos, pero produce privaciones para el trabajador.
Produce palacios, pero para el trabajador chozas. Produce belleza, pero deformidades
para el trabajador. Sustituye el trabajo por máquinas, pero arroja una parte de
los trabajadores a un trabajo bárbaro y convierte en máquinas a otra parte. Produce
espíritu, pero origina estupidez y cretinismo para el trabajador.” K. Marx. Manuscritos de economía y filosofía.
La alienación
subjetiva o de la propia actividad
Además de la alienación objetiva,
por la que el trabajador acaba por no reconocerse en sus propios productos y acaba
siendo controlado y dominado por ellos, Marx describe también en los “Manuscritos”
la alienación de la propia actividad en el proceso de trabajo, que consiste en que
el trabajador no se identifica con su trabajo, percibiéndolo como algo ajeno, externo,
no libre y forzado, por lo que huye del trabajo como de la peste:
“…Pero
el extrañamiento no se muestra sólo en el resultado, sino en el acto de la producción,
dentro de la actividad productiva misma. ¿Cómo podría el trabajador enfrentarse
con el producto de su actividad como con algo extraño si en el acto mismo de la
producción no se hiciese ya ajeno a sí mismo?. El producto no es más que el resumen
de la actividad, de la producción. Por tanto,si el producto del trabajo es la enajenación,
la producción misma ha de ser la enajenación activa, la enajenación de la actividad;
la actividad de la enajenación. En el extrañamiento del producto del trabajo no
hace más que resumirse el extrañamiento, la enajenación en la actividad del trabajo
mismo.” Ibidem.
La enajenación del trabajo consiste, pues en
que:
“…el trabajo
es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo,
el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado;
no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo
y arruina su espíritu. Por eso, el trabajador sólo se siente en si fuera del trabajo y en el trabajo fuera de
sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo
no es así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado. Por eso, no es la satisfacción
de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera
del trabajo” Ibidem.
El trabajo es, pues, no libre, forzado, externo.
El trabajador sabe que “cuando está en él
no se pertenece a sí mismo, sino a otro”. “De esto resulta que el hombre (el
trabajador) sólo se siente libre en sus funciones animales, en el comer, en el beber,
en el engendrar, y todo lo más en aquello que toca a la habitación y al atavío,
y en cambio, en sus funciones humanas se siente como animal: Lo animal se convierte
en lo humano y lo humano en lo animal.” La alienación del trabajo, de la propia
actividad entraña la deshumanización, la conversión de lo humano en animal y viceversa.
Marx establece una relación de causalidad dialéctica
entre la alienación objetiva y la subjetiva y considera que la alienación del trabajador
de sus productos bajo el capitalismo es la causa de la enajenación de su propia
actividad en el trabajo, pero ésta es a su vez condición de aquella.
La alienación
del ser genérico o de la propia esencia.
El hombre es un ser natural, un producto de la Naturaleza, que vive en ella y de ella
gracias a la praxis, a la actividad práctico
productiva o trabajo mediante el cual:
1) el hombre transforma la naturaleza y 2) el hombre se hace a sí mismo, se dota
a sí mismo de una naturaleza mediante el trabajo. El hombre, el género humano, es
el resultado de su propia actividad genérica, se hace a sí mismo, en el curso de
la historia. Por eso, más que poseer una naturaleza o esencia metafísica, eterna
e inmutable, dada de antemano, el hombre es en ser histórico. El hombre es obra
de la naturaleza, pero también la naturaleza es obra del hombre, del trabajo del
hombre, de la objetivación del trabajo humano:”Por eso es el trabajo sobre el mundo objetivo donde el hombre se prueba
realmente primero que es un ser de la especie. Esta producción es la vida activa
de la especie. En virtud de esta producción, la naturaleza se manifiesta como obra
del hombre y su realidad. El objeto del trabajo es, por tanto, la objetivación de
la vida de la especie del hombre”.
Lo que el hombre como ser
genérico es, su esencia, es el resultado de la actividad genérica sobre la naturaleza,
que es humanizada por el trabajo de la misma forma en que el hombre se construye
a sí mismo mediante el trabajo, se enajena o aliena de su creador, en la medida
en que la objetivación del trabajo del género humano pasa a ser de otro, convirtiéndose
en propiedad privada de los capitalistas: “Por
esto el trabajado enajenado, al arrancar al hombre el objeto de su producción, le
arranca su vida genérica, y transforma su
ventaja respecto al animal en desventaja,
pues se ve privado de su cuerpo inorgánico, de la naturaleza. Del mismo modo, al
degradar la actividad propia, la actividad libre, a la condición de medio, hace
el trabajo enajenado de la vida genérica del hombre un medio para su existencia
física” Ibidem
La alienación
social
La alienación social, la enajenación del hombre
respecto del hombre es resultado directo de la enajenación del hombre respecto de
su trabajo, pues en la medida en que el resultado del trabajo pasa a ser de otro,
del patrón, aumenta la riqueza de este en la misma medida que aumenta la pobreza
del trabajador, lo que engendra las clases sociales de los trabajadores y los empresarios,
hostiles y opuestas entre sí por sus intereses contrapuestos, que se perciben recíprocamente
como enemigos. Para Feuerbach, de quien es deudora la noción marxista de “Gattungswesen”,
ser o esencia de la especie, ésta contenía
también la relación del ser humano con el ser humano. Cada ser humano es parte de
la especie, del género humano en la medida en la que reconoce la humanidad de los
demás. Pero la alienación del trabajo produce también la ruptura de la unidad de
la sociedad y la división de la sociedad en clases opuestas con intereses antagónicos
y, en consecuencia la alienación de unos de los otros, pues unos trabajan para que
otros gocen, unos son esclavos del trabajo para que otros gocen de la libertad
y disfruten de los productos del trabajo: “En
general, la afirmación de que el hombre está enajenado de su ser genérico quiere
decir que un hombre está enajenado del otro, como cada uno de ellos está enajenado
de la esencia humana” Ibidem
Relaciones de la alienación objetiva
o económica con la propiedad privada
Entre la enajenación del trabajo y la propiedad
privada descubre Marx una relación dialéctica. La propiedad privada es el producto
y resultado de la enajenación del trabajo. Pero esta es, a su vez la condición de
la propiedad privada:
“La propiedad
privada es, pues, el producto, el resultado, la consecuencia necesaria del trabajo
enajenado, de la relación externa del trabajador con la naturaleza y consigo mismo…Pero
el análisis de este concepto muestra que aunque la propiedad privada aparece como
fundamento, como causa del trabajo enajenado, es más bien la consecuencia del mismo,
del mismo modo que los dioses no son originariamente causa, sino efecto de la confusión
del entendimiento humano. Esta relación se transforma después en una interacción
recíproca. Sólo en el último punto culminante de su desarrollo descubre la propiedad
privada de nuevo su secreto, es decir, en primer lugar que es el producto del trabajo
enajenado, y en segundo término que es el medio por el cual el trabajo se enajena,
la realización de esta enajenación” K.
Marx. Manuscritos.
La superación
de la alienación: el comunismo
Como hará después en “La Ideología
alemana”, también en los “Manuscritos” propone el comunismo como medio para superar
la alienación del trabajo en todas sus formas: alienación del producto del trabajo,
de la propia actividad, de la esencia humana, alienación social, alienación política
y alienación ideológica
“El comunismo como superación positiva de la propiedad privada en cuanto
autoextrañamiento del hombre, y por ello como apropiación real de la esencia humana
por y para el hombre; por ello, como retorno del hombre para sí en cuanto hombre
social, es decir, humano; retorno pleno, consciente y efectuado dentro de toda la
riqueza de la evolución humana hasta el presente. Este comunismo es, como completo
naturalismo=humanismo, como completo humanismo=naturalismo; es la verdadera solución
del conflicto entre el hombre y la naturaleza, entre el hombre y el hombre, la solución
definitiva del litigio entre existencia y esencia, entre objetivación y autoafirmación,
entre libertad y necesidad, entre individuo y género. Es el enigma resuelto de la
historia y sabe que es la solución” K. Marx. Manuscritos. p. 143
5.- EL CONCEPTO MARXIANO DE IDEOLOGÍA
Marx adoptó el término “ideología” de la tradición filosófica del
empirismo sensualista francés de Condillac y Destut de Tracy, autores para los que
la palabra “ideología” designaba la ciencia que estudiaba la génesis de las ideas
a partir de las sensaciones. Marx usa inicialmente el término, de manera neutral y no valorativa para designar
el reflejo de la realidad en la mente, como “el lenguaje de la vida real. Así, en
La Ideología alemana dice Marx: “La producción
de las ideas y representaciones de la conciencia, aparecen al principio directamente
entrelazadas con la actividad material y el comercio material de los hombres, como
el lenguaje de la vida real. Las representaciones, los pensamientos, el comercio
espiritual de los hombres se presentan todavía, aquí, como emanación directa de
su comportamiento material. Y lo mismo ocurre con la producción espiritual, tal
y como se manifiesta en el lenguaje de la política, de las leyes, de la moral, de
la religión, de la metafísica etc, de un pueblo”. M&E: La Ideología alemana
Así pues, para Marx los hombres, al igual que producen y
reproducen sus condiciones materiales de vida, y se reproducen a sí mismos, producen
también sus ideas y representaciones, condicionados por el desarrollo de las fuerzas
productivas y por las formas de intercambio dominantes en su sociedad, Pero la división
social del trabajo en manual e intelectual crea las condiciones para la alienación
de la conciencia y de los productos espirituales de sus productores humanos y
para alienación ideológica que desempeña la función de legitimar la dominación y
la explotación de las clases sometidas por la clase dominante.
Marx desarrolló desde sus primeras obras una
teoría crítica de la ideología desde la perspectiva del materialismo histórico,
considerándola como un producto social que depende de las condiciones socioeconómicas
de la sociedad que las produce, por lo que no tienen su propia historia independiente
ni autónoma, y en consecuencia, ha de ser explicada a partir de la infraestructura
económica. Así, en la “Contribución a la
crítica de la economía política” (1859), dice Marx que “No es la conciencia la que determina el ser
social, sino el ser social el que determina la conciencia, haciendo depender la
superestructura ideológica de la infraestructura económica y en La Ideología Alemana,
dicen M&E: “La moral, la religión, la
metafísica y cualquier otra ideología y las formas de conciencia que a ellas corresponden
pierden, así, la apariencia de su propia sustantividad. No tienen su propia historia
ni su propio desarrollo, sino que los hombres que desarrollan su producción material y su intercambio
material cambian también, al cambiar esta realidad su pensamiento y los productos
de su pensamiento. No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la
que determina la conciencia.” K.Marx.
La Ideología Alemana.
De los textos arriba mencionados puede extraerse una teoría de la ideología
en los siguientes términos:
1.- Las ideologías son sistemas de ideas, representaciones y creencias religiosas, filosóficas,
morales con las que los hombres de una determinada sociedad representan en su conciencia
la estructura de la sociedad, las relaciones sociales y políticas, el papel del
hombre en la naturaleza, el sentido de la historia etc. Como productos sociales
que son, las ideologías son históricos: nacen, se desarrollan y desaparecen.
2.- Las ideologías forman parte de la superestructura de la sociedad, por lo
que dependen de la infraestructura económica, es decir, de
las fuerzas productivas y de las relaciones sociales de la sociedad, por lo que
han de explicarse a partir de ellas y no a la inversa: “No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina
la conciencia”.
3.- Las ideologías producen a las personas una
falsa conciencia, de la sociedad en la
que viven “En toda ideología, escribe
Marx, los hombres y sus relaciones aparecen
invertidas como en una cámara oscura”. Las ideologías, como denunció Feuerbach a propósito de la ideología
religiosa, presentan la realidad al revés,
cabeza abajo, haciendo creer a la conciencia religiosa que es Dios el que crea al
hombre a su imagen y semejanza, mientras que la conciencia crítica que ha superado
la alienación religiosa sabe que es el Hombre el creador y Dios la criatura.
4.- Las ideologías están conectadas con los
intereses económicos, sociales y políticos de las clases sociales, desempeñando
la función de legitimar y justificar
dichos intereses, la estructura de clases y la dominación de las clases sometidas
por la clase dominante o la de cuestionar críticamente el orden establecido y proponer
un orden alternativo.
5.- Marx sostuvo que: “Las ideas de la clase dominante
son las ideas dominantes en cada época; o dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad
es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante. La clase que tiene a su disposición
los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los
medios para la producción espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo,
por término medio las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir
espiritualmente.” K. Marx. La Ideología
Alemana.
6.- Marx opuso a la conciencia ideológica, en cuanto conciencia falsa la
conciencia y la praxis revolucionarias: “Los filósofos se han limitado a interpretar
el mundo de distintos modos: de lo que se trata es de transformarlo”, dijo Marx
en la onceava tesis sobre Feuerbach.
EL
MATERIALISMO DIALÉCTICO
Federico Engels expuso el materialismo
dialéctico en el “Antidühring” y en la “Dialéctica de la naturaleza”. El
materialismo dialéctico es la filosofía del marxismo, que acabó por convertirse
en la filosofóa oficial de la U.R.S.S. Supone una inversión del idealismo
hegeliano, aunque conserva de él el método dialéctico y las leyes de la
dialéctica.
Hegel (1770-1831), el filósofo idealista
alemán, sostuvo que el Espíritu Absoluto era el ser originario que contenía la
totalidad de la realidad. El Espíritu Absoluto se alienaba en el espacio
produciendo la Naturaleza y en el tiempo generando la Historia. Hegel
interpretó esta concepción del origen de la naturaleza, del hombre y de la
historia como una mera secularización de la idea cristiana de creación de la
naturaleza y del hombre por Dios y adoptando el materialismo de Feuerbach,
postuló que la realidad primaria y originaria no es el Espíritu o el
pensamiento, sino el Ser, la
Naturaleza, la materia, realidad de la
que proceden mediante un proceso biológico de complejificación y de evolución
todos los seres vivos, incluido el hombre y el pensamiento.
Al elaborar el materialismo dialéctico,
Engels incorporó elementos del positivismo cientificista del siglo XIX,
concibiendo así que el materialismo dialéctico debía construir un sistema
filosófico que integrase todos los conocimientos científicos aportados por las
ciencias particulares, pero sin renunciar a la pretensión filosófica de conocer
la totalidad de la realidad, su fundamento y sus principios de transformación.
Por tanto, el materialismo dialéctico
pretendió integrar en una unidad sistemática la física clásica newtoniana, la
química atomista, la biología evolucionista darwiniana, la psicología
experimental cuantitativa de Fechner, la sociología positivista de Saint Simón
y Comte, la antropología de Morgan y Bachofen y las aportaciones al socialismo
de Proudhon y Marx.
Engels osciló entre dos concepciones de la
materia, sin tomar partido nítida y definitivamente por ninguna de ellas: la
positivista y fenomenista y la monista sustancialista. Para la primera, de
origen empirista y humeano, la materia es una realidad imperceptible y
abstracta, resultado de abstraer las cualidades primarias y secundarias. La
segunda, monista, materialista y sustancialista, de origen cartesiano, considera la materia
como una realidad realmente existente, subyacente a las cualidades
perceptibles, que concede unidad y permanencia a las cosas materiales
cambiantes.
Engels, no obstante, aceptó también al
atomismo de su época, considerando así a la materia, eterna, inengendrada,
imperecedera, como constituida por átomos que se mueven eternamente generando
la producción y la destrucción de todas las cosas naturales
El autor del Antidühring adoptó del
idealismo hegeliano el método dialéctico por considerarlo revolucionario, en la
medida en que resalta el hecho de que todo lo que existe actualmente encierra
potencialidades de transformarse, por lo que enfatiza la provisionalidad de
todo lo real. Pero frente al conservador Hegel que, en su aforismo “Todo lo
racional es real y todo lo real es racional” resaltaba la segunda parte: “Todo
lo real es racional”, legitimando y justificando así las instituciones
semifeudales del Estado prusiano, Engels resaltó, por el contrario, la primera
parte, en la que se afirmaba que: “Todo lo racional es real”, deslegitimando
como irracional y por tanto, superable el orden socioeconómico y político
establecido.
Engels reformuló en un sentido materialista
las leyes de la dialéctica idealista hegeliana:
1ª.- Ley de la transformación de la
cantidad en cualidad, que establece que el aumento o la disminución de la
cantidad de una sustancia produce en ella cambios cualitativos, como ocurre con
el agua, que en función de la disminución o del aumento de la temperatura puede
cambiar de estado, convirtiéndose de líquida en sólida o en gaseosa, o como
ocurre con el ácido fórmico(CH2O2), que al aumentar de
dos a cuatro los átomos de hidrógeno, se convierte en ácido acético (CH4O2).
2ª.- Ley de la lucha de los contrarios, que
sostiene, siguiendo a Heráclito y a Hegel, que:” los dos polos de una antítesis
como el negativo y el positivo son mutuamente tan inseparables como opuestos y
a pesar de su oposición, se interpenetran el uno al otro” Engels. El
Antidühring.
La transformación, el cambio y la evolución
son, pues, para Engels, resultado de la interdependencia, del conflicto y de la
lucha que se libra en el seno de cada cosa entre el ser actual y el no ser aún,
que presiona al ser actual, se opone a él y lo niega para llegar a ser. El
grano de trigo se convierte en espiga mediante la negación de su ser grano de
trigo actual. El gusano de seda, negándose, deviene capullo que, negándose de
nuevo, deviene mariposa que pondrá huevos de los que saldrán de nuevo gusanos
de seda.
3ª.- Ley de la negación de la negación, que
precisa la anterior y sostiene que todo sistema tiende a producir su opuesto,
es decir, que la tesis del grano de trigo (T), produce la antítesis de la
espiga (A), que niega y supera al grano de trigo, pero que la antítesis produce
a su vez, mediante la autonegación, una nueva posición, la síntesis (S), que
supera y conserva la verdad de cada uno de los dos polos de la antítesis. Este
proceso aparece también en los insectos, en los que el huevo es negado por la
larva y esta por el imago, que a su vez pondrá huevos que perpetuarán el
proceso. Engels interpreta también el proceso histórico con arreglo a este esquema dialéctico, de
modo que el comunismo primitivo ( T), fue sustituido por la propiedad
privada(A), que será sustituido a su vez por el comunismo(S), como consecuencia
de las contradicciones internas entre el proletariado y la burguesía bajo el
modo de producción capitalista.
SÍNTESIS DEL MATERIALISMO HISTÓRICO
El materialismo histórico o concepción materialista
de la historia de Marx y Engels es una concepción filosófica que sintetiza
dialécticamente el materialismo,
para el cual el Ser, la Naturaleza es material
y precede al Pensar, que emerge y
depende de aquel y del idealismo,
para el que el Pensar es anterior al Ser y este procede de aquel y depende de
él.
El materialismo histórico, pues, no parte
del Ser, de la Naturaleza, del Objeto, como el materialismo, ni del Pensar, del
Sujeto, como el idealismo, sino de la praxis, es decir, de la actividad práctico productiva, por la
que el sujeto, el Hombre, transforma el
Objeto, la naturaleza y la sociedad, mediante el trabajo y la interacción
social y a la vez, se construye a sí mismo.
Las
fuerzas productivas y las relaciones de producción
En la
“Ideología alemana”, Marx y Engels parten de la praxis, es decir de la interacción de los individuos y de las circunstancias
naturales y sociales que aquellos encuentran y a las que han de adaptarse o
transformar con su actividad. Para ello los individuos inventan herramientas,
instrumentos y máquinas con las que transforman la naturaleza para extraer de
ella lo necesario para satisfacer sus necesidades materiales. Marx llama fuerzas productivas a todo el conjunto
de herramientas, máquinas, artefactos, creados y utilizados por los hombres,
pero también los campos, talleres, fábricas, empresas, animales, hombres y los
conocimientos científico-técnicos necesarios para la producción.
M&E llaman relaciones de producción al conjunto de relaciones que contraen los
individuos, independientemente de su voluntad, en el proceso de producción de
lo necesario para sobrevivir individual y específicamente y las identifican con
las relaciones de propiedad,
relaciones contraídas por las personas dependientes de las relaciones de propiedad que mantienen con las cosas. En
función de dichas relaciones unos hombres devienen esclavos y otros amos, en el
modo de producción esclavista, unos proletarios y otros burgueses, propietarios
de los medios de producción, en el modo de producción capitalista.
En el curso de su vida, los hombres y
mujeres contraen también relaciones de
reproducción o reproductivas, creando instituciones sociales como los
grupos de parentesco y la familia, relacionadas también entre sí por medio de
la propiedad de los medios de produccción
Simultáneamente a los procesos de
producción y reproducción se produce y desarrolla la conciencia y el lenguaje, tan antiguo como aquella, que es la conciencia práctica y que está vinculado a la comunicación
interpersonal en el proceso de producción y de reproducción de la vida. Esta
conciencia no es una sustancia, como quiere el idealismo, sino una propiedad de
los individuos, que les permite conocer la naturaleza, la sociedad, a los otros
hombres y a sí mismos (autoconciencia).
La conciencia es, pues, un producto social y depende del ser social: “No es la conciencia del hombre la que
determina su ser, sino a la inversa, su ser social el que determina la
conciencia”.
Esta conciencia se desarrolla en el curso
de la historia, comienza siendo una conciencia gregaria, tribal, colectiva y se
va convirtiendo en conciencia individual en el curso del proceso de ´la
división social del trabajo.
La
división social del trabajo, la alienación, la propiedad y las clases sociales.
En el curso histórico del proceso de producción va aumentando la
división social del trabajo, que comenzó por la división del trabajo por sexo,
surgiendo gradualmente los agricultores, los ganaderos, los metalúrgicos, los
comerciantes los sacerdotes y los gobernantes. La división social del trabajo
conduce, pues, a la separación y a la oposición
entre trabajo manual y trabajo intelectual, entre los que
trabajan manualmente y los que lo hacen intelectualmente, dirigiendo y
planificando el trabajo de aquéllos, entre los que obedecen y los que mandan.
La división social del trabajo produce
también la alienación o enajenación del trabajo, de los
productos del trabajo, y del poder social respecto de los trabajadores. La
alienación del trabajo acaba con la creatividad de las personas, al encerrarlas
en la jaula del trabajo especializado y monótono. Marx y Engels imaginan que la
sociedad comunista, al acabar con la
división social del trabajo, permitirá la superación
de la alienación de la propia actividad, de la alienación subjetiva. Con el
aumento de la división social del
trabajo, se produce la propiedad
privada como consecuencia de la apropiación por una parte de la sociedad
del producto del trabajo social.
El aumento
de la división social del trabajo produce simultáneamente la
complejificación de la estructura social y el desarrollo de las clases sociales.
Las clases
sociales son reales y se definen por la posición que ocupan las personas en
el proceso de producción y por la relación que tienen con la propiedad de los
medios de producción. En “El Capital”, Marx distingue tres: los terratenientes, que obtienen su riqueza
de la renta de la tierra, los capitalistas,
que la obtienen del capital ganancia y los proletarios,
cuya renta procede del salario. En “La lucha de clases en Francia”, Marx
distingue las siguientes clases: el campesinado,
la burguesía, con sus
fracciones de la burguesía comercial,
industrial, financiera y pequeña
burguesía y el proletariado.
Las clases sociales tienen intereses
antagónicos, por lo que en el curso de la historia se ha librado entre ellas
una lucha de clases que ha
determinado el devenir social e histórico:
“La
historia de toda sociedad hasta nuestros días no ha sido más que la historia de
la lucha de clases: hombre libres y esclavo, patricio y plebeyo, varón y
siervo, en constante oposición, han desarrollado una guerra ininterrumpida,
abierta unas veces,, disimulada otras; una guerra que siempre concluía, o bien
en una transformación revolucionaria de la sociedad entera o bien en la
destrucción de las dos clases en lucha”. Marx y Engels. El Manifiesto
Comunista.
En su obra “Contribución a la crítica de la
economía política” proporciona Marx una explicación estructuralista del cambio social como resultado o producto de la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de
producción:
“En
un determinado estadio de su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de
la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción
existentes, o por usar la equivalente expresión jurídica, con las relaciones de
propiedad dentro de las cuales se habían movido hasta entonces. De formas de
desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas
suyas: empieza entonces una época de revolución social”.
Marx distingue
analíticamente en la sociedad la infraestructura económica ( las fuerzas
productivas), la estructura social (las relaciones de
producción) y la superestructura ideológica
y utilizando una metáfora arquitectónica, considera que la superestructura
ideológica, el conjunto de ideas y creencias religiosas, filosóficas, jurídicas
y políticas compartidas por los miembros de la sociedad, reposa sobre los
cimientos de la estructura económica y social y depende de ellas, análogamente
como el tejado de un edificio reposa sobre y depende de los cimientos.
Marx establece también una relación de causalidad entre el cambio
de la infraestructura de la sociedad (fuerzas productivas y relaciones de
propiedad)) y el cambio de la
superestructura ideológica, considerando que al cambiar aquella:”…se subvierte más rápida o lentamente toda
la gigantesca superestructura formada por:…las formas jurídicas, políticas,
religiosas, artísticas o filosóficas, en suma ideológicas, en las cuales los
hombres toman conciencia de estos conflictos y los dirimen. Marx. Contribución
a la crítica de la economía política.
En el marxismo se desarrolló una polémica
entre los que hacían una interpretación mecanicista,
determinista y estructuralista de
las relaciones de causalidad entre la infraestructura económica y la
superestructura ideológica y los que postularon una relación dialéctica y humanista.
Los primeros sostuvieron que la infraestructura económica determina
necesariamente la superestructura económica. Los segundos consideran que la
infraestructura condiciona en última instancia la superestructura, pero que
esta también influye sobre aquélla transformándola.
Las
fases de la historia: los modos de producción y la trasición al comunismo
Marx sostiene que, como consecuencia de la
contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción y la
consiguiente lucha de clases, en el curso de la historia se han sucedido los
siguientes modos de producción: el
modo de producción tribal,
caracterizado por la propiedad comunista de los medios de producción, por la
caza y la recolección, el modo de producción asiático, donde las tierras son propiedad del poder supremo, que
construye y organiza el sistema de
regadíos en la agricultura y distribuye los excedentes entre la población, el
modo de producción antiguo o esclavista de Grecia y Roma, basado en
la explotación del trabajo de los esclavos por los hombres libres, el modo de
producción feudal medieval
caracterizado por la apropiación de los excedentes producidos por los siervos
por la nobleza y el clero y el modo de
producción capitalista, basado en la
propiedad privada burguesa y en la apropiación por la burguesía de la plusvalía
producida por los trabajadores.
Marx predice que el modo de producción
capitalista será sustituido, mediante la revolución social, por el modo de
producción socialista, como
consecuencia necesaria de la contradicción entre las fuerzas productivas y las
relaciones de producción o de propiedad y por la lucha de clases entre el
proletariado y la burguesía. Marx cree que la competencia en el mercado
capitalista entre las empresas capitalistas por aumentar su cuota de mercado,
tenderá a aumentar la explotación económica de los trabajadores, cuyos salarios
serán cada vez menores. Por otro lado, los capitalistas que no logren
competir en el mercado, se arruinarán y
caerán en las filas del proletariado, que será cada vez más numeroso. Pero eso,
por la ley de la oferta y la
demanda, reducirá aún más los salarios,
de modo que ´los proletarios serán cada
vez más y más pobres y los capitalistas menos y cada vez más ricos,
produciéndose así una creciente
concentración del capital en pocas manos. Así las cosas, el proletariado
alcanzará conciencia de se situación como clase explotada y no teniendo nada
que perder excepto sus cadenas, se lanzará a una revolución proletaria que acabará con la dictadura capitalista e
instaurará una dictadura del
proletariado. Esta dictadura será provisional y establecerá primero el socialismo, regido por la máxima: “A
cada cual según su trabajo” y después el comunismo,
que escribirá en su bandera:”A cada cual según sus necesidades”
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