FILOSOFÍA Y
TEOLOGÍA DE STO TOMÁS DE AQUINO
1.-
VIDA Y OBRAS
Sto. Tomás de Aquino, hijo del conde de Aquino, nació en el año 1225 en
el castillo de Roccaseca, cerca de
Nápoles. Estudió en la Universidad de Nápoles
y en 1244 ingresó en la Orden Dominicana a pesar de ciertos obstáculos
familiares. Después estudió en París desde 1245 a 1248. Fue discípulo de
S.Alberto, al que siguió hasta Colonia
cuando éste abandonó París para enseñar en la ciudad alemana. Sto. Tomás
permaneció en renana hasta el año 1252. Enseñó en París y en diversas ciudades
italianas. Murió en 1274, cuando se dirigía al concilio de Lyon.
Duramente criticado en vida por la
síntesis que acometió de aristotelismo y sabiduría cristiana tradicional, fue
canonizado en 1323, conociéndosele desde entonces como Doctor Angélico. Fue
proclamado Doctor Común de la Iglesia Católica en el año 1879. Sigue siendo la
autoridad filosófica por excelencia para la filosofía neoescolástica
contemporánea.
Sto. Tomás comentó una docena de
tratados aristotélicos, así como el "Libro sobre las causas" y los tratados de Dionisio y Boecio. Compuso
gran cantidad de opúsculos, entre los que pueden citarse "Sobre el ser y
la esencia", "Sobre la unidad del intelecto","Sobre la
eternidad del mundo", "Sobre la potencia", "Sobre el
mal", "Sobre el alma", "Sobre la verdad" etc.... Sus
obras más importantes son el "Comentario a las sentencias de Pedro
Lombardo"(1254-1257), la Summa contra gentiles" (1258-1264), el "Compendio
de teología" (1260-1266) y la "Summa theologicae"(1266-1273),
que ya quedó sin terminar.
Comprender su obra exige situarla en el
contexto sociocultural e histórico del siglo XIII, caracterizado por la
sociedad estamental, la poliarquía feudal y la hegemonía ideológica de la
religión y de la teología cristianas, generadas por una Iglesia que es una
estructura de poder político internacional, a la vez que uno de los mayores
propietarios de tierras. En dicho contexto feudal, la obra de Sto Tomás puede
interpretarse, como ha hecho Ernst Bloch, como una superestructura ideológica
legitimadora y justificadora del orden socio-político estamental del
feudalismo, presentado como expresión de un orden natural querido por Dios.
Pero la filosofía de Sto Tomás fue acusada de heterodoxa por los conservadores,
pues estaba basada en Aristóteles, considerado por los ortodoxos como un pagano
que mantuvo tesis inconciliables con los dogmas religiosos consagrados por la
teología cristiana, como la eternidad del mundo y la mortalidad del alma
individual. Pese a las reticencias de las autoridades del momento, la nueva
síntesis tomasiana, que pretendió cristianizar la filosofía aristotélica, llegó
a ser asumida como la filosofía ortodoxa de la Iglesia.
2.-
RAZÓN Y FE
En las antípodas de Heidegger, quien
consideraba que hablar de una filosofía cristiana era tan contradictorio como
decir "hierro de madera", debido a la "docta ignorancia"
socrática que caracteriza a la primera, frente a la certeza dogmática revelada
que funda a la segunda, Sto Tomás, pretende "sintetizar armónicamente"
la filosofía aristotélica y la teología cristiana, impregnada de platonismo.
Tomás establece algunas diferencias
entre Filosofía y Teología:
1.- La Filosofía utiliza la razón
natural. Razona partiendo de principios obtenidos por vía inductiva e intuitiva
y extrae consecuencias lógicas necesarias a partir de ellos. Va, pues, de
"abajo" hacia "arriba". Por el contrario, la Teología no
parte de la experiencia, sino de dogmas revelados por Dios en los que se ha de
creer, como la existencia de Dios, la inmortalidad del alma, que Dios es Uno y
Trino etc…
2.- La filosofía se remonta de los
efectos últimos a la causa primera, ascendiendo de causa en causa hasta
remontarse al prinipio y a la causa primera: el Motor Inmóvil. La Teología, por
el contrario, desciende desde la Causa
incausada hasta los efectos últimos.
3.- Procede, pues, como decía Aristóteles, partiendo de lo que es
evidente para nosotros (lo sensible), hasta lo que es evidente en sí, pero no
para nosotros ( lo inteligible ). A diferencia de la Teología, que va de lo
evidente en sí a lo evidente para nosotros.
Sin embargo, hay, según Tomás, algunas
verdades comunes a la Teología y a la Filosofía, verdades que han sido
reveladas, pero que se pueden demostrar racionalmente, como que Dios existe, y
que es creador. Estas verdades son las que Tomás llama ("preambula
fidei"), preámbulos a los artículos de fe.
Filosofía y teología pueden y deben colaborar, pues como sostuvieron
S.Agustín y S. Anselmo, hay que creer
para comprender. La filosofía necesita la ayuda de la Teología, según
Tomás, debido a la falibilidad humana, derivada de la corrupción que el pecado
original introdujo en la naturaleza humana, debilidad que condujo a algunos
filósofos paganos a negar la creación, la providencia de Dios, la inmortalidad
del alma etc... Además, teniendo en
cuenta que el fin último del hombre es Dios y la bienaventuranza eterna, los
errores filosóficos podrían causar el extravío del alma y su eterna perdición,
por lo que corregir los errores racionales es garantía de salvación.
Pero el fin último que persiguen ambas
es diferente. Para la Filosofía el bien supremo es la eudaimonía o felicidad para el individuo en el plano
individual y el bien común en el
plano social, siendo éste preferible a aquél para la perspectiva republicana
aristotélica. En cambio, para la teología
el Bien Supremo, la beatitudo, la beatitud
cristiana, no es cismundana como en Aristóteles, sino trasmundana y sólo es
alcanzable en el más allá, por mediación de la Gracia divina, aunque también
Tomás habla del bien común inmanente
como el fin del Estado.
3.-ONTOLOGÍA
TOMASIANA.
Como Aristóteles, Sto Tomás rechaza la
teoría platónica de las ideas. Como aquél, critica Tomás que dicha teoría
duplica en vano la realidad física sin permitir por ello explicarla, debido a
la inmovilidad de las Ideas que, por tanto, no pueden ser la causa del devenir
de los seres sensibles. Santo Tomás se adhiere, pues, a la teoría hilemórfica de Aristóteles para explicar la estructura y el devenir de los seres físicos, que para él, como cristiano, son criaturas de
Dios. Éstas, desde las sustancias inorgánicas hasta el hombre, pasando por los
peldaños intermedios de la escalera del ser de las plantas y los animales
irracionales, son un compuesto de materia
y de forma.
La materia
es para Tomás el principio de individuación, que distingue entre sí a
todos los individuos que, por pertenecer al mismo género y especie, tienen la
misma forma. Como en Aristótelaes, la materia
es el sustrato que permanece en todo cambio, por lo que es, junto con la forma, uno de los principios
explicativos del movimiento. Como Aristóteles, distingue Tomás una materia prima, aquélla que no ha
recibido ninguna forma y es, pues, pura potencialidad,
y una materia segunda, que ya ha
recibido una determinada forma.
Además de por la materia, las sustancias
de la naturaleza están compuestas por la forma.
Tomás distingue dos tipos de formas. Las esenciales,
género y especie, que definen la esencia de la sustancia, lo que Tomás llama la
quididad, y que son comunes a todos
los individuos que comparten la misma especie, y las accidentales que, como
aquéllas, no pueden existir separadas de las sustancias a las que determinan.
Si la materia encierra la potencia
de recibir formas, la forma es acto. Ambas nociones, potencia y acto explican para Tomás el cambio en sus cuatro modalidades, cuantitativo, cualitativo, sustancial
y local. El movimiento o cambio consiste en la actualización de las potencias
que encierra el ser en acto.
Sto Tomás añade a las nociones de
materia, forma, privación, acto y potencia, las nociones de esencia
y existencia sobre la base de
la distinción efectuada por los filósofos árabes Alfarabí y Avicena entre la existencia de algo y el hecho de que esa realidad existente sea A o B, es decir, tenga tales o cuales
propiedades esenciales.
La esencia
de algo existente es lo que esa cosa es, pero la existencia no es ninguna de
las notas que definen la esencia, no es
exterior a la esencia, ni es accidental a ella, pero es aquello por lo cual la
esencia es una esencia. Tomás equipara la esencia
a la potencia y la existencia al acto de ser de la esencia.
Pues bien, todas las cosas creadas desde
las piedras hasta hombres están compuestas de materia y de forma, de acto y
potencia, de esencia y de existencia. Los ángeles,
grado de ser intermedio entre el hombre y Dios, al no poseer materia, son
formas puras en acto, pero al tener la razón de su existencia fuera de sí
mismos, son también compuestos de esencia y de existencia. Sólo Dios,
en el punto más alto de la jerarquía ontológica, es un ser simple, no compuesto, cuya esencia implica su existencia, cuyo ser es idéntico a su
existir. Tomás, valiéndose de la terminología aristotélica lo define como Forma
y Acto puros, carente de materia y de potencia en su perfección absoluta.
4.- ANTROPOLOGÍA.
Tomás concibe al hombre, de acuerdo con la teoría
hilemorfista de Aristóteles como un
compuesto de materia y de forma, de cuerpo y de alma, siendo
el alma la única forma sustancial que informa directamente la materia. El término "hombre",
pues, a diferencia de Platón, no debe aplicarse ni al alma sola, ni al cuerpo
sólo, sino al alma y al cuerpo juntos, a la sustancia compuesta.
El hombre es engendrado cuando se le
infunde el alma racional. Muere cuando el alma racional se separa del cuerpo.
La unión de cuerpo y alma no es ningún castigo, como imaginó Platón y después
Orígenes, sino algo bueno querido por Dios.
El hombre es una unidad íntima de cuerpo y alma. Pero hay también una distinción real entre el alma y sus facultades. En el alma humana hay facultades o potencias de obrar
que están en potencia respecto de sus actos, y que se distinguen según sus
actos y objetos. Algunas de esas potencias o facultades pertenecen al alma como
tal, y no dependen de un órgano corporal, como la potencia intelectiva, otras
pertenecen al compuesto y no pueden ejercerse sin el cuerpo. Las primeras
permanecen en el alma incluso cuando está separada del cuerpo, las segundas
permanecen en el alma separada sólo en potencia.
En las potencias o facultades hay una
cierta jerarquía. La facultad vegetativa,
que comprende los poderes de nutrición, crecimiento y reproducción, tiene por
objeto el cuerpo unido al alma. La facultad
sensitiva que comprende los cinco sentidos externos y los sentidos
internos, el sensus comunis, la phantasía, la vis aestimativa y la vis
memorativa, tiene como objeto no simplemente el cuerpo del sujeto sintiente,
sino todo cuerpo sensible. La facultad racional tiene como objeto lo universal inmanente en las sustancias físicas.
Entre las facultades racionales
del hombre menciona Tomás el intelecto
agente, el intelecto paciente y la voluntad.
El intelecto agente tiene por objeto lo universal, que abstrae de las imágenes
en las que se encuentra en potencia. El intelecto paciente acoge esa forma
universal abstraída.
El hombre tiene, además de intelecto, voluntad (voluntas), que difiere del
apetito sensitivo porque desea el bien como tal o en general, mientras que el
apetito sensitivo no desea el bien en general, sino los objetos particulares
presentados por los sentidos. La voluntad está orientada necesariamente al
bien, pero dicha necesidad no es de coacción, sino que la voluntad desea
naturalmente el bien último, la beatitudo o felicidad, es decir, la voluntad
tiene un fin propio que es la felicidad. Pero esto no significa que el hombre
no sea libre. Éste, aún cuando la verdadera felicidad sólo puede encontrarse en
la posesión de Dios, en el logro del Sumo Bien, puede no querer los medios que
conducen a Él. Sin embargo, en cierto modo, el hombre siempre quiere a Dios,
pues quiere la felicidad, que sólo puede encontrarse en Dios, pero puede poner su felicidad en algo
distinto de Dios, v.g. en los placeres corporales, por lo que sería moralmente
culpable. Así, pues, el hombre es libre.
Está dotado de libre albedrío
(liberum arbitrium). Éste no es una potencia o facultad distinta de la
voluntad. "Voluntad" significa la facultad como principio de toda
nuestra volición, sea necesaria, en relación al fin, o libre, en relación a la
elección de los medios, mientras que el libre albedrío, o voluntad libre,
significa la misma facultad como principio de nuestra libre elección de los
medios. Por el libre albedrío el hombre puede juzgar libremente poniendo así fin a la deliberación que precede
a la decisión y a la acción.
Frente a Aristóteles, a Averroes (1126-11899, su
comentador árabe y a los averroistas latinos de la Universidad de París, como
Siger de Bravante, Tomás defiende la inmortalidad
del alma individual, argumentando que el alma es incorruptible por ser una
forma subsistente que, aunque inherente a la materia que informa, puede existir
separada. Además, el deseo natural de persistencia propio del ser humano, en
cuanto que le ha sido infundido por Dios, no puede ser defraudado por Éste, de
modo que el alma debe ser inmortal.
El hombre es un ser fronterizo. Por su
cuerpo pertenece al inframundo material. Por su alma al supramundo celestial,
como los ángeles, las inteligencias
separadas y Dios, pero su reino no es de este "valle de lágrimas",
sino su patria celestial. Por ello, es un homo viator, transeunte por este mundo en espera de obtener
el permiso de residencia celestial.
5.- TEORÍA
DEL CONOCIMIENTO.
Como su maestro Aristóteles, asume Tomás
que el conocimiento comienza con la sensación,
que es la actualización de la capacidad o potencia de sentir propia de los
cinco sentidos. La sensación es, pues, la condición necesaria del conocimiento de los objetos sensibles
("Nada hay en el entendimiento que no haya estado previamente en los
sentidos"). Pero no es su condición
suficiente, pues la mera percepción sensible de algo aquí y ahora, no nos
hace saber qué es ese algo. Para ello es necesario el juicio y la subsunción de
lo percibido en una categoría general, cosa que no puede hacer la sensibilidad,
sino el entendimiento.
Los sentidos, en presencia de los
objetos sensibles captan su forma, análogamente a como un pedazo de cera
retiene la forma de un sello, pero no su materia. Tomás llama a esa forma sensible
"species sensibilis". El conocimiento sensible de las formas
sensibles de las cosas particulares se
conserva en la memoria y en la imaginación mediante imágenes de las
cosas individuales (phantasmata). Sobre ellas actúa el intelecto agente, cuya función es abstraer y producir las formas
universales que se encuentran en ellas en potencia. El entendimiento paciente acoge los universales abstraídos por el
entendimiento agente y conoce los particulares mediante dichos conceptos
generales.
El entendimiento humano, pues, carece de
ideas innatas, pero puede recibir conceptos universales. El conocimiento humano
es un proceso en virtud del cual las formae rei o formas de las cosas son
separadas mediante la acción del intelecto agente de las cosas en las que se hallaban
realizadas, para actualizar la potencia del intelecto de alojar conceptos
universales y conocer las realidades particulares por medio de ellos. Conocer
es inteligir, (intus legere) es decir, leer en el interior de las cosas. Así se
conoce los universales en las cosas particulares, que sólo pueden ser
percibidas inmediatamente a través de los sentidos.
En la polémica medieval de los
universales Tomás adopta la posición del realismo
moderado. Considera que los universales
(género y especie) son reales, pero
no son trascendentes, ni separados de las cosas individuales como mantuvieron
Platón y S. Anselmo, sino que están en las cosas individuales, constituyendo su
forma esencial, de donde son abstraidas por el entendimiento agente. Los
universales existen, pues, en las cosas mismas, como quería Aristóteles, pero
existen también como arquetipos con arreglo a los cuales Dios creó el mundo, en
la mente de Dios. Por último, existen también en la mente humana como conceptos
abstraídos de las cosas por el intelecto agente.
6.- TEOLOGÍA
En las Summas, se propone Sto Tomás dos
cuestiones: determinar que Dios es y saber qué es Dios, es decir, demostrar que
Dios existe y cual es la esencia o el ser de Dios.
6.a.- Demostración de la existencia de Dios.
Frente a los teólogos que niegan la
necesidad de demostrar la existencia de Dios por considerarla evidente y frente
a los que consideran que la existencia de Dios no es evidente, Sto Tomás adopta
una postura sintética y conciliadora, manteniendo que es necesario demostrar la
existencia de Dios, pues aunque la existencia de Dios es una verdad evidente en
sí, no lo es para nosotros.
Aunque menciona el célebre argumento
ontológico de San Anselmo ( Por Dios se entiende un ser mayor que el cual
ningún otro puede ser concebido, por lo cual existe necesariamente, pues si no
existiese no sería el ser mayor que el cual ningún otro podría ser concebido),
Tomás prefiere utilizar argumentos a
posteriori, es decir, una serie de pruebas que parten de la experiencia
empírica de los objetos creados para remontarse mediante el principio de
causalidad a su causa primera, que para
Tomás es Dios.
En la Summa Theologicae, Sto. Tomás
menciona cinco pruebas o argumentos
racionales para demostrar la existencia de Dios, las célebres cinco vías tomistas. Ninguna de ellas
es original de Sto Tomás. La primera, basada en el movimiento, la expuso antes Aristóteles en el libro VIII de la
Física. La segunda, basada en la causalidad eficiente, procede de Aristóteles,
Avicena, Alain de Lille, y de S. Alberto. La tercerra, basada en las nociones
de lo contingente y lo necesario, procede de Avicena y de Maimónides. La cuarta
de Platón y la quinta de Aristóteles.
Las cinco vias son las siguientes:
1º.- La vía del movimiento. Observamos que en la naturaleza creada las
cosas se mueven, cambian. Pero todo lo que se mueve es movido por otra cosa, el
motor. Ahora bien, no puede haber un número infinito de motores, pues en tal
caso, no habría ni motor o causa primera, ni efecto último. Pero hay efecto
último, es decir, cambios en las cosas. Por tanto, ha de haber una primera
causa o motor que es Dios.
2º.- La vía de la causalidad eficiente. En el mundo sensible encontramos
relaciones de causalidad eficiente. Pero ninguna cosa puede ser su propia
causa, pues sino sería anterior a sí misma. Por otra parte, no puede existir
una cadena infinita de causas eficientes. Por tanto, ha de existir una causa
eficiente primera, que sería Dios.
3ª.- La vía de lo contingente y lo necesario. Parte de la constatación
de la existencia en la naturaleza creada de seres contingentes, es decir,
aquéllos que existiendo pueden no existir. Los seres contingentes, pues, no han
existido siempre. Por tanto, hubo un tiempo en el que no había seres
contingentes. Si nada hubo, nada debería haber ahora, pues lo que existe llega a existir sólo debido a una
causa que lo crea. Pero de la nada nada sale. Así pues, ha de existir un ser
necesario que sea la causa de la existencia de los seres contingentes. Ese ser
necesario es Dios.
4ª.- La via de los grados de las perfecciones. En los seres creados hay
grados de perfección. Hay cosas buenas, mejores y óptimas. Su mayor o menor
bondad, belleza nobleza sólo se pueden medir por su menor o mayor participación
en lo óptimo. Pero lo óptimo, es decir, el Bien absoluto, la Belleza absoluta,
la Nobleza absoluta es Dios.
5ª.- La via del gobierno del mundo, llamada por Hume más tarde argumento
del designio y por Kant la prueba teleológica, dice que los seres que carecen
de conocimiento tienden a un fin que es su propio bien. Pero no podrían actuar
inteligentemente si alguien inteligente no hubiese puesto en ellos ciertas
inclinaciones. Dios es esa inteligencia ordenadora que ha puesto en los seres
irracionales las inclinaciones que les permiten conseguir sus bienes respectivos.
6.b.-¿Qué es Dios?
Tomás considera que en esta vida no
tenemos intuición alguna de la esencia divina, pues nuestro conocimiento
depende de la percepción sensible, de la cual Dios no es objeto y el lenguaje,
formado para expresar ideas, se refiere a nuestra experiencia de criaturas
finitas, y designa sólo cosas finitas, por lo que no es un instrumento adecuado
para expresar lo infinito
Influido por el neoplatonismo, que
consideraba que Dios estaba más allá del ser, del lenguaje y de la determinación,
y que cualquier determinación o intento de definición lingúística de Dios,
falsearía su ser, Tomás adopta la vía
remotionis o negativa que
consiste en decir, no lo que Dios es, sino lo que no es. De este modo, Dios no
es accidente, no es un ser corporal, no es, pues, un ser material, sino Forma
Pura, tampoco tiene potencia, sino que es Acto Puro. Dios no es compuesto ni de
materia ni de forma, ni de acto y potencia, y tampoco de esencia y existencia,
como los seres creados, sino un ser simple. Es, además, infinito, perfecto e inmutable, pues el Ser necesario
es necesariamente todo lo que es y no puede ser cambiado. Es eterno y es
uno por su infinitud.
Además Tomás utiliza la via positiva o afirmativa, que consiste
en atribuirle a Dios de forma eminente todas las perfecciones que pueden
encontrarse en el mundo de las criaturas, que en última instancia proceden de
él. Desde esta perspectiva, Dios es vida, es bueno, es sabio, pero tiene estas
cualidades en su máximo grado, es decir, de forma eminente y por antonomasia.
7.-ÉTICA
Y POLÍTICA.
Deudora también de Aristóteles, la ética
tomasiana es teleológica. La acción del hombre está encaminada a la consecución
de su bien supremo que es la felicidad. Ésta en el hombre se alcanza mediante
la virtud, alcanzable a su vez por el uso de la razón, a la que concierne
elegir el término medio entre acciones igualmente malas, una por exceso y la
otra por defecto.
Sto Tomás divide las virtudes teológicas y cardinales naturales. Las primeras son
accesibles para el hombre sólo por la gracia de Dios. Son tres: fe, amor y esperanza. De entre ellas el amor es la que orienta
todos los actos humanos hacia su fin último y divino. Las virtudes cardinales
se definen como el mejor estado posible de las facultades naturales. Estas virtudes cardinales son: la prudencia, la justicia, la fortaleza y
la templanza.
Las virtudes determinan la actitud
interior del hombre, mientras que el orden externo y la conducta se rigen por
leyes. El legislador supremo es Dios, puesto que impone el ordenamiento al
mundo entero.
La ley
moral es el criterio mediante el cual puede saberse si un acto voluntario
se ordena rectamente al fin último del hombre, la posesión del Bien Común
trascendente. La ley es cierta ordenación
de la razón, enderezada al bien común y promulgada por aquél que tiene a su
cargo el cuidado de la comunidad. La ley,
en cuanto ordenación de la razón, es un juicio
práctico, precepto o mandato producto de la razón.. La ley está relacionada
con la voluntad, porque la razón, movida por la intención de la voluntad,
propone los medios más aptos para alcanzar el fin. Por ello, el mandato en que
consiste la ley, es un producto de la razón que presupone el impulso
intencionado de la voluntad.. La ley, por ser una ordenación de la razón, sólo
se encuentra propiamente en los seres racionales. La ley está enderezada al
bien común, ya sea este social, intramundano e histórico, ya al Bien Común
trascendente, inalcanzable en esta vida y sólo accesible mediante la gracia
divina. Además, por el hecho de que la ley está encaminada al bien común, tiene
que ser fruto de la razón práctica de aquél que tiene a su cargo a la
comunidad. Si se trata de la comunidad universal, del universo, la ley será
fruto de la razón divina, y entonces dicha ley será eterna. Si se trata de la
comunidad del hombre, será fruto de la razón humana del gobernante y se llamará
ley positiva.
Sto Tomás distingue, pues, tres clases de leyes: la ley eterna, la
ley natural y la ley positiva.
La ley
eterna es la ley promulgada por la razón divina para regular la comunidad
del universo.
La ley
natural, que es la ley moral en cuanto atañe a la criatura racional, se
basa en la ley eterna. Se expresa y se percibe en un conjunto de inclinaciones
que Dios puso en la criatura humana, como la inclinación natural a la
autoconservación, a la unión de los sexos tendente a la reproducción, la
inclinación al cuidado de la prole, la inclinación natural a vivir en
sociedad y a conocer la verdad y la
inclinación natural hacia el bien. Todas estas inclinaciones configuran la naturaleza o esencia humana, cuyo modelo se encuentra en la idea eterna que Dios
tiene del hombre, (ya veremos más adelante la crítica que hace el
existencialismo ateo de Heidegger y de Sartre a la idea teológica de que la
esencia del hombre precede a su existencia.).
El primer
principio de la razón práctica y de la ley
natural es: "Haz el bien y
evita el mal". Los preceptos de la moral natural son correlativos a
las inclinaciones de la naturaleza humana. Por ello, pertenece a la ley natural
todo aquéllo que tiende a la conservación
de la persona, de la especie, al cuidado de los hijos, al conocimiento
del bien etc...
La ley
humana positiva ha de ser deducida por el legislador a partir de los
principios comunes e indemostrables de la ley natural, de manera análoga a como
la razón teórica llega a las conclusiones de las diferentes ciencias a partir
de los primeros principios de la razón.
La sociedad civil no existe por
convención sino por naturaleza, pues el hombre es un animal político por
naturaleza. La sociabilidad humana se funda en dos razones: la primera es que
el hombre no es autosuficiente y necesita de los demás para satisfacer sus
necesidades; la segunda se funda en la racionalidad humana, pues que el hombre
se comunique mediante el lenguaje, revela su sociabilidad natural.
Si la causa eficiente de la sociedad es
la naturaleza, su causa final es el bien
común, inmanente que pueden alcanzar los hombres en la sociedad. El bien
común consiste en que los hombres reunidos en sociedad lleven una vida digna y
virtuosa que les permita satisfacer sus necesidades, para lo que se requiere
tanto bienes materiales como espirituales, de modo que el bien común puede
concretarse en el orden, la tranquilidad, la paz y la unidad, la amistad, el bienestar
y la salud pública.
La política
tomasiana repite los argumentos aristotélicos relativos al fin que persiguen
las comunidades más simples e imperfectas como la familia, y la aldea, que no
es otro que el Estado, que es la
comunidad perfecta y en cuanto tal, el fin que aquéllas persiguen.
La tipología tomasiana de las formas de
gobierno remeda la aristotélica. Distingue tres gobiernos rectos y justos, que
son la monarquía, la aristocracia y la democracia y tres formas de gobierno malas, resultado de la
degeneración de las anteriores, que son
respectivamente la tiranía la oligarquía y la demagogia. Tomás considera, como Aristóteles, que tomada
absolutamente, la mejor forma de gobierno es la monarquía, pues garantiza el
bien común y la virtud general, pero
considerando las circunstancias concretas, es preferible un gobierno
mixto, que conserve lo bueno de las tres mejores formas de gobierno, la
monarquía, la aristocracia y la democracia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario