jueves, 12 de julio de 2012

STO TOMÁS DE AQUINO


FILOSOFÍA Y TEOLOGÍA DE STO TOMÁS DE AQUINO
1.- VIDA Y OBRAS
      Sto. Tomás de Aquino, hijo del conde de Aquino, nació en el año 1225 en el castillo de Roccaseca,  cerca de Nápoles. Estudió en la Universidad de Nápoles  y en 1244 ingresó en la Orden Dominicana a pesar de ciertos obstáculos familiares. Después estudió en París desde 1245 a 1248. Fue discípulo de S.Alberto, al que  siguió hasta Colonia cuando éste abandonó París para enseñar en la ciudad alemana. Sto. Tomás permaneció en renana hasta el año 1252. Enseñó en París y en diversas ciudades italianas. Murió en 1274, cuando se dirigía al concilio de Lyon.
Duramente criticado en vida por la síntesis que acometió de aristotelismo y sabiduría cristiana tradicional, fue canonizado en 1323, conociéndosele desde entonces como Doctor Angélico. Fue proclamado Doctor Común de la Iglesia Católica en el año 1879. Sigue siendo la autoridad filosófica por excelencia para la filosofía neoescolástica contemporánea.
Sto. Tomás comentó una docena de tratados aristotélicos, así como el "Libro sobre las causas"  y los tratados de Dionisio y Boecio. Compuso gran cantidad de opúsculos, entre los que pueden citarse "Sobre el ser y la esencia", "Sobre la unidad del intelecto","Sobre la eternidad del mundo", "Sobre la potencia", "Sobre el mal", "Sobre el alma", "Sobre la verdad" etc.... Sus obras más importantes son el "Comentario a las sentencias de Pedro Lombardo"(1254-1257), la Summa contra gentiles" (1258-1264), el "Compendio de teología" (1260-1266) y la "Summa theologicae"(1266-1273), que ya quedó sin terminar.
Comprender su obra exige situarla en el contexto sociocultural e histórico del siglo XIII, caracterizado por la sociedad estamental, la poliarquía feudal y la hegemonía ideológica de la religión y de la teología cristianas, generadas por una Iglesia que es una estructura de poder político internacional, a la vez que uno de los mayores propietarios de tierras. En dicho contexto feudal, la obra de Sto Tomás puede interpretarse, como ha hecho Ernst Bloch, como una superestructura ideológica legitimadora y justificadora del orden socio-político estamental del feudalismo, presentado como expresión de un orden natural querido por Dios. Pero la filosofía de Sto Tomás fue acusada de heterodoxa por los conservadores, pues estaba basada en Aristóteles, considerado por los ortodoxos como un pagano que mantuvo tesis inconciliables con los dogmas religiosos consagrados por la teología cristiana, como la eternidad del mundo y la mortalidad del alma individual. Pese a las reticencias de las autoridades del momento, la nueva síntesis tomasiana, que pretendió cristianizar la filosofía aristotélica, llegó a ser asumida como la filosofía ortodoxa de la Iglesia.
2.- RAZÓN Y FE
En las antípodas de Heidegger, quien consideraba que hablar de una filosofía cristiana era tan contradictorio como decir "hierro de madera", debido a la "docta ignorancia" socrática que caracteriza a la primera, frente a la certeza dogmática revelada que funda a la segunda, Sto Tomás, pretende "sintetizar armónicamente" la filosofía aristotélica y la teología cristiana, impregnada de platonismo.
Tomás establece algunas diferencias entre Filosofía y Teología:
1.- La Filosofía utiliza la razón natural. Razona partiendo de principios obtenidos por vía inductiva e intuitiva y extrae consecuencias lógicas necesarias a partir de ellos. Va, pues, de "abajo" hacia "arriba". Por el contrario, la Teología no parte de la experiencia, sino de dogmas revelados por Dios en los que se ha de creer, como la existencia de Dios, la inmortalidad del alma, que Dios es Uno y Trino etc…
2.- La filosofía se remonta de los efectos últimos a la causa primera, ascendiendo de causa en causa hasta remontarse al prinipio y a la causa primera: el Motor Inmóvil. La Teología, por el contrario,  desciende desde la Causa incausada hasta los efectos últimos.
3.- Procede, pues,  como decía Aristóteles, partiendo de lo que es evidente para nosotros (lo sensible), hasta lo que es evidente en sí, pero no para nosotros ( lo inteligible ). A diferencia de la Teología, que va de lo evidente en sí a lo evidente para nosotros. 
Sin embargo, hay, según Tomás, algunas verdades comunes a la Teología y a la Filosofía, verdades que han sido reveladas, pero que se pueden demostrar racionalmente, como que Dios existe, y que es creador. Estas verdades son las que Tomás llama ("preambula fidei"), preámbulos a los artículos de fe.
 Filosofía y teología pueden y deben colaborar, pues como sostuvieron S.Agustín y S. Anselmo, hay que creer para comprender. La filosofía necesita la ayuda de la Teología, según Tomás, debido a la falibilidad humana, derivada de la corrupción que el pecado original introdujo en la naturaleza humana, debilidad que condujo a algunos filósofos paganos a negar la creación, la providencia de Dios, la inmortalidad del alma etc...  Además, teniendo en cuenta que el fin último del hombre es Dios y la bienaventuranza eterna, los errores filosóficos podrían causar el extravío del alma y su eterna perdición, por lo que corregir los errores racionales es garantía de salvación.
Pero el fin último que persiguen ambas es diferente. Para la Filosofía el bien supremo es la eudaimonía o felicidad para el individuo en el plano individual y el bien común en el plano social, siendo éste preferible a aquél para la perspectiva republicana aristotélica. En cambio, para la teología el Bien Supremo, la beatitudo, la beatitud cristiana, no es cismundana como en Aristóteles, sino trasmundana y sólo es alcanzable en el más allá, por mediación de la Gracia divina, aunque también Tomás habla del bien común  inmanente como el fin del Estado.
3.-ONTOLOGÍA TOMASIANA.
Como Aristóteles, Sto Tomás rechaza la teoría platónica de las ideas. Como aquél, critica Tomás que dicha teoría duplica en vano la realidad física sin permitir por ello explicarla, debido a la inmovilidad de las Ideas que, por tanto, no pueden ser la causa del devenir de los seres sensibles. Santo Tomás se adhiere, pues, a la teoría hilemórfica de Aristóteles para explicar la estructura y el devenir de los seres físicos,  que para él, como cristiano, son criaturas de Dios. Éstas, desde las sustancias inorgánicas hasta el hombre, pasando por los peldaños intermedios de la escalera del ser de las plantas y los animales irracionales, son un compuesto de materia y de forma.
 La materia es para Tomás el principio de individuación, que distingue entre sí a todos los individuos que, por pertenecer al mismo género y especie, tienen la misma forma. Como en Aristótelaes, la materia es el sustrato que permanece en todo cambio, por lo que es, junto con la forma, uno de los principios explicativos del movimiento. Como Aristóteles, distingue Tomás una materia prima, aquélla que no ha recibido ninguna forma y es, pues, pura potencialidad, y una materia segunda, que ya ha recibido una determinada forma. 
Además de por la materia, las sustancias de la naturaleza están compuestas por la forma. Tomás distingue dos tipos de formas. Las esenciales, género y especie, que definen la esencia de la sustancia, lo que Tomás llama la quididad, y que son comunes a todos los individuos que comparten la misma especie, y las accidentales  que, como aquéllas, no pueden existir separadas de las sustancias a las que determinan.
Si la materia encierra la potencia de recibir formas,  la forma es acto. Ambas nociones, potencia y acto explican para Tomás el cambio en sus cuatro modalidades, cuantitativo, cualitativosustancial y local. El movimiento o cambio consiste en la actualización de las potencias que encierra el ser en acto.
Sto Tomás añade a las nociones de materia, forma, privación, acto y potencia, las nociones de esencia  y existencia sobre la base de la distinción efectuada por los filósofos árabes Alfarabí y Avicena entre  la existencia de algo y el hecho de  que esa realidad existente  sea A o B, es decir, tenga tales o cuales propiedades esenciales.
La esencia de algo existente es lo que esa cosa es, pero la existencia no es ninguna de las notas que definen la esencia,  no es exterior a la esencia, ni es accidental a ella, pero es aquello por lo cual la esencia es una esencia. Tomás equipara la esencia a la potencia y la existencia al acto de ser de la esencia.
Pues bien, todas las cosas creadas desde las piedras hasta hombres están compuestas de materia y de forma, de acto y potencia, de esencia y de existencia. Los ángeles, grado de ser intermedio entre el hombre y Dios, al no poseer materia, son formas puras en acto, pero al tener la razón de su existencia fuera de sí mismos, son también compuestos de esencia y de existencia. Sólo Dios, en el punto más alto de la jerarquía ontológica, es un ser simple, no compuesto, cuya esencia implica su existencia, cuyo ser es idéntico a su existir. Tomás, valiéndose de la terminología aristotélica lo define como Forma y Acto puros, carente de materia y de potencia en su perfección absoluta.    
4.- ANTROPOLOGÍA.
Tomás concibe al hombre, de acuerdo con la teoría hilemorfista de Aristóteles como un compuesto de materia y de forma, de cuerpo y de alma, siendo el alma la única forma sustancial que informa directamente la materia. El término "hombre", pues, a diferencia de Platón, no debe aplicarse ni al alma sola, ni al cuerpo sólo, sino al alma y al cuerpo juntos, a la sustancia compuesta.
El hombre es engendrado cuando se le infunde el alma racional. Muere cuando el alma racional se separa del cuerpo. La unión de cuerpo y alma no es ningún castigo, como imaginó Platón y después Orígenes, sino algo bueno querido por Dios.
El hombre es una unidad íntima de  cuerpo y alma. Pero hay también una distinción real entre el alma y sus facultades. En el alma humana hay facultades o potencias de obrar que están en potencia respecto de sus actos, y que se distinguen según sus actos y objetos. Algunas de esas potencias o facultades pertenecen al alma como tal, y no dependen de un órgano corporal, como la potencia intelectiva, otras pertenecen al compuesto y no pueden ejercerse sin el cuerpo. Las primeras permanecen en el alma incluso cuando está separada del cuerpo, las segundas permanecen en el alma separada sólo en potencia.
En las potencias o facultades hay una cierta jerarquía. La facultad vegetativa, que comprende los poderes de nutrición, crecimiento y reproducción, tiene por objeto el cuerpo unido al alma. La facultad sensitiva que comprende los cinco sentidos externos y los sentidos internos, el sensus comunis, la phantasía, la vis aestimativa y la vis memorativa, tiene como objeto no simplemente el cuerpo del sujeto sintiente, sino todo cuerpo sensible. La facultad racional tiene como objeto lo universal inmanente en las sustancias físicas.
Entre las facultades racionales del hombre menciona Tomás el intelecto agente, el intelecto paciente  y la voluntad. El intelecto agente tiene por objeto lo universal, que abstrae de las imágenes en las que se encuentra en potencia. El intelecto paciente acoge esa forma universal abstraída.
El hombre tiene, además de intelecto, voluntad (voluntas), que difiere del apetito sensitivo porque desea el bien como tal o en general, mientras que el apetito sensitivo no desea el bien en general, sino los objetos particulares presentados por los sentidos. La voluntad está orientada necesariamente al bien, pero dicha necesidad no es de coacción, sino que la voluntad desea naturalmente el bien último, la beatitudo o felicidad, es decir, la voluntad tiene un fin propio que es la felicidad. Pero esto no significa que el hombre no sea libre. Éste, aún cuando la verdadera felicidad sólo puede encontrarse en la posesión de Dios, en el logro del Sumo Bien, puede no querer los medios que conducen a Él. Sin embargo, en cierto modo, el hombre siempre quiere a Dios, pues quiere la felicidad, que sólo puede encontrarse en Dios,  pero puede poner su felicidad en algo distinto de Dios, v.g. en los placeres corporales, por lo que sería moralmente culpable. Así, pues, el hombre es libre. Está dotado de libre albedrío (liberum arbitrium). Éste no es una potencia o facultad distinta de la voluntad. "Voluntad" significa la facultad como principio de toda nuestra volición, sea necesaria, en relación al fin, o libre, en relación a la elección de los medios, mientras que el libre albedrío, o voluntad libre, significa la misma facultad como principio de nuestra libre elección de los medios. Por el libre albedrío el hombre puede juzgar libremente  poniendo así fin a la deliberación que precede a la decisión y a la acción.
Frente a Aristóteles, a Averroes (1126-11899, su comentador árabe y a los averroistas latinos de la Universidad de París, como Siger de Bravante, Tomás defiende la inmortalidad del alma individual, argumentando que el alma es incorruptible por ser una forma subsistente que, aunque inherente a la materia que informa, puede existir separada. Además, el deseo natural de persistencia propio del ser humano, en cuanto que le ha sido infundido por Dios, no puede ser defraudado por Éste, de modo que el alma debe ser inmortal.
El hombre es un ser fronterizo. Por su cuerpo pertenece al inframundo material. Por su alma al supramundo celestial, como los ángeles,  las inteligencias separadas y Dios, pero su reino no es de este "valle de lágrimas", sino su patria celestial. Por ello, es un homo viator,  transeunte por este mundo en espera de obtener el permiso de residencia celestial.
5.- TEORÍA DEL CONOCIMIENTO.
Como su maestro Aristóteles, asume Tomás que el conocimiento comienza con la sensación, que es la actualización de la capacidad o potencia de sentir propia de los cinco sentidos. La sensación es, pues, la condición necesaria del conocimiento de los objetos sensibles ("Nada hay en el entendimiento que no haya estado previamente en los sentidos"). Pero no es su condición suficiente, pues la mera percepción sensible de algo aquí y ahora, no nos hace saber qué es ese algo. Para ello es necesario el juicio y la subsunción de lo percibido en una categoría general, cosa que no puede hacer la sensibilidad, sino el entendimiento.
Los sentidos, en presencia de los objetos sensibles captan su forma, análogamente a como un pedazo de cera retiene la forma de un sello, pero no su materia. Tomás llama a esa forma sensible "species sensibilis". El conocimiento sensible de las formas sensibles de las cosas  particulares se conserva en la memoria y en la imaginación mediante imágenes de las cosas individuales (phantasmata). Sobre ellas actúa el intelecto agente, cuya función es abstraer y producir las formas universales que se encuentran en ellas en potencia. El entendimiento paciente acoge los universales abstraídos por el entendimiento agente y conoce los particulares mediante dichos conceptos generales.
El entendimiento humano, pues, carece de ideas innatas, pero puede recibir conceptos universales. El conocimiento humano es un proceso en virtud del cual las formae rei o formas de las cosas son separadas mediante la acción del intelecto agente de las cosas en las que se hallaban realizadas, para actualizar la potencia del intelecto de alojar conceptos universales y conocer las realidades particulares por medio de ellos. Conocer es inteligir, (intus legere) es decir, leer en el interior de las cosas. Así se conoce los universales en las cosas particulares, que sólo pueden ser percibidas inmediatamente a través de los sentidos.
En la polémica medieval de los universales Tomás adopta la posición del realismo moderado. Considera que los universales (género y especie) son reales, pero no son trascendentes, ni separados de las cosas individuales como mantuvieron Platón y S. Anselmo, sino que están en las cosas individuales, constituyendo su forma esencial, de donde son abstraidas por el entendimiento agente. Los universales existen, pues, en las cosas mismas, como quería Aristóteles, pero existen también como arquetipos con arreglo a los cuales Dios creó el mundo, en la mente de Dios. Por último, existen también en la mente humana como conceptos abstraídos de las cosas por el intelecto agente.
6.- TEOLOGÍA
En las Summas, se propone Sto Tomás dos cuestiones: determinar que Dios es y saber qué es Dios, es decir, demostrar que Dios existe y cual es la esencia o el ser de Dios.
6.a.- Demostración de la existencia de Dios.
Frente a los teólogos que niegan la necesidad de demostrar la existencia de Dios por considerarla evidente y frente a los que consideran que la existencia de Dios no es evidente, Sto Tomás adopta una postura sintética y conciliadora, manteniendo que es necesario demostrar la existencia de Dios, pues aunque la existencia de Dios es una verdad evidente en sí, no lo es para nosotros.
Aunque menciona el célebre argumento ontológico de San Anselmo ( Por Dios se entiende un ser mayor que el cual ningún otro puede ser concebido, por lo cual existe necesariamente, pues si no existiese no sería el ser mayor que el cual ningún otro podría ser concebido), Tomás prefiere utilizar argumentos a posteriori, es decir, una serie de pruebas que parten de la experiencia empírica de los objetos creados para remontarse mediante el principio de causalidad  a su causa primera, que para Tomás es Dios.
En la Summa Theologicae, Sto. Tomás menciona cinco pruebas o argumentos racionales para demostrar la existencia de Dios, las célebres cinco vías tomistas. Ninguna de ellas es original de Sto Tomás. La primera, basada en el movimiento, la expuso  antes Aristóteles en el libro VIII de la Física. La segunda, basada en la causalidad eficiente, procede de Aristóteles, Avicena, Alain de Lille, y de S. Alberto. La tercerra, basada en las nociones de lo contingente y lo necesario, procede de Avicena y de Maimónides. La cuarta de Platón  y la quinta de Aristóteles.
Las cinco vias son las siguientes:
1º.- La vía del movimiento. Observamos que en la naturaleza creada las cosas se mueven, cambian. Pero todo lo que se mueve es movido por otra cosa, el motor. Ahora bien, no puede haber un número infinito de motores, pues en tal caso, no habría ni motor o causa primera, ni efecto último. Pero hay efecto último, es decir, cambios en las cosas. Por tanto, ha de haber una primera causa o motor que es Dios.
2º.- La vía de la causalidad eficiente. En el mundo sensible encontramos relaciones de causalidad eficiente. Pero ninguna cosa puede ser su propia causa, pues sino sería anterior a sí misma. Por otra parte, no puede existir una cadena infinita de causas eficientes. Por tanto, ha de existir una causa eficiente primera, que sería Dios.
3ª.- La vía de lo contingente y lo necesario. Parte de la constatación de la existencia en la naturaleza creada de seres contingentes, es decir, aquéllos que existiendo pueden no existir. Los seres contingentes, pues, no han existido siempre. Por tanto, hubo un tiempo en el que no había seres contingentes. Si nada hubo, nada debería haber ahora, pues lo que  existe llega a existir sólo debido a una causa que lo crea. Pero de la nada nada sale. Así pues, ha de existir un ser necesario que sea la causa de la existencia de los seres contingentes. Ese ser necesario es Dios.
4ª.- La via de los grados de las perfecciones. En los seres creados hay grados de perfección. Hay cosas buenas, mejores y óptimas. Su mayor o menor bondad, belleza nobleza sólo se pueden medir por su menor o mayor participación en lo óptimo. Pero lo óptimo, es decir, el Bien absoluto, la Belleza absoluta, la Nobleza absoluta es Dios.
5ª.- La via del gobierno del mundo, llamada por Hume más tarde argumento del designio y por Kant la prueba teleológica, dice que los seres que carecen de conocimiento tienden a un fin que es su propio bien. Pero no podrían actuar inteligentemente si alguien inteligente no hubiese puesto en ellos ciertas inclinaciones. Dios es esa inteligencia ordenadora que ha puesto en los seres irracionales las inclinaciones que les permiten conseguir sus bienes respectivos.
6.b.-¿Qué es Dios?
Tomás considera que en esta vida no tenemos intuición alguna de la esencia divina, pues nuestro conocimiento depende de la percepción sensible, de la cual Dios no es objeto y el lenguaje, formado para expresar ideas, se refiere a nuestra experiencia de criaturas finitas, y designa sólo cosas finitas, por lo que no es un instrumento adecuado para expresar lo infinito 
Influido por el neoplatonismo, que consideraba que Dios estaba más allá del ser, del lenguaje y de la determinación, y que cualquier determinación o intento de definición lingúística de Dios, falsearía su ser, Tomás adopta la vía remotionis o negativa que consiste en decir, no lo que Dios es, sino lo que no es. De este modo, Dios no es accidente, no es un ser corporal, no es, pues, un ser material, sino Forma Pura, tampoco tiene potencia, sino que es Acto Puro. Dios no es compuesto ni de materia ni de forma, ni de acto y potencia, y tampoco de esencia y existencia, como los seres creados, sino un ser simple. Es, además, infinitoperfecto e inmutable, pues el Ser necesario es necesariamente todo lo que es y no puede ser cambiado. Es eterno y es uno  por su infinitud.
Además Tomás utiliza la via positiva o afirmativa, que consiste en atribuirle a Dios de forma eminente todas las perfecciones que pueden encontrarse en el mundo de las criaturas, que en última instancia proceden de él. Desde esta perspectiva, Dios es vida, es bueno, es sabio, pero tiene estas cualidades en su máximo grado, es decir, de forma eminente y por antonomasia.
7.-ÉTICA Y POLÍTICA.
Deudora también de Aristóteles, la ética tomasiana es teleológica. La acción del hombre está encaminada a la consecución de su bien supremo que es la felicidad. Ésta en el hombre se alcanza mediante la virtud, alcanzable a su vez por el uso de la razón, a la que concierne elegir el término medio entre acciones igualmente malas, una por exceso y la otra por defecto.
Sto Tomás divide las virtudes teológicas y cardinales naturales. Las primeras son accesibles para el hombre sólo por la gracia de Dios. Son tres: fe, amor y esperanza.  De entre ellas el amor es la que orienta todos los actos humanos hacia su fin último y divino. Las virtudes cardinales se definen como el mejor estado posible de las facultades naturales. Estas virtudes cardinales son: la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza.
Las virtudes determinan la actitud interior del hombre, mientras que el orden externo y la conducta se rigen por leyes. El legislador supremo es Dios, puesto que impone el ordenamiento al mundo entero.
La ley moral es el criterio mediante el cual puede saberse si un acto voluntario se ordena rectamente al fin último del hombre, la posesión del Bien Común trascendente. La ley es cierta ordenación de la razón, enderezada al bien común y promulgada por aquél que tiene a su cargo el cuidado de la comunidad. La ley, en cuanto ordenación de la razón, es un juicio práctico, precepto o mandato producto de la razón.. La ley está relacionada con la voluntad, porque la razón, movida por la intención de la voluntad, propone los medios más aptos para alcanzar el fin. Por ello, el mandato en que consiste la ley, es un producto de la razón que presupone el impulso intencionado de la voluntad.. La ley, por ser una ordenación de la razón, sólo se encuentra propiamente en los seres racionales. La ley está enderezada al bien común, ya sea este social, intramundano e histórico, ya al Bien Común trascendente, inalcanzable en esta vida y sólo accesible mediante la gracia divina. Además, por el hecho de que la ley está encaminada al bien común, tiene que ser fruto de la razón práctica de aquél que tiene a su cargo a la comunidad. Si se trata de la comunidad universal, del universo, la ley será fruto de la razón divina, y entonces dicha ley será eterna. Si se trata de la comunidad del hombre, será fruto de la razón humana del gobernante y se llamará ley positiva.
Sto Tomás distingue, pues, tres clases de leyes: la ley eterna, la ley natural y la ley positiva.
La ley eterna es la ley promulgada por la razón divina para regular la comunidad del universo.
La ley natural, que es la ley moral en cuanto atañe a la criatura racional, se basa en la ley eterna. Se expresa y se percibe en un conjunto de inclinaciones que Dios puso en la criatura humana, como la inclinación natural a la autoconservación, a la unión de los sexos tendente a la reproducción, la inclinación al cuidado de la prole, la inclinación natural a vivir en sociedad  y a conocer la verdad y la inclinación natural hacia el bien. Todas estas inclinaciones configuran la naturaleza o esencia humana, cuyo modelo se encuentra en la idea eterna que Dios tiene del hombre, (ya veremos más adelante la crítica que hace el existencialismo ateo de Heidegger y de Sartre a la idea teológica de que la esencia del hombre precede a su existencia.).
 El primer principio de la razón práctica y de la ley natural es: "Haz el bien y evita el mal". Los preceptos de la moral natural son correlativos a las inclinaciones de la naturaleza humana. Por ello, pertenece a la ley natural todo aquéllo que tiende a la conservación  de la persona, de la especie, al cuidado de los hijos, al conocimiento del bien etc...
La ley humana positiva ha de ser deducida por el legislador a partir de los principios comunes e indemostrables de la ley natural, de manera análoga a como la razón teórica llega a las conclusiones de las diferentes ciencias a partir de los primeros principios de la razón.
La sociedad civil no existe por convención sino por naturaleza, pues el hombre es un animal político por naturaleza. La sociabilidad humana se funda en dos razones: la primera es que el hombre no es autosuficiente y necesita de los demás para satisfacer sus necesidades; la segunda se funda en la racionalidad humana, pues que el hombre se comunique mediante el lenguaje, revela su sociabilidad natural.
Si la causa eficiente de la sociedad es la naturaleza, su causa final es el bien común, inmanente que pueden alcanzar los hombres en la sociedad. El bien común consiste en que los hombres reunidos en sociedad lleven una vida digna y virtuosa que les permita satisfacer sus necesidades, para lo que se requiere tanto bienes materiales como espirituales, de modo que el bien común puede concretarse en el orden, la tranquilidad, la paz y la unidad, la amistad, el bienestar y la salud pública.
La política tomasiana repite los argumentos aristotélicos relativos al fin que persiguen las comunidades más simples e imperfectas como la familia, y la aldea, que no es otro que el Estado, que es la comunidad perfecta y en cuanto tal, el fin que aquéllas persiguen.
La tipología tomasiana de las formas de gobierno remeda la aristotélica. Distingue tres gobiernos rectos y justos, que son la monarquía, la aristocracia y la democracia y tres formas de gobierno malas, resultado de la degeneración de las  anteriores, que son respectivamente la tiranía la oligarquía y la demagogia. Tomás considera, como Aristóteles, que tomada absolutamente, la mejor forma de gobierno es la monarquía, pues garantiza el bien común y la virtud general, pero  considerando las circunstancias concretas, es preferible un gobierno mixto, que conserve lo bueno de las tres mejores formas de gobierno, la monarquía, la aristocracia y la democracia.               

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